jueves, 31 de julio de 2014

Ermita y Romería de la Virgen de la Bastida, Toledo

Sus orígenes se remontan al siglo XIII. 

En 1219 llegaron los franciscanos a la provincia de Toledo y se instalan en la Bastida, a las afueras de la ciudad amurallada.

Paraje en el que se encuentra la ermita.

En aquel lugar iniciaron su vida fraterna y allí comenzaron muy pronto a recibir novicios: el primero, Fr. Pedro Gallego, que después será un gran científico, amigo del rey San Fernando y sus hijos, profesor de la Escuela de Traductores de Toledo, y en torno al 1250 obispo de Cartagena (Murcia).

A finales del siglo XIII (hacia 1280), la comunidad franciscana cambia de domicilio y se traslada al interior de la ciudad. Su primera ubicación, ya dentro de la capital toledana, será la Casa de la Concepción, y aunque su extrema austeridad causa desagrado en los comienzos, pronto la gente se encariña con ellos y les toman mucho afecto.

Pero con el paso del tiempo ciertas comodidades se van introduciendo en la Casa de la Concepción, y muchos hermanos, deseando una vida más austera, fiel al Evangelio y a la Regla de San Francisco, regresan a La Bastida (1447-54) o fundan eremitorios más pequeños en Ocaña, Recas, el Castañar, etc.

En el patio del recinto, encontramos la "Cueva", un lugar muy visitado por los fieles ya que la tradición popular mantiene que es ahí donde vivió y murió, en el siglo XVII, la beata Ana María, también conocida como Mariana de Jesús.

Según cuenta la tradición, en el siglo XVII, en esta cueva vivió y murió en soledad la Beata Ana María.

En toda Europa estaba surgiendo este movimiento de vuelta a las fuentes franciscanas y reinterpretación de la Regla; es lo que constituirá el inicio de la Observancia, frente a la Conventualidad.

En 1484-86, los Reyes Católicos obligan a que las dos comunidades franciscanas de la ciudad (los conventuales en la Concepción, y los observantes en la Bastida) a fusionarse en una sola comunidad: San Juan de los Reyes. Los que no aceptaron lafusión, salieron de la ciudad (según la leyenda que se cuenta, cantando el salmo "In exito Israel de Aegipto", "cuando Israel salió de Egipto...").

Monasterio de San Juan de los Reyes.

En 1818, al llegar la peste amarilla a España, se utilizó para almacenar en cuarentena los alimentos destinados a la ciudad y evitar así que entrasen los procedentes de zonas infectadas.

 En 1833, al llegar la peste a Vigo, se convirtió en el hospital en el que se ingresaba a los sospechosos de padecer la enfermedad. Durante la Guerra Civil (1936-1939), la ermita se utilizó como cuartel, momento en que fue seriamente dañada, destruyéndose la talla original de la Virgen y siendo la actual una obra realizada en 1942 por el pintor y escultor Mariano Guerrero Malagón, quien tenía la costumbre de tomar como modelo a su esposa Esperanza.

La ermita es de estilo popular, con una sola nave de bóveda de cañón y el característico suelo de baldosa en damero, con un patio que posee un moral centenario.


Imagen de la Virgen.

Conocida como la "Virgen Morena" de Toledo, la imagen quedó destruida durante la Guerra Civil, y en 1942, el toledano Mariano Guerrero Malagón hizo una nueva talla de vestir de la Virgen de la Bastida.

El segundo domingo de mayo es celebrada la romería en la Ermita de Nuestra Señora de la Bastida. 

Con puntualidad británica, la ermita de la Bastida acoge la misa solemne. Bajo un intenso olor a romero y tomillo, decenas de devotos rinden culto a la Virgen, mientras suenan los cánticos tradicionales y rezos de la hermandad. 

Limonada, tostones, roscas artesanales amenizan después la charla y proporcionan un motivo de conversación. La romería se celebra con el peso de la tradición. Los romeros se dispersan por el paraje boscoso que rodea la ermita para disfrutar de una jornada en el campo.

Por la tarde, ya comidos y descansados, la procesión sale del recinto para recorrer el pinar que rodea el lugar.

Una leyenda popular afirma que, cada persona que visite el santuario, si coge una piedra después de rezar frente a la cruz, vera resuelto su dolor de muelas.


Fuente: http://cofrades.sevilla.abc.es/profiles/blogs/la-virgen-de-la-bastida-toledo

Toledo Musulman

Restos islámicos en Toledo, cuya restauración ha realizado el Consorcio de la Ciudad de Toledo


El baño en el mundo islámico era una práctica habitual de gran trascendencia, cuya costumbre influyó, incluso, en otros grupos religiosos y extendiéndose su uso en todo el territorio de la península.


La industria textil sedera de Toledo

Hilandería
China es el país de donde es originaria la seda y donde se fabricaba desde 3.000 años antes de Cristo. El arte de fabricar seda se transmitió a través de mercaderes, ladrones y espías. 

De China pasó a Persia y Bizancio y a Europa a través de los árabes.

Durante el Califato de Córdoba, los árabes traen a la Península Ibérica algunos artesanos de la seda

La tradición de la producción y tejido de la seda continuó en los antiguos reinos islámicos tras la reconquista. 

A lo largo del siglo XV, poco a poco, los gustos de los compradores cristianos se fueron imponiendo en los talleres de tejeduría que irían adecuando sus espléndidas obras a las formas renacentistas occidentales.

Los viajeros describían cómo en la España del siglo XV, los talleres de Toledo y Valencia ya contaban con una alta producción de tejidos, resultando una importante actividad económica en ambas regiones.

La seda era un producto de gran demanda en la sociedad del Siglo XV. Como era un signo externo de preeminencia social existía el deseo de vestirse con este producto tan sugestivo no solo por parte de las clases sociales elevadas, sino también por las clases medias, de manera que muchos se arruinaban por la presión de la apariencia entre sus convecinos.

Esta ansia desmesurada de vestir con un lujo superior a las posibilidades económicas hubo que frenarlo a base de leyes Suntuarias, que regulaban detalladamente en qué condiciones económicas podía vestirse la seda, y esto afectaba incluso a los eclesiásticos.

Los diseños que forman la decoración de los tejidos del siglo XV eran, en un principio, geométricos, florales simplificados y en perfiles zoomórficos que recordaban a los orientales. 

En la mitad de la centuria se hicieron más grandes y complejos, con piñas o granadas como motivos principales. Hacia finales de siglo volvieron a hacerse un poco más pequeños y a distribuirse simétricamente.

La industria textil sedera de Toledo fue la más importante de toda la submeseta sur castellana durante la Edad Moderna y, hasta mediados del siglo XVII, la de mayor significación y alcance de España. 

Toledo fue uno de los focos

Esa laboriosidad, unida a otras de menor entidad, daba a la ciudad el carácter de inmensa colmena que latía al ritmo de los miles de telares esparcidos por sus tortuosas y estrechas callejuelas.


El siglo XVII y la primera mitad del XVIII fueron de postración y ruina. Hacia la mitad de esta última centuria recibió un empuje con la creaciónI de la Real Compañía de Comercio y Fábricas que la volvió a situar en un lugar preeminente; pero sólo fue un espejismo, pues a finales de la misma tornó a decaer, y a partir del siglo XIX esa continua tarea, esa inmensa actividad, ese rítmico son diligente se convirtió en profundo silencio. 

De todo ese quehacer sólo quedan algunas de sus maravillosas creaciones en las vitrinas del tesoro de la catedral y del convento de San Clemente.

Fuentes: http://www.uclm.es/ceclm/publicaciones/almud/sedas_Toledo.htm
http://amparobas1992.wordpress.com/indumentaria-valenciana-2/la-seda/

miércoles, 30 de julio de 2014

El «capítulo toledano» del Quijote

Cervantes honra en el capítulo IX con el mejor de los homenajes a la ciudad de Toledo, donde siempre se sintió bien acogido

ANA PÉREZ HERRERA
Estatua de Cervantes en el Arco de la Sangre (Toledo)

Cervantes rindió tributo de admiración a Toledo en varias de sus obras, pero el que podemos considerar su gran homenaje toledanista consistió en dedicarle, prácticamente íntegro, el capítulo IX de El Quijote, donde Toledo aparece como el escenario del hallazgo del manuscrito de Cidi Hamete Benengeli, origen idealizado de las aventuras del Ingenioso Hidalgo.

Si bien Cervantes no quiso desvelarnos dónde nació Don Quijote («porque todas las ciudades de la Mancha contendieran por ahijársele y tenerle como suyo»), en cambio fue muy explícito al proclamar que la historia del Ingenioso Hidalgo nació en Toledo: «Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero (…) luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote».

La inclusión del capítulo IX supone el comienzo de la Segunda Parte del Quijote, de las cuatro en que Cervantes dividió la totalidad de la novela. Según la opinión de la crítica, Cervantes debió de escribir una versión primitiva del Quijote en forma de novela corta en la cárcel de Sevilla, que probablemente terminaba con la quema de los libros a cargo de su ama y su sobrina, el cura y el barbero.

Estos personajes, basados en persona reales de Esquivias, como asimismo el trasunto real del Quijote, Don Alonso Quijada de Salazar, formaban el entorno familiar al que Cervantes se incorpora al volver a Esquivias tras los cinco o seis meses de encierro sevillano. En este periodo, Cervantes reanuda sus contactos con Toledo por motivos económicos y familiares, y aprovechará sus viajes a la Ciudad Imperial para departir con amigos y colegas literatos como José de Valdivielso o Lope de Vega, entre otros.

Es de suponer que algo tiene que ver con este gozoso contacto de Cervantes con Toledo la inserción del «capítulo toledano del Quijote», y tal vez su manera abrupta de hacerlo nos está indicando que se produjo poco después de haber redactado la escena de la lucha de Don Quijote con el vizcaíno.

Como es sabido, al final del capítulo octavo, cuando el vizcaíno y don Quijote alzan furiosamente sus espadas, la narración se detiene, los combatientes quedan paralizados, y la voz de un desconocido narrador-editor nos informa que la historia se interrumpe porque «el autor de esta historia (…) no halló más escrito de estas hazañas». Es como si el lienzo donde contemplábamos el lance entre Don Quijote y el vizcaíno se desgarrase de pronto para dejarse injertar por la estampa de un Toledo que surge con aire de epifanía.

Para el hallazgo del manuscrito de Benengeli, Cervantes elige el Alcaná de Toledo, el corazón populoso y comercial de la ciudad, y no es la suya una elección arbitraria, sino que pretende parodiar a las novelas de caballería, cuyos manuscritos son casi siempre encontrados fortuitamente tras permanecer largo tiempo ocultos o perdidos, estando sus textos pergeñados en griego, caldeo, latín o árabe, por sabios nigromantes, para cuya traducción se requieren expertos trujimanes.

Pero hay una novela con la que, sorprendentemente, el relato del hallazgo del Alcaná guarda una especial similitud: el «Parsifal» de Wolfram von Eschenbach (ca.1170-ca.1220), novela basada, según dice novelescamente su autor, en un texto hallado en Toledo, escrito por un sabio arabo-judío llamado Flegetanis, en el que se cuenta la historia del Grial.

Algunos cervantistas opinan que no parece probable que Cervantes hubiera leído la leyenda del Grial de Eschenbach, pero lo cierto es que se advierte una evidente·similitud entre la manera como Cervantes narra el hallazgo del manuscrito del Quijote y el modo como Wolfram Von Eschenbach encuentra el suyo del Grial. Según el autor alemán,un famoso maestro llamado Kyot encontró en Toledo, entre unos manuscritos abandonados, la leyenda del Grial escrita en caracteres árabes por un sabio árabe-judío llamado Flegetanis.

El paralelismo, como se ve, resulta asombroso: Un autor llamado Kyot=Cervantes encuentra en Toledo=Alcaná un manuscrito=cartapacio de papeles viejos, escrito por un sabio árabe llamado Flegetanis=Benengeli en el que se cuenta la historia de Parsifal=Don Quijote.

El escenario elegido por Cervantes es una tienda de seda, que sería como todas las del Alcana, minúscula y abarrotada hasta el exceso, en la que comparten un mínimo espacio el sedero, el narrador y un muchacho anónimo que viene a vender papeles usados para, probablemente, servir de envoltorio a la delicada mercancía. Parece como si Cervantes pretendiera cargar las tintas en el tipismo toledano al ubicar la acción en una sedería, establecimiento característico por excelencia en una ciudad como Toledo cuya base económica lo constituía la industria de la seda.

Al lector no se le escapa que resultaría más congruente el escenario de una librería para el hallazgo de un viejo manuscrito; pero al ubicar la escena en la tienda de un sedero Cervantes añadía al relato un plus identitario equivalente a una postal de concentrado tipismo.

Como el manuscrito de Benengeli está escrito en lengua arábiga, el narrador busca a un traductor aljamiado, «y no fue muy dificultoso hallar interprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara». Los miles de moriscos que poblaban las calles de Toledo constituían otro de los tipismos de la ciudad, de manera que Cervantes tomó para colorear su cuadro toledano a un ejemplar representativo, en funciones de traductor aljamiado.

A continuación, Cervantes quiso incluir el icono más emblemático de Toledo, la Catedral Primada, sin la cual ningún cuadro de Toledo podría considerarse completo, y para ello hace que el narrador conduzca al morisco traductor al claustro catedralicio, donde negocian la traducción del libro por dos fanegas de trigo y dos arrobas de pasas.

Pero aún faltaba un detalle para que el retablo toledanista quedara completo, a gusto de Cervantes: era aparecer él mismo como personaje toledano. Y, así, el narrador-editor, o sea, Cervantes, relata que la traducción se lleva a cabo en su propia casa, donde el morisco la realiza en poco más de mes y medio. ¿Por qué en su casa?, podemos preguntarnos. ¿Es que acaso el morisco no dispondría de la suya? De nuevo nos toca interpretar que Cervantes fuerza el sentido común para poder proclamar que él tenía casa en la ciudad y que era, por tanto, vecino de Toledo.

Hoy sabemos que Cervantes tenía su casa toledana en la plaza de los Tintes, y, según podemos deducir por la lectura del capítulo IX, tenía interés en hacer constar en su novela que, como vecino de Toledo, el narrador-editor (osea, él) era también toledano.

Otros espacios toledanos se mencionarán más adelante en el transcurso de las aventuras de Don Quijote, como Zocodover,las Tendillas, las Ventillas o el Nuncio Viejo, pero en absoluto alcanzan el valor emblemático que los tres escenarios del capítulo IX —Alcaná, Catedral, Plaza de los Tintes—, que merecen el título de«triángulo germinal de El Quijote»; al menos, de El Quijote de Cidi Hamente Benegeli, el que comienza en el Capitulo IX y acaba con la muerte de Don Quijote.

Cuando Cervantes termina su «homenaje a Toledo», todavía tiene a Don Quijote y al Vizcaíno con las espadas en alto. El roto del lienzo junta sus bordes y el relato prosigue como si nada hubiera ocurrido. Pero sí ha ocurrido algo importante, al menos para Toledo: Cervantes ha honrado con el mejor de los homenajes a la ciudad en la que siempre se sitió bien acogido y por la que sintió el mayor de los aprecios.


Autor de artículo : Mariano Calvo
Día 30/04/2014 - 23.24h
Fuente: http://www.abc.es/toledo/20140430/abci-siitio-cervantes-mariano-calvo-201404302254.html

El Rollo de Justicia de Lillo

Insignia de jurisdicción de villa que Lillo adquiere con la autonomía concedida en 1430.

Los rollos son símbolos de justicia y jurisdicción civil, es decir simbolizan la autonomía de la villa. Quieren dejar bien claro que la localidad ha recibido privilegio de villazgo y, por tanto, el pueblo no se encuentra sometido a ningún señor o señorío.

En España hay cientos de rollos de justicia, a los que también suele denominarse picotas... la diferencia es que las picotas solían utilizarse para castigar a los delincuentes, para dejar bien a la vista del pueblo las sanciones ejemplarizantes. 

Resultado de imagen de El Rollo de Justicia de LilloLa vergüenza pública como parte fundamental del castigo, sobre todo para pequeñas faltas, como por ejemplo los bodegueros que tenían la osadía de engañar a sus clientes con las medidas o los carniceros no demasiado escrupulosos con la calidad de su género. 

Por eso los rollos y picotas suelen encontrarse o a la entrada de la villa, o en la plaza más concurrida.

Estilo: Transición gótico-renaciente

Rollo de justicia: impresionante mole de piedra de más de 6 metros de altura.

Asentado sobre seis gradas de piedra caliza del siglo XVI, formado por un fuste estriado dividido en dos partes por una moldura saliente. 

El capitel es renacentista y sobre él un remate de una pequeña columnilla central.

Juanelo Turriano,relojero del emperador

El inventor cremonés Juanelo Turriano no sólo fue el más reputado relojero de su tiempo, sino también un competente ingeniero capaz de diseñar los más increíbles inventos hidráulicos, como el famoso artificio de Toledo. 

Es tendencia común describir la vida del emperador Carlos I en Yuste como un retiro espiritual donde dejaba pasar las horas absorto en la contemplación de su magnífica colección de relojes. Quizás no fuese tan contemplativa la vida monacal del emperador – dicen que nunca se desentendió de los asuntos de España – pero lo cierto es que entre su reducida corte estaba el relojero real, el inventor de ingenios Juanelo Turriano. 

Sobre Juanelo Turriano, nacido en un pueblecito de Lombardía y bautizado Giovani, han corrido numerosas leyendas, como aquella que asegura que un autómata suyo, como si se tratase de un Golem, recorría todos los días el camino que iba de la casa del inventor al palacio arzobispal, en Toledo, donde recogía la comida que depositaban en sus manos de madera para después deshacer el camino con su característico paso pendular. 

Como a tantos otros hombres de ciencia de su tiempo, a Juanelo Turriano le envolvía cierto halo mágico, como si las ciencias ocultas explicasen de forma más convincente los avances científicos que las matemáticas o la física. 

Giovani o Gianello Turriano nació, como dijimos, en Lombardía, en un pequeño pueblo cercano a Cremona hacia el año 1500, aunque siempre pasaría por cremonés. Turriano se criará en aquellas tierras septentrionales de la península itálica, las mismas que España se anexionará tras la victoria de Pavía. Precisamente de la ciudad de Pavía era Girolamo Cardano, uno de los grandes matemáticos de su época junto con Niccolo Fontana ‘Tartaglia’, ambos contemporáneos de Turriano y cuya influencia marcará de algún modo su vocación científica. 

Se dice que su niñez fue muy humilde, que se dedicaba al pastoreo y que aprovechaba las noches de vigilia para observar los cuerpos celestes, atribuyéndole ya entonces una precocidad extraordinaria a la hora de determinar órbitas y trayectorias que parece carecer de consistencia histórica, sin que por ello haya que desmerecer los méritos y capacidades del personaje. La realidad es que a pesar de su modesto origen, Turriano fue iniciado en la astronomía por Giorgo Fondulo, médico y matemático que impartía clases de filosofía moral en la Universidad de Pavía y que fue amigo, maestro y protector de Turriano en su primera formación. 

Poco más sabemos de la juventud de Turriano, salvo que se convirtió en maestro relojero en su Cremona natal y que era admirado y respetado por los grandes científicos de la época, como Girolamo Cardano, aunque nunca recibió una formación académica y su ciencia era más fruto del trabajo y la observación que del conocimiento teórico. No obstante su ingenio estaba fuera de toda duda y además de fabricar relojes, inventaba toda clase de máquinas de utilidad, como grúas para levantar objetos muy pesados o un mecanismo para dragar la laguna de Venecia. 

Por unas cosas y otras es bien seguro que Gianello Turriano era ya un hombre muy popular en Italia cuando el Gran Duque de Milán, Francisco II Sforza, le llamó para que reparara el reloj astronómico que Giovani Dondi diseñó en 1381, una gran obra maestra de su tiempo conocido como ‘Astrarium’ y que sólo el cremonés parecía capaz de volver a poner en marcha. Con aquel presente el Gran Duque quería obsequiar al emperador Carlos I por haberle repuesto en el cargo tras vencer a los franceses en Pavía. 

En vez de repararlo, Turriano fabricó un reloj nuevo con más de 1.800 piezas a semejanza del original pero mucho más potente, pues reflejaba los astros y estrellas principales, las horas solares y lunares, las ocho órbitas planetarias y los signos del zodiaco. Como puede deducirse, en aquella época lo que menos interesaba del reloj era que dividiera las horas del día – y mucho menos los minutos –, pues nadie necesitaba conocerlas con tal precisión. Su uso era mucho más útil para los estudiosos de la astronomía y en ese campo, el emperador era un consumado aficionado. 

Veinte años invirtió el relojero en introducir todo el sistema solar en la esfera de un reloj y tres años más en construir sus muelles y ruedas dentadas. Cuando por fin le fue entregado al emperador en marzo de 1552 – había sido encargado en 1530 – este quedó tan complacido que premió a Turriano con una pensión vitalicia de 150 ducados al año. El Planetario – como se le llamó al reloj – levantaba del suelo algo más de medio metro y tenía una esfera de unos 40 centímetros de diámetro apoyada sobre una base y dividida en ocho haces y tres estancias circulares.

Al servicio del emperador

Poco después de la entrega del Planetario, Juanelo Turriano empezaría una nueva restauración para Carlos I, la del ‘Cristalino’, una especie de zodiaco giratorio tallado en metal y cubierto por una gran esfera de cristal. Tal vez Turriano fue a Yuste para terminar esta obra o quizás para conservar y poner en hora la completa colección de relojes del emperador, el caso es que el ingenioso inventor formó parte de la reducida corte privada de Carlos I en su último retiro hasta su fallecimiento en 1558. Por entonces, Turriano ya era un inventor de prestigio, no sólo por su pericia como relojero sino también por otros ingenios, como sus marionetas autómatas, figurillas que entraban en movimiento gracias a una sencilla maquinaria. 

Felipe II, menos aficionado a los relojes que su padre, acogió a Turriano en la Corte y desde allí se ocupó de la conservación de la colección real y de otros encargos que le hacían tanto desde España como de Italia o Alemania, donde el inventor mantenía intacto su prestigio. El Papa Pío V, por ejemplo, le encargó la construcción de dos máquinas hidráulicas para bombear agua desde los ríos a las tierras de cultivo y las fuentes. En la Corte, Turriano trabó amistad con el arquitectoJuan de Herrera y se hizo muy conocido tanto por su fuerte acento italiano como por su peculiar apariencia. 

Y es que a pesar de su brillantez, Juanelo Turriano tenía una figura un tanto tosca, tanto que el escultor Leone Leoni le describe como “un buey con forma humana”. Para el cronista Esteban de Garibay era “alto y abultado de cuerpo, de poca conversación y mucho estudio y de gran libertad en sus cosas: el gesto algo feroz y el habla algo abultada, y jamás habló bien la española; y la falta de dientes por la vejez le era aún para la suya italiana grave impedimento”. 

El obispo de Alba, Girolamo Vida, describe a Turriano como un hombre “tan rudo, deforme y rústico de cara y figura y de aspecto tan poco distinguido que no revela dignidad alguna, carácter alguno, indicio alguno de habilidad”. Aunque el obispo trataba de ensalzar a Turriano y a la ciudad de Cremona frente a su rival Pavía, la descripción del religioso continúa poco esperanzadora para el científico: “Contribuye a aumentar su repulsión el verle siempre con la cara, cabello y barba cubiertos y tiznados de abundante ceniza y hollín repugnante, con sus manos y dedos gruesos y enormes siempre llenos de orín, desaseado, mal y estrafalariamente vestido, de forma que se le creería un Bronte o Esterope o algún otro siervo de Vulcano, que todo lo que hace lo moldea en el yunque con sus propias manos, trabajador de fragua nato”.

Los inventos de Turriano

Dada la amistad de Juanelo con Juan de Herrera no es descartable que el eminente arquitecto emplease alguna de sus máquinas, principalmente grúas, en la construcción del monasterio de El Escorial, aunque sus obras más brillantes tuvieron que ver con sus conocimientos hidráulicos. Juanelo Turriano asesoró durante años a los ingenieros del rey en la construcción de presas y canales cuando las obras presentaban problemas orográficos aparentemente insalvables. En las acequias del Jarama y Colmenar, así como en la presa de Tibi, en Alicante – la más alta del mundo, con 43 metros, hasta al menos la mitad del siglo XVIII –, las soluciones aportadas por Turriano permitieron reconducir las obras y en muchos casos sus ideas fueron tan innovadoras que mantuvieron su vigencia varios siglos después. 

Con todo, su principal mérito fue la invención de una gigantesca máquina para elevar el agua desde al Tajo hasta la ciudad de Toledo, una empresa en la cual ya habían fracasado otros ilustres ingenieros puesto que había que salvar un desnivel de casi cien metros, el que había entre el río y el Alcázar, situado en la parte más alta de la ciudad. El ingenio inventado por Turriano estaba compuesto por varias torres enlazadas y provistas de brazos terminados en grandes cazuelas que iban traspasándose el agua cada vez a mayor altura. La fuerza motriz venía de una enorme rueda hidráulica movida por la corriente del Tajo. El mecanismo fue terminado en cuatro años y era capaz de transportar 18.000 litros de agua al día, 6.000 más de los que Juanelo había acordado. 

A pesar de superar las expectativas, el Ejército – propietario del Alcázar – decidió quedarse con la totalidad del agua de modo que Juanelo tuvo que construir una segunda máquina adosada a la primera para abastecer al resto de la ciudad. Mientras lo hacía, el inventor debía cobrar lo estipulado por la primera de las máquinas pero el acuerdo se había cerrado con la ciudad de Toledo y esta seguía sin agua, de modo que Juanelo decidió terminar la segunda obra antes de empezar a litigar con un adversario tan poco asequible como la milicia. Sin embargo, al término de la segunda máquina, la ciudad de Toledo seguía sin querer pagar y para colmo, el primero de los ingenios había dejado de funcionar a pleno rendimiento. 

El Rey, que había tratado de mediar, resolvió que la primera máquina debía de ser para su uso personal y el de la milicia y la segunda, sobre la que tenían derecho Turriano y sus descendientes, podía ser vendida libremente a la ciudad de Toledo. Sin embargo, el rey incluyó una cláusula que le permitía obtener el agua gratuita y prioritariamente cualquiera que fuese su origen y esa fue, a la postre, la cláusula que arruinó a Turriano puesto que la primera máquina dejó de bombear agua al ritmo inicial y el rey dispuso del agua de la otra, lo que impidió a Turriano vender y legitimó a los toledanos para no pagar. Poco después, ambas máquinas necesitaron continuos cuidados y reparaciones pero Turriano había caído enfermo y ya no pudo ocuparse. 

Pasó su último año escribiendo asiduamente al rey y lamentando su enorme pobreza y murió muy modestamente el 13 de julio de 1585. Su artificio sería durante años una visita obligada para todos los viajeros y un monumento más que caracterizaría la silueta de la imperial Toledo. Sobre aquella ingeniosa máquina compuso el poeta Luis de Góngora estos versos:

¿Qué edificio es aquel que admira el cielo?
Alcázar es Real el que señalas.
¿Y aquél, quién es, que con osado vuelo
a la casa del Rey le pone escalas?

El Tajo, que hecho Ícaro, a Juanelo,
Dédalo cremonés, le pidió alas.
Y temiendo después al Sol el Tajo
tiende sus alas por allí debajo.

Y estos otros de Francisco de Quevedo:

Vi el artificio espetera
pues con tantos cazos pudo
mover el agua Juanelo
como si fueran columpios;

Flamenco dicen que fue
y sorbedor de lo puro
muy mal con el agua estaba
que en tal trabajo la puso.

Muy populares fueron también sus figurillas autómatas, capaces de bailar o de tocar el tambor mientras se movían a lo largo de una mesa. Estos juguetes a los que daba cuerda igual que un reloj eran mucho menos complejos que sus planetarios pero más efectistas a la hora de impresionar a la gente, de ahí las leyendas que surgieron sobre el inventor, como la mencionada del Golem que salía a pedir limosna para un viejo y arruinado Juanelo o la invención de pájaros autómatas de madera capaces no sólo de batir las alas, sino de volar por los aires e incluso de trinar como si estuvieran vivos. 

Con el tiempo y debido a su extraordinaria fama, el nombre de Juanelo ha quedado para nombrar genéricamente lo que resulta ingenioso o nunca antes había sido explicado y en México se emplea la expresión ‘el huevo de Juanelo’ del mismo modo que aquí decimos ‘el huevo de Colón’. 

29/11/2013 - Pedro García Luaces

martes, 29 de julio de 2014

Termas Medievales de Toledo: Los Baños del Ángel o Baños de Zeid

El baño de la Calle del Ángel es uno de los mejor conservados entre los ocho que aún mantienen estructuras reconocible dentro del Casco Histórico de Toledo.

Mantiene el hipocausto ,sala caliente o gloria con gran parte de los pilares que sustentaban el suelo de la sala., mejor conservado de la ciudad. En uso entre los siglos X y XIII , hoy todavia se pueden contemplar sus alcobas y bañeras, y las lucernas para el paso de luz y regulación de la densidad del vapor y calor del baño.

Esta sala tiene una configuración tripartita con dos alcobas en los laterales del espacio central, separadas por dos arcos de herradura sobre columnas de mármol.

 En cada una de las alcobas se aloja una bañera de diferente tamaño, con un banco que ocupa dos laterales en la bañera grande y uno en la bañera pequeña, lo que nos da indicios del carácter social que también tenía del acto del baño. 

El espacio está cubierto con un sistema de bóvedas de medio cañón. En la bóveda central se abren una serie ordenada de pequeños huecos o lucernas que realizan una doble función: matizar la entrada de luz exterior y regular la densidad de vapor y el calor del baño.

Algunos de ellos fueron expoliados y los que se conservan presentan el deterioro propio de las llamaradas con las que se calentaba la habitación.

Aunque en la actualidad los dos únicos accesos desde la calle al baño se encuentran en la calle del El Ángel, en origen debió estar en la calle de Santa María La Blanca, lo que supondría una gran proximidad a la sinagoga del mismo nombre.

Los baños del Angel: Una puerta escondida

Algo interesantisimo : han descubierto los restauradores con las catas murarias del vestibulo, ya que ha aparecido una puerta cegada que nos era totalmente desconocida en una de las esquinas, en la esquina propiamente dicha.

Esta puerta no aparece mencionada en ninguno de los estudios anteriores que se han hecho sobre el baño, por lo que es completamente inedita ¿a donde conducira, que grado de conservacion tendra la sala o pasillo que esconde, que descubriremos en el,…

Fuentes: 

http://www.toledo-turismo.com/es/banos-del-%C3%81ngel_321
http://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/banos-del-angel-14964/visita/
http://www.lurearqueologia.es/noticias-arqueologia/los-banos-del-angel-una-puerta-escondida/

Iglesia de San Juan Bautista (Ocaña)

La iglesia de San Juan Bautista es posiblemente la más antigua de Ocaña, fechándose en el siglo XIII su originaria edificación, aunque como es habitual, las reformas, reconstrucciones y adiciones enmarcaran bastante esta primitiva fundación.

Se cree que esta iglesia mudéjar se construyó sobre una sinagoga.


Iglesia Parroquial de San Juan Bautista

La trascendental Iglesia Parroquial de San Juan Bautista de Ocaña, de evocaciones góticas y mudéjares combinadas, es el monumento más preciado de esta Villa en cuanto a arquitectura religiosa y objeto de diversas investigaciones.

Historia

Sus orígenes se remontan a una sinagoga judía, siendo su terreno y parte de la edificación utilizados para levantar una Iglesia cristiana que se dedicó a San Juan Bautista, cuya talla en piedra fue emplazada en la parte superior de la puerta principal del templo en 1634 y demolida durante la Guerra Civil española.

De la originaria Iglesia mudéjar de mediados del siglo XIII, aún hoy se mantienen sus arcos de herradura, que a cada lado dividen las tres naves, así como una pequeña estancia a la que se entra a través de la capilla de la Concepción o de los Chacones.

Las tres naves primitivas están cubiertas por cinco bóvedas ojivales y a los pies se agregó una capilla dedicada a Santa Ana, posteriormente de las Ánimas.

Las columnas de caliza (hoy en día pintadas con un desatino total), reemplazaron después de la restauración en el siglo XV a los originales pilares de ladrillo que formaron los arcos que dividen las naves y por donde aún corre la original imposta.

Sobre las bóvedas de la nave lateral, aún pueden advertirse aunque tapiadas las cinco ventanas originales que daban luz a la nave central y antes de construirse la cubierta actual, encubiertos por las bóvedas góticas y la techumbre del templo, se hacen evidentes los "canecillos" pintados al temple en diferentes colores: algama, rojo, amarillo, negro y dorado, configurando ilustraciones y caracteres cúficos propios del arte mudéjar.

El Arqueólogo Basilio Pavón Maldonado dice de ella, que posee sobrados componentes arquitectónicos y decorativos como para asignarla al arte mudéjar toledano de la segunda mitad del siglo XIII, pudiendo enumerarse junto con la Iglesia de San Lucas, Iglesia de Santa Eulalia e Iglesia de San Román de Toledo, entre las más remotas iglesias mudéjares toledanas.

Características

Tiene tres naves con arcos formeros de herradura que pertenecen a la iglesia primitiva. Estos arcos apoyaban en pilares de ladrillo que luego fueron sustituidos por columnas actualmente pintadas de manera poco acertada.

Sus naves laterales son construidas en el siglo XIV, tallándose sus columnas a fines del siglo XV. De principios del siglo XVI es la construcción de la capilla mayor, así como de la segunda mitad del mismo, son los austeros casetones de yeso que preservan y decoran el gótico arco triunfal; y del siglo XVI las bóvedas de arista que preservan los trechos de la nave lateral izquierda, divididos entre sí por arcos de medio punto, todo ello pintado hoy por un manto de blanqueo.

 Como resultado de repetidas reformas fueron añadiéndose a la iglesia capillas ojivales, tales como la de Nuestra Señora de los Dolores y la de Santa Ana, así como la de los Bujanda o de Santo Tomás Cantuariense, ambas en el lateral derecho del templo. A la izquierda de la nave se ubican la de Nuestra Señora Virgen de los Remedios (Patrona de Ocaña) y la de laPurísima Concepción o de los Chacones.

Las bóvedas son de crucería, de época posterior así como la cabecera reconstruida en el siglo XVI.

Fuente: wikipedia
http://www.arteguias.com/toledo/ocanatoledo.htm

Caballos enjaezados de Carpio: a velocidad de vértigo

Situación dentro de la provinciaUna tradición centenaria que regresa todos los años a este pueblo toledano

La Hermandad de Santiago Apóstol de El Carpio de Tajo celebró el viernes su tradicional carrera de caballos enjaezados, uno de los espectáculos más emocionantes de la región. 

Es uno de los momentos álgidos de las fiestas de Santiago en El Carpio de Tajo, en Toledo, cuando a gran velocidad cruzan la plaza por pareja

Esta tradición, comienzan a realizarse en la localidad de El Carpio de Tajo a partir de 1580, instauradas por un militar carpeño que formaba parte de los tercios de Flandes.

Las parejas de jinetes, abrazados por el hombro, recorren a toda velocidad la plaza del municipio abrazados los caballistas en una perfecta comunión entre los dos animales y sus dos dueños

Todos los participantes en este ancestral evento que lleva realizándose en Carpio de Tajo desde hace más de 400 años, deben recoger en su domicilio al hermano mayor para que sea el encargado de encabezar los actos que se desarrollan a lo largo de todo el día. 

De esta forma y, portando el pendón con la figura del santo, llegan a la plaza del pueblo para dar el pistoletazo de salida a la primera de las carreras.

Todos los caballistas agrupados con el estandarte del hermano mayor a la cabeza, comienzan el tradicional desfile previo en el que dan tres vueltas al rededor de la plaza principal del municipio a un ritmo lento. Con este paseo se pretende que las miles de personas que se concentran a ambos lados de la plaza para disfrutar de cerca de la velocidad y la espectacularidad de este festejo, puedan reconocer fácilmente quiénes serán las parejas de jinetes que participarán en esta tradición.

El primero en salir a galope por las calles del pueblo es el hermano mayor portando el pendón del apóstol Santiago. En esta edición, y por primera vez en los más de 400 años de historia de este festejo, la responsable de portar el estandarte fue una mujer.

Un impresionante espectáculo ecuestre donde la velocidad y la vestimenta de los equinos se tornan en protagonistas de estas originales fiestas patronales. 

Un auténtico espectáculo, lleno de color, tradición y muchas emociones.. 

Son meses de preparación para participar en este emocionante espectáculo, donde los jinetes llegan a superar velocidades de vértigo a lomos de sus monturas.



Día 26/07/2014 - 15.18h
ANA PÉREZ HERRERA

Fuente:

http://www.abc.es/toledo/ciudad/20140726/abci-caballos-enjaezados-carpio-velocidad-201407261442.html
 http://www.latribunadetalavera.es/noticia/Z5554036F-C903-D964-B7C4EFA733E795B6/20140726/cabalgando/largo/430/a%C3%B1os/tradicion

lunes, 28 de julio de 2014

Historia de Villarrubia de Santiago

El término de "Villarrubia" podría derivarse de "Villarroja". Así se indica en un documento de 1576 en el que se dice que "... créese que se llama Villarrubia porque mucha parte del pueblo y tierra que confinan con él es colorada".

La antigüedad de su fundación queda constatada en los restos arqueológicos de tiempos prehistóricos. Estuvo poblada por íberos, romanos y árabes, pero su importancia histórica la alcanzaría en la Edad Media.

En el siglo XII existía el castillo del Tormón que quedó abandonado durante el reinado de Alfonso VII, edificándose en su lugar una iglesia donde la tradición popular indica como lugar de aparición de la Virgen del Castellar.

Tras crearse la encomienda de Biezma, aldea antecesora de Villarrubia, aparece en 1204 un documento en el que se indica la fundación del municipio por el maestre de Santiago Don Hernán González de Marañón, dándole el fuero de Ocaña al que se unieron los núcleos de población que existían en torno a la mencionada encomienda de Biezma.

Junto con estas dos encomiendas existía la de Villoria, a la que pertenecían el ejido de Alboer, San Bartolomé, Villoria, Villahandín y la Dehesa del Castillo. 

En un principio figuran unidas las encomiendas de Biezma y Villarrubia y en el siglo XV lo hace también la de Villoria. 

Por lo tanto, esta villa fue sede de tres encomiendas, la de Villarrubia cuyo gobernador era Don Juan de Borja, la de Villoria encomendada a Don Hernán Tello de Guzmán y la de Biezma a Don Pedro Padilla.

Poco después de la fundación de Villarrubia, se despoblaron Biezma y Villoria a favor de la primera, aunque sus territorios no se incorporaron hasta fechas posteriores, posiblemente en el siglo XVI

En Biezma sólo quedaron la ermita en el lugar que ocupó el castillo del Tormón. Se cree que Villoria se despobló por la falta de agua dulce y en el siglo XVI aún existían algunas casas y su iglesia.

En 1645 se indica que el pueblo posee tierra fértil, abundancia de ganados, fruta y caza, de donde se explica el desarrollo progresivo de la población.

A principios del siglo XVIII, el lugar alto que ocupó el castillo del Tormón fue motivo de disuasión de las tropas del Archiduque que en número de 6.000 hombres al mando de Gallobay pretendía tomar Villarrubia. Aquellas supusieron fortificado el lugar y desistieron del ataque, atribuyendo los vecinos este hecho a la intercesión de la Virgen del Castellar 

En 1712, Villarrubia contaba con 189 vecinos, creciendo a lo largo de este siglo la población hasta 521 que se censan en1787, lo que hace un total aproximado de 2.086 habitantes.

Fuente: Wikipedia

Presa romana de Moracantá.

Situada al norte del término municipal de Villaminaya, muy cerca del término municipal de Almonacid de Toledo, la presa romana de Moracantá se encuentra ubicada entre la margen izquierda de la vaguada y un espolón rocoso que dividía el arroyo de captación en dos. 

Esta presa de gravedad captaba sus aguas de un único arroyo procedente del Guazalote, fuente o manantial al que los vecinos denominaban “Fuente Recén”. 

El muro conservado presenta en la actualidad 33 metros de longitud, aunque bien es verdad que pudo ser mayor. La anchura es de 1´85 metros y la altura de 2´13 metros hasta la coronación,contando con una capacidad de aproximadamente 5.632 metros cúbicos.

Resultado de imagen de Presa romana de Moracantá.La estructura de la presa está formada por un muro de pantalla plana compuesta por dos lienzos yuxtapuestos presentando, al mismo tiempo, una planta recta y una sección rectangular. Los muros, bastante gruesos, son de opus incertum aguas arriba y de opus caementicium aguas abajo.

El desagüe, actualmente muy deteriorado, conduciría las aguas hacia el norte. Hay que añadir, además, que estapresa debió contar en sus orígenes con otro muro hoy no conservado.

Esta presa, datada en los siglos I ó II, sirvió para proporcionar el riego a una extensa zona de terreno cerealístico existente entre el arroyo Guazalote yAlmonacid, donde se ha documentado la existencia de una villa romana, la Villa de Villaverde.

Se trataba de un pequeño asentamiento rural romano situado en las proximidades de la vega del arroyo, del que en la actualidad tan sólo se conservan los restos constructivos de algunos hogares. No obstante, en esta villa se han documentado materiales de cierta relevancia como fragmentos de cerámica común y de construcción, terra sigillata hispanica , tejas, ladrillos o tres inscripciones funerarias (Dehesa de Villaverde, Peña Panadera y Los Casares).

Entre estas inscripciones destaca la más próxima al puente de Villaverde leída por Mario Arellano y que dice así :

Nezutus / Caecili / Lucani / serbus (sic) / h(ic) s(itus) est / - - - - - -(?)

Autor: Miguel Ángel Novillo López
Fuente: http://www.academia.edu/2032903/Presas_romanas_de_regadio_en_la_provincia_de_Toledo   

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