martes, 29 de octubre de 2013

El Alcázar de Toledo

Alcázar de Toledo desde la otra orilla del río Tajo.

El Alcázar de Toledo es una fortificación sobre rocas, ubicada en la parte más alta de la ciudad de Toledo, España, y que domina toda la ciudad.

El Alcázar de Toledo se encuentra cimentado sobre roca granítica en el promontorio más alto de Toledo, dentro de las murallas de la ciudad, pero, a la vez, dominando a ésta. Está en el extremo este de Toledo, próximo al puente de Alcántara y al hospital de Santa Cruz (hoy Museo Arqueológico) y a unos pocos metros de la plaza de Zocodover.

Gracias a su estratégica ubicación, el Alcázar representa un resumen de los principales episodios de nuestra historia nacional, pues ha sido escenario tanto de aventuras medievales como testigo de guerras del siglo XX. Se trata, por tanto, de un edificio más valorado por su historia que por su arquitectura, lo cual resulta lógico si se tiene en cuenta todas las reconstrucciones que ha sufrido a lo largo de su dilatada historia.



La ocupación permanente del lugar tiene lugar en tiempos de la dominación de los romanos, cuando, en el siglo III d. C., construyeron, en la cima de la colina, un ‘pretorio’ con guarnición militar permanente.

El Alcázar y el puente de Alcántara. Calotipo de Edward King Tewison (1852).

En el año 568, creció considerable-mente la importancia de la ciudad de Toledo, debido a que el rey Leovigildo establece en ella la capitalidad política del reino visigodo, lo que dio origen a una progresiva ampliación y reforzamiento del primitivo recinto amurallado romano.

Ya en el 711, a causa de la invasión de España por los árabes, y, más tarde, por la serie de luchas que mantuvo Toledo frente a los emires de Córdoba, la incipiente fortaleza alcazareña, denominada por aquel entonces al-Hizan o Alfizén, fue objeto de sucesivas destrucciones y reconstrucciones. Destacan las obras ordenadas por el emir Abd-al-Rahman II en el año 836, comple-mentadas por sus sucesores, de las que se conserva en la actualidad el arco original que enmarcaba el acceso por el ángulo sudoriental.

Pero fue a lo largo de su etapa medieval cuando el Alcázar se trasformaría en autentica fortaleza, creciendo y consolidando su estructura. En 1085, la ciudad de Toledo fue tomada y anexionada a los territorios del reino de Castilla (de los que fue capital a partir de 1087) por las fuerzas castellanas dirigidas por el rey Alfonso VI, quien, tras conquistar la plaza, mandó reedificar el Alcázar para su utilización como morada real, al tiempo que reforzó su fortificación para prevenirse del peligro almorávide. Posteriormente, los sucesivos monarcas, Alfonso VII, Alfonso VIII, Alfonso IX y Fernando III, la fueron ampliando y reforzando. Pero fue sobre todo en el siglo XIII cuando Alfonso X ‘el Sabio’ la embelleció, dotándola de su forma actual de cuadrilátero reforzado en sus ángulos por torres cuadradas, dando origen así al primer alcázar con esta forma. De esta época data su fachada oriental hacia el puente de Alcántara, la cual está dotada de matacanes.

Desaparecida definitivamente la amenaza musulmana tras la caída del reino nazarí de Granada en manos de los Reyes Católicos, el 1 de enero de 1492, el Alcázar acrecentaría su función de morada regia. A partir de esta época, el Alcázar adquirió gran importancia en la vida política, social y cultural de España, pues fueron muchos los reyes que lo habitaron y muchos también los nobles, guerreros distinguidos y mujeres ilustres que pasaron por sus estancias a lo largo de su dilatada historia.


El Alcázar de Toledo (Foto de 1880). 

Una etapa conflictiva por la que hubo de pasar la fortaleza fue la que tuvo lugar durante el levantamiento en armas de comuneros (1520-23), cuando el Alcázar se convirtió de nuevo en objeto de disputa, siendo controlado, en un primer momento, por las fuerzas leales a Carlos I y, poste-riormente, por los comuneros. Derrotados finalmente los comuneros en la batalla de Villalar el 23 de abril de 1521, sus jefes, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecu-tados. Además, fue desde el Alcázar desde donde María Pacheco, viuda del comunero Juan Padilla, dirigió la defensa de Toledo contra las tropas imperiales, que habían puesto cerco a la ciudad. Resistió la viuda el asedio durante tres meses, de donde logró huir antes de que sus seguidores rindiesen la plaza.

Acabada la revuelta, la estancia del emperador Carlos I en el Alcázar con motivo de la convocatoria de Cortes en 1925 inclinó su decisión de agrandarlo y apartarlo definitivamente como mansión regia, adaptándolo a la altura de sus imperiales circunstancias, para lo cual encargó las trazas iniciales a su principal arquitecto, el toledano Alonso de Covarrubias, que empezó su remodelación hacia 1536. Covarrubias se encargó de la fachada norte, a la cual añade un portal plateresco, y, luego, será el arquitecto Villalpando quien desarrollará su trabajo en el patio central y en las escaleras.

Las obras fueron continuadas por su hijo Felipe II, quien encarga la continuación de las mejoras de la construcción a Juan de Herrera, que concibe la fachada sur de estilo churrigueresco e introduce su estilo en la decoración general del edificio. La fachada oeste es de estilo renacentista, y la este, medieval, con tres torreones cilíndricos y defensa almenada.

En 1561, Felipe II decide trasladar la Corte a Madrid, por lo que el Alcázar pierde su función de sede regia y comienza así una larga etapa de abandono y progresiva decadencia. A mediados del siglo XVII, se tiene constancia de que el edificio sirvió como cárcel y, posteriormente, como cuartel para la caballería.

Tras la muerte de Carlos II, acaecida en 1700, su viuda, Mariana de Nieburg, fue la última persona de estirpe real que llega a utilizar el Alcázar como residencia.

Algunos alcaides del Alcázar
El coronel José Moscardó Ituarde, héroe de la defensa del Alcázar.

El héroe castellano de la Edad Media, Rodrigo Díaz de Vivar, llamado “El Cid”, fue el primer gobernador o alcaide de la fortaleza, que lo guareció con mil hidalgos castellanos y aragoneses, antes de ser desterrado por el rey Alfonso VI, resentido con el Cid por el juramento que éste le obligó a prestar en la iglesia de Santa Gadea (Burgos) antes de posesionarse del trono. Pero el Alcázar también fue testigo de la reivindicación de su fama. Allí se celebraron las Cortes que pidió a su señor una convocatoria para que se le hiciera justicia tras la ofensa de sus yernos, los infantes de Carrión, en el robledal de Corpes, al abandonar a sus hijas tras azotarlas.

Años más tarde, la que manda en el Alcázar es Berenguela, esposa de Alfonso VII. Ésta vio desde la torre central de la fachada oriental cómo miles de soldados árabes atacaban el castillo de San Servando y cómo dañaban los campos cercanos, talando viñas, mientras preparaban el asalto a la ciudad de Toledo, intento que luego abandonan, según se cuenta, avergonzados al tener conocimiento de que Berenguela estaba desguarecida.

El Alcázar y el amor adúltero

La estancias del Alcázar también fueron escenario de los amores de la hebrea toledana Raquel con Alfonso VII, por quien abandona a su legítima esposa Leonor de Inglaterra. Los nobles, y el pueblo en general, indignados por el abandono del deber por parte del monarca, y llevados del frenético antisemitismo de la época, aprovecharon la ausencia del rey para asaltar el Alcázar y asesinar a la joven judía, acabando así con su nefasta influencia.

Otra de las huéspedes de dichas estancias fue María de Padilla, amante del rey Pedro I “el Cruel”, la cual las habitó durante algún tiempo, mientras que Blanca de Borbón, esposa legítima de este adúltero rey, sufrió dura prisión dentro de su recinto.



El Alcázar y los desastres de la guerra

El Alcázar sufrió nefastas consecuencias a lo largo de diversas guerras. Durante la Guerra de Sucesión (1700-1715), que tuvo su origen en la disputa entre Carlos de Austria y Felipe de Anjou por la ocupación del trono de España, las tropas aliadas de los Austrias, al mando del general Starhemberg, lo incendiaron en 1700 y fue convertido de nuevo en cuartel por el pretendiente austriaco. Los proyectos de restauración se iniciaron durante el reinado de Felipe V y, a partir de 1774, el rey Carlos III autorizó las obras para establecer, bajo la rectoría eclesiástica del cardenal Lorenzana, la llamada Real Casa de la Caridad, con los diseños del famoso arquitecto Ventura Rodríguez. Gran parte del nuevo edificio se aprovechó para proporcionar aprendizaje de un oficio a centenares de jóvenes y adultos de las clases más necesitadas y se pusieron en marcha telares.

De igual manera, durante la Guerra de la Independencia (1808-1813), con la ocupación de Toledo por las tropas francesas, el Alcázar vuelve a ser incendiado en enero de 1810, quedando en pie los muros exteriores y poco más. Posteriormente, desde 1846, fueron sucediéndose las obras de reconstrucción para albergar el Colegio General Militar (trasladado desde Segovia), transformado (por Real Decreto de 5 de noviembre de 1850) en academia militar, con el nombre de Colegio Militar de Infantería, convirtiéndose así la Ciudad Imperial en la cuna de la Infantería Española y, posteriormente, en la Academia General Militar, creada el 20 de febrero de 1882.

En 1887, cuando poco restaba para acabar con la totalidad de las obras, el Alcázar sufre un nuevo incendio, esta vez de carácter fortuito, que tuvo su origen en la biblioteca la noche del 9 al 10 de enero. En los tres días que duró el incendio, todo quedó reducido a escombros y cenizas; únicamente quedaron en pie los muros, la escalera principal y la arquería del patio. Tiempo después, se normalizó su funcionamiento, pero únicamente como sede de la Academia de Infantería. Por fin, de 1931 a 1936, sirvió como sede de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia.

Durante la Guerra Civil de 1936-39 fue utilizado por el entonces coronel sublevado José Moscardó como punto defensivo y de resistencia de la Guardia Civil y destruido totalmente por las tropas de la II República durante el asedio que duró 70 días del 22 de julio al 28 de septiembre de 1936

Asedio del Alcázar de Toledo

Soldados republicanos durante el asedio.


Fuerzas en combate

1ª División Orgánica
• 5.500 milicianos2
• Apoyo artillero
• 2-3 tanquetas
Aviación Republicana
• Apoyo aéreo Fuerzas sublevadas
• 1.028 efectivos3
• 2 piezas de artillería

Bajas

Elevadas • 48 muertos
• 438 heridos
• 22 desaparecidos

El Asedio del Alcázar de Toledo fue una batalla altamente simbólica que ocurrió en los comienzos de la Guerra Civil Española. En ella se enfrentaron fuerzas gubernamentales compuestas fundamentalmente por milicianos delFrente Popular y guardias de Asalto contra las fuerzas de la guarnición de Toledo, reforzadas por la Guardia Civil de la provincia y un centenar de civiles militarizados sublevados contra el Gobierno de la República. Los sublevados se refugiaron en el Alcázar de Toledo, entonces Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, acompañados de sus familias. Las fuerzas republicanas empezaron el asedio sobre el fortín de los sublevados el 21 de julio de 1936 y no lo levantarían hasta el 27 de septiembre, tras la llegada del Ejército de África al mando del general José Enrique Varela, haciendo Francosu entrada en la ciudad al día siguiente.

El general Emilio Mola Vidal fue el director del golpe. El 17 de julio de 1936,Francisco Franco no proclamó ninguna sublevación militar de las fuerzas españolas en Marruecos, Franco se adhirió. En consecuencia, el 18 de julio el gobernador militar de la provincia de Toledo, el coronel José Moscardó, se puso al mando de la Guardia Civil de dicha provincia.

Durante el 19 y el 20 de julio, el Ministerio de Guerra del Gobierno republicanohizo varios intentos para obtener munición en la Fábrica de Armas de Toledo. Cada vez que era requerida la munición, el coronel Moscardó rehusaba entregarla, por lo que fue amenazado con que fuerzas provenientes de Madridserían enviadas contra él.

Las fuerzas republicanas asentadas en Toledo consistían aproximadamente en 5.000 milicianos2 de la CNT-FAI y la UGT, además de Guardias de Asalto. Tenían varias piezas de artillería, unos pocos vehículos blindados y 2 ó 3tanquetas. Las Fuerzas Aéreas de la República realizaron tareas de reconocimiento, apoyados por la artillería y bombardearon el Alcázar en 35 ocasiones.
Fuerzas sublevadas

Los defensores del Alcázar eran 800 hombres de la Guardia Civil,5 8 cadetes de la Academia de Infantería, 1 de la de Artillería y 110 civiles. Las armas de las que disponían eran según el relato de Moscardó:


Se contaba con el armamento de la Guardia Civil, Academia, Escuela de Gimnasia y Guardias de Asalto y Seguridad;

800.000 cartuchos de fusil y ametralladora (procedentes de las Fábricas de Armas);
1.200 fusiles Mauser y mosquetones;
200 petardos pequeños de trilita;
50 granadas rompedoras de 7 cm;
50 granadas de mortero Valero de 51 cm;
50 disparos de rompedora;
13 ametralladoras Hotckiss de 7 mm;
13 fusiles ametralladores, de la misma marca y calibre, todo en uso por los alumnos en sus prácticas;
4 cajas de granadas de mano Laffite —ofensivas, 200—;
2 piezas de montaña de 7 cm;
1 explosivo eléctrico;
1 mortero de 50 mm;
1 caja de granadas de mano —incendiarias, 25—. Pero los oficiales y la Guardia Civil habían logrado traer munición abundante.6

Aproximadamente 670 civiles (500 mujeres y 50 niños7 ) vivieron en el Alcázar durante el asedio. Muchos de éstos eran familiares de los miembros de la Guardia Civil mientras que otros se habían refugiado allí desde diversas partes de la ciudad para salvar sus vidas de los milicianos anarquistas y socialistas. Las mujeres no participaron en la defensa del Alcázar, por su seguridad no se les permitía ni siquiera cocinar o curar a enfermos y heridos. Sin embargo, su presencia en el Alcázar elevó el valor de los hombres para continuar en la defensa. Los civiles que se encontraban dentro del Alcázar estuvieron a salvo de los ataques de las tropas gubernamentales, excepción hecha de los rehenes que los sitiados tomaron en sus salidas del Alcázar y que no salvaron la vida. Las cinco muertes de civiles afines a los sublevados que hubo fueron por causas naturales. Hubo dos nacimientos durante el sitio.
Simbolismo[editar · editar código]

El Alcázar de Toledo se convirtió en la residencia temporal de la Monarquía Hispánica después de la reconquista de Toledo contra losmusulmanes, pero fue abandonada por Felipe II y en 1850 fue convertida en Academia Militar, bajo el nombre de Colegio de Infantería. Después de un fuego en 1886 partes del Alcázar fueron reforzadas con acero y vigas de hormigón.

El Alcázar se había convertido para ambos bandos en símbolo y cuestión moral. El fracaso ante el Alcázar fue un duro golpe para el bando republicano y una inyección de moral para el nacional.

Cronología del asedio[editar · editar código]
21 de julio de 1936[editar · editar código]

Esquema de la destrucción del Alcázar de Toledo por la artillería republicana.

La declaración de «Estado de Guerra» fue leída por el capitán Vela Hidalgo, de la Academia Militar, a las 7 de la mañana en Zocodover, la plaza principal de Toledo. Se dieron órdenes para el arresto de conocidos activistas de izquierda de Toledo, pero solamente detuvieron al maestro de la prisión local,Francisco Sánchez López de la Torre, que había preparado a Luis Moscardó para oposiciones, y a algunos militantes de base. Moscardó nombró a un nuevo gobernador civil, el notario Justo del Pozo Iglesias, pues el anterior, Manuel Mª González, se refugió en el Alcázar con su familia. 

Los sublevados distribuyeron fuerzas por la ciudad: Hospital de Tavera, Fábrica de Armas, Convento de los Carmelitas Descalzos, Bancos, Ayuntamiento, Catedral, Plaza de Zocodover, Correos, Teléfonos, Matadero, Cuartel de Asalto (Plaza de Padilla), Prisión Provincial, puertas de la muralla y puentes sobre el Tajo. Los guardias civiles llenaron camiones de munición en la Fábrica de Armas con destino al Alcázar. El Ministerio de la Guerra ordenó el bombardeo aéreo de los sublevados; a las 18 horas, el último de los camiones fue alcanzado de lleno cuando estaba llegando a su destino.

Las tropas republicanas enviadas de Madrid, avanzadillas de la columna delgeneral Riquelme, primero llegaron al Hospital de Tavera, donde fueron rechazadas por las fuerzas al mando del Comandante Ricardo Villalba Rubioprofesor de la Escuela Central de Gimnasia y sobrino del General José Riquelme López-Bago. Dicho comandante ostentaba, desde las 18:00 horas de la tarde del día 17 de de julio, el mando de tres capitanes, cuatro tenientes, un alférez, cuatro sargentos y 32 de tropa, guarnición que fue reforzada por un destacamento de la Guardia Civil con 40 hombres y dos oficiales. Al amparo de estas fuerzas se acogieron mujeres, niños, algunos huérfanos, hombres enfermos, las hermanas de la Caridad del Hospital y el capellán del mismo: en total 60 personas no combatientes.8

Estratégicamente, la posición defendida por dicho comandante era imprescindible para que la Guardia civil, que se encontraba en la fábrica de Armas, pudiera subir la munición al reducto del Alcazar.9 Los defensores del Hospital de Afuera recibieron a las tropas del general Riquelme con fuego de ametralladora, rechazándolos. Poco después, uno de los carros de combate que acompañaban a la columna atacante se lanzó al asalto del hospital y el Comandante Villalba, junto con el capitán Badenas, salieron del Hospital y lanzaron cargas explosivas que inutilizan el vehículo.10

Parada la ofensiva, el Comandante Villalba ordenó la retirada al Alcazar que se hizo de forma ordenada y sin perder un solo elemento bajo sus órdenes.11 Tras el fracaso ante el Hospital de Tavera, la fuerza del General Riquelme se dirigió a la Fábrica de armas. Un destacamento de 200 guardias civiles estacionado en la Fábrica de Armas empezó a negociar con los republicanos. Durante estas conversaciones, la Guardia Civil envió carros cargados con la munición de la fábrica al Alcázar antes de evacuar y destruir la fábrica. Riquelme telefoneó esa noche al sublevado Moscardó conminándole a rendirse.

22 de julio – 13 de agosto de 1936
Milicianas republicanas durante el Asedio del Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil Española

El 22 de julio está ya en Toledo la columna madrileña: dos compañías de infantería, guardias de asalto, una batería de 105mm y un número indeterminado de milicianos ácratas de las «Águilas Libertarias»; además, una compañía de ametralladoras del Regimiento León nº 2 y milicianos del Colegio de Abogados de Madrid, lo que hace un total aproximado de 2500 hombres, frente a los 1250 del Alcázar, en su mayoría profesionales de la milicia. Controlaban la mayor parte de Toledo hacia las 20 horas, y comenzó a organizarse el cerco en torno al Alcázar. Esa noche elministro de Instrucción Pública, Francisco Barnés, volvió a apelar a Moscardó, para que se rindiese.

El 23 de julio el Coronel Moscardó recibió la llamada del representante del Frente Popular, el jefe local de Izquierda Republicana y secretario del colegio de abogados de Toledo12 Cándido Cabello quien le conminó a rendirse advirtiéndole que de no hacerlo así, su hijo Luis, quien había sido detenido, sería fusilado. 

Las fuentes del bando sublevado (confirmadas por numerosos testimonios) tienen un tono heroico, lacónico, patriótico y religioso al hablar del contenido de la conversación (posteriormente se le llegó a comparar con Guzmán el Bueno). Los testimonios de quienes escucharon la conversación junto a Cándido Cabello coinciden con los anteriores con la excepción del de Bernardino García Rojo, que el 26 de noviembre de 1940 hizo una declaración escrita que concordaba con todas las anteriores,13 pero que entrevistado por Isabelo Herreros varias décadas más tarde dio una versión completamente distinta, en la que aseguraba que Moscardó tuvo no uno, sino tres interlocutores, entre ellos él mismo, que fue quien le informó de que su hijo Luis se encontraba detenido "pero sin dar a entender ningún tipo de amenaza sobre el mismo." 

Al final de la entrevista García Rojo explicó que en 1940 "en mi declaración jurada, años después en la cárcel, me hice responsable único de la conversación",14 afirmación que merece la pena destacar, puesto que no fue así: en su declaración de 1940 decía lo mismo que todas las demás personas presentes durante el diálogo Moscardó-Cabello y en ningún momento afirmó que hubiese hablado con Moscardó.

La amenaza de matar a Luis Moscardó no se materializó de momento sino que fue enviado a la Prisión Provincial (acusado al parecer, de ser hijo del Coronel Moscardó) pero un mes después de estos hechos, tras un bombardeo aéreo, los milicianos asaltaron la prisión, lo incluyeron en unasaca de, al menos, cuarenta prisioneros y fue fusilado.15 Por otra parte, el presidente de la Diputación hizo todo lo posible por proteger a la esposa y al hijo menor de Moscardó, Carmelo, durante los meses del Toledo revolucionario.16

Los historiadores Herbert Southworth17 e Isabelo Herreros18 dudan de la versión oficial sobre la conversación y el fusilamiento, y añaden como datos nuevos que Luis Moscardó tenía tendencias liberales y que su entrada en el registro del cementerio de Toledo tuvo carácter retroactivo (Herreros dice que fue en abril de 1956 cuando su cuerpo se trasladó a la cripta del Alcázar junto a la de su padre recientemente fallecido). Después de la aparición de ambos libros se publicó la obra de Alfonso Bullón de Mendoza y Luis Eugenio Togores El Alcázar de Toledo: final de una polémica19 en la que en base a una exhaustiva investigación bibliográfica y numerosa documentación inédita, entre la que cabe destacar las cartas escritas por Moscardó a su mujer a lo largo del sitio, y su diario personal, queda claro que Moscardó habló con un sólo interlocutor y que éste le amenazó con fusilar a su hijo si no rendía el Alcázar.

Hay que señalar que ya muchos años antes, en su libro The Yoke and the Arrows,20 el periodista norteamericano Herbert L. Matthews había dudado de la versión tradicional de la defensa del Alcázar y la conversación de Moscardó con su hijo, pero que se retractó públicamente tras la publicación de la documentada obra que en respuesta publicó el también periodista Manuel Aznar.21

El 24 de julio los sitiados realizaron una salida para conseguir alimentos. Posiblemente bajo la influencia de las amenazas efectuadas contra Luis Moscardó efectivos de la guardia civil asesinaron al Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Toledo, el ex-diputado, periodista y líder histórico de la UGT-PSOE Domingo Alonso Jimeno, que se resistió a sus captores y fue muerto en plena calle, cerca de su vivienda de la calle de la Sierpe, mientras veía cómo arrastraban a su mujer y a su hija al Alcázar. Tales detenciones no fueron del agrado del coronel Moscardó, tal y como dejó escrito en una de las cartas a su mujer: "ayer en una salida que se intentó hacer para requisar víveres, la Guardia Civil tuvo la malhadada ocurrencia de detener a la familia del Concejal Domingo Alonso y traerlos detenidos en rehenes. Me desagradó hasta el extremo, pues creerán que la salida fue únicamente para cogerlos como garantía y yo no soy capaz de hacer eso, es más, me repugna y de buena gana los soltaba; aquí están bien cuidados y atendidos en lo que cabe, por lo menos igual que las familias de los Guardias."22



En las Cartas a su mujer, el coronel Moscardó confiesa pasar por varios episodios depresivos, que él llama «blandura»; varias veces confiesa a su esposa que no se suicidará, y surgen por doquier reflexiones religiosas, pues la rutina diaria de las familias católicas no se alteró durante el asedio en el interior de la fortaleza. La capacidad de mando de Moscardó, unánimemente refrendada por sus apologistas, es puesta en duda por algunos historiadores,23 que sostienen que el verdadero artífice de la defensa del Alcázar fue el teniente coronel de la Guardia Civil Pedro Romero Bassart. Sin embargo, ninguno de los diarios publicados (algunos muchos años después de la muerte de Moscardó) por quienes participaron en la defensa del Alcázar, es decir, por quienes fueron testigos presenciales y protagonistas de los hechos, pone en duda el papel que jugó en la defensa.

El 25 de julio, ante la imposibilidad de comunicarse por radio por falta de electricidad, el capitán Luis Alba Navas salió del Alcázar con la intención de enlazar con las tropas del general Mola y hacerles ver que la rendición del Alcázar difundida por Unión Radio de Madridese día era completamente falsa. Para pasar inadvertido se vistió con un mono azul de miliciano. En las proximidades de Torrijos fue reconocido por un antiguo soldado que había estado a sus órdenes; lo apresaron y fue ejecutado cerca de Burujón.

A Riquelme le sucede en el mando de la plaza el teniente coronel de infantería Francisco del Rosal, y a éste el comandante Ulibarri a finales de julio. El gobierno de la República trasladó a Toledo piezas de artillería de gran calibre. Se confiaba entonces en un pronto desenlace, pues la situación en el Alcázar era dramática: los alimentos escaseaban, el agua estaba racionada y la moral estaba muy baja. Se producían suicidios y deserciones (en la segunda semana de agosto ya habían huido de la fortaleza 23 personas para unirse a las filas republicanas). La moral se intentaba mantener con la publicación de un periódico tirado a multicopista, El Alcázar, a cargo del dirigente del Partido Radical Amadeo Roig.

14 de agosto–17 de septiembre de 1936

El escritor y periodista soviético Mijaíl Koltsov, en el centro, contemplando el asedio republicano.
El comandante republicano Luis Barceló Jover, herido durante los combates.

El 14 de agosto, los republicanos cambiaron de táctica después de constatar que las defensas de la zona norte del Alcázar habían sido notablemente reducidas. Durante las 5 semanas siguientes, los republicanos atacaron once veces la casa del Gobierno Militar, pero fueron repelidos en cada uno de ellos. 

Si hubieran capturado la casa del Gobernador Militar, habrían podido ubicar en masa a un gran número de tropas a sólo 40 metros del Alcázar. No obstante, la mayoría de los milicianos carecía de instrucción militar y desperdiciaban municiones disparando vanamente fusiles y arillería ligera contra los gruesos muros del Alcázar.

 En tanto el Alcázar era una fortaleza excavada en roca, un ataque terrestre eficaz debía basarse en la artillería pesada y en explosivos, pero los milicianos carecían de tales armas así como de líderes militares que les dirigieran en su uso.

El 20 de Agosto el comandante Víctor Martínez Simancas funda el cuadernillo de noticias del Alcázar, que ayudaba a mantener la moral y el espíritu de combate de los encerrados tras los muros de la fortaleza y que posteriormente se convertirá en el Diario de tirada Nacional El Alcázar.

Dicha hoja informativa, embrión del diario El Alcázar, elaborada por los asediados como hoja informativa diaria en la que recogían con precisión quirúrgica los hechos acaecidos, aderezados de diversos comentarios, informaciones y consignas, fue vital para mantener alta la moral y la buena organización en el interior de la fortaleza.25

El 9 de septiembre, un enviado de los republicanos, el Comandante Rojo entró en el Alcázar para hablar con el Coronel Moscardó acerca de una posible rendición. El Coronel la rechazó, pero pidió un sacerdote para bautizar a dos niños recién nacidos durante el asedio y también para decir misa.

Vázquez Camarasa, canónigo magistral de Madrid con ideas izquierdistas, entró en el Alcázar la mañana del 11 de septiembre y confesó a los sitiados. Esa tarde, Rojo habló con Moscardó acerca de una posible evacuación de las mujeres y los niños. Las mujeres unánimemente contestaron que no querían rendirse y que estaban dispuestas a empuñar las armas para defender el Alcázar.26 Camarasa murió exiliado en Burdeos, Francia, en1946.

El embajador chileno en España, Aurelio Núñez Morgado, habiendo oído que los anteriores intentos de rendición habían resultado fallidos, fue el 13 de septiembre a intentar la rendición del Alcázar. El coronel Moscardó envió a su ayuda de campo para saludar al embajador por un altavoz y para decirle que le prestarían atención sólo si el mensaje se cursaba «a través del Gobierno Nacional de Burgos». A partir de ese momento ya no hubo diálogo.27

18 de septiembre de 1936

Desde el 16 de agosto, los republicanos habían estado cavando dos minas en la parte sudoeste del Alcázar. La mañana del 18 de septiembre, las minas fueron detonadas por orden de Francisco Largo Caballero,28 destruyendo completamente la torre sudoeste del edificio y matando a los dos defensores que se encontraban en ella.

Aproximadamente 10 minutos después de la explosión, los republicanos lanzaron cuatro ataques contra el Alcázar con la ayuda de carros blindados y tanques. El ataque fracasó a causa de la enconada resistencia de los defensores pero los republicanos respondieron con continuos bombardeos de artillería durante la noche y durante todo el día siguiente. Además, los escombros de la torre sudoeste fueron en realidad un obstáculo para los atacantes pues sirveron como buen parapeto para que los sitiados se escondieran hábilmente entre las ruinas e hicieran fuego desde ellas.

19 de septiembre–26 de septiembre de 1936

El bombardeo de los edificios periféricos dio buen resultado pues la comunicación entre ellos y el Alcázar llegó a ser imposible. La retirada de los edificios fue ordenada la noche del 21 de septiembre, la guarnición fue utilizada para defender lo que quedaba del Alcázar. Los republicanos atacaron los edificios periféricos la mañana del 22 de septiembre, pero el progreso fue muy lento porque desconocían que los edificios habían sido abandonados. Ese mismo día, tropas sublevadas llegaban a 6 kilómetros al sur de Toledo, lo cual motivó que las milicias republicanas se esforzaran en tomar el Alcázar lo antes posible.

A las 5 de la mañana del 23 de septiembre, los republicanos asaltaron las brechas del norte del Alcázar y sorprendieron a los defensores lanzando granadas y dinamita. Los nacionales fueron forzados a retirarse al patio del Alcázar pero contraatacaron para hacer retroceder el asalto. Un nuevo asalto al Alcázar se intentó por la mañana; esta vez un tanque condujo la carga. 45 minutos después de que los soldados republicanos hubiesen atacado las brechas el ataque se había paralizado.

El día 24 de septiembre las tropas rebeldes al mando del general Varela estaban ya en los suburbios de Toledo y las milicias de la República debieron enfrentar sucesivamente a estos refuerzos del bando sublevado junto a los rebeldes del Alcázar, lo cual hizo insostenible las posiciones republicanas. Algunas milicias opusieron resistencia a los sublevados en Toledo, pero la mayoría de los milicianos prefirió retirarse hacia Aranjuez temiendo ser atrapadas en un nuevo cerco, facilitando que las tropas de Varela dominaran por completo la ciudad de Toledo y enlazaran con los sitiados del Alcázar el 27 de setiembre de 1936, terminando así el asedio.

Consecuencias

Heinrich Himmler visitando el Alcázar junto a José Moscardó en octubre de 1940.

La toma de Toledo por las columnas de Franco había sido espectacular, pero nadie hubiera podido pedir entonces, ni las pidió, responsabilidades a un Gobierno que acababa de asumir sus funciones.29 Aparte de una fábrica de armas, Toledo era una ciudad sin importancia militar para ninguno de los dos bandos. Las fuerzas nacionales estaban aisladas, mal equipadas y sin condiciones para conducir una operación ofensiva. Aun así, los republicanos se obcecaron en conquistar el Alcázar con hombres, artillería y armas que podían haber sido usados para parar el avance de los nacionales en el frente. 

El Gobierno republicano pensaba que al estar la guarnición del Alcázar 70 km al sudoeste de Madrid y sin ayuda de otras fuerzas sublevadas, al conquistarlo, sería una fácil propaganda victoriosa. La prensa fue invitada por el Gobierno para ver la explosión de las minas en el Alcázar, el 18 de septiembre, pero hasta el 29 de ese mes no entró en el Alcázar, ya con la invitación de los rebeldes.

La decisión de Franco de rescatar a los defensores del Alcázar fue muy controvertida. La ofensiva de Juan Yagüe apuntaba hacia Madrid, pero ocupó antes el valle del Tajo. El día siguiente a la caída de Talavera los nacionales tomaron Irún, después de un cerco muy duro, lo que impedía todo contacto con Francia de la zona vasca leal a la República. El 8 de septiembre se unieron a las tropas de África las de las montañas de Gredos. Todo parecía inclinarse en favor del Movimiento.30

Franco no forzó la marcha hacia Madrid aprovechando el ímpetu del ataque y la inadecuada defensa que entonces oponía la ciudad. En vez de ello, hizo girar las tropas hacia Toledo para acudir en auxilio de los sitiados del Alcázar. Como Yagüe protestó (enfadado) contra esta decisión, Franco le sustituyó por Varela, que acababa de tomar la localidad malagueña de Ronda el 18 de septiembre. La ambición política llevó a Franco, entonces unprimus inter pares, a convertirse en «el salvador del Alcázar» y jefe indiscutible del Movimiento. Se ha dicho que podía conseguirlo también con la toma de Madrid, pero Toledo suponía un riesgo muchísimo menor.

Con posterioridad, Franco reconoció a un periodista portugués: «Cometimos un error militar y lo cometimos deliberadamente».31Prefirió salvar las vidas de sus compañeros sublevados y elevar la moral de su bando con tal golpe de efecto propagandístico. Al día siguiente, el alto mando afín a Franco se reunió en el aeródromo de Salamanca, le confirmó en su condición de Generalísimo y le confirió el cargo de Jefe de Estado. Como resultado de su decisión, las operaciones bélicas se detuvieron desde el 21 de septiembre(toma de Maqueda) hasta el 7 de octubre (reinicio de la marcha sobre Madrid).32

Franco convirtió la liberación de Toledo en un valioso golpe de efecto internacional, llegando a recrearlo, recorriendo los escombros, para las cámaras de los noticiarios que se proyectaron en salas de cine de todo el mundo. Toledo es un lugar de enorme importancia simbólica y patriótica desde la Reconquista.33

Fue liberado ese último día por el Ejército de África al mando del general José Enrique Varela y visitado al día siguiente por el general Francisco Franco, jefe del bando sublevado. La propaganda franquista convirtió el asedio del Alcázar en un mito y un símbolo político

Posteriormente fue reedificado y actualmente alberga la Biblioteca de Castilla-La Mancha y, desde julio de 2010, las colecciones delMuseo del Ejército procedentes del antiguo Salón de Reinos de Madrid.

Fuente: Wikipedia
http://www.gibralfaro.uma.es/historia/pag_1563.htm

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