sábado, 11 de febrero de 2017

Orígenes de la Plaza de toros de Toledo: últimas plazas provisionales

Resultado de imagen de plazas toro provisionales 1885 toledoLas últimas plazas provisionales hasta 1865 

El primer tercio del siglo XIX continuó repitiendo los mismos esquemas taurinos de las centurias anteriores: plazas de madera ubicadas en distintos lugares y festejos ocasionales, motivados por acontecimientos regios o benéficos. En este segundo caso estarían las corridas y novilladas celebradas en 1824 para recaudar fondos en favor de los BataUones de Voluntarios realistas a. 

En 1833, algunos autores sitúan las últimas corridas celebradas en la plaza de Zocodover, año en el que Isabel II era declarada como futura reina 15; sin embargo, hemos podido constatar que con motivo de su jura se celebró aUí una novillada ellO de noviembre de 1843, la cual reavivó las viejas disputas sobre los alquileres de balcones en la dicha «Plaza Real de Zocodover» 16. 



Posiblemente en este año de 1843 ya no existiría el coso de madera, del que inmediatamente daremos cuenta, fuera del recinto histórico y por eso fue la razón de volver a Zocodover momentáneamente. Efectivamente, parece ser que desde 1836, cuando faUece el cardenal Pedro de Inguanzo, las obras del Seminario, que él había promovido, quedaron paralizadas y todas las maderas y materiales hasta entonces empleados fuerbn vendidos y reutilizados en distintos Jugares de la ciudad. Uno de eUos fueron los terrenos inmediatos al cuartel de San Lázaro, en donde se levantó una plaza de toros que al menos duró hasta 1842 ". 

En este año hay documentos que acreditan el arriendo del coso a Lucio Mar~ tín, cuyo propietario era Casimiro Vidales, para dar algunas corridas concedidas por el «(Regente del ReinoD 18, Para mayor abundamiento en el mismo año, y sin duda motivado por estas corridas, un oficio dirigido al Ayuntamiento por el coronel 'del Batallón Provincial denuncia los perjuicios que para «la salud del soldado» ocasionaban los caballos muertos, que tras la última corrida del mes de agosto fueron dejados en un barranco inmediato, causando una «fetidez insoportable)) Ji'. 

Otras noticias de este coso son las inspecciones ordenadas por el gobernador civil en el mismo año de 1842 a cargo del arquitecto municipal Bias Crespo y el maestro carpintero Galo González, éstos comprobaron la solidez de los entramados y gracias a sus informes se sabe que la plaza tenía galería y algunas gradas cubiertas 20, Fuentes parecidas nos aportan datos sobre otra plaza ocasional que en 1846 se levantó en el Corralillo de San Miguel, junto al Alcázar, con una capacidad de 559 espectadores 21. Doce años después, en 1858, Víctor Donaire eleva una petición al Ayuntamiento para edificar una plaza de toros en el mismo lugar que ocupó la de madera inmediata a San Lázaro. 

Está claro que por estos años hay un ferviente deseo de establecer de una vez por todas un lugar apropiado para el espectáculo taurino, sin tener que recurrir al montaje ocasional de plazas efímeras. El citado Donaire considera que la obra era de «utilidad para la población» y hasta de «ornato público» para aquella zona, entonces despoblada y considerada como lugar de vertederos. El asunto pasó a información y el mismo Gobierno Civil exigió los comprobantes necesarios para la cesión de terrenos. No costa que el Ayuntamiento agilizase los trámites, ya que todo quedó detenido, pues en 1865 se cederían dichos solares a una naciente sociedad taurina que sí logró su propósito de edificar una plaza 22. 

Antes de llegar este año surgen otras iniciativas como la de una asociación llamada La Toledana que en 1862 publica su reglamento, recogiendo el artículo primero que el objeto era «verificar corridas de becerros en el Picadero de Santa Isabel». 

Para ello el local se construiría a sus espensas, y se intentaría con ello ((aumentar la afición á la lidia» 23. Esta sociedad se inició con doscientos socios que aportaron sesenta reales cada uno más una .cuota mensual de diez. El presidente era Francisco Velázquez Lorente y Eduardo Uzal y Feijoó el secretario, otros nombres eran José Benito Ortiz, Manuel Ortega, Rufino R. Garibay, Venancio Moreno, Carlos Costa y Juan Argüelles. Quizá fuesen estos promotores los que lograsen hacer alguna corrida en 1864 y que Moraleda y Esteban recoge en el marco del «palacio del rey don Pedro»~. El año siguiente fue el clave pues, ante la celebración de una feria de ganados, que el Ayuntamiento dotó nada menos que con cincuenta mil reales, 

Toledo vio cómo las fiestas de su patrona quedaban engrandecidas y con ((considerables transacciones» que animaron a relanzar la idea de construir una plaza de toros, donde se diesen festejos coincidentes con los principales acontecimientos de la ciudad 25. Constitución de una Junta Constructora A los pocos días de finalizar la feria de agosto y la primera de ganado, que entonces se celebraba en 1865, concretamente el 31, había una reunión en el local del teatro a las ocho de la tarde con la concurrencia de «gran número de vecinos y residentes» convocados muchos de ellos a través de cédulas personales~. 

El acto fue presidido por el gobernador civil interino José de Ondabeitia, y se constituye una mesa en la que figuran Pantaleón del Hierro como secretario, Francisco Ruano, Cayetano Martín Oñate, José Hernández y Pedro Tiralaso. Gaspar Díaz de Labandero, alcalde de la ciudad, actuó decisivamente desde el primer momento manifestando que el objetivo principal de aquella reunión era la construcción de una plaza de toros que sería (mll medio de darle más vida» a la ciudad, obsesión constante cuando se proyectaba cualquier obra pública en la segunda mitad del XIX en Toledo.

Labandero, según se deduce, ya había realizado algunas gestiones por su cuenta y así pudo informar que el arquitecto de la Diputación, Santiago Martín y Ruiz, junto al del Ayuntamiento, Luis Antonio Fenech, trabajaban ya en el proyecto, siendo el lugar. apropiado los terrenos inmediatos a la carretera de Madrid junto al ya mencionado cuartel de San Lázaro. Es evidente que este lugar ya gozaba de tradición para tal fin. Otro hecho, que demuestra cómo en esta reunión constituyente ya se llevaban varios pasos dados por parte de los promotores, es que se dio cue~ta de una lista de trescientos suscriptores de las ochocientas ochenta y cuatro acciones con que partía la Sociedad. 

Cada acción tenía un valor nominal de 500 reales lo que hacía un capital inicial de 442.00Q reales. Se solicitó el apoyo técnico de los letrados Antonio Martín Gamero, Manuel Martín Herreros, Juan Cecilia Jiménez y Mariano de la Torre Roldán, para que informasen de los pasos a dar para constituirse en Sacie· dad. Como la idea era de {(evitar dilaciones», se urgió para formar una comisión de siete personas que fuesen redactando las bases de la naciente empresa y solicitasen formalmente al Ayuntamiento los terrenos para la plaza. Antes de finalizar esta primera reunión también fue creada una comisión constituyente formada por veintitrés miembros, entre los que figuraba el alcalde Labandero, el cual salió elegido presidente por aclamación. 

La relación de nombres es la siguiente: 

Gaspar Díaz de Labandero Segundo Martín José B ringas Lino Pérez Vicente López del Valle Vizconde de Palazuelos Fernando Santisteban Antonio Garda Corral Francisco Villasante Gabriel Ledesma Francisco Ruano Angel Cos Gayón Víctor Donaire Mariano Gil Palacio Carlos Costas J ulián Contreras Patricio Herencia Fernando González Pedroso y Herrero Mariano Moreno Rubio José Hernández Juan García Gómez Juan Alhóndiga Tomás Vitorio Alcalde. Propietario Propietario Propietario Comerciante Propietario Propietario Propietario Propietario Labrador Militar. Propietario Zapatero Agente pe negocios Librero Escribano Constructor 

El primero de septiembre, al día siguiente de la reunión constituyente, se formalizó ante el Ayuntamiento la solicitud de los terrenos y, en sesión, se dio el visto bueno a la petición del solar, calificado como egida y usado como vertedero de basuras. 

También se vio la posibilidad de aprovechar la obra de la Plaza para regularizar el espacio con los edificios colindantes, organizando una nueva calle que rodearía al coso. La corporación formó una comisión que al día siguiente reconociese detenidamente el lugar e hiciese un croquis, señalando las posibles servidumbres. 

Hay que decir que la urbanización del entorno de la carretera de Madrid, desde estos parajes, se fue realizando a base de cesiones a canon hasta los confines de la ermita de San Antón, práctica mantenida hasta el siglo XX. También es necesario recordar que por estos años se había arreglado, a cargo del Estado, toda la travesía de la citada carretera a su paso por Toledo lo que facilitaba el acceso a la futura plaza. 

La recién creada Sociedad no se entretuvo y casi a diario mantuvo reuniones hasta mediados de septiembre. Al tiempo que el Ayuntamiento aprobaba la solicitud de los terrenos, los accionistas entraban en rela~ ciones con Jaime Safont, para tomar aguas de su canal de riego para las obras y servicios de la plaza 2;. Ni que decir tiene que la vinculación social de los promotores de la Plaza con las instituciones locales era evidente y estaban más que al tanto de las decisiones y posibles problemas que pudieran suscitarse. 

Las bases de la Sociedad El cinco de septiembre se presentó un proyecto de escrituras can la consiguiente discusión de las bases, que fueron aprobadas el día once y el catorce, en junta general. La Sociedad quedaría bajo la denominación oficial de Labandero, Bringas, Villasante y Compañía, con diez vocales cuyos nombres eran: Vicente López del Valle, Lino Pérez, Saturnino Fernández, Francisco Ruano, vizconde de Palazuelos, Mariano Gil Palacio, Manuel Puebla, Fernando González Pedro so, Lucio Ludeña y Juan Hernández. 

Este grupo formaría la denominada ¡unt'! Constructora de la Plaza. En las bases de la escritura se calcula en 600.000 reales el presupuesto de la obra, contando con un efectivo de 539.000 reales. La diferencia no arredraba a los resueltos asociados y así en la base segunda se exponía: " ... decididos los otorgantes á que la Plaza se construya, y partiendo de aquel cálculo, ha convenido también, en que si no se acrecentase todavía este fondo, como se espera, por los medios que se dirán, no por eso dejará de llevarse a efecto la construcción, pues se reducirán cuanto se puedan reducir buenamente, sin faltar á las condiciones de solidez, seguridad y amplitud de la Plaza todos los gastos, hasta hacer que se cubran con el fondo existente» . 

Por si acaso los costes se disparaban queda propuesto que nunca el gasto total, ni los fondos, pasasen de un millón de reales, límite del capital social. Cada socio se comprometía a efectuar las entregas en pagarés cuya cuantía sería igual y mensual. La cantidad inicial se entregaría el primero de octubre y sería el cinco por ciento de la cuantía de cada suscripción firmada. Se preveía que en caso de necesidad, si los gastos de obra lo exigían, las cantidades podrían subir al diez o quince por ciento.

http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0021_07.pdf

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