lunes, 25 de diciembre de 2017

Casos Inquisitoriales de Torrijos: Juan Perez de Castro

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Un caso curioso es el de este sacerdote torrijeño, que fue procesado por la Inquisición de Toledo en 1744 por proposiciones heréticas. Pertenecía Juan Pérez al cabildo de la Iglesia del Ssmo. Sacramento, lo que da idea de que nadie estaba exento de ser investigado por el Santo Oficio.

Su conducta, fuera de lo normal en un clérigo, le hizo acreedor de que los demás pensaran de él que estaba loco, sin embargo fue la aparición de un libro de su propiedad, que cayó en manos de la Inquisición, lo que hizo que se le acusase de mantener ideas religiosas (luteranas, calvinistas y jansenistas) que caían dentro del protestantismo y, por lo tanto, ser reo de proposiciones heréticas, entre otras la de la predestinación según la cual Dios nos predetermina o destina de antemano hacia la salvación o la condenación eterna y los hombres no podemos hacer nada por evitarlo ni aún 93 realizando buenas obras.



Se trataba de un libro de espiritualidad muy al uso de la época. Su título era "Compás de perfectos, Cristo Crucificado medida para compasarse y medirse (en todos los estados) como para salvarse conviene".

 Su autor era fray Juan de Rojas, de la orden de Nuestra Señora de la Merced. Estaba impreso en Madrid en 168 I Y gozaba de todos los parabienes de la Iglesia. Pero el problema venía por las notas al margen que nuestro presbítero había ido poniendo a modo de comentario en cada uno de los capítulos de dicho libro. La delación fue llevada a cabo por fray Melchor Huarte Jáuregui, también fraile mercedario y experto en Teología. Paso a transcribir el escrito que presentó ante el Tribunal para que nos hagamos una idea de lo que sucedió: 94 " ...

Habiendo pasado varias veces en los años cuarenta y uno y cuarenta y dos a la villa de Torrijos, oí siempre decir que a un sacerdote, capellán de la iglesia del Ssmo. Sacramento, llamado D. Juan Pérez de Castro lo tenían por loco, recogido en su misma casa, y que toda su manía era que ya estaba reprobado por Dios, que no tenía remedio y que así no quería decir misa. Esta era la voz común de cuantos o por su remedio o por necesidad trataban con él. Y así me lo aseguraron don Bernardino de Due- ñas, capellán de la misma iglesia del Sacramento y Basilio de Alía, boticario en dicha villa.

Y añadió este último que fray Manuel Balgarrón Ramírez, Secretario General al presente de mi orden, le visitó a fin de persuadirle y lo dejó por rematado. Como también el padre fray Pablo Aris, predicador general en su orden de calzados de Nuestra Señora del Cannen, me ha dicho que el padre Aguirre, de su misma orden, estando aquí para predicar de la Soledad, lo visitó también y no pudo reducirlo.

Y aunque el motivo que el tenía para persuadirse a este disparo no lo supo entonces, después me han dado a entender algunos que fue haber perdido el respeto a su madre y, aún creo, poner en ella sus manos. El día veintisiete de marzo pasado fui últimamente a Torrijos y hallé novedad, que al dicho don Juan Castro le había dado libertad el Sr. Visitador que acababa de partir de allí, restituyéndole juntamente el empleo de Secretario del Cabildo de dicha iglesia que antes de recogerlo ejercía.

Lo que yo extrañé mucho y más cuando, preguntando sobre su locura, me respondieron que así se estaba y tan tenaz que habiendo ido el Visitador a su casa y pedídole los títulos delante de algunos eclesiásticos, entre ellos don Raimundo de Pomar, capellán de la misma iglesia, no pudo conseguir los mostrase. Y añadieron que un padre pasante, morador en el de aquella villa de Padres Franciscos Observantes, llamado el Padre Viezma, estaba encargado de solicitar que dijese misa y que decía que acaso la diría el día primero de Pascua de Resurrección. En esto estaba cuando, no me acuerdo que día de la Semana Santa, estando con el dicho Padre Pablo Aris en casa de Juana de la Quintana, cerera de dicha villa, estando solos en un cuarto, el dicho padre tomó en la mano un libro que allí estaba para ver lo que contenía. Intitulábase el libro "Compás de perfectos Christo Crucificado"; su autor el padre fray Juan de Rojas, de mi orden. Abriole por medio y halló que tenía notas de pluma a la margen.

La letra de Castro me parece, dijo dicho padre y leyéndolas él y yo, nada menos halla que herejías. Tome yo entonces el libro y registrando si había más notas, hallé otras, tan malas como las antecedentes. Todas eran formalmente heréticas, con mezclas varias calvinistas, luteranas y lo más janseniano. A este tiempo entró una hija de la dicha, llamada Ana Ignacia Floresto, moza soltera y sobradamente advertida, y nos dijo que el licenciado Castro había estado allí la tarde antes y le había prometido y enviado aquel libro para que leyese en él, que ella sólo lo había abierto así a vulto cuando lo trajeron pero que había reparado que estaba apuntado de su letra en algunas partes. Pues señora, le dije, esas apuntaciones son una multitud de disparates, hijos de su locura y así no hay que leerlos.

Ya yo sospechaba, dijo ella, que sería algo de sus manías y no sé yo como al padre Viezma se le ha ocultado esto, porque dicen que le ha quitado muchas cosas concernientes a esto. Yo le enviaré a llamar, prosiguió, y le haré que lo borre y vea si tiene por allí alguna otra cosa. Yo advirtiendo que la curiosidad puede mucho y que acaso movida de ella leyese en aquel libro, me previne yexplicando en que consistía, le di también la respuesta con varios y claros ejemplos.



Ella quedó satisfecha ... " A continuación se requiere al comisario del Santo Oficio en EscaloniBa para que se haga con el mencionado libro y lo presente para su estudio ante el Tribunal. Lo que hizo a pesar de las reticencias de quienes lo tení- an. Acto seguido se lo remite a fray Francisco de Quevedo para que procediese al análisis teológico de las notas manuscritas al margen por Juan Pérez de Castro.

El Padre Quevedo va comparando minuciosamente lo escrito en el libro mencionado con las notas al margen que escribe el sacerdote torrijeño, determinando lo que le parece censurable de lo que, a su juicio, entra dentro de la ortodoxia católica. Comienza dilucidando la gravedad del pecado de Adán y el de Caín. En cuanto al primero en El Compás de Perfectos se dice que " ...

Adán perdió por la culpa la imagen de Dios, la cual hubiera conservado de no haber incurrido en la inobediencia ... ", a lo que Juan Pé- rez de Castro responde que " ... se hubiera conservado en la obediencia si Dios no le hubiera desamparado ... ". Continúa este último diciendo que el pecado de Adán fue mayor que el de Caín porque el primero fue de soberbia mientras que el del segundo lo fue de envidia.

Alega que, además, Caín estuvo más predispuesto que su padre para recibir la Gracia Divina y así salvarse, ya que confesó arrepentido su pecado. El teólogo del Santo Oficio consideró esta proposición cercana a la herejía porque aunque mu- 95 chos teólogos dicen que las obras hechas antes de la Gracia son disposición remota para recibirla sin embargo se refieren a las obras buenas y no a pecados como el fratricidio. Como consecuencia deduce el teólogo de los escritos del capellán de la Colegiata que si Caín actuó así fue porque Dios le negó el precio de la sangre de Cristo en la que están contenidos los medios necesarios para salvarse y por lo tanto es una proposición herética (jansenista), entendida en el sentido de que " ... Cristo sólo murió por la salud de los predestinados ... dejando la voluntad de Caín desnuda, inerme o sin toda gracia suficiente ... ".

Continúa después examinando el libro y las glosas centrándose ahora en el problema del libre albedrío o facultad de la que el hombre dispone para actuar libremente en un sentido u otro inclinándose por el pecado o la virtud, haciendo también una disquisición sobre los mismos y considerando a Dios origen de los vicios, por lo que el corrector acusa a estas proposiciones de herejía. A continuación el autor del libro habla al lector del " ... ejemplo que nos dio Cristo, nuestro bien, de perdonar a los enemigos -Yo os digo amad a vuestros enemigos. haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os persiguen-o Y el de la margen (el sacerdote torrijeño) pone la cláusula siguiente: No alcanzó perdón para ninguno y desdichados se quedaron los réprobos (condenados), todos sin más culpa que ser desdichados o por culpas nacidas de su desdicha pero sí alcanzó para sus amigos (de Cristo) los escogidos por quienes entonces rogó y por si mismo perdonó al ladrón ... "

Esto, según el Padre Quevedo, era manifiestamente herético ya que iba en contra de lo expresado por San Pedro en el párrafo 2 de los Hechos de los Apóstoles cuando dijo a los judíos: "Arrepentíos y bautizaos en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es esta promesa y para vuestros hijos y para todos los de lejos, cuantos llamare a sí el Señor, Dios Nuestro ... ". Otro punto, en principio, de fricción con la ortodoxia católica viene cuando, en el folio 202, fray Juan de Rojas 96 " ... para excitar a paciencia en las enfermedades del cuerpo y en todas la", adversidades, pone el autor esta consideración:

¿No sabes que has caí- do en innumerables pecados ... y que por cada uno has merecido ser arrojado en cuerpo y alma a los infiernos, hijo mío, donde las afrentas y tormentos y dolores son increíbles ... ? Con ocasión de esta cláusula pone el de la margen lo siguiente: Sí 10 sé y que también los desamparos y disfa- vores de Dios son principio de todo pecado. No puede tener paciencia quien de Dios no la recibe. Pedir es imposible a quien Dios desfavorece y no da las virtudes que nos manda ejercitar, la obediencia al precepto virtud es que de Dios ha de venir ... "

Aquí aunque pudiera parecer herético el afirmar que Dios es el principio de todo pecado sin embargo el representante del Santo Oficio salva esta cláusula del error haciendo una disquisición sobre la diferencia entre lo que es el principio de una cosa y su causa, la que transcribo por su claridad: " ... principio se llama a aquello de lo cual procede alguna cosa y así no es 10 mismo su principio que su causa porque ésta pide que el efecto dependa de ella pero el principio no pide dependencia en aquello de que es principio sino s610 el que proceda de él y a él se siga y así el Padre Eterno es principio del hijo de quien no es causa.

El punto es principio de la línea y el número primero del segundo ... ". En el folio 203 el autor del libro dice que se debe obediencia a los se- ñores, no s610 a los buenos sino también a los malos, y para esto trae las palabras de San Pablo a los Romanos: "." no hay potestad que no venga de Dios y las cosas son por Dios ordenadas".". A lo que el sacerdote torrijeño responde: "".Dios al Diablo da la potestad para tentar y la que el hombre tiene para pecar no más. El albedrío puede nada contra sus disposiciones, aún cuando yerra, y yerra siguiendo las disposiciones eternas.

La desdicha inevitable de los réprobos (condenados) consiste en eso".". Como podemos apreciar cae directamente en la negación del libre albedrío del hombre y afirma la predestinación como años antes lo hizo Lutero. Continúa Juan Pérez de Castro ahondando en este tema y cuando el autor del Compás de Perfectos escribe "". vuelve otra vez alma mía a considerar lo que su infinita misericordia quiso decir en aquellas palabras dichas por su profeta -no quiero la muerte del pecador sino más que se convierta y viva-".", el capellán de la Colegiata alega "". si es de los suyos".".



Esto le hace acreedor del error de Jansenio, ya que para el representante del Santo Oficio, esto quería decir que "". no quiere Dios la muerte del pecador sino que mas se convierta y viva cuando el pecador es del número de los predestinados pero no sucede así cuando el pecador es del número de los réprobos".".

En las páginas siguientes sigue ahondando en el error de los protestantes negando la validez del libre albedrío. Más adelante, refiriéndose a David, la Magdalena, San Pablo y otros, afirma: "". todos ellos se arrepintieron porque Dios les dio arrepentimien- 97 to, eran electos ab eterno, mucho deben éstos a Dios pero los que no lo son nada, aunque les haga papas".".

Termina el Padre Quevedo su estudio de1libro de Juan Pérez de Castro el día 13 de agosto de 1745, comunicando al Santo Oficio de la Inquisición que de las 88 proposiciones analizadas " ... son pocas las que se libran de nota. Respecto de las muchas que la merecen y van notadas por lo común parecen deducidas de Jansenio, algunas de Calvino u otro hereje de semejante sentir y en una u otra parece sospecha de Pclagio ... ". Asimismo se interroga a Juana de Quintana y a su hija Juana Ignacia Floresto por parte del comisario del Santo Oficio para ver si éstas habían tenido algún tipo de responsabilidad en lo acontecido con el libro.

Sin embargo, a pesar del revuelo formado y de la aparente gravedad del asunto, el 20 de febrero de 1747 se dicta auto del Tribunal de la Inquisición de Toledo por el que se suspenden las actuaciones y se ordena que se archive el caso temporalmente ya que, como dice el fiscal " ... resulta más claramente escrito (dichas notas Juan Pérez de Castro) sin inteligencia por carecer de principios filosóficos y teológicos y padecer entonces notoria manía o locura, que fue causa para privarle durante ella de celebrar misa ... sin constar que antes ni después de haberse recobrado del accidente haya demostrado cosa alguna concerniente a semejantes errores .. .".

De todo esto pienso que se puede deducir que prefirieron dar por loco al presbítero torrijeño antes que considerarlo hereje por el escándalo que eso podría haber supuesto tanto para el cabildo como para la población de nuestra villa (AHN, lnq., Leg. 222/8)


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