miércoles, 31 de enero de 2018

La Carretera de Cervera en fotos antiguas

Fotografía del Plan de Ensanche de 1945 

Con la carretera de Cervera aproximadamente en su rotonda inicial y la casa de la Palmera en construcción

Muchos no se harán a la idea de que hasta no hace mucho Talavera se extendía hacia el norte sólo hasta lo que hoy es la iglesia de los Santos Mártires. 

El urbanismo se desarrolló en torno al antiguo camino de Cervera, llamado así desde el siglo XV y que también se llamó calle Capitán Luque hasta que más tarde se puso este nombre solamente a la calle por donde entraba la Portiña a la ciudad y que lo lleva actualmente.

Con el Plan de Ensanche de 1945 cuyas fotos son parte importante de este artículo, se empezó a extender en torno a la carretera de Cervera el caserío de nuestra ciudad.




















La casa de la Palmera en construcción en 1945

La Portiña sin cubrir en lo que hoy es Capitán Luque, entre la vía del tren y la avenida Pio XII

Muchas de las viviendas fueron construidas en aquella época y por ello muchas de ellas han tenido nombres franquistas o de víctimas del bando nacional en la Guerra Civil. 

Es el caso del grupo de Ramón Corrochano, llamado así en memoria del fundador de la Falange de Talavera, aunque más tarde al avanzar la urbanización de la zona se dieron otros nombres a las calles del entorno de este grupo. 



La Plaza 18 de Julio, o la calle de Juventino Nieto fueron otras de ellas.

Primer tramo de la calle Cervera vista desde la que luego sería Plaza 18 de Julio

La vivienda que está actualmente abandonada y en venta en la rotonda haciendo esquina entre la carretera Cervera y Capitán Luque, y que parece fue residencia del director del Banco de España en Talavera, aparece en una de las fotografías en construcción. 

En esa misma instantánea aparece un grupo de mujeres y a si izquierda el arroyo de la Portiña recién cubierto, mientras que en otra que podríamos situar en la zona anterior al puente de la vía se ve todavía descubierto y con un puente al fondo.

La carretera de Cervera y camino de los Caños pero todavía antes de la Vía. Se ven al fondo las torres de las iglesias talaveranas

También aportamos alguna fotografías del puente de la Vía en los años 50 y 60 y detalles ampliados de las fotos del plan de Ensanche que son curiosas.

La Talavera todavía rural de 1945 con el carro para trasportar las piedras de la construcción y los paisanos de aspecto todavía “agropecuario”

Los Caños, la casita del Pintor, las primeras conducciones de agua potable de Talavera y los depósitos de las Cambijas así como sus torres de aireación son algunos de los elementos de interés de esta zona, pero de ellos hablaremos otro día.

Detalle del grupo de Mujeres de la primera fotografía.

Puente de la Vía con ciclista y el caserío de Talavera donde se comienzan a ver algunos edificios de más alturas en los años 60


El puente de la vía en dirección a Cervera

http://lamejortierradecastilla.com/la-carretera-de-cervera-en-fotos-antiguas/

martes, 30 de enero de 2018

Las Ordenes de San Juan y de Santiago a finales del medievo en Toledo

Resultado de imagen de Orden de San JuanOrden de San Juan

Dejando ya el análisis del señorío capitular y entrando en el de las órdenes militares, comenzaremos con la institución de este tipo que más tempranamente puso pie en tierras toledanas: la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. da procedencia foránea pero muy pronto asentada en Castilla, y esencialmente en la Meseta meridional por ser ésta la región donde se centraba la pugna frente al Islam en el siglo XII. Alfonso VII ubicó en vanguardia a la orden en 1144 donándole el castillo de Olmos, con las aldeas del entorno: Carranque, Cedillo, Palomeque y El Viso. 



El conjunto formado por todo ello, en el valle del Guadarrama, se reorganizó durante el reinado de Alfonso VIII, dando lugar a la encomienda de Olmos, que marcó durante siglos un segmento del limite septentrional de la Tierra de Toledo.

También en el reinado de Alfonso VIII se fomaron otras dos encomiendas sarduanitas: una de ellas, lade Villamiel, para gestionar las propiedades y rentas da esta aldea que habia pasado a la jurisdicción hospitalaria en 1168; la otra, en la propia ciudad de Toledo, donde la orden poseía una serie de iglesias, tiendas, mesones, casas, hornos, baños y fincas rústicas, con sus rentas 

La.más importante de las encomiendas hospitalarias en la Meseta meridional se fornió en tomo al castillo de Consuegra, en La Mancha, donado a la orden en 1183. Muy pronto, esta fortaleza se convirtió en cabeza de un extenso territorio que incluía Quero, Tembleque, Villacañas, Alcázar, Turleque, Urda y Yébenes da San Juan; -esta comarca, marcada por la jurisdicción hospitalaria, se conoció enseguida por el nombre de Campo de San Juan. Consuegra pasaría a convertirse en priorato de la Orden del Hospital en Castilla, la encomienda más activa de todo el reino. 

La presencia de la Orden de San Juan en el área toledana resultaba amenazante en un primer momento, pero al pasar el tiempo fue debilitándose; no obstante, conservó una buena cantidad de bienes y derechos en el interior de Ia Tierra y varios enclaves limitrofes: El Viso y Palomeque, por el norte, y por el sur, Yébenes de San Juan, que con Yébenes de Toledo formaba una aldea dual donde se produjeron algunos roces entre la Ciudad y la Orden .

Orden de Santiago
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Otra institución militar que logró asentar con gran solidez su autoridad frente a Ia Tierra toledana fue la Orden de Santiago.

Más anta se ha hecho alusión a su aparición en este ámbito, cuando Alfonso VIII donaba la fortaleza de Moratios entonces llamados‘fratres de Cáceres”; Mora se constituyó en encomienda santiaguista hasta que en 1568 pasó a manos del linaje toledano de lesRojas, permaneciendo asi lejos de la juridisccion urbana.

Junto a esta encomienda y a un amplio abanico de posesiones en la ciudat y la tierra, la presencia de la Orden de Santiago en Toledo fue extraordinariamente relevante como muro de contención de la expansión urbana hacia el este.. Desde el priorato de Uclés, la orden dominaba un extenso territorio situado entre Toledo y Cuenca al que pronto se llamó Campo de Santiago, cuyo limite occidental era la Mesa de Ocaña, donde se estableció una encomienda- autónoma respecto del priorato

JUAN RAMÓN PALENCIA HERREJÓN 
DIRECCIÓN: DRA.. MARIA ASENJO GONZÁLEZ
http://biblioteca.ucm.es/tesis/19972000/H/0/H0048501.pdf

lunes, 29 de enero de 2018

Tierras de Talavera, Historia de una identidad (III) S.XVI-XVIII Auge y decadencia

SIGLOS XVI-XVIII AUGE Y DECADENCIA

Dibujo de Enrique Reaño sobre foto antigua del patio del palacio de la plaza de El Salvador

En tiempos de los Reyes Católicos y del Emperador Carlos es cuando nuestra ciudad alcanza una de sus épocas de mayor pujanza, su Edad de Oro, junto a la época de la Talavera musulmana y a la actual.

Durante el reinado de los Reyes Católicos y la época Imperial Talavera vivió uno de sus periodos de mayor pujanza. No dejan de construirse palacios y es muy numerosa la nobleza asentada en la villa.

La sociedad talaverana de la época contaba con un diez por ciento de hidalgos y una nobleza con “las haciendas de las más crecidas del reino”.

Según el novelista talaverano coetáneo Gonzalo de Céspedes y Meneses en su novela “Varia Fortuna del Soldado Píndaro”, donde también dice que la nobleza talaverana “es mucha y lucidísima y de las más calificadas casas de nuestra España”.

En otra de sus obras nos describe sus actividades: “siendo nuestro particular entretenimiento caballos, toros, máscaras, sortijas y torneos y otros pasatiempos con que alegrando la gente, nosotros nos hacíamos prácticos y diestros.



Otros días gastábamos en la caza, campo y montería, que cualquier género de esta materia es abundante en aquel terreno”. Se admira también el escritor de los nobles locales por “sus ricas libreas, su adorno y aparato”.Casa Palacio del siglo XVI en la calle del Sol

Barreiros nos dice en 1542 que en Talavera “hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular, y muchos hidalgos honrados, algunos de los cuales son del linaje de los Meneses”. Además de esta casa nobiliaria eran de destacar por su riqueza y poder los Ayala, los Suárez de Toledo o los Gaytán, junto a muchos otros también muy pudientes, como los Suárez de Carvajal, los Loaysa, los Estrada, los Carvajal, los Salcedo, los Girón etc…

El resto de habitantes de Talavera formaban una sociedad agropecuaria a la que se añadía la artesanía de la cerámica que, aunque tuvo altibajos a lo largo de ese medio siglo y el inicio del siglo XVII, siguió haciendo de su loza la más demandada de España y América, donde se llegó a dar el nombre de “talavera” a toda la cerámica, casi como si fueran sinónimos.

Hasta cuarenta y dos alfareros se dedican a su producción en aquellos tiempos, y no les falta el trabajo, pues hacen incluso miles de azulejos para los palacios reales como el de El Escorial.Caballeros españoles en cerámica del pórtico de la ermita del Prado

Muchos de los palacios nobles que todavía quedan en pie en Talavera son de esa época. Como los dos de la calle del Sol, el de los Girón, la llamada casa del Deán, el edificio blasonado de la calle San Sebastián o el ya desaparecido de los Loaysa en la plaza de Aravaca; o algo más tardíos, ya del siglo XVII, como el de los condes de la Oliva. También son de esta época, segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII, otros edificios nobles con bellas portadas que se sitúan en torno a la plaza del Pan, como la portada principal del ayuntamiento que da a la plaza Juan de Mariana o la que se abre a la misma plaza con los emblemas arzobispales y que hoy ocupa el ayuntamiento.

También se acometen entonces las obras de la ermita que la darán el aspecto actual y son muchas las capillas que los nobles dotan y realzan en iglesias y conventos. Las casas talaveranas mantienen la vieja estructura de la casa-patio que hunde sus raíces en la presencia musulmana en la ciudad, pero en muchas se colocan encastrados sus fachadas los blasones de su boyante nobleza.

En 1518 Talavera intenta recuperar su antiguo obispado, según nos cuenta el historiador Cosme Gómez de Tejada, basándose en que el papa León X concedió una bula en 1514 permitiendo la creación de obispados en Madrid y Talavera. El documento fue remitido al cardenal regente Adriano de Utrech, pero Toledo puso enérgicas dificultades por lo que Talavera hubo de desistir en el empeño.

Y como dice Gómez de Tejada “Esto trajo como consecuencia muchísimos disgustos con Toledo, ya que el ayuntamiento de Talavera no iba a Toledo nada más que cuando le convenía, pero cuando quería algo iban al Papa o al Rey”.Monumento funerario de la madre de García de Loaysa, confesor del emperador Carlos V en el que fue monasterio de Santo Domingo

Nos encontramos en esta segunda mitad del siglo XVI y primeros años del siglo XVII en otro de los periodos de mayor florecimiento de nuestra ciudad. Es como ya hemos dicho el verdadero Siglo de Oro talaverano con personajes de la talla del padre de la historia española, el Padre Juan de Mariana, influyentes prelados y sabios como el confesor de la reina Católica fray Hernando de Talavera o el Doctor Talavera, de la familia de los Maldonado, personajes clave ambos en la aventura americana; el padre de las ciencias agronómicas españolas Gabriel Alonso de Herrera, militares de prestigio como los Duque de Estrada, los Girón o los Verdugo, novelistas como Céspedes de Meneses, además de verdaderos artistas de la cerámica.

Aunque se le niega el derecho atener obispado primero por parte de mérida y ahora por parte de Toledo, desde el punto de vista eclesiástico Talavera llega a ser un arcedianato con más de 110 parroquias, lo que nos habla de la importancia de su ámbito de influencia.



Como casi siempre sucedió en otras épocas históricas, Talavera no se unió a las rebeliones de la cercana ciudad de Toledo y estuvo de parte del bando contrario. El caso más evidente se dio durante el levantamiento de los comuneros, cuando nuestra villa permaneció fiel al Emperador. Sobre ello se conoce la significativa anécdota histórica en la que, cuando desde Toledo llegó una carta para que los talaveranos se unan a la sublevación, un tal Juan García de Cuerva se levantó durante la junta celebrada por los vecinos en la iglesia de San Pedro y dijo:

“Señores, buen Rey tenemos y estamos como estamos”, siendo por aclamación rechazado el apoyo al Toledo sublevado, aunque, curiosamente, uno de los tres famosos cabecillas de la revuelta, Maldonado, era de familia de origen talaverano afincada en Salamanca, descendiente del famoso doctor Talavera, que asesoró a Isabel la Católica sobre la empresa americana entre otras cuestiones. El también talaverano Hernán Duque de Estrada fue embajador del Emperador y a él le encomendó a su madre Juana la Loca durante su retiro forzoso en Tordesillas.

Éste y otros personajes originarios de nuestra villa como el obispo García de Loaysa, confesor de Carlos V, tendrán gran influencia en la Corte.La Talavera pujante del siglo XVI en el dibujo de Van der Wingaerde

En fecha tan temprana como es el siglo XIII se comienzan a desgajar determinadas zonas de las antiguas tierras talaveranas. Sancho IV otorga Mejorada y Marrupe a su Portero Mayor, Alfonso XI en el siglo XIV funda el monasterio de Guadalupe y segrega parte de la dehesa de Ivan Román para dársela al recién fundado cenobio. En 1556 ya adquieren su privilegio de villazgo las lejanas localidades de Castilblanco y Valdecaballeros, en la actual provincia de Badajoz, aunque curiosamente esta última localidad es la única que en la actualidad lleva con orgullo en su escudo la torre y los dos toros del emblema talaverano, como símbolo de la antigua pertenencia a las tierras de Talavera..

El reinado de Felipe II tiene aspectos positivos y negativos para Talavera. Por un lado favorece a la cerámica declarándola junto a la de Sevilla como una especie de “cerámica oficial del reino”, pasa en varias ocasiones por nuestra ciudad y se sorprende en una de ellas con el templo de la Virgen del Prado bautizándola como“la Reina de las Ermitas”, pero, sin embargo, acuciado por las deudas de guerra otorga a los lugares de su demarcación el privilegio de villazgo, comenzando por Espinoso, aunque Talavera consigue retrasar la independencia de sus antiguas aldeas pagando al monarca una cantidad considerable.

El siglo XVII es una época de decadencia, aunque en la primera mitad Talavera disfruta del gran esplendor de su industria más significativa, la cerámica. Así, don Francisco de Quevedo en una de sus jácaras nos llama “hijos del vidriado”, demostrando además en esos mismos escritos conocer muy de cerca los prostíbulos de la ciudad.

El siglo XVIII es para Talavera una época de recuperación económica y demográfica, como para casi todo el territorio nacional, pero ese avance se retrasa en los primeros años porque nuestro territorio debe sufrir el paso de los ejércitos contendientes en la Guerra de Sucesión.En la iglesia de San Andrés quedan algunas casullas fabricadas en las Reales Fábricas de Seda de Talavera

Sin embargo, durante el reinado de Fernado VI, mediado ya el siglo, se produce un hecho de vital importancia para la historia de la ciudad: la decisión de don José de Carvajal, un verdadero benefactor de Talavera que ni siquiera tiene una calle en ella, de instalar a las órdenes del ingeniero francés Juan Rulière las Reales Fábricas de Seda que llegarán a dar de comer a tres mil familias de Talavera y su comarca. Una instalación fabril que probablemente fuera en aquel tiempo la mayor de la península y que supuso un cambio importante para la economía local.

Durante esa época Talavera llega a ser una ciudad cosmopolita donde se mezclan las lenguas de los cientos de operarios franceses, suizos o piamonteses traídos para enseñar sus técnicas artesanas a los obreros locales. También traen sus costumbres y su religión protestante, que chocan con la sobria cultura católica de una villa castellana.

El ministro Carvajal, viendo el progreso de la fábrica quiso constituir en Talavera una intendencia, una especie de provincia de la época independiente de la de Toledo, añadiéndole una parte de la de Ávila para encomendársela a don Juan Rulière junto a la dirección de las fábricas, pero él mismo le pidió que lo suspendiese hasta que éstas tomasen más cuerpo.

El encarcelamiento de Rulière, debido a una malversación que luego demuestra falsa y fruto de la coalición de varios de sus enemigos, hace que la fábrica entre en una franca decadencia que culminará cuando los franceses, a quienes se había copiado la tecnología, al llegar a Talavera destruyan en gran parte sus instalaciones.

Pero esta destrucción es sólo una pequeña muestra de los males causados por la presencia del ejército napoleónico y la Batalla de Talavera, con toda la secuela de hambre, pobreza y despoblación y expolio causados por ellos, ya que el número de vecinos de la ciudad llega a reducirse a la cuarta parte.

Pero sin embargo los franceses perciben también la unidad territorial, la unidad geográfica de Talavera y sus tierras, y deciden estructurar su territorio como la subprefectura de Campo Arañuelo en el marco de la prefectura de Cáceres.

De nuevo nos unen a Extremadura, como cuando los hombres del calcolítico venidos de allí construían sus dólmenes o cuando los romanos nos situaron en la Lusitania.Escudo real de las Fábricas de Seda en el ábside de la ermita



Talavera va saliendo como puede de la grave situación de crisis en que la dejan las tropas napoleónicas y el declive de las fábricas de seda. Sorprendentemente se produce aquí el primer alzamiento carlista de España, cuando se subleva el jefe de correos. La revuelta es sofocada, la mayor parte de sus protagonistas ejecutados y Talavera no volverá a tener protagonismo en las crónicas guerras carlistas del siglo, aunque su comarca sí sufrirá las partidas y el bandidaje que éstas dejan como secuela.

http://lamejortierradecastilla.com/tierras-de-talavera-historia-de-una-identidad-3-xvi-xviii-auge-y-decadencia/

sábado, 27 de enero de 2018

Equilibrio inverosímil en Toledo

Ciudad sin calle precisa, que parece una frágil victoria sobre la piedra y la tierra; ciudad que trepa y que se derrumba, formando revueltas siempre iguales.

Si algún secreto hay en Toledo que el Greco haya trasladado al plano de la plástica, es el de la comunión de las formas humanas y la naturaleza, secreto de una reversibilidad natural y sobrenatural.
Los mismos borriquillos que mordisquean los brotes en la roca, no se destacan de su fondo, y la ciudad sobre sus declives desmoronados, en lo alto de su árido cantil, no es más que un equilibrio inverosímil.



Todo es cielo, roca, polvo; trasunto de un África cristiana.
Todas las distancias parecen infinitas. A cada paso se abre un abismo. Lo más remoto parecer estar al alcance de la voz. 

Rene Schwob. Profundidades de España (1929)

















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Toledo, Spain
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viernes, 26 de enero de 2018

Mercado de Abastos de Toledo: un edificio entre dos siglos 1896-1915

Mercado Municipal de Abastos poco tiempo después de abrirse en 1915. ARCHIVO PARTICULAR. FELIX VILLASANT
En la plaza Mayor de Toledo, la fachada del Mercado municipal muestra la identificación del edificio y dos fechas: 1912-1985. 

Mercado Municipal de Abastos poco tiempo después de abrirse en 1915.

ARCHIVO PARTICULAR. FELIX VILLASANT - ABC

La segunda indica la rehabilitación hecha aquel año, mientras que la primera, en realidad, es poco relevante en su pequeña historia, enmarcada en el mismo lugar que ya, en el siglo XVI, era el «estómago» de la ciudad. 



Aquí confluían las ventas de productos frescos en tres lonjas. El Mesón de la Fruta (mejorado en 1576 y luego transformado en Casa de Comedias), la Red del Pescado (trazada por Nicolás de Vergara el Mozo, en 1596, integrada después en el edificio del Hospital del Rey) y las Carnicerías Mayores, renovadas por el corregidor Pedro de Córdoba en 1545. 

Al margen de estas últimas hubo otras «carnicerías» municipales de escasa entidad y ya olvidadas en 1832: en Santo Tomé (en la plaza de San Antonio), en las Tendillas y junto a la iglesia de Santiago del Arrabal.

Volviendo la atención a la plaza Mayor –denominada, en el callejero de 1864, de las Verduras-, el historiador Francisco de Pisa escribía, en 1605, que había dieciséis «tablas» donde se expedían carnes a cierto precio «para beneficio de la gente pobre». 

En 1576, el corregidorGutiérrez Tello alentó nuevas reformas como eran cercados para el ganado a sacrificar y un «Juzgado» destinado al alcaide que controlaba el orden diario, los precios, las pesas, etc. 

También se creó una capilla abierta hacia la plaza para oficiar misa los días de precepto. Es relevante la reseña que hace Sixto Ramón Parro, en 1857, al describir la portada -con un escudo de la ciudad incluido- y la distribución interior: «un patio cuadrado y muy extenso, con galerías cubiertas en los cuatro frentes, sostenidas por arcos y columnas de piedra». A pesar de ser un edificio tan singular, no conocemos ningún testimonio gráfico que muestre el alzado exterior o la disposición del patio.

El paso del tiempo y un escaso mantenimiento causaban continuos arreglos y gastos. En 1891, el arquitecto municipal denunciaba la ruina de varios arcos cuya reparación ascendía a unas cuatro mil pesetas. Cuando se inauguró el nuevo matadero municipal junto a la puerta del Cambrón, en abril de 1892, se vio su contraste con la vieja lonja de la plaza Mayor, ya con escasas condiciones higiénicas, pues aquí era donde se vendería después la carne. Así pues, el cierre se decretó casi al mismo tiempo, aprobándose en ese momento derribar las Carnicerías y la expropiación de las casas adosadas al muro frontero a la Catedral con el objeto de ampliar el solar y erigir un nuevo mercado. Este proceso alcanzó la Navidad de 1895, habiéndose cedido a la Fábrica de Armas la puerta blasonada citada por Parro. Hasta 1914, la venta diaria se trasladó a Zocodover, en puestos que se montaban cada día, y a maltrechos cajones y tablados repartidos por la plaza Mayor y la calle del Maestro Pedro Pérez. De esta época aún perviven números rotulados en los sillares catedralicios para cada vendedor callejero. Y es que, las obras del proyectado mercado vivieron una larga demora.

A principios de 1896 se aceptaba la propuesta del arquitecto municipal, José Ramón Ortiz, volcada en atender la higiene, la ventilación, aplicar materiales pulidos (mármol, azulejos, cristal…) y recurrir al hierro para lograr un gran espacio diáfano interior, reto que no resolvió. Este elemento ya era usual en naves fabriles, estaciones y en flamantes lonjas. Sin embargo, más allá del uso de la carpintería de hierro y acero por parte de ingenieros antes que por arquitectos, fue habitual revestir los fríos perfiles del metal remachado con aires historicistas o fantasías modernistas. En Toledo, estas posibles licencias «estéticas» aquí nunca se hicieron realidad, los escasos fondos disponibles determinaban sobrios acabados.

En 1898 ya se había ejecutado el sótano en torno a un patio central y los muros de la planta principal. Ese mismo año, el nuevo técnico municipal, Juan García Ramírez, estudió ciertos cambios y un plan para rematar el edificio. En 1901, el presupuesto ascendía a 170.000 pesetas, una cantidad sideral para la ciudad. En 1907 el ingeniero Pedro Vidal y el capitán de Ingenieros Pedro Fernández Villa-Abrille proyectaron una gran cubierta metálica, a dos aguas, sin hueco central, sobre ochenta y seis puestos de venta. La falta de recursos volvería a dejar en dique seco el deseado mercado.



Por fin, en 1912, llegaría el momento. De nuevo, García Ramírezajustaría el proyecto para llevarlo a término. Se reafirmó toda la parte ya edificada, una manzana irregular con un pentágono de galerías interiores alrededor de un patio central que daba luz y ventilación al sótano y a la nave de ventas. Tal hueco se cegaría en la reforma que se efectuó en 1985 para lograr así más superficie comercial. Señalemos que, en 1971, las fachadas exteriores fueron picadas para eliminar el rojizo ladrillo satinado, común en la arquitectura del XIX, y colocar rústicas piezas de evocación mudéjar.

La tarde del 18 de enero de 1915 conoció la inauguración oficial, después de veintitrés años de esperas. Una crónica expresó: «se empezó en tiempos de Matusalen» y se «ha terminado ahora». Indiquemos que, en 1914, comenzaban las obras del monumental Mercado Central de Valencia (concluido en 1928), se colocaba la cubierta de la Boquería de Barcelona y se trabajaba en el madrileño de San Miguel, abierto en 1916. En Toledo, el acto de apertura lo presidió el alcalde, Félix Conde Arroyo, con varias autoridades, entre ellas el deán Ramón Guerra Cortés que bendijo la instalación, y los acordes de la banda de música de la Academia. Después, como dice El Eco Toledano, entró el público, casi «a viva fuerza», pues los guardias municipales no podían contenerlo. Y es que, como decía el Diario Toledano, nadie daba crédito a aquella larga “obra de romanos cuya terminación jamás creyó ver la actual generación”.

Un reportaje aparecido en La Veterinaria Toledana, el 31 de marzo siguiente, detallaba las estrenadas dependencias sin entrar en el valor arquitectónico del edificio. Los reparos se ponían en aspectos percibidos desde su óptica profesional como era el colocar un pavimento de baldosas, ausencia de bocas de riego o un dudoso tipo de la ventilación. No obstante, los veterinarios estimaban el interés empleado en el laboratorio de la Inspección Sanitaria para analizar las «substancias alimenticias» y así «poder garantizar la salud pública». Sobre estas bases, Toledo había estrenado su Mercado que, durante los setenta años siguientes, permanecería prácticamente igual a la vez que iba languideciendo la viva actividad que diariamente latía dentro y fuera de sus muros.

Por RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN
@abc_toledoTOLEDO23/01/2018 14:18h
http://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-mercado-edificio-entre-siglos-1896-1915-201801231418_noticia.html

jueves, 25 de enero de 2018

Tierras de Talavera, historia de una identidad: De Caesarobriga a la Talavera Medieval (II)

Continuamos una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia 

Ara romana en la que aparece el nombre de nuestra ciudad en la que aparece el nombre romano de nuestra ciudad: Caesaróbriga. 

En dibujo del padre Fita

Los romanos distribuyen las tierras hispanas en las tres provincias, la Bética, la Tarraconense y la Lusitana. Observan que nuestra tierra está poblada por los vettones, pueblo de la misma etnia que los lusitanos y que por tanto son encuadrados por el Imperio en esta misma demarcación territorial, que tiene como frontera oriental una línea que discurre aproximadamente a la altura de la localidad de Santa Olalla, claramente coincidente con el límite geográfico queaún hoy mantiene nuestra comarca natural. 

Son varios los autores que consideran que ya en tiempos romanos Talavera era una especie de capital administrativa de un gran territorio rural en el que se distribuían numerosas villas dispersas y donde parece haber tenido importancia económica la minería de numerosas explotaciones de La Jara, la trashumancia y el asentamiento de las legiones romanas. 



Talavera fue sin duda una importante ciudad romana, capital de un extenso territorio en la que había lujosos templos y edificios y donde no se descarta que hubiera edificio públicos como circo o teatro, aunque todavía no se hayan encontrado por los numerosos arrasamientos de la época medieval.

Excavaciones de edificios y templos romanos bajo el actual centro Rafalel Morales en la Plaza del Pan

De cualquier forma, la gran cantidad de inscripciones romanas localizadas en nuestra ciudad, de las que entre otras cosas se ha deducido la denominación de Talavera como Caesarobriga, nos hablan de una población de importancia, como se deduce por tener uno de los corpus epigráficos más ricos de la península.

En la época más tardía se produce una crisis generalizada que conlleva una dispersión rural de la población, como demuestran los numerosos yacimientos tardorromanos y las villas que se hallan esparcidas por la tierra de Talavera. 

Algunas de esas grandes villas romanas presentan plantas basilicales que demuestran la cristianización en la época de las gentes que habitaban la comarca, cuyo ejemplo más representativo es la villa romana de Saucedo en Talavera la Nueva. 

Estos asentamientos parece que también estaban vinculados a explotaciones metalúrgicas y, de la misma manera que en otras épocas históricas, los arqueólogos han observado en los materiales hallados un gran paralelismo con los de yacimientos localizados en Extremadura. Nuevamente volvemos a percibir esa mayor vinculación cultural de nuestra ciudad con el occidente peninsular que con la zona central, como algo constante en el devenir histórico de esta tierra.

Mosaico de la Villa romana de Saucedo

En época visigoda los nuevos pobladores no arrasan la ciudad, pero sí que dan una nueva orientación urbanística a la misma. La distribución del territorio estaba entonces muy unida a la demarcación eclesiástica y en Talavera parece que se localizaba la sede episcopal de Elbora, sufragánea de la de Mérida. 



En Aquis, núcleo de población identificado con Talavera o con la cercana finca de La Alcoba, se crea un obispado en relación con la devoción que atrae a numerosos fieles al sepulcro de San Pimenio, pero el metropolitano de Mérida se queja al rey Wamba por la existencia de esta diócesis, por lo que Talavera se mantiene vinculada a la Lusitania hasta la llegada de la invasión
 musulmana.Capitel visigodo de Mohedas de la Jara

Durante la época musulmana son diferentes los viajeros e historiadores que califican a Talabayra como una gran ciudad de la que depende “una provincia importante”.Esta provincia o korá es repoblada en gran parte por aguerridas tribus bereberes que, acostumbradas a batallar, son mantenidas aquí para controlar a la levantisca Toledo con la que mantienen no pocos enfrentamientos, pues Talavera, esa ciudad “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas”, está destinada a servir de bastión ante los cristianos y ante las fuerzas toledanas rebeldes al califato de Córdoba. 

La ciudad sufre después los enfrentamientos entre el taifa de Toledo y el taifa extremeño de Badajoz, entre los cuales se encuentra geográficamente. 

Las tierras de Talavera a raíz de la reconquista por Alfonso VI corresponden según J.Gómez Menor con ese territorio o iqlim de la Talabayra musulmana que “no estaba sujeta a Toledo sino que su iqlim formaba una pequeña provincia independiente integrada dentro de la Marca fronteriza Media. 

Su independencia administrativa está atestiguada: tenía un gobernador, y un cadí o autoridad judicial, y las crónicas árabes nos han conservado el nombre de algunos”.Lucerna o candil árabe hallado en excavaciones de Talavera

Alfonso VI conquista Talavera y la repuebla con castellanos y francos, que en principio ocupan los arrabales, aunque persiste una numerosa población mozárabe que se asienta en la villa, dentro del caserío que dejaron las clases dominantes árabes. También los moriscos constituyen un núcleo de población importante que se acrecienta durante siglos posteriores, así como la aljama judía, que es de una importancia numérica media-alta entre las comunidades hebreas de Castilla. 

Más al oeste, la repoblación leonesa es más importante y ya desde la Campana de Oropesa hacia poniente pueden observarse algunos aspectos etnográficos y linguísticos que así parecen confirmarlo claramente.

Alfonso VII participa personalmente en el amojonamiento del término que sería el embrión de las futuras Tierras de Talavera, pasando numerosas temporadas cazando en nuestra ciudad. 

Fernando III el Santo aumenta la extensión de los territorios talaveranos con la cesión para su repoblación de las Siete Heredades del Pedroso, que formaban parte de La Jara y que actualmente se encuentran comprendidas en Extremadura, desde la división provincial de 1833, como también lo están las dehesas de Ivan Román y Castrejón de Ibor, lo que más tarde sería territorio de Guadalupe y del valle del río Ibor con núcleos de población como Castañar, Navalvillar o el despoblado de la Avellaneda.

El mudéjar quedó como huella de la cultura musulmana en la Talavera ya reconquistada

Hacia el sur, las tierras talaveranas se van repoblando hasta el Guadiana debido a la seguridad militar que se produce en el territorio después del avance de las tropas cristianas tras la batalla de Las Navas de Tolosa. El señorío de La Puebla de Alcocer tendrá no pocos problemas fronterizos con Talavera, principalmente ocasionados por las disputas sobre los pastos y las barcas del río. También son numerosas las luchas de las gentes de Talavera con los caballeros abuleses que abusan de su prepotencia militar y que hace necesario que nuestra villa firme una alianza con Plasencia para intentar afrontar la situación.

Es curioso constatar cómo en la repoblación medieval la cabeza del alfoz se encuentra al norte de la ciudad de cabecera y sus tierras se extienden hacia el sur, tanto en el caso de Talavera que llega hasta el Guadiana como en el caso de Ávila, ciudad cuya jurisdicción comprendía localidades tan cercanas a talavera como Velada, todos los pueblos de la Sierra de San Vicente e incluso la Campana de Oropesa, aunque evidentemente todas esas poblaciones se encuentran desde siempre en el ámbito geográfico y económico de Talavera.La repoblación cristiana dejó muestras como estas ruinas del castillo de Santisteban en San Martín de Pusa

La repoblación de ese enorme territorio desierto por las razzias permanentes de uno y otro bando a lo largo de la Edad Media hace que sea necesaria la formación de una fuerza armada que defienda a colmeneros y ganaderos del bandidaje que en la fragosidad de los montes de La Jara impide por su inseguridad que se asienten poblaciones estables. 

Nace así una de las instituciones más antiguas de policía rural y uno de los símbolos de nuestra ciudad durante siglos. Se trata de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que junto a la de Toledo y la de Ciudad Real son el antecedente y modelo de la Hermandad Nueva que impulsarán los Reyes Católicos, y de la misma Guardia Civil, que con sus uniformes verdes recuerdan a la vieja institución hermandina. 



Durante siglos, los nobles se disputaban los cargos de la misma por ser signo de poder en la villa. La Santa Hermandad también protegía de alguna forma los intereses pecuarios, camineros e incluso “ecológicos” de nuestra tierra.

Su pendón era colocado simbólicamente a la entrada de la Puebla de Guadalupe en recuerdo de la dependencia de aquellas tierras de Talavera y también perseguía los delitos perpetrados o a delincuentes huidos en la comarca natural de Talavera, en territorios muy lejos ya de los límites históricos de su alfoz.

Las torres albarranas, símbolo de la primera Talavera cristiana tras la reconquista

Doña María de Portugal recibe de su esposo Alfonso XI la villa de Talavera como regalo de bodas, por lo que, al ser señorío de realengo, nuestra ciudad mantiene cierta independencia relativa comparada con las poblaciones que sufren un señorío feudal, siempre más presionadas desde el punto de vista impositivo o político.

El cambio de Talavera por la villa de Alcaraz con los arzobispos toledanos hace que nuestra ciudad caiga en señorío eclesiástico, aunque los datos apuntan a que históricamente los arzobispos no presionaron en exceso al concejo talaverano, que mantuvo hasta la eliminación de los señoríos en el siglo XIX una considerable independencia de la mitra toledana. Esto permitía, sin embargo, que la nobleza y los ricohombres de la villa fueran quienes realmente detentaran el poder efectivo.


http://lamejortierradecastilla.com/tierras-de-talavera-historia-de-una-identidad-2-de-caesarobriga-a-la-talavera-medieval/

miércoles, 24 de enero de 2018

Tierras de Talavera, historia de una Identidad (I)

Resultado de imagen de Dolmen de AzutánPrehistoria

Iniciamos hoy una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Dolmen de Azután

Los condicionantes naturales han hecho desde tiempos prehistóricos que las Tierras de Talavera constituyan una unidad geográfica, humana y cultural en la que se ha determinado una identidad específica y bien diferenciada de los territorios adyacentes.

Vamos a remontarnos nada menos que 5500 años, hasta la época en que los primeros agricultores del Eneolítico y la Edad del Cobre poblaban nuestros campos y dejaban como muestra de su paso dólmenes como los de Navalcán, La Estrella o Azután.



Estos monumentos megalíticos se enmarcan en el conocido como Megalitismo Extremeño, por tener características similares tanto en su estructura como en el arte esquemático, y en el ajuar en ellos depositado a los megalitos hallados en Extremadura y Portugal, que a su vez se enmarcan en la denominada cultura Alentejana. 

Resultado de imagen de Menhir de la Laguna del ConejoEs ésta la primera muestra de la vinculación de nuestra comarca con las culturas del occidente peninsular.

Menhir de la Laguna del Conejo en Gamonal

Los menhires de la Laguna del Conejo, cerca de Velada, o el conocido como menhir de Parrillas son también manifestaciones de esta cultura que curiosamente se hallan, al igual que los dólmenes, en las inmediaciones de la Cañada Leonesa Oriental, constituyendo este hecho una primera muestra de esa constante vinculación de las gentes que habitaron nuestras tierras con la actividad de la ganadería.

Ya en la Edad del Bronce se reparten por nuestra geografía varias estelas de guerrero que nos vinculan también con las culturas orientalizantes provenientes del mundo protofenicio de la costa mediterránea de Asia que, después de colonizar la zona de las actuales provincias de Cádiz y Huelva, hicieron sentir su influencia en un recorrido ascendente siguiendo el eje de la Vía de la Plata hasta Talavera y su entorno, localizándose así nuestra tierra en el límite noreste de la referida influencia cultural del oriente mediterráneo.Estela de Guerrero de Las Herencias

En la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro sucedió algo similar, como nos indican los materiales del ajuar encontrado en una tumba de características “principescas” que fue hallada en El Carpio, finca situada en el término de Belvís de la Jara.

Las influencias del mundo tartésico se siguen produciendo durante la Edad del Hierro y son significativos los hallazgos de una vasija piriforme, que se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York, y un timaterio o braserillo ritual, como objetos que tienen también características de clara influencia orientalizante, así como un puñal hallado en término de Mesegar datado en torno al siglo IX a.C. o unas fíbulas localizadas en Azután. 

Todos estos son hallazgos que, en general, coinciden con la llegada a la península de las primeras colonias fenicias.Verraco de Cabeza del Moro

Los pueblos que se asentaban en Talavera antes de la llegada de los romanos eran pueblos célticos con esas evidentes influencias culturales del suroeste peninsular, que a su vez estaba influido por las culturas orientales llegadas a la península. 

Los vettones son un pueblo celta que ocupa la comarca de Talavera, Ávila y gran parte de las actuales provincias de Salamanca y Cáceres. Distribución que coincide claramente con el que más tarde llamarían los romanos Conventus Emeritensis. 

Son más de medio centenar los verracos de piedra que se encuentran distribuidos a lo largo y ancho de nuestra comarca y en el mismo término de Talavera. 

Estos pueblos celtas están también vinculados a la ganadería y se piensa que hacían desplazamientos con sus ganados, siguiendo probablemente muchos de aquellos viejos caminos y cañadas pecuarias. 

Esta vinculación con la ganadería como principal forma de vida es, como vamos anotando, una constante de las tierras talaveranas.Mapa de la Lusitania romana en la que se incluyen las Tierras de Talavera (Caesaróbriga) actuales

Ese sustrato céltico se observa, por ejemplo, en el primer nombre conocido de nuestra ciudad: Caesaróbriga, que quiere decir algo así como “población fortificada de César”. 



Los vettones, aunque eran bravos guerreros y se enfrentaron duramente a los romanos, se integraron después en sus ejércitos con relativa facilidad como fuerzas indígenas. 

Antes de ello, en coaliciones con los lusitanos o con los carpetanos, lucharon contra las legiones y, aunque es difícil de comprobar la veracidad histórica de la cuestión, autores como Schulten han asegurado la presencia de Viriato en la zona, concretamente en el Monte de Venus, al cual identifica el famoso historiador con el cerro de San Vicente. 

En este mismo sentido, también se ha querido localizar la batalla de Quinto Fulvio Flaco contra una coalición carpetovetona en las llanadas del actual polígono industrial de Torrehierro donde, por cierto, existen los restos de una posible tumba turriforme conmemorativa.

Pintura del siglo XIX que representa la muerte de Viriato

Vemos por tanto que nuestra ciudad se encuentra en el centro peninsular, pero claramente vinculada a los pueblos occidentales de ascendencia céltica, al contrario que la vecina Toledo y el resto de Castilla-La Mancha, cuyos territorios se hallan enmarcados más bien dentro del mundo cultural ibérico.

http://lamejortierradecastilla.com/tierras-de-talavera-historia-de-una-identidad-1/

martes, 23 de enero de 2018

Delimitación de la Tierra de Toledo a fines del Medievo

Resultado de imagen de mapa Tierra de Toledo a fines del Medioevo
Conocidos los señores y señoríos toledanos del final del Medievo, sólo nos queda señalar con algún detalle los límites de la Tierra para deducir, con toda la precisión que nos sea posible, cuál era el área rural sobre el que Toledo desarrollaba plenamente su acción gubernativa y aministrativa.

Para definir el perímetro del territorio partiremos del pie de la Mesa de Ocaña; de allí nos dirigiremos hacia el sur, continuando luego hacia el oeste,. el norte y el este.,hasta cerrar el limite por el punto inicial.

Queda fuera de toda duda que la Mesa de Ocaña no pertenecía a la jurisdicción toledana al final del Medievo, pero ¿se consideraba parte de la Tierra?

En un primer momento, esta comarca se caracterizó por la indefinición jurisdiccional, la propia villa de Ocaña, repoblada al final del reinado de Alfonso VII”’, pasó a-lo largo de la segunda mitad del siglo XII por manos de señores laicos, del propio monarca y de órdenes militares, hasta que definitivamente se integró en e1 “término” de Toledo en el ya citado documento real en que se mandaba a las villas y aldeas de Toledo la prestación de facendera a la Ciudad.



Pero Ocaña era una de las pocas villas que expresamente eran eximidas. de tal obligación”; esta particularidad de Ocaña denota la enajenación de la villa de la jurisdicción urbana.,al tiempo que revela el recuerdo de la pertenencia a ella en un tiempo bastante cercano, pues de otro modo no se encontraría explicación al hecho de que se citase como excepción a la general prestación de facendera.

Resultado de imagen de toledo a fines del MedioevoAsí, desde el siglo XII, el pie occidental de la Mesa de Ocaña constituyó el limite entre la Tierra de Toledo y el Campo de Santiago. Pero en el mismo pie y desde el mismo siglo, dos pequeñas aldeas se situaban entre ambos terminos Ciruelos y Huerta de Valdecarábanos, que habian quedado bajo jurisdicción calatrava en el reinado de Alfonso VIII. 

Algo más al sur se aprecia una penetración de otras jurisdicciones a la-Tierra de- Toledo; Mora, de la Orden de Santiago; aún más profundamente, Orgaz, de los Guzmán y Ajoflín, del Cabildo de Santa Maria. Todas ellas, villas exentas de la jurisdiccion urbana 

Aún más al sur, la frontera toledana se establecía frente al Campo de San Juan; es éste el espacio de transición entre tierras da cuestas(Toleda) y tierras de amplia llanura-(La-Mancha), un espacio de transición que, más al su rtodavía, ascendiendo por el curso del río Algodor, ya en el término de Yébenes, se hace montuoso.

Las sierras más orientales de los Montes de Toledo -la de Yébenes, El Castañar, Las Guadalerzas, El Rebollarejo, El Comendador, El Robledo, Fuenteblanca, Las Alberquillas, El Aljlbe.,Bermejar constituyen el lini te sudorientalde la Tierra, una linea difUsa, abierta, que abarca un terreno abrupto que durante mucho tiempo se repartieron -o compartieron- la Orden de San Juan y la- Ciudad de Toledo.

Hacia el oeste, al sur de Los Montes, se abría la tierra llana dominada por otra orden militar.,el Campo de Calatrava.,cuyos limites con la Tie1rra Toledana,~trazado en la-cara-sur de Los Montes, nos son bien conocidos”. Algo más hacia occidente se haya el conflictivo limite con la Orden de Alcántara, al que ya hemos aludido; hasta 1445, Puebla de Alcocer marcaba la frontera, desde esa fecha, toda la comarca como hemos visto, pasó a-manos del linaje Sotomayor, con lo cual fue sustraído a la Tierra toledana su- extremo sudoccidental y el limite quedaría situado en el Rincón de Anchuras.

Por la misma zona se establecieron limites con Talavera en 1262, año en el que Alfonso X otorgó una partición de términos del área situado entre el Guadiana y la Sierra de los Puertos entre Cíjara y Puerto Rey’

Las dos quintas partes hacia el rio quedaron en manos de Toledo, mientras que las tres restantes las conservó el Concejo de Talavera, aunque el disfrute de aguas, pastos y caza serían compartidos en adelante entre ambos contendientes.

Frente a Montalbán, los términos no se nos muestran claramente hasta la consolidación del señorío de los Pacheco. Siendo titular de éste AlonsoTéllez Girón, el 12-de marzo dc 1485, se establecieron los limites entre Toledo y talbán, limites que precisaban unos términos indefinidos durante largo tiempo y que, según nos informa el documento de partición, habían producido numerosos conflictos entre ambas partes., la delimitación establecía un ejido de doscientos pasos de longitud que no debía ser cultivado jamás por nadie, situado en un vado del Torcón, arroyo que servía, por otra- parte,- como mojón natural entre ambas tierras, perteneciendo la orilla oeste a Toledo y la orilla este a Montalbán. Frente a Maqueda, los limites quedan claramente establecidos bajo el reinado dedos Reyes Católicos.

El 13 de septiembre de 1485 la Ciudad, por una parte, y Gutierre de Cárdenas y el Concejo de Maqueda, por otra, faltaban los términos respectivos para concluir con et contencioso que les enfrentaba desde hacia algún tiempo, centrado en la limitación de los términos de la villa de Maqueda y el lugar toledano de Novés, quedando este lugar y el vecino de Portillo completamente rodeados de espacios independientes, como baluarte de la Ciudad en la zona; se consolidó, de este modo, un potente cerco señorial en el noroeste de Toledo formado por las jurisdicciones de los señores de Montalbán, Santa Olalla, Maqueda, el conde de Cifuentes (señor de Barcience el conde de Fuensalida, el Cabildo de Santa María(señor de Arcicóllar) y la Orden de San Juan (señora de Villamiel); un cerco que presenta un amenazante frente, bastante cercano a la Ciudad, con la linea Puebla de Montalbán. - Torrijos - Barcience - Huecas - Villaniiel - Arcicóllar.

Hacia el noreste el limite toledano se establecía con la encomienda sanjuanista de Olmos, ya aludida, pero una buena porción del frente norte de la Tierra de Toledo limitaba con la extensa Tierra de Segovia.



Esta, como la toledana; tenía forma alargada y un desarrollo meridional desmesurado; más allá de las sierras del Sistema Central., Segovia extendió su jurisdicción Guadarrama abajo hasta topar con la Tierra toledana. En este área, Segovia había establecido el Sexmo de Casarrubios, una circunscripción que, en su extremo oriental, era penetrada por el lugar toledano de Móstoles. Al comienzo del reinado de los Reyes Católicos, las dos ciudades se enfrentaron en un pleito por la jurisdicción de Móstoles, cuyo resultado final, favorable a los toledanos, lo conocemos por una partición de términos entre Toledo y La Moraleja.

El limite nordeste de Toledo, con el que cerramos el “circulo” de los extremos toledanos, lo marcaba la Tierra de Madrid y, nuevamente,-la Tierra segoviana, en particular el Sesmo de Valdemoro que, como otros territorios limítrofes, pasó en 1480 a la jurisdicción del poderoso Andrés Cabrera, marqués de Moya’~.

Pero además, en este sector se observan penetraciones notables que dejan algunos concejos toledanos convertidos en islotes jurisdiccionales de la Ciudad: el señorío del Cabildo en Illescas y lugares da su entorno; la encomienda de Borox, de la Orden de Calatrava; y, más profundamente, el señorío de Villaluenga y Villaseca de La Sagra, perteneciente a los señores de Montemayor’ 


JUAN RAMÓN PALENCIA HERREJÓN 
DIRECCIÓN: DRA.. MARIA ASENJO GONZÁLEZ
http://biblioteca.ucm.es/tesis/19972000/H/0/H0048501.pdf

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