miércoles, 30 de septiembre de 2015

El Puente Romano de Navalcán

NAVALCAN Nombre: ·La Puente de Navalcán-, 

Río/Arroyo: Arroyo Porquera. 

Situación: En el interior de la población. Junto al puente de la carretera que lleva a la localidad de Parrillas. 

Secuencia cultural: Romano. 

Descripción: Puente de un solo ojo (¿o dos?) formado por un arco de medio punto.

El intradós está compuesto por una línea de dovelas hecha a base de silla res de granito.

La estructura está fabricada con sillares y mampostería de granito. 

No conserva ni el más mínimo rastro de pretil, si lo tuvo, pero sí gran parte del enlosado que recubre la clave, así como las dos suaves pendientes que ascienden hasta la citada clave. ,junto al arranque derecho, aguas arriba, se percibe la fábrica de un pequeño tajamar ele forma triangular.

 Al lado derecho del puente se vislumbra , ya que la maleza lo oculta totalmente, un pequeño hueco (¿o arco?)

http://www.realacademiatoledo.es/files/anales/0031/02.pdf

martes, 29 de septiembre de 2015

Imágenes de Toledo.1912 Segundo de Chomón

IMAGENES ANTIGUAS DE TOLEDO. PRODUCCIÓN:IBERICOFILMS REALIZACIÓN: SEGUNDO DE CHOMÓN AÑO:1912

La Alhóndiga de Toledo

LA ALHONDIGA DE TOLEDO 

Las alhóndigas, también llamadas alholíes, que en su origen islámico eran al tiempo mesones y lugares de venta, pasan a ser casi todas ellas, a partir del siglo XVI, locales para exclusivo almacenamiento y comercio de trigo, terminando por convertirse en centros oficiales casi siempre municipales.

Posiblemente sea la alhóndiga o pósito toledano uno de los que se remontan a fecha más antigua, pues ya en el año 1117 se usa la expresión de «Alhóndiga del Rey. para designar al barrio donde estaba, próxima a la Catedral y a la calle de la Trinidad (1). 

La expresión «del Rey. podría indicar que había otras particulares o, quizá con mayor probabilidad de acierto, que procedía del monarca musulmán, adquiriéndola Alfonso VI por derecho de conquista, como sucedió con los topónimos «Huerta del Rey» o «Barrio del Rey», que todavía se usan y forman parte oficial del calle;ero toledano, pese a haberse ena;enado por el monarca hace muchos siglos. 

En fecha que no hemos podido determinar se trasladó la institución a las inmediaciones de Zocodover, precisamente en la plazuela triangular que existe frente al hospital de Santa Cruz de Mendoza,- sitio más adecuado que el anterior, por su proximidad a los molinos y, sobre todo, a la salida de la ciudad, ya que el trigo almacenado en ella, y que se prestaba a los agricultores, lo era para sembrar, y por tanto del campo venía y al campo volvía. 

No debía ser muy crecida su dotación, o pasar por un mal momento económico, cuando el cardenal Jiménez de Cisneros la hizo un espléndido donativo en 1507: veinte mil fanegas de trigo (2), que vinieron a constituir una considerable ayuda a sus fines benéficos de prestar simiente, en las épocas de escasez, con un bajo interés, inutilizando así las operaciones, más gravosas, que realizaran los particulares. 

Se trata de una construcción de planta rectangular, sencilla y eminentemente funcional; es más bien cerrada hacia el exterior, por la cuestión del almacenaje de granos. Una serie de recios pilares, de sección cruciforme, compuestos de sillares de piedera en sus bases, distribuyen el espacio interior del edificio en una serie de naves, de alzados enjalbegados.

Exteriormente, sobre un pétreo zócalo se levantan los muros, de aparejo mixto, ladrillo-mampostería, siendo las rafas de este último material verdaderas cajas, de distribución uniforme en los paramentos.

El edificio, sin embargo, debía ser poco adecuado, cuando el buen corregidor toledano don Juan Gutiérrez Tello hizo construir, bajo el Miradero y con su fachada principal a la calle que hoy llamamos de Gerardo Lobo (y que entonces pasó a llamarse calle del Pósito o de la Alhóndiga, un amplio y fuerte local, que aún perdura, aunque destinado a almacén de enseres municipales y otros usos diversos.

 Compró para ello la mancebía y el hospital de San Leonardo o de los Desamparados y, bajo proyectos de Antonio Gracián (3), se levantó la Alhóndiga que ahora vemos, funcionando sin interrupción hasta 1808. En tal año, y a sus finales, entraron en Toledo 10.000 soldados franceses, al mando del mariscal Víctor, duque de Bellune. Hallaron entonces 1.512 fanegas de trigo, sobrantes sin duda de la sementera efectuada pocos meses antes, y se incautaron de ellas para su tropa. 

Quedó así sin capital el pósito, al que posiblemente no se reintegraran tampoco los préstamos, por los trastornos bélicos de aquellos años. Deseoso el Ayuntamiento de ponerlo de nuevo en funcionamiento, adoptó diversos arbitrios en 1832, recaudando con tal fin 20.052 reales. 

El primitivo edificio, construido entre 1575 y 1582, se vino abajo por completo en 1593.

En 1594Nicolás de Vergara el Mozo trazaba un sistema de contención para el Miradero, procediéndose después a la reconstrucción de la Alhóndiga, que concluyó en 1536.

Suprimidos los pósitos por decreto de 20 de enero de 1834, se invirtió lo recaudado en construir un cementerio en la Vega Baja, alquilando el antiguo edificio construido por Gutiérrez Tello (4). No conocemos las normas por las que se rigió desde su fundación, aunque 1ógicamente debiera tenerlas. 

Pero en el Archivo municipal toledano existe, o existió hasta 1936, el reglamento acordado por la ciudad el 2 de marzo de 1562, que por su indudable interés publicamos a continuación. Conocemos de él s610 su transcripci6n, efectuada por su escrupuloso archivero don Buenaventura Sánchez Comendador, con vistas a su publicaci6n por la Academia toledana, y que qued6 inédito en su archivo. 

En cuanto al funcionamiento de los pósitos en general nos remitimos al interesante estudio de Gonzalo Anes Alvarez, recientemente publicado, centrado especialmente en las causas de la decadencia de estas útiles instituciones en los siglos XVIII y XIX. Como colabaraci6n parcial a este valioso trabajo publicamos este reglamento del de Toledo, posiblemente uno de los más antiguos de España. 

Las dos portadas del edificio fueron acopladas al mismo en 1960, procedentes del que fuera convento toledano de los Trinitarios Calzados; son portadas platerescas, adinteladas; una de ellas con tímpano sobre el dintel y ambas con la cruz de la Orden Trinitaria

JULIO PORRES
http://www.realacademiatoledo.es/files/anales/0007/02.pdf

lunes, 28 de septiembre de 2015

El Condado de Orgaz, Toledo

Condado de Orgaz
Corona condal
Primer titular Álvaro Pérez de Guzmán y Suárez de Mendoza
Concesión Carlos I
Actual titular Gonzalo Crespí de Valldaura y Bosch-Labrús

Castillo de los Condes de Orgaz, en Orgaz, (Toledo).

Situación de Orgaz, dentro de la provincia de Toledo.
"Entierro del Conde de Orgaz", cuadro de El Greco, que representa el entierro de Pérez de Guzmán, IV Señor de Orgaz, amtepasado de los futuros Condes de Orgaz.
Iglesia de San Julián en Santa Olalla, panteón de los condes en los siglos XVII y XVIII

El Condado de Orgaz es un título nobiliario español creado el 17 de marzo de 1529 por el rey Carlos I a favor de Álvaro Pérez de Guzmán y Suárez de Mendoza, Señor de Orgaz y de Santa Olalla, en Toledo.

Su denominación hace referencia al municipio de Orgaz, en la provincia de Toledo.

Creación por Carlos I

I Álvaro Pérez de Guzmán y Suárez de Mendoza 1529- ?
II Juan Hurtado de Mendoza Rojas y Guzmán ? -1606
III Juan Hurtado de Mendoza Guzmán y Rojas 
IV Juan Hurtado de Mendoza 
V Esteban de Mendoza y Rojas 
VI Baltasar de Mendoza y Mendoza 
VII José de Mendoza Rojas y Sandoval 
VIII Agustín de Mendoza y Trelles 
IX María de Mendoza y Trelles 
X Josefa de Mendoza y Trelles 
XI José Crespí de Valldaura y Hurtado de Mendoza 
XII Cristóbal Crespí de Valldaura y Hurtado de Mendoza ? -1778
XIII Joaquín Crespí de Valldaura y de Lesquina 1778- ?
XIV Agustín Crespí de Valldaura y Carvajal 
XV Agustín Crespí de Valldaura Carvajal y Caro 
XVI Esteban Crespí de Valldaura y Fortuny ? - 1920
XVII Agustín Crespí de Valldaura y Cavero 1922-1954
XVIII Esteban Crespí de Valldaura y Cavero 1958-1959
XIX Gonzalo Crespí de Valldaura y Bosch-Labrús 1960-actual titular

Historia de los Condes de Orgaz

Álvaro Pérez de Guzmán y Suárez de Mendoza, I conde de Orgaz. Su única hija y heredera, Isabel Pérez de Guzmán, renunció a sus derechos, por ser monja, en favor de su tía María Pérez de Guzmán, (María de Castilla), que había casado con Juan Hurtado de Mendoza. 

Le sucedió su sobrino:
Juan Hurtado de Mendoza Rojas y Guzmán, II conde de Orgaz.

Le sucedió su hijo:
Juan Hurtado de Mendoza Guzmán y Rojas, III conde de Orgaz.
Casó con Leonor de Mendoza. 

Le sucedió:
Juan Hurtado de Mendoza, IV conde de Orgaz. 

Le sucedió:
Esteban de Mendoza y Rojas, V conde de Orgaz.
Casó con María Barroso Enríquez. 

Le sucedió:
Baltasar de Mendoza y Mendoza, VI conde de Orgaz.
Casó con María de Sandoval. 

Le sucedió:
José de Mendoza Rojas y Sandoval, VII conde de Orgaz.

Le sucedió:
Agustín de Mendoza y Trelles VIII conde de Orgaz. Sin descendentes.

Le sucedió su hermana:
María de Mendoza y Trelles, IX condesa de Orgaz. Sin descendientes. 

Le sucedió su hermana:
Josefa de Mendoza y Trelles X condesa de Orgaz.
Casó con Cristóbal Crespí de Valldaura y Brondo, IV conde de Sumacárcer, VIII conde de Castrillo, VI marqués de Villasidro, VI marqués de las Palmas, VI conde de Serramagna, barón de la Joyosa-Guarda, X barón de Callosa

Le sucedió su hijo:
José Crespi de Valldaura Bronco y Hurtado de Mendoza, XI conde de Orgaz, VII conde de Serramagna, VII marqués de Villasidro, VII marqués de las Palmas, IX conde de Castrillo, V conde de Sumacárcer. Sin descendientes. 

Le sucedió su hermano:
Cristóbal Crespí de Valldaura Bronco y Hurtado de Mendoza(f. en 1766), XII conde de Orgaz, VIII conde de Serramagna, VIII marqués de Villasidro, VI conde de Sumacárcer, X conde de Castrillo, conde de Peñarroja, conde de Santa Olalla, XI barón de Callosa.
Casó con María de la Portería de Lesquina y de la Gasca marquesa de la Vega de Boecillo, vizcondesa de la Laguna.

Le sucedió su hijo:
Joaquín Crespí de Valldaura y de Lesquina (1768-1814), XIII conde de Orgaz, IX conde de Serramagna, IX marqués de Villasidro, XI conde de Castrillo, VIII marqués de las Palmas, marqués de Musey, marqués de la Vega de Boecillo, VII conde de Sumacárcer, vizconde de Toyara, XII barón de Callosa.
Casó con Francisca Carvajal y Gonzaga, hija de Manuel Bernardino de Carvajal y Zúñiga, VI duque de Abrantes y de María Micaela Gonzaga y Caracciolo.

Le sucedió su hijo:
Joaquín Crespi de Valldaura y Carvajal (1795-1857), XIV conde de Orgaz, X conde de Serramagna, XIII conde de Castrillo, IX conde de Sumacárcer, IXmarqués de las Palmas, marqués de Musey, marqués de Vega de Boecillo, vizconde de Toyara, vizconde de la Laguna, barón de la Joyosa-Guarda, XIII barón de Callosa.
Casó con Margarita Caro y Salas, hija de Pedro Caro y Sureda, III marques de la Romana y de Dionísia Salas y Boxadors. 

Le sucedió su hijo:
Agustín Crespi de Valldaura y Caro (n. en 1833), XV conde de Orgaz, XI conde de Serramagna, XIV conde de Castrillo, X marqués de las Palmas, X conde de Sumacárcer.
Casó con Margarita de Fortuny y Veri. 

Le sucedió su hijo:
Esteban Crespi de Valldaura y Fortuny (1866-1921), XVI conde de Orgaz, XII conde de Serramagna, XV conde de Castrillo, XI conde de Sumacárcer,.
Casó con María del Pilar Cavero y Alcibar- Jaúregui, condesa de Sobradiel, baronesa de Castellví de Rosanes.

Le sucedió su hijo:
Agustín Crespi de Valldaura y Cavero (1897-1954), XVII conde de Orgaz, XVI conde de Castrillo, XII conde de Sumacárcer. Sin descendientes.

Le sucedió su hermano:
Esteban Crespi de Valldaura y Cavero (1897-1959), XVIII conde de Orgaz, XVII conde de Castrillo, X marqués de Villasidro (por rehabilitación a su favor en 1923), XIII conde de Sumacárcer, barón de Castellví de Rosanes.Casó con María Josefa Bosch-Labrús y López-Guijarro. 

Le sucedió su hijo:
Gonzalo Crespi de Valldaura y Bosch-Labrús (n. en 1936), XIX conde de Orgaz, XVIII conde de Castrillo, XIV conde de Serramagna, XI marqués de Villasidro, XIV conde de Sumacárcer, marqués de Vega de Boecillo, XVI barón de Callosa, y barón de la Joyosa-Guarda, barón de Castellví de Rosanes.
Casó con María Eugenia Cardenal y de Caralt.

Los Hammanes o Baños árabes

LOS HAMMANES O BAÑOS ÁRABES

Los musulmanes heredaron de los romanos su amor por la termas y en Al-Andalus, especialmente en el siglo XI, se pusieron en funcionamiento numerosos baños llamados "hammám" -las ciudades populosas contaban con un buen número de dichas instalaciones- muchos de los cuales fueron destruidos posteriormente, aunque algunos se han conservado en aceptable estado.

"No será tu ciudad una ciudad completa hasta que tenga un baño" Las Mil y una Noches

Ahora que estamos comenzando el Ramadán, no parece mala idea recuperar un post de hace varios meses y completarlo para ver una de las funciones básicas del agua en el Islam

Como todas las religiones del Libro, el agua tiene en el Islam un claro simbolismo purificador (la limpieza es parte de la fe, dice un hadid de Mahoma), y en torno a las misma se crearon desde muy temprano modelos constructivos, como los mikwe judíos (aquí tenéis el de Besalú) olos baptisterios paleocristianos (aquí podéis ver el de San Juan en Fuente, en Nápoles)

Si embargo el Islam fue mucho más allá, y a la simple limpieza prescriptiva ( que para la mayoría de los casos serviría las fuentes de abluciones sitas en los patios de las mezquitas) se unió toda una larga tradición grecorromana (las termas). Se mezclaban así elementos simbólicos y religiosos con otros más relacionados con la salubridad tanto social como individual, añadiendo los beneficios higiénicos y de relax que, a la postre, terminaban por convertirse de nuevo en cuestiones religiosas, como más tarde veremos.

Es también, como escribe Pedro Marínez Montalvez, un peculiar espacio social de escape y diversión, un espacio lúdico. 

 Salas

Los baños árabes seguían una disposición similar a las termas romanas aunque su construcción conllevaba una monumentalidad más modesta.

La primera sala que encontramos en los baños árabes es el vestuario, donde había armarios, perchas y otros enseres para que el usuario pudiera dejar sus ropas y prepararse para la entrar en las salas de los baños, propiamente dichas. El vestuario se completaba con instalaciones de letrinas.

A continuación se disponían tres salas que eran las destinadas a proporcionar diferentes temperaturas al cuerpo con el fin de hacerlo sudar, activar la circulación sanguínea, eliminar toxinas y tonificar:

Sala de agua fría. Llamada bayt al-baryt, que era equivalente al frigidarium romano.
Sala de agua templada o bayt al-wastani, como el tepidarium romano.
Sala de agua caliente o bayt al-sajun: cumplía similar función al caldarium romano.

Junto a la sala de agua caliente existía un horno y una caldera para calentar el agua que circulaba bajo el suelo.

La sala principal de cualquier baño, que ocupaba el centro de las instalaciones, era la correspondiente al agua templada (bayt al-wastani). Es también la estancia más grande, y donde la gente pasaba mayor cantidad de tiempo. En esta sala central, a la que se accedía tras pasar por las salas de masaje o sudoración, se descansaba, se bebía o se daban los últimos retoques de maquillaje o peinado.

Arquitectura

La arquitectura de los baños árabes fue bastante homogénea como se comprueba al comparar los que nos han llegado en buen estado de conservación. Las instalaciones se disponían en salas cuadradas o rectangulares no muy extensas, que se abovedaban con el apoyo muros verticales con arquerías -de medio punto o de herradura- que apoyaba en columnas exentas.

El material con que se edificaron estas estructuras casi siempre era el ladrillo enfoscado o enlucido superficialmente, salvo las columnas que podían ser marmóreas o de otros tipos de piedra.

Un espacio de comunicación, de contacto y de confidencia, en donde el progresivo ejercicio de desnudamiento puede producirse en el orden corporal como moral (...) Su indudable condición de ámbito erótico"

Como decíamos, para su construcción de la forma arquitectónica el Islam tomó el modelo de las termas romanas, con varias habitaciones (caliente, templada y fría) y un sistema de calefacción bajo el suelo (el famoso hipocausto romano) que movía el aire caliente procedente desde un horno.

Arquitectónicamente las soluciones son las típicas del arte islámico (columnas con capitel corintio o trepanado, arcos de herradura o apuntados, bóvedas de cañón, esquifadas, cúpulas…) 

Quizás su elemento más característico sean estas ventanas estrelladas o circulares (lucernas) que se abren en sus techos.

Su función es doble. Por una parte servían para hacer salir el vapor sobrante pudiendo abrir a voluntad el cristal que las cubría

.La segunda función era mucho más estética. Los vidrios que los cubrían solían ser coloreados y por ellos entraba la luz que se iba moviendo a lo largo del día (retomando un tema sumamente habitual en la literatura árabe, las metáforas celestiales)

El efecto debía ser verdaderamente deslumbrante. Haces de luces que recorrían el ambiente vaporoso llenándolo de color para (de nuevo) crear un gran canto a los sentidos.

El sonido del agua borboteando en las fuentes y albercas, la humedad y el calor que se siente en la piel, el olor de los pebeteros con incienso y aromas de hierbas mediterráneas, la luz filtrada y rebotada en el agua, en las paredes de azulejos… 

Sala de Camas. Baños de la Alhambra

.Todo conducía a un mundo hedonista en donde los sentidos gozaban en cada instante y, como afirma Lomba, era una forma de acercarse a la divinidad por medio de la saturación de los sentidos, comprender a partir de las maravillas del mundo que remiten a su Creador.

Baños de las Tenerías, Toledo
Y es que, al contrario de la que impondrá el Cristianismo y más tarde el Catolicismo o el Protestantismo, el Islam no condena a los sentidos o al cuerpo, sino que lo utiliza como parte del ser humano para acercarse a su dios, sin condenar el concepto de placer que es natural al cuerpo humano.
.

Curiosamente, en los últimos años se están comenzando a recuperar estas ideas. Un grupo empresarial español está iniciando una campaña de construcción de hammams al modo andalusí en ciudades como Córdoba, Granada, Madrid, recuperando sus sensaciones en medio de la moda de los balnearios y spa.

 Una experiencia sumamente interesante de experimentar, tanto a nivel histórico como estético y sensorial Lo puedes ver en http://www.hammamspain.com

http://m.arteguias.com/banosalandalus.htm
http://seordelbiombo.blogspot.com.es/2012/07/el-isla-la-civilizacion-del-agua-4-los.html

domingo, 27 de septiembre de 2015

Orígenes de la Plaza de Toros de Toledo hace siglo y medio (1865-2015)

El coso de Toledo cumplirá 150 años de vida en 2016; el proyecto comenzó a fraguarse tras las fiestas de agosto de 1865 y los primeros trámites para su construcción comenzaron en septiembre

RAFAEL DEL CERRO

La plaza de toros de Toledo, en la actualidad

En una publicación editada en 2011 por la Comunidad de Propietarios de la Plaza de Toros de Toledo sobre la historia este coso, recogíamos el proceso que hizo posible que 18 de agosto de 1866 se inaugurase formalmente por lo que, el próximo 2016 cumplirá siglo y medio de vida. 

Así pues, en el presente mes de septiembre se sitúa la génesis de una iniciativa que, en menos de un año logró erigir un coso permanente al igual que iban haciendo otras ciudades españolas, dejando atrás las plazas urbanas o los provisionales palenques. 

Ya en 1836 Francisco Montes Paquiro recomendaba hacer las plazas de «cantería, cuando menos hasta los primeros balcones», en el «campo, a cierta distancia de la población». Y es que el toreo se iba profesionalizado, reglamentando y gestionado por nuevas sociedades o empresarios. 

En este contexto, la última corrida habida en Zocodover, a la usanza de siglos pasados, fue en 1833 por el nacimiento de Isabel II. Entre 1840 y 1841, el empresario Casimiro Martín de Vidales explotaba una efímera plaza de madera en el exconvento de Trinitarios, actual manzana de los Juzgados.

 En 1846 se montó otro fugaz coso con 559 asientos en el Corralillo de San Miguel, lugar cercano a la Casa de Vacas o matadero de reses, en el paseo de Cabestreros, donde, en ocasiones, a hurtadillas, algunos empleados solían capear el ganado antes de ser sacrificado. En 1858 el industrial Víctor Donaire intentaba, sin éxito, levantar una plaza de toros en San Lázaro para dar «utilidad y ornato a la población». 

En 1864, se anota una becerrada en el patio del desmoronado palacio del Rey Don Pedro o «Picadero de San Andrés», promovida por La Toledana, una sociedad de aficionados presidida por Francisco Velázquez Lorente, constituida en 1862 con el objeto de que los propios asociados pudiesen torear, eso sí, siempre que estuviesen al corriente de sus cuotas.


Fue tras las fiestas de agosto de 1865 cuando cristalizarían las bases de una nueva iniciativa para construir un coso taurino en Toledo. La razón estuvo en el perfil social y económico de los promotores que, el día 31 del aquel mes, acudieron a una sesión abierta, presidida por el gobernador civil, en el viejo coliseo de la plaza Mayor.


 Concurrieron los mayores contribuyentes identificados con el comercio y la gestión de las instituciones, siendo el propio alcalde, Gaspar Díaz de Labandero, quien expusiese el motivo del encuentro, pues entendía que levantar una plaza de toros era otro medio más para dar vida a la ciudad. El primer edil indicó que el sitio más idóneo eran los terrenos inmediatos a San Lázaro, habiendo pedido ya un proyecto a los arquitectos provincial (Santiago Martín) y municipal (Luis Antonio Fenech). 

El entusiasmo cundió de inmediato, pues ya hubo 300 suscriptores dispuestos a tomar alguna de las 884 acciones (de 500 rs. de valor nominal) previstas para crear la nueva entidad. Seguidamente fue aprobaba una comisión constituyente de veintitrés miembros nutrida de propietarios como José Bringas, Lino Pérez, el Vizconde de Palazuelos, Antonio García Corral, Gabriel Ledesma, además de industriales, comerciantes, constructores, letrados (Martín Gamero y otros, algún librero (José Hernández) y agentes de negocios como González Pedroso que ya regentaba el primer gabinete fotográfico de Toledo. Fue elegido presidente por aclamación Díaz de Labandero que se volcó de lleno en el proyecto además de las muchas obras que se hacían en la ciudad.

La evidente solvencia de los socios y su ascendencia en la vida local, explica que, tan sólo, en septiembre de 1865, se superasen los trámites más inmediatos. El día 1 se solicitaba al Ayuntamiento un solar junto a San Lázaro, considerado como vertedero. El 2 se reconocía y medía el terreo por ambas partes. El día 5 se inscribía formalmente la sociedad«Labandero, Bringas, Villasante y Compañía» para construir una Plaza de Toros. 

El 25 se elevaba a escritura pública la cesión del terreno (25.000 m2 valorados en 106,744 escudos) por un canon anual de 3,002 escudos. El 30 de septiembre se entregaba el proyecto de una plaza para 8.000 espectadores (Toledo contaba con 15.000 habitantes) con dos pisos de gradas y dos pabellones salientes para las puertas principales, sacándose las obras a subasta ese mismo día. El coste superaba el millón de reales, cantidad muy alejada de los poco más 400.000 reales disponibles. Sin embargo, se acordó que para abaratar costes y no pausar el proceso, que tan sólo se construyesen los tenidos y una planta de gradas.

Entre octubre y diciembre de 1865 se hizo el replanteo del solar, se removieron las tierras y llegaban materiales como la piedra traída de Navahermosa, la cal de Argés o maderas de Aranjuez. En el plano administrativo, el arquitecto Luis Antonio Fenech cerraba un nuevo proyecto más económico, quedando a la espera de la aprobación definitiva del Ministerio de Fomento. 

La ejecución de las obras se aceleró a partir de enero de 1866, siendo inspeccionadas por al arquitecto ministerial Francisco Jareño en el mes de mayo y en las vísperas de su inauguración. Paralelamente, desde abril, funcionaba una Junta Exploradora también presidida por Gaspar Díaz de Labandero encargada de organizar los primeros festejos que hubo hasta finales de 1866. 

En ese momento la Junta Constructora se disolvía tras recibir formalmente las obras proyectadas un año antes, dándose en ese momento los pasos para que, a partir de 1867, se arrendase la plaza a empresarios privados conforme a las condiciones que se estipulasen.

La pequeña historia de esta centenaria plaza ya estaba en marcha.

RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN / TOLEDO
Día 07/09/2015 - 21.09h
http://www.abc.es/toledo/ciudad/20150907/abci-origenes-plaza-toros-hace-201509072100.html

Toledo, Poco antes de medianoche

Regresé a la fonda poco antes de medianoche; era luna nueva y como en las noches de luna (aunque en aquellas callejuelas no penetre la luz del astro de plata) Toledo no está iluminada, tuve que caminar poco menos que a tientas como un ladrón, con la cabeza llena de fantásticas baladas, en las que vienen descritas las calles de Toledo, recorridas durante la noche por caballeros embozados en sus capas, que cantan bajo las ventanas de sus damas, se baten, se matan, suben a los palacios y raptan a las jovencitas... 

Me imaginaba que tenía que oir sonidos de guitarras, ruidos de espadas y gritos de moribundos. 

Nada de esto: las calles estaban desiertas y silenciosas, las ventans oscuras; apenas se oía, de vez en cuando, en las esquinas y en los cruces, algún que otro ligero rumor o fugitivo susurro del que no se podría asegurar de dónde provenía. 

Llegué a la fonda sin haber raptado a ninguna toledana, hecho un tanto decepcionante, pero también sin acabar con algún agujero en el vientre, lo que sin lugar a dudas tenía algo de consolador.



Edmundo de Amicis. España. Diario de viaje de un turista escritor (1872)











Fuente:

sábado, 26 de septiembre de 2015

El Mal de Ojo en Toledo (y II)

Pelahustán: Dice don Servando Fernández, cura del pueblo en 1782, que goza de buen clima y que sus habitantes están sanos ya sea «porque no hay médico o por las aguas tan cristalinas ... que hacen poco estrago las enfermedades».

La fama de los médicos de la época se pone en evidencia. Ex-voto en la ermita de San lIIán, en Cebolla, que hace referencia a la curación milagrosa de un joven mordido por un perro. Las tercianas se curaban en este pueblo con un agua, producto de la cocción de cardo santo, centáura, achicoria, grama y «corregüela». Tomándose un vaso por la mañana y otro por la tarde.

Rielves: Las aguas de una fuente junto al arroyo, dicen tener propiedades contra «el mal de la piedra».

Robledo del Mazo: Contra las enfermedades más comunes como los dolores «pleuríticos», cólicos y tercianas, luchan los naturales,

En Villa franca de los Caballeros, con aguas sulfato-magnésicas recomendables para la piel. Los baños de «La Pólvora», en El Real de San Vicente, recomendados para afecciones renales, ciáticas y reúmas. Los de Robledillo, en San Pablo de los Montes, cuyas aguas son buen remedio contra los dolores de cabeza, el reúma y enfermedades cutáneas. «Fuente de Oro», en La Nava de Ricomalillo, de aguas «férricas>, con propiedades ginecológicas y contra las enfermedades de la piel.

Es curioso un recetario manuscrito, procedente del archivo de don Miguel Méndez, depositado en el Municipal de Talavera de la Reina, en el que su anónimo autor, de finales del siglo XVIII o principios del XIX, enumera una serie de remedios de utilidad doméstica tomados de la medicina tradicional popular.

En él encontramos que para matar las chinches aconseja una mezcla de aceite, azufre y vino picado, aplicándolo en los lugares donde anidan. Otra dice mezclar pez derretida con zumo de cohombros o pepinos amargos que hacen el mismo efecto. Para disimular las heridas cicatrizadas dice utilizar la jara un poco verde y resinosa que, untada con vino, «disminuye su fealdad».

Los sabañones se curan, según este recetario, con higos quemados y mezclados con cerdo (?). Para teñir los cabellos de negro se hace una maceración de agallas de roble en vinagre con agua. También las hojas de morera cocidas con agua llovida o las hojas de vid y de higuera negra producen igual efecto.

Tampoco falta la receta contra la caída del pelo, que utiliza el despojo de vlbora pulverizado y ajo mezclado con aceite «laurinm), puesto sobre la cabeza. Otra curiosa sobre el mismo utiliza la cabeza de liebre quemada y ajo, aplicado con unto de oso y vinagre. Las mordeduras de víbora dice el cuaderno que se curan, con cuajo de liebre dado a beber con vinagre. "El mismo cuajo dado a beber tres días después de parto hace en adelante ser la mujer estéril».

Los mismos efectos producen un salmonete «ahogado) en vino y dado a beber. Otro método anticonceptivo se aplicaba con hierbabuena «metido en la natura de la mujer un poco antes que se junte con el varón», según el manuscrito.

Para acrecentar la leche de la mujer se debían quemar las «uñas delanteras de la baca», mezclar un líquido (no dice cuál) y beber. «Los salvados hervidos con el cocimiento de ruda relaxan las tetas endurecidas después del parto. Sirve también para los tortijones de vientre».

Una receta para el mal de orina aconseja freír hojas de puerro con aceite de alacrán y aplicado caliente a la vejiga en forma de emplasto. Las hemorroides las curaban con flor de poleo mezclada con tuétano de ternera. Para la mordedura de un perro rabioso se aplicaba un emplasto de hoja de toronjil, además de beberlas con vino. La dentadura se endurecía masticando hojas de zarza.

Para fortalecer la naturaleza debilitada recomienda buenos alimentos con especias finas y un bálsamo mezclando ceniza de «estelióo», aceite de corazoncillo, yerbas de San Juan y «gato de algalia». Con este ungüento debían frotarse los riñones y el dedo gordo del pie izquierdo «una ora antes de obrar».

Recetas de las que nadie conoce hoy las consecuencias de su aplicación y efectos en el organismo, ya que el anónimo autor no realiza comentario alguno sobre ello y por lo tanto deben tomarse como una simple curiosidad supersticiosa.

Lo que nos queda

De estas situaciones tradicionales partieron, como ocurrió en diferentes ramas de la medicina al abandonar todo vestigio mágico o supersticioso, nuevos campos terapéuticos después de los consiguientes procesos de análisis y experimentación. Apareció el naturismo y los naturópatas, sus aplicaciones fitoterapéuticas, hidroterapéuticas, etc., con la seriedad y rigor académico propio de cualquier especialidad.

Por otro camino discurrió el curanderismo rural, emigrante a zonas urbanas donde llevó sus conocimientos, asentándose en los grandes cinturones industriales, manteniendo en ellos sus prácticas.

Hijos de aquél, más o menos evolucionados, son una nueva clase de curanderos más sofisticados en sus ofertas terapéuticas, con influencias orientalizantes y nuevas tecnologías. Existen otros grupos que buscan caminos por el esoterismo, algo así como la actualización de la magia, donde abundan las llamadas doctrinas secretas, paraciencias, astrología, espiritismo ... , a cuya sombra vive el correspondiente comercio donde venden desde el sello del rey Salomón hasta un método para comunica,se con las plantas, pasando por todo tipo de amuletos, talismanes, amplia bibliografía, «tecnología», estudios alquímicos ... De la magia negra apenas tenemos noticias.

No hace mucho una revista publicaba que un experto del Vaticano había afirmado la existencia en Toledo de un «papa negro» y otro en Turín, relacionados con centros satanistas, que se auto invisten y proceden del campo del ocultismo. Lo que el experto apunta con esta afirmación es la posibilidad de que existan no dos, sino doscientos «papas negros».

 Pero es una curiosidad folklórica del ambiente creado en torno a la magia negra en Toledo y alguno de sus extremos episódicos que apenas trascienden. El mismo informante asegura que no sólo es Toledo la ciudad que puede tener influencias misteriosas o de ritos relacionados con estas creencias, sino que sin afirmarlo rotundamente asegura que otras poblaciones consideradas como focos de curanderismo también mantienen un hálito misterioso, especialmente aquéllas que tuvieron resonancias templarias o episodios históricos relacionados con ciertos procesos inquisitoriales por brujería, hechicería o curanderismo.

Clasificando Illescas y Carranque como de primer grado, Orgaz de segundo; Torrijas, Caudilla y Val de Santo Domingo, de tercero; Cebolla y Malpica, de cuarto, y San Martín de Montalbán, Navahermosa, Talavera, Oropesa y Real de San Vicente, de quinto.

A decir verdad en estos pueblos apenas existe conciencia de su pretendida tradición ocultista. Es cierto que en algunos, aún hoy, el curanderismo psíquico o espiritual es tomado como algo común, con más o menos incidencia en la población, sin otro tipo de trascendencia ni pretensión.

El experto del Vaticano ha leído mucha literatura y realizado poco trabajo de campo. Pero aquí está el testimonio actual de la preocupación por estos temas. Sobre los curanderos actuales en la provincia de Toledo existe poca bibliografía, aunque hay referencias en algunos directorios dedicadas a estos «profesionales», sin coincidir numéricamente con otros estudios recientes, cuyo censo sería pretencioso intentar ya que la desconfianza u otros condicionamientos sociales impiden realizar un catálogo que refleje la verdadera dimensión de este fenómeno en nuestra provincia.

Mientras unos aportan hasta trece nombres de curanderos y curanderas, los hay que lo elevan a veintisiete, contabilizando videntes, componedores de huesos y luxaciones, más los que emplean las hierbas y emplastos diversos para curar. Sin embargo si incrementásemos las saludadoras, los «especialistas en verrugas, «sobos, etc., ascenderían a cerca de un centenar.

Los métodos que emplean están relacionados con el uso de hierbas, aguas milagrosas, fotos, estampas, cartas, aceite yagua, pomadas y ungüentos con fórmulas personales, imposición de manos, pastas o galletas y leche, masajes, oraciones, ajo, pólvora, tinta y vinagre, exhorcismos, alcohol de romero, sal y vinagre ...

Algunas «consultas utilizan un contestador automático para atender todas las llamadas e incluso curan por teléfono y no extraña ver filas de pacientes esperando ante la puerta de algunos famosos curanderos toledanos, guardando turno con la esperanza de encontrar remedio para la salud.

Especialistas en huesos los encontramos en Sonseca, Bargas, Almonacid, Talavera de la Reina, Añover de Tajo, Ventas con Peña Aguilera, Castillo de Bayuela, La Puebla de Montabán, Carpio de Tajo, Campillo de la Jara ... Curan herpes en Polán, hepatitis en Puente del Arzobispo, el «cáncer exterior) una curandera de Talavera de la Reina.

Los que eliminan verrugas son un nutrido grupo muy repartido por la geografía provincial. De igual modo ocurre con las saludadoras que curan el mal de ojo, cuyo número es difícil de precisar. En curar jaquecas existe un «especialista)) en Dosbarrios. Incluso no falta quien asegura curar el sida en Talavera de la Reina

Ventura Leblic García 
http://www.realacademiatoledo.es/index.php/publicaciones/temas-toledanos/1728-medicina-popular-en-la-provincia-de-toledo-por-ventura-leblic-garcia.html

Fotos antiguas de Orgaz (Toledo)

viernes, 25 de septiembre de 2015

Utensilios, Aperos y Máquinas del Ayer. La Fresquera

.."YA NO HAY UNA FRESQUERA 
QUE SE ASOME CURIOSA A LA VENTANA
NI UNA DESPENSA CON ESTALACTITAS
DE JAMONES, PERAS DE INVIERNO Y PASAS"...


Estos versos pertenecen a una poesía costumbrista incluida en el libro  "Calles y versos en Madrid".

Escrito por Juan Antonio Lázaro Lacalle, que, ya hace unos cuantos años, retrataba la llegada de nuevos aparatos y costumbres  a la vida cotidiana de los hogares, en  detrimento de la más hogareña y de mayor convivencia familiar existente hasta entonces.

En estos tiempos que corren, en los que la tecnología forma una parte muy importante de nuestras vidas, y de la cual dependen muchas de las actividades que desarrollamos a diario; imaginándonos ese futuro en el que hasta la cosa más nimia estará informatizada y regida por los ordenadores; objetos como el que hoy nos ocupa, traen a nuestra memoria aquellas cosas que antaño formaban parte de la vida cotidiana de las personas, y que hoy se han visto sustituidas por modernos electrodomésticos que facilitan nuestra existencia siendo, sin embargo, el origen de todo aquello de lo que disponemos en la actualidad...

Hoy, en nuestra sección de "Utensillios, Aperos y Máquinas del Ayer" vamos a hablar de las "fresqueras", un antiguo"electrodoméstico" que no faltaba en las casas de entonces.

Los que visitáis VÐT con asiduidad, ya sabéis la gran fascinación que ejercen sobre mi este tipo de objetos, pero lo que sólamente los más allegados conocéis, es que antes de asomarse a nuestra ventana, y a fin de aparecer todo lo"guapos" que se merecen; la mayoría de estos objetos son sometidos a un laborioso y (al menos para mi) divertido proceso de restauración.

Hace más de veinte años, fuí iniciada por una querida amiga en la recuperación de estos objetos que para muchos no son más que trastos viejos, pero que para mi significan además recuperar muchos momentos de mi infancia e incluso de la de mis antecesores; y que he procurado dar a conocer a mis hijos a fin de que no sólo sepan de su existencia; si no de que valoren todas esas facilidades y comodidades de las que disfrutan hoy en día.

Con el paso de los años, he conseguido que el resto de miembros de la familia se apunten a esta gratificante afición, que ha pasado a formar parte de muchas de las horas de asueto semanales.

Por otra parte, con los medios de los que disponemos hoy en día es muy fácil descargarse, sin más, imágenes de la red; imágenes que otros han subido y que traen amablemente hasta nosotros para satisfacer nuestra curiosidad; pero desde mi punto de vista ¿qué menos que aportar algo a cambio como contraprestación?. 

Y por ese motivo, siempre en mis post aparecen fotografías originales, para que esas mismas personas u otras diferentes, puedan continuar ampliando sus conocimientos e informaciones gráficas...

La Fresquera

Cuando no se contaba con los actuales sistemas frigoríficos o ni siquiera con la energía eléctrica, la fresquera era el sistema más utilizado, al igual que la despensa, para la conservación de los alimentos. 

Más tarde incluso el nombre de cámara o fresquera pasó a darse a los primeros frigoríficos, en forma de analogía. Ante la ausencia de neveras, las fresqueras servían para guardar en su interior alimentos como la carne, el pescado, el queso, los huevos, la mantequilla, e incluso alimentos ya preparados para que estuvieran frescos. 

En su exterior estaba recubierta por una tela metálica. De esta manera se encontraba protegida del ataque de los insectos. Dicha malla o tela metálica era muy tupida.

La fresquera y el botijo eran elementos fundamentales del confort familiar a la hora de mantener frescos tanto los alimentos como el agua.

Podemos distinguir tres tipos principales de fresqueras:

* Las que se encuentran integradas dentro de la estructura de la vivienda, pero con comunicación con el exterior.

* Las que se hallan en el exterior del edificio pero próximas al mismo.

* Y aquellas que se limitan a una especie de caja, más o menos grande, por lo general de madera, u otro material, y que pueden ser trasladadas de un lugar a otro.

En la actualidad, la gente considera que los buenos pisos son los orientados a mediodía, para que la luz del sol llegue hasta todas las habitaciones, pero antes los más estimados eran los que miraban al nordeste, ese punto del horizonte que traía los vientos fríos que permitían que las sobras de la comida se conservasen perfectamente en la fresquera.

La fresquera solía estar en la cocina, en la bodega, en los cuartos más frescos e incluso en la escalera. En las casas grandes, en la planta baja se hacía una pequeña habitación ahondando dos ó tres escalones. En esta habitación, orientada al norte, había una pequeña ventana cubierta con una malla.

Las fresqueras de obra debían estar en un sitio especialmente diseñado, resguardadas de la luz y del calor del sol, y a tal efecto habían de hallarse orientadas al Norte y, de no ser esto posible, al Este.
En cualquier caso en comunicación con el exterior; para servirse de ellas también debían estar cerca de la cocina para que su servicio fuera más cómodo.

Aún hoy en día, en muchas casas de antigua construcción, se pueden contemplar las fresqueras, si bien en muchos casos los huecos en los que estas se encontraban, han pasado a ser el alojamiento de modernos aparatos de aire acondicionado

Por el contrario, las fresqueras portátiles se limitaban a ser una especie de cajón de tamaño variable, según las necesidades, que se colocaba en la parte norte de la casa. 

O en algunos casos una especie de mueble más o menos decorado; dependiendo del gusto y poder adquisitivo del propietario.

La fresquera contenía en su interior una o más baldas para guardar los alimentos crudos, o ya cocinados, en sus cazuelas. 

La puerta, y en muchos casos tambien todo su perímetro, estaba cubierta con una malla pequeña para que no entrase ningún bicho.

En ocasiones, presentaban una especie de gancho del que se colgaban las viandas para que se oreasen por todas partes.

Las usaban también en verano en las bodegas para mantener los alimentos frescos y parte de la matanza, como por ejemplo el tocino salado.

Dentro de las fresqueras móviles, las hay de muchos tamaños y formas, pero las más comunes, por lo que podemos apreciar por las imágenes que aparecen en internet, parecen ser las que son similares al modelo que aparece al principio de este post; es decir, de forma ovalada y cubiertas, como ya hemos dicho, por una malla metálica de trama fina en todo su contorno.

Las hay de forma de prisma; y otras construidas con diseños caprichosos y divertidos.

Tambien se las denomina"carneras".



Hoy en día aún se siguen fabricando en muchos lugares del Levante español dedicadas principalmente a coleccionistas y nostálgicos...

Publicado por Beatriz Galindo a las 7:59
http://villadtembleque.blogspot.com.es/search/label/Beatriz%20Galindo?updated-max=2012-06-07T07:00:00%2B02:00&max-results=20&start=4&by-date=false

El Mal de Ojo en Toledo (I)

EL MAL DE OJO 

Al estudiar el curanderismo no podemos dejar a un lado el fenómeno del mal de ojo, que podemos clasificar como de práctica curativa de origen anímico.

El mal de ojo o aojamiento se creyó que era consecuencia de la acción de una hechicera o bruja que transmitía un deseo maléfico y perjudicial para un individuo o animal, manifestándose en estados psíquicos y físicos alterados, con efectos negativos para la propia salud. 

Incluso el hechizo llegaba a los seres inertes, aojándoles también. Este concepto, muy evolucionado, ha llegado hasta nosotros y por analogía con la tradición hechiceril, hoy se cree que aojan personas con deformaciones físicas, con aspecto extraño o poco agradable.

Los síntomas del mal de ojo suelen manifestarse como malestar general, adelgazamiento, pérdida de apetito, melancolía, dolores intensos de cabeza y vientre.

La saludadora debe descubrir si son causa de un aojamiento, si no fuese así se abstendría. De esta manera la curandera se convierte en la persona que devuelve la salud 'y vehículo contra el mal, contra el hechizamiento, en la antibruja.

Es la mujer con «poderes)} para devolver, mediante un ritual mágico-religioso, la salud perdida a causa de un acto procedente de otro individuo con «poderes» negativos. Esta es la síntesis de la superstición más conocida y popular en Toledo y en otras muchas regiones de España.

Contra el mal de ojo se protegían las gentes con amuletos de diversa índole, como aquellos fabricados de coral en forma de cuerno, las higas, cintas de colores, las campanillas, chupones de cristal, castañas de indias, escapularios, evangelios, relicarios, cuernos de ciervo o de chivo negro, etc. El ritual de las saludadoras varía según las regiones donde se practica.

El que aún perdura en los Montes de Toledo toma como protagonista al agua, al fuego y al aceite; elementos contrapuestos que se conjugan para una acción curativa. A su vez son parte de la liturgia cristiana que los utiliza precisamente el Sábado Santo como símbolo de resurrección de Cristo, clave de la fe católica y de otras confesiones cristianas.

El agua se deposita en un recipiente y el aceite se toma del candil encendido. Se introduce el dedo del paciente en el agua y la saludadora deposita con el suyo, mojado en el aceite del candil, tres gotas, repitiéndose hasta tres veces. Si las gotas se deshacen es señal de aojamiento, entonces se trazan tres cruces en la 31 frente del aojado y recita la oración secreta, acompañando algunos padrenuestros y credos.

De las diferentes oraciones que conocemos todas tienen en común invocaciones a los santos y a la Virgen, recitadas en forma de pareados, creando asociaciones entre diversos lugares del cuerpo, situaciones temporales y los santos que mejor riman en ese momento.

Recordemos la que hemos reproducido de Gálvez. Unas variantes de interés son las oraciones «retorneadas}}, en las que se asocian los doce primeros números a pasajes bíblicos o devociones relacionadas con el número que se recita, ahuyentando al demonio en cada número.

La kábala está presente en este ritual a través del número tres o de sus múltiplos y sobre todo del nueve, con el que se produce el trinomio 3, 6, 9, que se debe interpretar, según los estudiosos, como los tres principios o componentes del hombre, subdivididos en tres elementos cada uno:

Tres físicos, tres psíquicos y tres espirituales, por tanto a un hombre vivo o completo se le designará con el número nueve, por ser la suma de los elementos anteriores. Tres veces tres, se hacen las cruces en la frente del paciente, según algunos rituales del mal de ojo, o tres veces se depositan las gotas de aceite en el agua. Un hombre vivo mermado en alguno de los elementos necesita, para volver a su estado normal, la restitución del que le falta.

Tiene por tanto este tipo de curanderismo algo de mágico, de exorcismo cristiano y de tradición hebrea, tan ligada a la cultura toledana.

Del poder curativo de las hierbas y el agua 

Entre el curanderismo popular ocupó un lugar preferente, como remedio para aliviar ciertas dolencias, el uso de las plantas y el agua, acompañado a veces con un componente seductor con el fin de apoyar el tratamiento y su eficacia real.

Aunque en la antigüedad se pensó que la mayoría de las hierbas tenían propiedades e interés curativo, lo cierto es que esta condición la tienen sólo aquéllas con las que se ha experimentado con éxito. Poco a poco se han ido olvidando las propiedades milagrosas o extraordinarias de las plantas, en razón de su forma, por algunas semejanzas con órganos humanos, etc.

Sus virtudes sólo se pueden explicar por la presencia de ciertos compuestos químicos que son los principios activos, como los alcaloides, glucósidos, esencias, ácidos, resinas, mucílagos, grasas ... , unas con más y otras con menos energías o espíritu curativo, que se acumulan o localizan en las diferentes partes de la planta y que todo sanador debe conocer.

En las terapias toledanas del siglo XVIII encontramos hierbas y tratamientos hidroterápicos que se emplearon, junto con otros remedios más o menos agresivos, tanto por los médicos como por los curanderos, para aliviar las enfermedades más comunes que se daban en nuestra geografía, como «tercianas}) o «calenturas catarrales}), los «males de costado), «fluxiones a las muelas}), «tabardillos}}, dolores articulares, carbuncos, hidropesias, «garrotillos~, «perlesias», «alferecias», flatos ...

Haciendo un recorrido por la geografía de nuestra provincia recogiendo los medios más usuales para las enfermedades reseñadas, y tomando como muestra lo más singular de algunos pueblos, según el informe emitido por los párrocos en las contestaciones solicitadas por el arzobispado de Toledo en el último cuarto del siglo XVIll, hemos de anotar los siguientes apuntes, cuando encontramos en los remedios terapéuticos alguna particularidad:

Aldeanueva de San Bartolomé: Existe una fuente con aguas medicinales que llaman «ferrumbosas».
Persistió hasta entrado el presente siglo una especie de balneario donde acudían los afectados de dolores reumáticos y articulares. Más tarde el edificio desapareció y no quedó sino la fuente protegida por un brocal y tejadillo.

Cabañas de Yepes: Las aguas de las fuentes Nueva y Vieja son «muy especiales y medicinales como confiesan y dicen los médicos y cirujanos ... ».

Casar de Talavera: Se dice que hay una fuente llamada de la Mora en la falda del cerro de la atalaya, cuyo agua «es diurética y muy medicinal principalmente para poner en movimiento la orina y también el vientre ... continuamente se están llevando ete agua a todas partes y principalmente a Talavera ... El señor Infante mandó estos días que le /levasen una carga».

Caudilla: De una fuente inmediata al camino de Magueda se aprovechaba el agua para no engordar: «No permite la grosura en quien se acostumbra a el/as».

Ciruelos: El agua de la fuente de Valderretama se tomaba como medicinal para personas «achacosas de varias dolencias interiores»,

Espinoso del Rey: Una fuente llamada «Xerumbrienta», cuyas aguas curaban las obstrucciones, dolores de estómago (abrían las ganas de comer), la hidropesia, el mal de orina y otros achaques, fue famosa por el estudio que se hizo de sus aguas en el siglo XVlII y los tratamientos hidroterápicos recogidos en una órbita impresa en 1789, escrita por Paz Rodríguez, farmacéutico talaverano, titulada «Disertación de las aguas de la villa de Espinoso del Rey».

Hontanar: En la calle del Venero hay una fuente cuyas aguas dicen curar los males del estómago.

Illescas: El agua de la fuente de Alama Blanco, que está al poniente de la villa, «es medicinal para flatos y obstrucciones .. ,».

Marjaliza: Dos fuentes, la de Hediondo y la Becerra, tenían propiedades para curar obstrucciones, «bebiéndolas a todo pasto», Pero las aguas de la fuente de la Pontidueña surtían buen efecto «contra la sordera o impedimento de los okios»,

Méntrida: Curan las tercianas con «sal de la higuera», El origen de esta enfermedad lo atribuye el señor Cura al «exceso de comer higos, pepinos, melones, que lo hacen muy bien, como los hay de sobra y mucho desgobierno en no comer a la hora que debieran, pues se advierte que quien bien se rige, tiene salud», He 34 aquí un clérigo del siglo XVIII preocupado no sólo por la salud espiritual de sus feligreses.

Monlearagón: Sólo hay dos pozos del común, las aguas «de uno sirven para beber los racionales y el otro para los irracionales», El agua era ordinaria, pero es curiosa la apreciación.

Navahermosa: «En sus montes hay tal número de hierbas medicinales que los boticarios, siguiendo a los naturales, suelen buscar para sus establecimientos», Las más usuales son la verbena, peonia, escorzonera, centáura mayor y menor y otra que llaman «yerba para detener el flujo de la sangre de las heridas».
Existen también unas «matas de monte que dicen carquesas que echa unas flores pajizas y semiblancas y aseguran que sus ramas cociéndose en agua, aplicándose y dándose con el agua baños, se curan los dolores y afecciones reumáticas»,

Los Navalmorales: En el término de este pueblo se daban numerosas hierbas medicinales, reseñando entre ellas el ajenjo, culantrillo, altea, amaranto, artemisa, apio, «betronica», «lengua de buey», «berza perruna), polipodio, tormentilla, carquesa, cardo de María, centaura mayor y menor, celidonia, cicuta, consuelda, malva, manzanilla, diente de león, adormidera, acedera, borraja, cantueso, violeta, yerbabuena, sándalo, pericón, cardiaca, lamparo, agrimonia, etc., etc.

Los Navalucillos: Dice el informante que «de yerbas extraordinarias ... podría surtirse una botica sin tener que gastar maravedies en sus compras». Se encuentran en sus montes la zarzaparrilla, raíces de escorzonera y duélamo.

Noblejas: Sólo dicen que el agua de la Fuente Santa es muy delgada, «de modo que suaviza el garbanzo por duro que sea. Algo es algo.

Nombela: Un erudito botánico, cura de la parroquia, plantó tres árboles que llaman «agnocastro», cuyas ramas restregadas en los frutales «han experimentado tener virtud para quitar la oruga ... ».

Orgaz: El cura de Orgaz, autor de la contestación al interrogatorio de Lorenzana, se pronuncia contra la abusiva práctica de las sangrías indiscriminadas, diciendo que éste «es un bello y admirable modo de curar matando muchos enfermos ... ». Pone el ejemplo del carbunco, enfermedad que los médicos remediaban con sangrías, lo que llevaba al enfermo a las puertas de la muerte o fallecía. Sugiere un tratamiento alternativo que ofrece un vecino de Los Yébenes, oriundo de Orgaz, que fue médico en Argel, que es aplicar un «grano de Solimam sobre el carbunco durante veinticuatro horas, tratamiento que había sanado a muchos enfermos.

Ventura Leblic García 
http://www.realacademiatoledo.es/index.php/publicaciones/temas-toledanos/1728-medicina-popular-en-la-provincia-de-toledo-por-ventura-leblic-garcia.html
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