viernes, 29 de noviembre de 2013

El Cerro del BU

Según cuentan algunas leyendas hay en Toledo un lugar donde los antiguos dioses duermen el sueño del olvido, este lugar donde se pueden contemplar magnificas vistas de la ciudad es el Cerro del Bu.

En la cima se pueden ver los restos de unas construcciones que parece ser pertenecieron a construcciones defensivas o a una torre de vigilancia de época islámica y que con el tiempo fue llamada torre de los diablos y en una de sus laderas, trincheras abiertas durante algunas excavaciones arqueológicas.

El investigador Don Manuel Castaños y Montijano realizó las primeras excavaciones en el cerro del Bu en el año 1904, en estas excavaciones encontró huesos de animales, restos de cerámica y medio disco de piedra, sus descubrimientos fueron expuestos ante la comisión de monumentos de Toledo el 14 de septiembre de 1904.



Posteriormente se realizaron diversas excavaciones , encontrándose mas fragmentos de cerámica, huesos tallados, fragmentos de oro y un puñal con remaches de plata, estos descubrimientos están expuestos en el Museo de Santa Cruz.


Como resultado de las diversas excavaciones e investigaciones que se han sucedido a lo largo del tiempo, se mantiene la teoría aceptada de que el Cerro del Bú fue uno de los primeros asentamientos fijos de la ciudad de Toledo, formado por castros amurallados, donde vivían los Carpetos.

La leyenda del Cerro del BU

La leyenda sobre el Cerro del Bú de Toledo cuenta algo así como que antes de que llegaran los romanos a Toledo, vivía un pueblo primitivo y cruel.

Éstos adoraban a Baal-cebu, un dios demoniaco, que les exigía sacrificar vírgenes cada cierto tiempo para aplacar su ira. Un sacerdote de la tribu, que realizaba los sacrificios a este dios, se enamoró de una bella joven a la cual debía sacrificar.

El hombre, para no cumplir con su cometido y por tanto no quitar la vida a su amada, emprendió la huida con ella.

La cólera de Bú fue tan grande que la tierra se resquebrajó y una legión demoniaca salió en busca de la pareja.

Al no conseguir encontrarlos, Belcebú maldijo la montaña, y juró que los amantes que se besaran en ese monte acabarían odiándose. 

Se dice desde la Edad Media, que entre los restos del cerro están los cimientos de una torre, la “Torre del Diablo“, donde estaba situada una puerta hacia el infierno, incluso cuenta la leyenda que en las noches de luna llena, algunas personas ven una puerta abrirse entre las rocas y se ve salir una luz rojiza



Sea como fuere lo que si es cierto, es que el Cerro del Bu es uno de los primeros asentamientos humanos de Toledo, visitarlo es como visitar la cuna donde nació la ciudad.

Para aquellos que son aficionados a la parapsicología solo comentar que se han registrado algunas psicofonias interesantes tanto en su cima como en el arroyo de la Degollada que corre por su base.




El Cerro del Bú fue uno de los primeros asentamientos humanos de la ciudad de Toledo, un castro amurallado en el que vivían los carpetanos. Es la cuna donde nació la ciudad, a finales de la Edad del Cobre.

Hay dos hipótesis al respecto:

Una dice que los carpetanos fundadores de Toledo se situaban en la orilla izquierda del Tajo, sobre el mencionado cerro, y que, al llegar los romanos, éstos pusieron su campamento sobre la actual Toledo, siendo absorbida finalmente la población del cerro y quedando éste abandonado.

 Y una segunda dice que había varios poblamientos en los alrededores, siendo el principal el de la actual Toledo, por lo que el del cerro del Bú sería una especie de pedanía, bastión, avanzada o cabeza de puente, un poblamiento dependiente del situado en la actual Toledo.

Quizás esta propuesta es más lógica, pues, si la capital de la Carpetania era Toledo, el enclave debería ser más extenso que la superficie del cerro del Bú, aparte de que el marco estratégico de la actual Toledo sería más atractivo para sus fundadores.

Se han encontrado restos de la Edad del Bronce, de la Edad del Hierro. Es posible que los primitivos pobladores del Bú abandonaran el recinto debido al crecimiento del poblado y se instalaran en el actual Casco Histórico.

O igual no fue abandonado en época romana, como se ha creído, pues también se han hallado restos de época árabe, lo que podría indicar una continuidad en el poblamiento hasta la Edad Media.

En la Prehistoria fue una pequeña población defensiva. Se han encontrado trozos de murallas en doble anillo.

Otros restos, corrales y pequeños habitáculos, sugieren la existencia de animales domésticos.

Instrumentos de uso común (punzones, cuencos y ollas, dientes de hoz en sílex y piedras de molino) confirman la existencia de un caserío en el que moraría una tribu primitiva.

Aunque la mayoría de los restos constructivos de la Edad del Bronce han desaparecido, los arqueólogos cuentan con suficientes datos como para afirmar que los primitivos habitantes de la ribera del Tajo vivían en cabañas de planta elíptica o circular, con zócalo de piedra y paredes y techos construidos a base de ramas endurecidas con barro.

El Bú estaría comunicado con el Casco mediante un rudimentario puente de barcas.

En las últimas décadas han aparecido restos que se corresponden con esta primitiva etapa al otro lado del río, a la altura del Corralillo de San Miguel, frontero del cerro y de la Barca Pasaje.

Pero aún queda mucho por excavar para contestar todos los interrogantes. Gran parte de lo que se ha encontrado está descontextualizado y no ha sido estudiado en profundidad.

Cuenta la leyenda que, entre los restos del cerro, están los cimientos de una torre, la “Torre de los Diablos”,
que ocultaba una puerta que era la entrada al infierno.



En las noches de luna llena, una grieta se abre entre las rocas y surgen de ella resplandores rojizos.

Es cierto que existió en la Edad Media un torreón llamado “Torre de los Diablos”:

una fortificación de vigilancia de época islámica desde la cual se controlaba el paso del río hacia el camino de Calatrava.

De esta época se conservan los restos de una muralla, levantada sobre las ruinas de la de la Edad del Bronce. En su interior se encontraba la “Torre de los Diablos”.

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