miércoles, 14 de febrero de 2018

Cuando un Notario fué condenado a muerte por asesinar a su tía en Villacañas


Vista área de Villacañas, en los años ochenta, localidad donde se asentó Rosario Cabezas tras la separación del magistrado Vindel y donde fue asesinada



(Foto, Colección YA-Toledo. AMT)ESBOZOS PARA UNA CRÓNICA NEGRA DE ANTAÑO (XXIII)

El 20 de noviembre de 1894 sus vecinos la oyeron gritar angustiada; cuando la Guardia Civil entró en el domicilio se encontraron un horroroso espectáculo: la infortunada señora yacía sobre la tierra del patio con una terrible cuchillada en el cuello que casi le había separado la cabeza del tronco

El trece de octubre de 1892, a los setenta y un años de edad, falleció en Sevilla el magistrado Anastasio Vindel y Palomino. Natural de la localidad conquense de Palomares del Campo y licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid, había desarrollado una intensa carrera profesional en la judicatura, con destinos en Quintanar de la Orden, Alcázar de San Juan, Soria, Murcia, Jerez de la Frontera, Jaén, La Coruña, Zamora, Zaragoza y Sevilla. Cuando murió llevaba un tiempo separado de su esposa, María del Rosario Cabezas, con quien tuvo dos hijos.

Al romperse la convivencia matrimonial, ella fijó su residencia en Villacañas. Salvo para asistir a misa o dar un paseo, salía poco de casa, llevando una vida ejemplar que se truncó trágicamente una tarde otoñal de 1894.

A su llegada a Villacañas, Rosario Cabezas se instaló en una vivienda de la plaza de la Iglesia, muy cerca de la casa del cura párroco.

Su situación económica era desahogada, gracias al dinero heredado de su esposo, ya que los dos hijos habidos en el matrimonio también habían fallecido.

Vivía sola y una muchacha del pueblo se encargaba de las labores domésticas. Entre las tres y las cuatro del 20 de noviembre de 1894, martes, sus vecinos la oyeron gritar angustiada. 

De inmediato avisaron al juzgado y a la guardia civil. Cuando la pareja la Benemérita entró en el domicilio se encontraron un horroroso espectáculo: la infortunada señora yacía sobre la tierra del patio con una terrible cuchillada en el cuello que casi le había separado la cabeza del tronco. Nada pudieron hacer por auxiliarla, falleciendo a los pocos momentos sin poder declarar quien le había atacado. 

En el suelo de una de las alcobas había esparcidas varias alhajas y billetes de Banco.

Grabado de «La Ilustración Española y Americana» reflejando las labores de salvamento realizadas en Villavañas por los obreros y miembros de la Guardia Civil tras la inundación de 1893



En las habitaciones de la casa no se encontró a nadie, pero mientras inspeccionaban el corral, los agentes escucharon voces de auxilio procedentes del interior de un pozo.

Quien las daba era Félix Díaz Casas, marido de una sobrina carnal de la infortunada. Tras ser rescatado fue trasladado a la casa del párroco, colocándole sobre una cama, ya que tenía las ropas completamente empapadas.

Allí declaró que estaba realizando una visita a su tía cuando entraron en la vivienda dos enmascarados que le taparon con una manta para evitar que viese cuanto ellos hacían.

Según dijo, consiguió zafarse y se escondió en el pozo, sin llegar a presenciar qué estaba ocurriendo con su pariente. Semejante testimonio chirriaba con el hecho de que su pantalón estaba manchado de sangre y que junto a un muro del pozo había una navaja de afeitar ensangrentada.

Recorte de «Diario de Toledo» dando cuenta del asesinato de Rosario Cabezas y de la condena a muerte de Félix Díaz

El trágico asesinato alarmó sobremanera a los villacañeros, quienes meses antes habían sufrido una gran desgracia. A consecuencia de una fuerte tormenta que descargó en la zona, afectando también a los municipios de Mora, El Romeral y Tembleque, en el barrio de los silos se registraron grandes inundaciones, pereciendo cuarenta y tres personas. 

La magnitud del siniestro fue recogida con profusión en la prensa nacional. En el semanario «La Ilustración Española y Americana» se reprodujeron seis grabados, basados en fotografías de Compañy, reflejando el estado en que quedaron algunas calles del pueblo y las labores realizadas para recuperar a las decenas de cadáveres. 

En estas labores participaron, incluso, bomberos llegados desde Madrid. La opinión pública española quedó conmocionada al conocer que parte de los vecinos del pueblo vivían en estas construcciones subterráneas.

REcorte de «El País» dando cuenta del asesinato de Rosario Cabezas y de la condena a muerte de Félix Díaz

No es extraño, por tanto, que conocidas las primeras noticias sobre el asesinato de la viuda del magistrado un inmenso gentío rodease su casa, esperando saber más detalles de lo ocurrido.

Personado en el lugar de los hechos el juez de instrucción de Lillo, Crisanto Posada Galván, decretó la incomunicación de Félix Díaz y de la joven que atendía como criada a la víctima. 

Ambos fueron trasladados a la cárcel del partido. La familia de él pidió que le dejaran llevarle hasta allí en un coche particular, ruego que el juez denegó. Hasta Villacañas se trasladó, también, el fiscal de la Audiencia Provincial, Román Rubio.

El detenido era hijo de una conocida familia local, casado y padre de cinco hijos. Tenía terminada la carrera de Derecho y, según algunas crónicas periodísticas, ejercía de notario. En el pueblo se comentaba que su desahogada posición económica se había visto truncada por su afición al juego, atravesando una «apuradísima» situación pecuniaria.

Retrato de la reina regente María Cristina de Habsburgo, quien el Viernes Santo de 1895 conmutó a Félix Díaz la pena capital por la de cadena perpetua

Las explicaciones dadas por Félix no le libraron de ser juzgado en la Audiencia Provincial de Toledo acusado de tentativa de robo y homicidio. La vista se celebró a finales de octubre de 1895. En la misma se evidenció que el día de autos fue a visitar a su tía, cortesía que habitualmente realizaba, con la intención de pedirle prestada una cantidad económica. Al negarse ella a entregarle el dinero, el procesado le infirió veintiuna puñaladas causándole la muerte. Él lo negó todo, manteniendo su inocencia, pero no consiguió convencer al tribunal, cuyos miembros le consideraron culpable. 



La Sala le condenó a la pena de muerte, sentencia ratificada por el Tribunal Supremo ante el que se presentó recurso de casación. Pese a la firmeza de esta decisión, cinco meses después, Díaz consiguió, finalmente, librarse del garrote vil toda vez que en 1896, con motivo de la festividad del Viernes Santo la reina regente María Cristina de Habsburgo, quien había encabezado con diez mil pesetas una suscripción para socorro de las víctimas de la inundación antes referida, le conmutó la pena capital por la de cadena perpetua.

Enrique Sánchez Lubián, escritor y periodista
@eslubianTOLEDO
01/02/2018 21:48h
http://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-notario-condenado-muerte-asesinar-201802012148_noticia.html




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