martes, 12 de agosto de 2014

Las Llegas de los Montes de Toledo

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Las Llegas fueron en un principio reuniones o asambleas anuales, en las que se reunían los representantes de los territorios pertenecientes a las jurisdicciones de las Hermandades Viejas de Toledo, Talavera y Ciudad Real.

Desde el siglo XII al XIV los Montes de Toledo son objeto de una lenta y difícil repoblación por ser tierra fronteriza y por tanto "de nadie" y en gran parte yerma debido a su orografía y cerrada vegetación. Después de la conquista de Toledo (1085) se inició una lenta repoblación del territorio, dando al traste los intentos por la inseguridad de la frontera, quedando un amplio territorio entre el Tajo y el Guadiana, como se decía anteriormente, sin ocupar por los reinos cristianos o musulmanes.

En este territorio que hoy ocupa nuestra comarca, se establecieron grupos de individuos procedentes de los ejércitos beligerantes o marginales, que encontraron refugio seguro en nuestros montes, los golfines. Cerca de un siglo vivieron en estas asperezas como señores no sometidos, independientes, viviendo del pillaje, como "bandidos de frontera". A ellos debieron enfrentarse los mozárabes repobladores que envió Toledo o quienes fueran encargados por los reyes de Castilla para poblar el territorio.

En un principio son los colmeneros, ballesteros y leñadores de los Montes quienes tuvieron que enfrentarse de manera esporádica a estos grupos de golfines, bien armados y pertrechados. Pero a medida que el territorio era colonizado las condiciones de supervivencia se fueron haciendo más difíciles y aquellos primeros moradores se organizaron para defenderse ante la gran amenaza, mediante el "apellido", sistema de aviso o convocatoria ante la presencia de bandidos, que eran perseguidos y ajusticiados de manera inmediata ejerciendo el derecho de "defensión".

Más tarde la dedicación a la defensa de las aldeas monteñas fue propiciada por los monarcas castellanos, concediéndoles el privilegio de "asadura" y confirmando los fueros y costumbres de los cazadores y colmeneros. Estos debieron hacer Hermandad entre los reinados de Alfonso VIII y Fernando III, en los términos que fueron de Talavera, Montalbán y el Castillo del Milagro.

Para coordinar la lucha contra un común enemigo, la Hermandad de los Montes y la de Talavera se dieron una carta de unidad firmada en "la Aliseda del Estena" en el año 1.300, como sistema de autodefensa para estabilizar la población y hacer viable la producción de los recursos del monte que eran su medio de vida. 

Este documento es el acta con los acuerdos organizativos que las hermandades de Toledo y Talavera firman para unir sus fuerzas contra los malhechores. Se institucionaliza y reglamenta a partir de la Llega celebrada en la Aliseda del Estena el 13 de noviembre de 1338, que corresponde al año 1300. La llega que se refleja en este documento es la primera que conocemos formalizada. El documento original en pergamino, se guarda en el Archivo Municipal de Talavera, está partido por A B C y mide 31 cm de ancho por 46 de alto. La transcripción se debe a Luis Jimenez de la Llave y fue publicada en el Boletín de la Real Academia de la Historia, XXII, 1882. pp.96-99.

En el año 1.300 no se fusionaron las Hermandades, sino que se federaron, ya que cada una mantuvo su propia organización; como ocurrió en 1.302 al ingresar la Hermandad de Ciudad Real, hecho que también ocurrió en Navas de Estena. No es una institución unitaria, sino una federación con ordenanzas afines y tan solo los acuerdos tomados en la llega alcanzaban a las tres hermandades.

De esta manera aparece en la historia de la comarca su primera institución básicamente popular.

En Navas de Estena acordaron reunirse anualmente toledanos y talaveranos cada primero de agosto. Este hecho histórico, no solo para los Montes de Toledo sino también para Castilla La Mancha, es el que conmemoramos cuando se cumplen 700 años.

No acaba aquí la importancia de esta institución. Solo es el inicio de una etapa que se prolongará durante el siglo XIV, fechas en las que la asistencia a las llegas era obligatoria y general para todos los que componían la Hermandad. De este primer momento se pasó a la representatividad y solo fueron obligados a estar presentes los alcaldes y hombres buenos a costa de su hermandad. Toledo estaba presente con doce representantes de a caballo y seis peones que venían de la ciudad, más cinco cuadrilleros, con otros tres por cuadrilla de los Montes, todos ellos mayores de veinte años y debían comparecer bien equipados.

A los toledanos los nombraba el Ayuntamiento de la ciudad y quedaban obligados a asistir a la llega bajo pena. Los cuadrilleros eran nombrados por su cuadrilla de residencia, que eran siete: las de Arroba, Estena, Molinillo, Ventas, San Pablo, Herrera y El Hornillo. A la de Arroba pertenecían Navalpino, Fontanarejo y Alcoba; a la de Estena Navas de Estena; al Molinillo pertenecían Retuerta, Marjaliza y Los Yébenes; a la de Ventas éste pueblo, igual ocurría con San Pablo; a la de Herrera pertenecían Navahermosa, Hontanar, Navalmorales de Toledo y Navalucillos de Toledo y a la del Hornillo, Horcajo de los Montes. En las primeras divisiones aparecían aldeas que con el paso del tiempo desaparecieron, incluso las cabezas de cuadrilla, como Herrera, que pasó a Navahermosa y El Hornillo a Horcajo.

En el siglo XV se simplificó aun más la representación hermandina, llegando incluso a estar presentes dos alcaldes y siete hermanos por Toledo. Hasta este siglo las llegas se celebraron siempre en Navas de Estena y hacia la mitad de la centuria se desplazan a la cuenca del Bullaque. No obstante, aunque Toledo y Talavera preferían Navas de Estena, Ciudad Real insistió en el Bullaque, celebrando una llega en la propia Torre de Abraham en 1.458. Durante un tiempo hubo planteamientos sobre la vuelta al lugar original, pero Ciudad Real mantuvo su postura de oposición. Aunque ocasionalmente se volvió a Navas de Estena, las siguientes se celebraron en El Molinillo y prosiguió un peregrinar de la sede, que unas veces se reunió en El Milagro y otras en Retuerta. Más tarde se modificó la tradición de reunirse en descampado, se acordó hacerlo en poblado y en los templos, siendo sedes las iglesias de El Molinillo, Ventas con Peña Aguilera, incluso llegó a celebrarse una en tierra de Talavera en El Villar del Pedroso, para volver de nuevo a su lugar de origen.

En los siglos XVI y XVII entran en decadencia las llegas por disolución de la federación, manteniéndose tan solo las de la Hermandad Vieja de Toledo, que decidió reunirse en su casa de postas, detrás de la Catedral, quedando bajo su jurisdicción los llamados "casos de hermandad" o delitos cometidos en descampado.

Pero el desplazamiento de la Hermandad Vieja a la ciudad de Toledo, no fue causa para que en los Montes desaparecieran las llegas. Hacia 1.568 los catorce pueblos del territorio histórico de los Montes habían comprado el derecho a percibir las tercias reales, pagando por ello 260 fanegas de trigo y 31 celemines de cebada. Para efectuar los repartos correspondientes, se reunían el primer lunes después de San Andrés, en noviembre, un apoderado o representante de cada uno de los pueblos monteños en la iglesia parroquial de Retuerta, por lo que las llegas se convirtieron en los montes, una vez más, en anuales y tan solo eran los catorce pueblos mencionados los que estaban representados en ellas. Así perduró esta institución hasta mediados del siglo XIX.

Fuente: http://www.navasdeestena.org/PARQUENACIONAL/Historia_y_Sociedad/Entradas/2009/2/25_La_Llega.html

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