jueves, 23 de noviembre de 2017

Doña Jerónima de las Cuevas, Mujer de El Greco (I)

Resultado de imagen de la veronica el grecoDOÑA JERÓNIMA DE LAS CUEVAS, MUJER DE EL GRECO 

 Cuando el director de nuestra Real Academia me invitó a abrir el ciclo de conferencias que vamos a dedicar al Greco en el 400 aniversario de su muerte, yo le ofrecí tres temas: «El Greco grabador», «El Greco escritor» y el que da título a esta conferencia: «Doña Jerónima de las Cuevas». Pensamos que, para iniciar este ciclo, sería conveniente un tema que nos situara en los comienzos del Greco en Toledo para iniciarlo con algún sentido cronológico, nos decidimos por «Jerónima de las Cuevas». Aunque yo ya hubiera hablado de ello en alguna otra ocasión, quizá sin la aportación de datos con que lo haré hoy.

Hablando de doña Jerónima mostraríamos también los primeros pasos del cretense en nuestra ciudad. A este título le añadimos la coletilla de «mujer del Greco», que lleva consigo la advertencia de que no estaban casados, pues en ese caso hubiéramos dicho «su esposa».

De éste y otros asuntos procuraremos ocuparnos acto seguido. Jerónima de las Cuevas era una jovencita humilde del barrio de la Antequeruela, de cuya vida no sabríamos nada de no haber sido por su unión con El Greco. Aun así, son escasísimos los datos escritos de que disponemos sobre ella.



 Leeremos estos escasos datos y trataremos de leer los que nos falten en la pintura y en la vida del Greco. Pero antes de encontrarnos con Jerónima, habremos de traer al pintor griego a Toledo. lo cual haremos con toda brevedad, dado que es un asunto conocido y del que ya se han ocupado otros oradores, y alguno más lo hará a través del año 14.

Traigamos al pintor cretense a nuestra ciudad. Había en la catedral de Toledo un sabio filósofo, don Pedro Chacón, que había sido llamado a Roma por el Papa Gregorio XIII para colaborar, entre otras, cosas en la reforma del calendario.

El deán de la catedral, don Diego de Castilla, quiso que otro clérigo más joven acompañase al sabio Chacón en su viaje, para lo que designó al joven sacerdote don Luis de Castilla, a la sazón hijo del deán, habido antes de que éste hubiera recibido las órdenes sagradas. Y fue en Roma, en las tertulias del palacio Farnesio, donde ambos conocieron al pintor griego.

Don Luis habló al pintor de la reconstrucción que el deán de Toledo estaba haciendo en el viejo monasterio de Santo Domingo, con cargo a la donación en su testamento de doña María de Silva, y de las decoraciones que debería llevar, invitándole a participar en ellas. Gustole al Greco la idea, pues él ya había pensado en venir a España abrigando la esperanza de poder intervenir en las decoraciones del Monasterio del Escorial que Felipe II estaba construyendo. Y, después de firmar algún precontrato con don Luis de Castilla para pintar en Santo Domingo, se vino a España; pero fijó su residencia en Madrid por estar más cerca del monarca español, al que trató de convencer, sin éxito, con algún cuadro suyo.

En uno de los primeros contratos para los retablos del viejo monasterio, podemos leer: Iten que después de que el dicho Dominico empeçare la dicha obra hasta que la termine a de ir continuándola sin alçar la mano della en esta ciudad de Toledo sin poder llevar los dichos cuadros y pintura a acabarlos a otra parte fuera de Toledo». Ya tenemos al Greco en Toledo. Y tendría su residencia, como era costumbre en todos los griegos que venían a la ciudad, en la Posada de la Higuera; creemos que esta acumulación de griegos en la citada posada se debía a que en ella estaba o estuvo hospedado uno de los griegos más importantes que habían venido a la ciudad: Antonio Calosinás, distinguido personaje del que más tarde hablaremos.

La Posada de la Higuera estaba situada en la calle de Azacanes, donde, según Linda Martz y Julio Porres, vivía la joven Jerónima de las Cuevas. Estos dos historiadores, en su libro «Toledo y los toledanos en 1561», al dar detalles de los censos de aquel año, hablan de una casa en la calle de Azacanes, sin mencionar el número, en la que vivían: un tejedor, un sastre, un pregonero, un azacán, un serrador, un carpintero… y una vecina llamada Jerónima de las Cuevas, que vivía con Barbulla Rodríguez, viuda y un hombre llamado Juan de Ayllón.

Habremos de suponer que la tal Barbulla Rodríguez, viuda, lo fuera de un hombre apellidado Cuevas, y que fuera la madre de Jerónima y de su hermano Juan que ya se había casado con Petronila de Madrid, sobrina o resobrina de don Andrés Núñez de Madrid, párroco de Santo Tomé. Dicen los citados historiadores que al no citarse en el censo que Jerónima fuese soltera, era señal de no tener edad para tal calificativo, o sea, que sería una jovencita de 15 años o menos, en aquel 1561. Cuando El Greco llega a Toledo en 1576 o 77, Jerónima contaría ya algo más de veinte años y El Greco treinta y tantos.

Podemos suponer, sin equivocarnos mucho, que el pintor griego viese algún día por la calle a Jerónima, y le impresionara su rostro cándido e inocente, y le pidiera directamente a ella o a su madre, poder retratarla. Mostramos los que a nuestro juicio, fuesen los primeros retratos que el Greco hizo a Jerónima en «María Dolorosa», cuya copia está en el museo Lázaro Galdiano,o en «La Verónica» de la colección María Caturla Esta Verónica, aunque parezca igual a la que ahora se exhibe en el Museo de Santa cruz de Toledo, tiene unas sutiles diferencias con el cuadro dicho, difíciles de apreciar, pero que, a nuestro parecer, delatan que está pintado antes que la de Santa Cruz, lo que nos lleva a pensar que la de la colección Caturla fuese la original pintada con la modelo delante y que algún tiempo después repitiera en «El Expolio».

Cuando se hace un retrato al óleo, se establece cierto vínculo amistoso entre retratista y retratado durante el tiempo de posar. Por ello hay que suponer que entre Jerónima y El Greco surgiera en principio una corriente de amistad que algo después se tornara en corriente amorosa. Al cabo de un año, tuvieron un hijo, Jorge Manuel.

En el cuadro de «La sagrada Familia», del Hospital Tavera, volvemos a ver a Jerónima por la que ya ha pasado un año o algo más desde que conoció al Greco, y que éste pinta idealizándola o, si queremos, embelleciéndola. No sabemos nada de su período de embarazo vivido, según creemos, con su madre y con el hombre que no era su padre. período que suponemos cariñoso por parte del Greco a tenor de lo que nos dicen los escasos datos de su vida posterior; pero quizá no tan cariñoso por parte de su madre y de su «padrastro».

Pudiera ser que Jerónima hubiera estado sufriendo en silencio algún trauma por vivir con su madre viuda y con el tal Juan de Ayllón en aquellas viviendas de escasas habitaciones, y de ahí su rostro triste y un tanto meditabundo cuando El Greco la conoció. Rostro que presentaba a la vez ciertos rasgos de inocencia amargada.

De ello podríamos suponerla dentro del grupo de «disposición preexistente» de que habla Francesca Lombardo, en sus investigaciones de gestantes de alto riesgo en los servicios de Psiquiatría y Ginecología donde trabaja, que mencionaremos después. No ha de extrañarnos si después del parto, ya con su hijo en brazos y viviendo con El Greco, encontramos en su rostro un halo de alivio en el retrato de la Sagrada familia. 



Y mostramos también el rostro del Greco casi en la misma época.

Ya tenemos a la pareja unida. Y ha habido entre ellos un romance del que les ha nacido un hijo. No se sabe a ciencia cierta lo que pasó después, pero estamos seguros de que vivieron durante toda su vida una secreta, sufrida y romántica historia de amor, cuyos impedimentos para la plenitud vamos a tratar de desentrañar.

 ¿Por qué no se casaron?

Hay varias hipótesis de ciertos autores que vamos a contrastar con la nuestra. Nuestro trabajo en este caso ha estado dirigido a acorralar una hipótesis con datos que puedan dejar en el centro de la diana la incógnita, siempre cercana a la posibilidad de su esclarecimiento. Otros autores, dicen: 

1º- Posibles matrimonios anteriores de uno de ellos o de los dos por separado. 
2º- La suposición de que Jerónima hubiese muerto en el parto o después de éste. 
3º- Que Jerónima fuese judía por lo que no pudo casarse con un católico.
4ª- Que El Greco no fuese cristiano, y de serlo, no haber podido conseguir su partida de bautismo. 
5º- Que Jerónima de las Cuevas fuese una prostituta del burdel de la Antequeruela. 

Sobre la 

1ª: Jerónima era soltera; de haber estado casada, habría aparecido en alguna parroquia su acta de matrimonio. Creemos que su primer amor fue El Greco. En cuanto a éste, después de tantos siglos y tantos investigadores buscándolo, habrían aparecido datos en Grecia o Italia que hubieran puesto de manifiesto un casamiento, con la satisfacción de su descubridor.

2ª- Que doña Jerónima no había fallecido en el parto; de haber sido así lo habría mencionado El Greco cuando se refiere a ella en su poder para testamento, en el que dice: «… lo tengo tratado e comunicado con Jorge Manuel Theotocopuli mi hijo y de doña Jerónima de las Cuebas que es persona de confianza y de buena conciencia…»

3ª- No podemos admitir como impedimento para el matrimonio que Jerónima fuese judía, pues no lo era; lo demuestra el hecho de que su hermano Antonio se casó con una sobrina o resobrina de don Andrés Núñez de Madrid, Párroco de Santo Tomé.

4ª- Sobre que El Greco no fuese cristiano, nos atenemos en primer lugar a su apellido, heredado de su familia que es tanto como hablar de sus genes, del Theotocos latino al Theotokopoulos griego, Theotocopuli, madre de Dios, de un Dios que tuvo madre, o sea Jesucristo.
En cuanto a no haber podido conseguir su partida de bautismo, sabemos que éstas no se establecen hasta el Concilio de Trento, (1545-1563), y El Greco había nacido antes. Además un pintor tan cercano a la Iglesia toledana no hubiese tenido inconvenientes ante la no aparición de este documento.

Corroboramos que El Greco era católico por una de las frases del poder para su testamento que dice: «…estando echado en cama enfermo de enfermedad que Dios nuestro Señor fue servido de me dar y en mi buen seso juicio y entendimiento natural teniendo creyendo e confesando como tengo creo e confieso todo aquello que cree y confiesa la santa madre iglesia romana y en el misterio de la santísima trinidad en cuya fe i creencia protesto bibir y morir como bueno fiel y católico cristiano…» lleno de datos que nos hablan de la fe del cretense por la cantidad de misas que dejó encargadas se le dijeran.

5ª- Nos queda por hablar de la suposición más cruel a la que se pude recurrir para justificar la falta de matrimonio: que Jerónima fue una prostituta del burdel de la Antequeruela.


FÉLIX DEL VALLE DÍAZ Académico Numerario
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2016/06/4.-Do%C3%B1a-Jer%C3%B3nima-de-las-Cuevas-mujer-de-El-Greco-por-F%C3%A9lix-del-Valle-y-D%C3%ADaz.pdf

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