domingo, 8 de febrero de 2015

Sefardíes, los otros hijos del Imperio

8 de enero de 2010.- En la medianoche del 2 de agosto de 1492 Cristóbal Colón partía para América y los judíos debían convertirse al catolicismo o abandonar España (a los conversos se les llamó 'marranos', de ahí el adjetivo). 

Página del periódico 'El amaneser'.
FRAN MARTÍNEZ desde Estambul

Enero de 2010, de los 1500 españoles registrados en el consulado de Estambul, 800 son sefardíes que han recuperado la nacionalidad arrebatada hace 500 años.

"Vosotros decís que Fernando es un rey sabio, él que desterrando a los judíos ha empobrecido a su país y enriquecido el nuestro", sentenció el Sultán Beyazid II al recibir a los judíos. Unas 120.000 personas abandonaron España entonces, de los cuales 90.000 llegaron a territorio de la sublime puerta.

Además de la primera imprenta del Imperio Otomano, los Sefardíes trajeron con ellos su cultura y su lengua, el ladino (o judeo-español), un castellano arcaico que todavía hablan unas 150.000 personas en el mundo. "El idioma es un puente entre los sefardís del mundo además de una herramienta para acceder a un gran legado cultural, sobre todo de cantigas y refranes", defiende Naim Güleryüz, director del museo judío de Estambul.

A pesar de llegar a ciudades grandes como Salónica, Estambul o Ízmir, los sefardíes se instalaron en comunidades pequeñas y cerradas, lo que les permitió conservar su idioma dentro del Imperio Otomano. Las comunidades se establecían según el lugar de procedencia, colocándole a la sinagoga el nombre de la ciudad que habían dejado en España: Toledo, Girona, Málaga.



Cerca de 21.000 sefardíes siguen viviendo en Turquía, muchas de estas personas todavía guardan en el apellido los lugares que abandonaron: Navarro, Córdoba, Mayor, Soria, Pinto... No todos hablan ladino, pero en los últimos años han surgido varios proyectos para la recuperación del judeo-español, como el Centro turco-otomano de investigación de la cultura sefardí y los periódicos 'Shalom' y 'El amaneser', auspiciados por la iniciativa de Karen Gerson Sarhon.

Naim Güleryüz, director del museo judío de Estambul.

"El ladino era el idioma utilizado por los judíos para traducir la Torá. Traducían palabra por palabra del texto sagrado al castellano; este fue el origen del judeo-español, porque con los siglos ha evolucionado, cogiendo palabras de diferentes culturas pero manteniendo la estructura del castellano. Por ejemplo, nosotros decimos Cuchara y Cuchillo, al igual que en España, pero para referirnos al tenedor utilizamos la palabra griega 'pilon', porque cuando abandonamos la península todavía no existían los tenedores", nos cuenta Gerson Sarhon.

Tras estudiar español en el Instituto Cervantes, Ilona asiste ahora a clases particulares, "Para mí es algo nostálgico, mi abuela sólo hablaba judeo-español y de alguna manera quiero conocer mis raíces", nos confiesa, "somos diferentes de otras comunidades judías, somos más alegres, más mediterráneos", añade con una sonrisa. "El judeo-español tenía una función identitaria, pero ya no es así, porque nadie lo habla en su casa. Perdió está función y quedó como algo nostálgico", confiesa la directora del periódico Shalom.

En el s. XIX Algunas comunidades sefardíes –sobre todo las de Marruecos- intentaron que el Estado español asumiera una tarea de re-españolización de los antiguos exiliados, abriendo escuelas y centros de enseñanza superior que contrarrestaran la influencia del francés. La iniciativa no tuvo mucho éxito entonces, pero años más tarde, durante la disolución del Imperio otomano, la comunidad sefardí turca presionó para obtener el derecho a recuperar la ciudadanía española. Esta vez sí lo consiguieron, y Miguel Primo de Rivera aprobó en 1924 un decreto por el que cerca de 40.000 judíos salvarían la vida en las décadas siguientes.

Museo judío de Estambul.

El judeo-español fue sustituido por el francés como lengua franca de la comunidad por la influencia del movimiento sionista; la instauración de la República turca de Ataturk supuso el golpe de gracia al idioma. 

"Esta fue la última generación que habló judeo-español en las casas. Por ejemplo, mi padre, que nació en 1921, sólo aprendió turco cuando fue al servicio militar. 

En la generación actual es impensable algo así", y añade Gerson Sarhon, "Con la apertura del Cervantes la comunidad está aprendiendo español moderno; también es positivo, porque igualmente tendrán acceso al legado de sus antepasados".

"Vivimos en este país desde hace 700 años, ahora somos turcos de religión judía. La ley del país en el que vives es tu ley", concluye Güleryüz. "Igual que la Real Academia de la lengua está recogiendo expresiones latinoamericanas para incluirlas en un gran diccionario del castellano, estaría bien que contara también con las variantes del judeo-español", lanza Karen Gerson, directora del centro para la investigación de la cultura sefardí, quien acaba reconociendo: "cuando voy a España me siento como en casa; los mismos gestos, las mismas expresiones de la cara... curioso, después de 500 años".

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/08/cronicasdesdeeuropa/1262970775.html

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