sábado, 30 de noviembre de 2013

Los Baños Islámicos del Caballel

Resultado de imagen de Los Baños del CaballelLas primeras referencias a los baños del Caballel o del Cabalillo datan del año 1183. 


Se encuentran en los semisótanos del número 13 de la plaza del Colegio de los Infantes y bajo los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes.

La proximidad del zoco y la mezquita, la abundancia de agua en la zona y el arraigo que tenían los baños entre los musulmanes hacen del entorno de la plaza de las Fuentes un lugar lleno de lavaderos y baños.



A menos de cien metros de distancia se encontraban los Baños del Cenizal (restaurados también por el Consorcio de Toledo), los del Pozo Amargo, los del Caballel y los desaparecidos bajo el Colegio de los Infantes.

Los restos arquitectónicos conservados se encuentran bajo los inmuebles de la plaza del Colegio de Infantes, 13 y 14 y los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes.

La planta no está bien definida por problemas de acceso y destrucciones causadas por obras en las casas, pero parece organizarse en una nave transversal de acceso a la que se contraponen tres de manera longitudinal, correspondientes a las salas fría, templada y caliente.

En el transcurso de las obras no se ha modificado la configuración original del espacio. 

El proyecto se ha limitado a reparar y adecentar al detalle el área completa de los sótanos para que sean utilizables y luego se ha asignado un uso a cada zona en función de su conveniencia mediante la inserción del mobiliario adecuado.

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En la sala de entrada se ha situado una mesa de trabajo y un aseo, que es independiente de cualquier elemento constructivo del sótano y, por tanto, fácil de eliminar en el momento en que ya no sea necesario. Se ha ubicado en este lugar la zona de trabajo porque es la sala con mayor luz y ventilación natural.

Además, el techo de viguetas ha permitido ubicar las instalaciones sin necesidad de deteriorar las fábricas originales.

La puesta en valor de los Baños del Caballel ha buscado también que la obra final sea útil para la función que debe cumplir, en este caso una sala de restauración, convencidos de que la utilidad es la mayor garantía que puede tener un edificio a la hora de plantear su conservación futura.

Toledo, en 1585

TOLEDO (Pedro Nobilibus, 1585)

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Este grabado del siglo XVI nos muestra un ejemplo de ciudad pre-industrial, concretamente el casco histórico de la ciudad de Toledo. La historia de la ciudad se remonta a la Edad de Bronce y ha acogido diversos pueblos y culturas a lo largo de su historia. Se asienta en la margen derecha del río Tajo sobre una colina o promontorio que el propio río envuelve. De esta forma, la ciudad encontraba una defensa en el foso natural. Su situación geográfica es estratégica, porque constituía paso obligado en la ruta de comunicación y comercio entre las zonas occidental y oriental de la submeseta sur. La proximidad al río propició además una importante industria textil (tenerías) durante la dominación árabe, que perduraría durante muchos siglos junto con la actividad agrícola tradicional, en la vega del río.



El plano histórico de Toledo es desordenado e irregular, con calles estrechas, sinuosas y desiguales, algunas de ellas sin salida. Este trzado es el resultado de la superposición y fusión de elementos islámicos, judíos y cristianos, y responde a la inexistencia de una planificación previa, hecho representativo de épocas antiguas y la necesidad de aprovechar el espacio al máximo. Se conserva prácticamente intacto el trazado musulmán, lleno de adarves, corrales, patios interiores, etc., influido por sus tradiciones culturales y por factores climáticos (las calles estrechas permiten protegerse mejor contra el calor y los vientos). La muralla tenía una triple función: defensiva, fiscal (era donde se cobraban impuestos) y sanitaria (para aislar la ciudad en caso de epidemias). A las vías principales se accedía por las puertas. Las más importantes eran las del Sol, el Cambrón, Alcántara y las puertas de Bisagra Nueva y Vieja.

Las plazas y avenidas más amplias corresponden al siglo XVI y posteriores. Entonces Toledo se convirtió en la Ciudad Imperial y el Renacimiento impuso la reforma urbanística. Durante este siglo se acomete la apertura de vías y plazas públicas como la Plaza del Ayuntamiento y la de Zocodover. Esta última, de origen musulmán y función original militar, se transformó en sede comercial y de espectáculos como fiestas y corridas de toros. Los jardines se reservaban para el interior de las viviendas, al estilo musulmán, como espacio de privacidad e intimidad.

El Barrio de la Judería se situaba al suroeste, entrando por la Puerta del Cambrón. Presenta ua morfología característica del urbanismo islámico. El comercio era una de las actividades principales de los judíos, que vivían encima de sus tiendas y talleres. Tras su expulsión en 1492 las viviendas fueron ocupadas por los cristianos y los edificios más emblemáticos transformados para la cultura cristiana, como fue el caso de las sinagogas. Actualmente solamente están en pie dos sinagogas, la de Santa María la Blanca y la del Tránsito. En el siglo XVI esta zona adquirió una función residencial y comercial.

El Toledo musulmán no tiene unos límites definidos, puesto que toda la estructura de la ciudad es árabe. La mezquita ocupaba el área de la Catedral y la medina se articulaba en torno suyo, con su zona comercial. Zocos y mercados periódicos se distribuían por las plazas en el norte y este de la ciudad. La construcción más significativa era el Alcázar, residencia militar que más tarde fue utilizada como residencia por el rey cristiano Alfonso X. Su situación privilegiada en la parte más alta de la ciudad permitía controlar los movimientos de la población. Tras la reconquista, las mezquitas se fueron convirtiendo progresivamente en iglesias. Hoy sólo quedan la de las Tornerías y la del Cristo de la Luz, además de varios salones árabes y los campanarios de algunas iglesias, que fueron antiguos almínares.

La reconquista cristiana supuso la alteración de la fisionomía urbana. La modificación más importante vino determinada por la construcción de la Catedral en el perímetro de la medina. Sus dimensiones anularon antiguos núcleos comerciales. Durante los siglos XIV y XV las grandes familias nobles construyeron residencias palaciegas como el Palacio de Fuensalida y otros, que proliferaron en el XVI. En la fecha de este grabado las edificaciones más significativas eran el Hospital de Santa Cruz, cerca del Puente de Alcántara, la reforma del Alcázar y la construcción de las plazas del Ayuntamiento y Zocodover.



La economía toledana se desarrollaba básicamente en el ámbito urbano, ligada muchas veces a la demanda de productos lujosos generada por las clases altas de la sociedad. Así, la industria textil tuvo un gran desarrollo en este siglo, beneficiada también por el aumento de la demanda debida al crecimiento poblacional de la ciudad, la expansión comercial y el amplio desarrollo de las técnicas mercantiles y financieras. Las consecuencias económicas de la colonización de América proporcionaron nuevos mercados y la circulación de metales preciosos, desacando la orfebrería de oro y plata y la industria espadera. En cambio en el siglo XVII esta industria entró en recesión, acentuando la decadencia de Toledo.

Por tanto, la morfología y la estructura urbana de Toledo en el siglo XVI es un reflejo de la sociedad del momento. La estructura de las clases sociales explica los elementos urbanos. El ejercicio del poder político, administrativo y religioso se reconoce en la existencia del Alcázar, la zona del Ayuntamiento y la Catedral. Las diferencias de clases se adivinan en la arquitectura de las viviendas. Comerciantes y artesanos desarrollaban su vida y actividad económica en viviendas de baja altura emplazadas en barrios congestionados, alrededor del núcleo dominante, mientras que la actividad agrícola tenía lugar extramuros.

En conclusión nos encontramos ante una ciudad pre-industrial, parte de la ciudad actual a la que denominamos casco antiguo. Su desarrollo se gestó por el legado de varias culturas. La situación geográfica se debe a razones de tipo económico y estratégico. Su emplazamiento tiene un origen defensivo, adaptado a la topografía del terreno y limitado por una muralla. Su trama viaria es irregular y laberíntica. Las edificaciones dedicadas a vivienda y comercio se situaban en barrios con callejones y adarves siguiendo la fisonomía islámica. Los lugares de culto religioso son numerosos, destacando la gran Catedral gótica en torno a la cual se organiza la ciudad. La Plaza del Ayuntamiento y la Catedral constituyen el eje del poder político-religioso de la ciudad y el resto de la ciudad se reserva para clases sociales inferiores.


Marta Marrodán García

viernes, 29 de noviembre de 2013

El Cerro del BU

Según cuentan algunas leyendas hay en Toledo un lugar donde los antiguos dioses duermen el sueño del olvido, este lugar donde se pueden contemplar magnificas vistas de la ciudad es el Cerro del Bu.

En la cima se pueden ver los restos de unas construcciones que parece ser pertenecieron a construcciones defensivas o a una torre de vigilancia de época islámica y que con el tiempo fue llamada torre de los diablos y en una de sus laderas, trincheras abiertas durante algunas excavaciones arqueológicas.

El investigador Don Manuel Castaños y Montijano realizó las primeras excavaciones en el cerro del Bu en el año 1904, en estas excavaciones encontró huesos de animales, restos de cerámica y medio disco de piedra, sus descubrimientos fueron expuestos ante la comisión de monumentos de Toledo el 14 de septiembre de 1904.



Posteriormente se realizaron diversas excavaciones , encontrándose mas fragmentos de cerámica, huesos tallados, fragmentos de oro y un puñal con remaches de plata, estos descubrimientos están expuestos en el Museo de Santa Cruz.


Como resultado de las diversas excavaciones e investigaciones que se han sucedido a lo largo del tiempo, se mantiene la teoría aceptada de que el Cerro del Bú fue uno de los primeros asentamientos fijos de la ciudad de Toledo, formado por castros amurallados, donde vivían los Carpetos.

La leyenda del Cerro del BU

La leyenda sobre el Cerro del Bú de Toledo cuenta algo así como que antes de que llegaran los romanos a Toledo, vivía un pueblo primitivo y cruel.

Éstos adoraban a Baal-cebu, un dios demoniaco, que les exigía sacrificar vírgenes cada cierto tiempo para aplacar su ira. Un sacerdote de la tribu, que realizaba los sacrificios a este dios, se enamoró de una bella joven a la cual debía sacrificar.

El hombre, para no cumplir con su cometido y por tanto no quitar la vida a su amada, emprendió la huida con ella.

La cólera de Bú fue tan grande que la tierra se resquebrajó y una legión demoniaca salió en busca de la pareja.

Al no conseguir encontrarlos, Belcebú maldijo la montaña, y juró que los amantes que se besaran en ese monte acabarían odiándose. 

Se dice desde la Edad Media, que entre los restos del cerro están los cimientos de una torre, la “Torre del Diablo“, donde estaba situada una puerta hacia el infierno, incluso cuenta la leyenda que en las noches de luna llena, algunas personas ven una puerta abrirse entre las rocas y se ve salir una luz rojiza



Sea como fuere lo que si es cierto, es que el Cerro del Bu es uno de los primeros asentamientos humanos de Toledo, visitarlo es como visitar la cuna donde nació la ciudad.

Para aquellos que son aficionados a la parapsicología solo comentar que se han registrado algunas psicofonias interesantes tanto en su cima como en el arroyo de la Degollada que corre por su base.




El Cerro del Bú fue uno de los primeros asentamientos humanos de la ciudad de Toledo, un castro amurallado en el que vivían los carpetanos. Es la cuna donde nació la ciudad, a finales de la Edad del Cobre.

Hay dos hipótesis al respecto:

Una dice que los carpetanos fundadores de Toledo se situaban en la orilla izquierda del Tajo, sobre el mencionado cerro, y que, al llegar los romanos, éstos pusieron su campamento sobre la actual Toledo, siendo absorbida finalmente la población del cerro y quedando éste abandonado.

 Y una segunda dice que había varios poblamientos en los alrededores, siendo el principal el de la actual Toledo, por lo que el del cerro del Bú sería una especie de pedanía, bastión, avanzada o cabeza de puente, un poblamiento dependiente del situado en la actual Toledo.

Quizás esta propuesta es más lógica, pues, si la capital de la Carpetania era Toledo, el enclave debería ser más extenso que la superficie del cerro del Bú, aparte de que el marco estratégico de la actual Toledo sería más atractivo para sus fundadores.

Se han encontrado restos de la Edad del Bronce, de la Edad del Hierro. Es posible que los primitivos pobladores del Bú abandonaran el recinto debido al crecimiento del poblado y se instalaran en el actual Casco Histórico.

O igual no fue abandonado en época romana, como se ha creído, pues también se han hallado restos de época árabe, lo que podría indicar una continuidad en el poblamiento hasta la Edad Media.

En la Prehistoria fue una pequeña población defensiva. Se han encontrado trozos de murallas en doble anillo.

Otros restos, corrales y pequeños habitáculos, sugieren la existencia de animales domésticos.

Instrumentos de uso común (punzones, cuencos y ollas, dientes de hoz en sílex y piedras de molino) confirman la existencia de un caserío en el que moraría una tribu primitiva.

Aunque la mayoría de los restos constructivos de la Edad del Bronce han desaparecido, los arqueólogos cuentan con suficientes datos como para afirmar que los primitivos habitantes de la ribera del Tajo vivían en cabañas de planta elíptica o circular, con zócalo de piedra y paredes y techos construidos a base de ramas endurecidas con barro.

El Bú estaría comunicado con el Casco mediante un rudimentario puente de barcas.

En las últimas décadas han aparecido restos que se corresponden con esta primitiva etapa al otro lado del río, a la altura del Corralillo de San Miguel, frontero del cerro y de la Barca Pasaje.

Pero aún queda mucho por excavar para contestar todos los interrogantes. Gran parte de lo que se ha encontrado está descontextualizado y no ha sido estudiado en profundidad.

Cuenta la leyenda que, entre los restos del cerro, están los cimientos de una torre, la “Torre de los Diablos”,
que ocultaba una puerta que era la entrada al infierno.



En las noches de luna llena, una grieta se abre entre las rocas y surgen de ella resplandores rojizos.

Es cierto que existió en la Edad Media un torreón llamado “Torre de los Diablos”:

una fortificación de vigilancia de época islámica desde la cual se controlaba el paso del río hacia el camino de Calatrava.

De esta época se conservan los restos de una muralla, levantada sobre las ruinas de la de la Edad del Bronce. En su interior se encontraba la “Torre de los Diablos”.

Gárgolas de San Juan de los Reyes



























jueves, 28 de noviembre de 2013

Expedición de Himmler a Toledo

Una expedición de la unidad arqueológica de las SS, la Ahnenerbe, llegó a la ciudad de Toledo en el año 1940, mandada por el Jefe de los Campos de Concentración nazis, y jefe supremo de las SS, Heinrich Himmler.

Con la ayuda del General José Moscardó y del Comisario de Falange para la Arqueología, Julio Martínez SantaOlalla, Himmler trató de hacerse con la poderosa reliquia sagrada de la Mesa de Salomón, la cual se halla protegida dentro de la Cueva de Hércules.



Heinrich Himmler no consiguió su objetivo ocultista de apoderarse de la Mesa de Salomón porque ésta debe cumplir una importante misión en el tiempo de los últimos días...








Para mayor información sobre este tema, visitar el artículo, más extenso, en la web de La Cueva de Hércules:




Castillo de Barcience

La llanura se abre, amplía su horizonte entre la suavidad del gran Tajo, a los pies de un sol que hiere los cabezales de trigales y en una elevación, el León Rampante, aducido desde la Mesopotamia persa como estela de poder, se yergue rutilante y poderoso, vivo entre la piedra, sereno por pasado, fiero por el abandono al que está sometido después de siglos levantado en la gran torre del homenaje de esa fortaleza, en otro tiempo poderosa, de Barciense.

Desde sus almenas, sobre la llanura toledana, su silueta ofrece todas las características de un perfecto castillo medieval, sin que la historia le permitiera jugar un papel fundamental entre las luchas del tiempo noble.



Al fondo, la villa de Torrijos está ausente de un recorrido sinuoso que hizo de los Silva portugueses su feudo, su señorío, su tierra de poder.

“El León Rampante de Barciense”

Sorprende esta fortaleza por lo bien conservado de su recinto y su estructura, aunque solamente queden los muros, siendo todo su interior un espacio vacío cubierto de hierbas y algún roedor bien perdido.

Pero es elegante su trazado. La familia de los Silva, procedentes de Portugal, llegaron a finales del siglo XIV a estas tierras ayudando al rey castellano Juan I quien, al casar con Beatriz, hija del monarca portugués Fernando I, se creyó con derechos a ocupar ese trono.

Pero es Alfonso Tenorio su albacea. Este elegante adelantado de Cazorla desde 1388 ocupa el solar que se alza sobre el cerrito solitario en la sierra baja de aquellos lares, mientras los freires de la Orden de Santiago lo ocupan y lo adornan.

Canteros de Burgos y talladores de Álava llegan hasta aquí empujados por el dinero que ofrece Álvaro de Luna, el Condestable castellano de Juan II de Castilla, cuando vincula su apoyo al heredero de Tenorio, ese tal Juan de Silva, que hace de este apellido Señorío por tiempo y espada.

Entre Barciense, con sus señorío y castillo, junto a las tierras alcarreñas de Cifuentes, donde afianza también su maestrazgo, Alonso de Silva el segundo conde convierte Barciense en su residencia más noble.

Reforma la estructura de su castillo a pesar de que su exterior pueda ser de escasa resistencia como escueta defensa, amparada en sus costados norte, poniente y sur por la suave escarpadura del cerro que lo sustenta.

En él levanta, fácil para acceder, un foso le delimita con esos cinco metros de anchura y donde su entrada principal abría el portón de la solera allí ejecutada.

Un puente levadizo permitía la entrada a las tropas del Señor de Silva, mientras, la torre del homenaje aireaba todo su poder y orgullo de linaje.



Su planta baja, en espacio cuadrado da entrada a un patio de armas sublime, arrinconado entre los ventanales de sus dependencias cuya comunicación lo permitía un orificio singular cuadrado abierto en su techumbre por el que bajarían, posiblemente, los alimentos los allí refugiados en tiempo de disturbios y violencia nobiliaria.

Interior

En su interior, las dependencias mantenían el intimismo de sus dueños, los Silva, quienes orgullosos se sentían por ese enorme León Rampante que sirve de enseña poderosa y que se divisa desde largos kilómetros de su llanura.

Esculpido por artesanos de la piedra, navarros, altivo por su esbeltez, de pie en sintonía con la propia torre, ocupa varios metros del lienzo de esa piedra que como gran escudo heráldico le atesora. Sus casi cinco metros de altura por tres metros de anchura, tallado directamente en la misma piedra sillar de su costado oriental le da la singularidad de un castillo único en toda la Castilla amesetada. No hay otro igual.

Desde el primer conde de Cifuentes en 1430 hasta su finalización por el nieto del mismo, también llamado Juan de Silva a finales del XV, este bello castillo ha mantenido su estampa poderosa. Todo esto que bien sabe el historiador Antonio Herrera, lo escribe para su conocimiento y causa, aduciendo a la belleza, a la situación y al lejano apéndice de su pasado bien enriquecido.

Mediado el siglo XVII, un largo pleito familiar hizo que Barciense y su castillo pasaran a manos de la casa de los Duques de Pastrana, también de apellido Silva y Mendoza.

En la casa noble que reunió este título, junto con los del Duque del Infantado y de Osuna, permanecería hasta el mismo siglo XIX, momento en que su propietario, el aristócrata y político don Manuel de Toledo y Salm-Salm, heredero de todos los anteriores títulos, se lo donase al pontífice romano León XIII. La Santa Sede, sin saber que hacer con estas lejanas ruinas las vendería en 1901 a un rico hacendado bilbaíno, don Manuel de Tarazona, quien a su vez, lo vendería a la familia que actualmente lo posee.

Vista aérea del castillo de Barcience

Aquí hubo luchas nobiliarias, rencillas e intrigas palaciegas, tal vez aquel Tenorio, o el condestable cañetero Álvaro de Luna, o los Silva y Mendoza, quizás los amoríos de la Princesa de Éboli, dueña de Pastrana, dilucidaron sus encuentros entre apuestas silenciadas, porque “en las historias de amor la felicidad es siempre igual, en cambio, cada desgracia tiene su fisonomía propia” y aquí, la felicidad llevó a la desgracia, manteniendo ese costumbrismo que hace eternas a las leyes.



A mi me gusta contemplar estas bellezas de la historia del pasado, me encanta reconstruir sus vidas, inventar sus recorridos, aunar leyenda con realidades confusas, porque “lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero lo que está claro es que el presente es tuyo, nuestro, de todos.”

CASTILLO DE BARCIENCE (Toledo), por Miguel Romero Sáiz
Escrito por Miguel Romero Saiz. En Castillos de Castilla la ManchaCastillos de España
Publicado el 22 mayo, 2013

http://www.laalcazaba.org/castillo-de-barcience-por-miguel-romero-saiz/#sthash.iilESdBQ.dpuf

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los Poderes del Cardenal Cisneros

La expresión de hoy, usada por el Cardenal Cisneros hace unos cinco siglos, es bastante conocida y en alguna ocasión se usa en el lenguaje habitual. 

Ocurrió cuando este hombre, que fue cardenal, arzobispo de Toledo y primado de España e inquisidor general de Castilla, ostentaba temporalmente el poder en ese lugar por la muerte de Fernando II de Aragón, es decir, Fernando el Católico. 

Ya había sido Cisneros el máximo poder castellano unos años antes, cuando al morir Felipe el Hermoso fue presidente del Consejo de Regencia de Castilla.

Muerto Fernando el Católico y mientras esperaban la llegada de Carlos V desde Flandes, que sería Carlos I aquí, Cisneros se hizo con el poder y aquello no gustó demasiado a alta nobleza castellana, que confiaba en anteponerse a un rey que tenía por extranjero, Carlos V, y no tomaban en consideración a una reina incapacitada para gobernar, Juana la Loca.



Cardenal Cisneros

Así, recibió el cardenal la visita poco amistosa de algunos de estos nobles, entre los que estaban el duque del Infantado y el conde de Benavente. Con malos modos y en tono desafiante, le preguntaron por las razones y apoyos que le habían llevado a hacerse con el poder en Castilla. Suponían que el vacío de poder, de no haberlo ocupado Cisneros, les habría dejado el camino limpio para sus intereses. Al ser preguntado, y según parece con tranquilidad y sosiego, Cisneros se acercó hasta el gran ventanal que había en la estancia y apuntando con su mano a las piezas de artillería que tenía colocadas en el patio de armas de su residencia, les dijo a los nobles la famosa frase que ha pasado a la historia:

Señores, estos son mis poderes.

Y aquello fue efectivo, porque una cosa es hacerse con el poder cuando está vacío el mismo y otra es vérselas a fuego y hierro con un cardenal que estaba dispuesto a algo más que a rezar por defender su postura.


Francisco Jiménez de Cisneros

Gobernador del Reino de Castilla, Cardenal de la Santa Iglesia Romana y Arzobispo de Toledo – Primado de España
Predecesor Felipe I, Rey de Castilla
Sucesor Fernando II de Aragón,Gobernador del Reino
Predecesor Fernando II de Aragón,Gobernador del Reino
Sucesor Carlos I, Rey de Castilla

Información personal

Nombre secular Emmo. y Rvmo. don Francisco Cardenal Ximénez de Cisneros
Nacimiento 1436   Torrelaguna     España
Fallecimiento 8 de noviembre de 1517 (81 años) Roa  España

Escudo de Francisco Jiménez de Cisneros

Francisco Jiménez de Cisneros o Giménez de Cisneros, cuyo nombre de pila eraGonzalo,2 más conocido como el Cardenal Cisneros (Torrelaguna,1 1436Roa, 8 de noviembre de 1517) fue cardenal, arzobispo de Toledo y primado de España, perteneciente a la Orden Franciscana (O.F.M. Obs.), tercer inquisidor general deCastilla y regente de la misma a la muerte de Fernando el Católico. A la muerte deFelipe el Hermoso presidió también el Consejo de Regencia que asumió el gobierno sin consentimiento de la reina Juana, hasta la llegada de Fernando el Católico.

Biografía

Nació en Torrelaguna (Madrid)1 en 1436, hijo de hidalgos pobres. Posiblemente fue enviado a la cercana villa de Alcalá de Henares en su adolescencia a hacer estudios de gramática; los continuó en el Colegio Mayor de San Bartolomé, en Salamanca; de allí pasó a Roma, en donde fue ordenado sacerdote.



Tras el fallecimiento de su padre, regresa a Castilla y consigue el arciprestazgo deUceda, enfrentándose con el arzobispo de Toledo, lo que significó el encarcelamiento de don Gonzalo por el arzobispo Carrillo durante algunos años. A pesar de su reclusión, Cisneros no renunció a su cargo, en el que fue mantenido por el cardenalGónzalez de Mendoza, aunque el encierro debió de durar poco tiempo según se deduce en algunas biografías, pues poco después, en 1478, Cisneros era capellán mayor de la catedral de Sigüenza.

Sufrió una profunda crisis espiritual que le llevó a entrar en la orden de los franciscanos; fue entonces cuando sustituyó su nombre de Gonzalo por el de Francisco en honor a San Francisco de Asís. Se encerró en el convento de la Salceda y durante siete años llevó una vida monacal.

De allí lo sacó la reina Isabel la Católica en el año 1492, tras convencerle de que aceptara ser su confesor, siguiendo los consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal González de Mendoza, primer protector de Cisneros.

Fue nombrado provincial de la orden franciscana, y acometió en ella una profunda reforma. Más tarde reformó el clero secular.

A la muerte del cardenal Mendoza en 1495, fue consagrado arzobispo de Toledo en el convento de San Francisco de Tarazona, en presencia de los Reyes Católicos, lo que en la Baja Edad Media era ostentar el mayor poder tras La Corona, al ser Primado de España.

Busto del Cardenal Cisneros enTorrelaguna (Madrid).
Escudo de Cisneros en el Ayuntamiento de Torrelaguna.
Personaje político[editar · editar código]

Isabel la Católica tuvo en Cisneros no sólo un confesor, también un consejero. Al morir la reina, Juana I de Castilla y su esposo Felipe de Habsburgo fueron nombrados reyes de Castilla. El 24 de septiembre,3 un día antes de la muerte de Felipe I, los nobles acordaron formar un Consejo de Regencia interina para gobernar provisionalmente el reino4presidido por Cisneros y formado por el Almirante de Castilla, el Condestable de Castilla, Pedro Manrique de Lara y Sandoval duque de Nájera, Diego Hurtado de Mendoza y Luna,duque del Infantado, Andrés del Burgo, embajador del Emperador, y Filiberto de Vere, mayordomo mayor del rey Felipe.5 6

La nobleza y las ciudades contendieron acerca de quién debía desempeñar la Regencia, pues por un lado estaban lo que querían al emperador Maximiliano durante la minoría del príncipe Carlos, como los Manrique, Pacheco y Pimentel; y por otro lado, los que querían la regencia Fernando el Católico tal y como quedó establecida en el testamento de Isabel la Católica y las cortes de Toro de 1505, como los Velasco, Enríquez, Mendoza y Álvare de Toledo.7 8 Sin embargo, la reina Juana trató de gobernar por sí misma, revocó e invalidó las mercedes otorgadas por su marido, para lo cual intentó restaurar el Consejo Real de la época de su madre.3 9

Sin consultar a Juana, Cisneros acudió a Fernando el Católico para que regresara a Castilla.10 Pero a pesar de los intentos de Cisneros, nobles y prelados, la reina no reclamó a su padre para gobernar11 y de hecho llegó a prohibir la entrada del arzobispo a palacio.12Para dar legalidad al nombramiento de regente a Fernando el Católico, el Consejo Real y Cisneros buscaron encauzar el vacío de poder con la convocatoria de Cortes, pero la reina se negó a convocarlas, y los procuradores abandonaron Burgos sin haberse constituido como tales.13

Tras regresar de tomar posesión del Reino de Nápoles, Fernando el Católico se entrevistó con su hija el 28 de agosto de 1507,14 y volvió a asumir el gobierno de Castilla. En diciembre de 1509 pactó con el emperador la renuncia de las pretensiones imperiales de regencia en Castilla, y en las Cortes de 1510 le ratificaron como regente.15

Tumba del Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares.

Agradecido con Cisneros, el Rey Católico le consiguió el capelo cardenalicio. Entre 1507 y 1516, aun con extremadas dificultades, Cisneros y el rey Fernando lograron devolver un tanto el prestigio que la monarquía había perdido.16 Se renovó el entusiasmo conquistador, desempeñando Cisneros un papel importante en la conquista de Orán, al igual que en los tiempos de Isabel la Católica había participado de manera activa en la conquista de Granada.

Muerto Fernando el Católico, por disposición testamentaria Cisneros queda constituido nuevamente como Regente del Reino de Castilla hasta que el joven príncipe Carlos, que se encontraba entonces en Flandes, viniera a España para ocupar el trono. En esta etapa de casi dos años, Cisneros, que contaba ya con ochenta años, mostró unas dotes políticas y una habilidad para gobernar extraordinarias. Supo hacer frente a un clima interior extremadamente inestable, con los nobles castellanos ávidos de recuperar el poder perdido, así como a las intrigas de los que pretendían sustituir en el trono español a Carlos por su hermano Fernando, que había sido educado en España por Fernando el Católico. 

Los acontecimientos se desbordaron y Carlos fue proclamado en Bruselas rey de Castilla y Aragón en un acto que se podría asemejar a un golpe de Estado, pues la reina legítima era Juana y nadie había proclamado su destitución. Sin embargo, Cisneros se advino a los hechos de Bruselas y envió emisarios a Flandes urgiendo la inmediata presencia de Carlos como único medio de parar las inquietudes de rebelión que corrían por el reino. Así pues, de facto había dos gobiernos: el de la corte de Bruselas y el de Cisneros en Castilla.17

Cisneros murió en Roa (Burgos), el 8 de noviembre de 1517, cuando se dirigía a recibir al futuro Carlos I de España.

Labor cultural

Fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá, fundada por Cisneros.

Durante su vida participó, en mayor o menor medida, en todo lo que se hizo durante el reinado de los Reyes Católicos y contribuyó de forma decisiva a la configuración del nuevo Estado. Reformó la vida religiosa, que había caído en una gran relajación moral y una variedad intelectual. Supo ver que toda renovación empezaba por la educación y, sin ser un erudito, fundó en Alcalá de Henares una de las instituciones que más ha influido en la cultura española: la Universidad Cisneriana.

La universidad fue fundada en el año 1499 a partir del antiguo Studium Generale de Alcalá de Henares, del que Cisneros fue alumno. La Universidad de Alcalá fue la primera universidad renacentista, humanista y universal. Cisneros fue consciente de la transcendencia de su fundación y no escatimó esfuerzos para dotar a su Colegio del marco urbanístico adecuado, de una buena financiación y de los mejores maestros de la época, por lo que la villa de Alcalá de Henares se vio enormemente beneficiada con ello. La primera piedra del edificio que lo albergaría la puso Cisneros el 14 de marzo de 1501; en 1508 comenzaron las clases y en 1510 dotó a su fundación de unas Constituciones. Cisneros dotó a la nueva Universidad de Alcalá con una magnífica biblioteca, donde un elevado porcentaje de libros versaba sobre ciencias naturales.



Además sustituyó el deteriorado templo medieval de San Justo por un bello edificio gótico. Se trata de la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares (actualmente Catedral Magistral) situada en pleno centro de la ciudad, en la que se encontraba su sepultura. No obstante, el sepulcro, obra de Domenico Fancelli, se halla hoy día en la capilla de San Ildefonso, adscrita al antiguo Colegio Mayor del mismo nombre. 18

Curiosidades

Frontispicio original de la Biblia políglota complutense, portando los escudos de armas de Cisneros.
Retrato del Cardenal en la sala capitular de la Catedral primada, por Juan de Borgoña.

Origen de las iglesias magistrales

Como curiosidad, actualmente existen dos iglesias magistrales, una en Alcalá de Henares y otra en Lovaina. ¿Por qué «magistral»? 

El título, actualmente poco más que honorífico, significaba entonces que una parte importante del cabildo de la iglesia debía estar formado por maestros(magister) de la Universidad. Con esta disposición, el Cardenal solucionaba otra de sus preocupaciones: dotar de «jubilación» a sus profesores eméritos, dado que al entrar a formar parte del cabildo estarían percibiendo una pensión vitalicia de las rentas eclesiásticas. De otra manera, al cesar por edad en sus funciones docentes en la universidad, no tendrían más sustento que el que hubieran podido ahorrar durante su vida activa. En su leyenda cuenta que fue un hombre justo.

Origen del apellido de familia

En 1501 el cardenal Cisneros instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo. Hasta entonces las personas se identificaban con su nombre y un apellido o mote que reflejaba el lugar de procedencia, el oficio o alguna característica de la persona, por lo que miembros de una misma familia, incluso hermanos, podían tener diferente apellido. Este sistema producía un tremendo caos administrativo para poder identificar a las personas por familias. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado y pasaría a ser el de todos sus descendientes.

Una ciudad con su nombre

Durante la época en la que el Sáhara Occidental pertenecía a España, estaba dividido en dos provincias, y la capital de Río de Oro recibió en honor de este cardenal el nombre de Villa Cisneros, que hoy también se denomina Dajla.

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