miércoles, 28 de marzo de 2018

Extranjeros en Toledo: La Colonia Griega y del Mediterráneo Oriental en tiempos del Greco

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La Toledo cosmopolita de fines del siglo XVI e inicios del XVII estaba acostumbrada a la presencia por sus calles, tahonas u hospitales de extranjeros de todo porte y pelaje: desde esclavas negras o moriscas haciendo recados para sus amos o acompañando a sus señoras; a soldados procedentes de todos los rincones de Castilla y mercenarios suizos, en tránsito por la Ciudad Imperial o alojados bien en la ciudad, bien en sus cercanías1 , pasando por menestrales flamencos, nobles centroeuropeos, clérigos irlandeses e impresores alemanes. 

De entre todas las naciones, los más numerosos fueron los franceses que, huyendo de la miseria o de la cruenta guerra entre católicos y hugonotes, se derraman por Toledo.



Desde sacerdotes que huyen de la persecución religiosa a míseros aguadores procedentes del Macizo Central francés, quienes conforman una colonia tan numerosa que en 1617 pretenden fundar toda una cofradía «de naturales» bajo la advocación de San Luis, rey de Francia, con sede canónica en la ermita de San Roque, extramuros de Toledo2 ; un santo rey-pintado a la sazón por Jorge Manuel, el hijo del Greco.

Tampoco faltaron facinerosos, pícaros, vagabundos, peregrinos o pordioseros oriundos de todos los confines del Imperio o desterrados de la Corte, algunos de los cuáles terminan en las redes del Santo Oficio por envidias o simplemente por molestar. 

Tal parece ser el caso de Alejo de Soto, venido nada menos que desde la remota ciudad de Goa (India portuguesa), que fue denunciado por blasfemo y proferir cantares deshonestos, descubriéndose que era un musulmán bautizado con doce años de edad, siendo obligado a abjurar de levi y ser instruido seis meses en un convento toledano . 

Coetáneos de Domeniko también están documentados numerosos italianos, algunos artesanos o artistas (pintores, ensambladores de retablos, doradores), otros negociantes (tales como los mercaderes de mármol de Carrara de la talla de Juan de Lugano o tratantes de grueso tan famosos como los Salvago, los Rótulo , los Lercaro o los Lomelín ). 

Más aún, algunos de los linajes de comerciantes genoveses, pisanos o sicilianos más solventes fundaron capillas funerarias en conventos (los Cernúsculo en San Juan de los Reyes) e iglesias (los Mesina en San Cristóbal); aunque, desde luego, fueron mucho más numerosos los buhoneros, volatineros o saltimbanquis itinerantes. También se detectan, cada vez más, inmigrantes portugueses en nuestra ciudad, sobre todo desde que la Unión de Coronas (1580) integró a Portugal bajo órbita castellana. 

De este modo, cientos de marranos portugueses (lenceros, especieros, tenderos, especieros, prestamistas o mercaderes) pululan por toda la Península, entretejiendo un denso entramado comercial lusitano por villas y ciudades. Mención aparte merecen aquellos que recalaron en las cárceles Toledo. Se trata de una chusma compuesta de bígamos, hechiceras, calés «de nación gitanos» (es decir, no considerados españoles) y toda una panoplia de forasteros desarraigados o lugareños problemáticos que son a menudo condenados a galeras y que permanecen confinados en prisión durante meses o años. 



Por no mencionar que navarros, catalanes, valencianos o aragoneses eran considerados extranjeros en la Corona de Castilla, por mucho que despertaran menos recelos que el resto de personajes extrapeninsulares. 

Además, de todos ellos el resabio popular había construido un arquetipo, muchos de los cuáles han pervivido hasta nuestros días: aragoneses testarudos, alemanes borrachos (tanto más chocante cuando la dieta popular hispana estaba regada a diario por sendas cuartillas de vino tinto), portugueses galantes y vanidosos, italianos afeminados o codiciosos, franceses bribones, flamencos laboriosos, ingleses herejes y piratas (no olvidemos que Ana Bolena cabalga la Tarasca toledana, encarnación ritual del pecado), negras lujuriosas (prohibidas hasta en los burdeles para evitar que engatusaran a sus clientes), negros torpes y malhablados (burlándose de ellos en los villancicos y motetes de la catedral), etc. Y ¿qué hablar de griegos, turcos y otros inmigrantes de Oriente Cercano? Cuando no eran tachados de sodomitas se les tildaba de pedigüeños. 

En esta línea, resulta sorprendente el número de cristianos orientales provenientes de los Balcanes, Península Helénica y Oriente Próximo (Armenia, Palestina) que recalan en la Monarquía Católica, sobreviviendo de las limosnas, en calidad de peregrinos a Santiago de Compostela o de refugiados perseguidos de los turcos, representando en todo caso a sus respectivas comunidades, sojuzgadas por los infieles.

Paradigma de este pulular de cristianos perseguidos limosneando por la potencia paladina de la Contrarreforma es el caso de unos caballeros húngaros de paso por la Ciudad Imperial hacia 1599, en cuyo regimiento «Leyose una petición dada por Juan Nagui y Gregorio Pachi cavalleros ungaros en que suplicava su Señoria [el ayuntamiento toledano] les haga alguna merced atento que los turcos los cautivaron y para su rescate andan pidiendo ser favorecidos», librándoseles de las arcas municipales nada menos que 2.000 reales . 

Recordemos que las Constituciones sinodales de Toledo del cardenal Tavera (1536) ya tronaron contra los falsos romeros: «algunos engañadores so habito de peregrino, diziendo ser enviados para la salud de las animas, impuniendolse falsos nombres y señales fingidas, usando de otros muchos fraudes y cautelas burlan a la gente ignorante y le llevan dinero». 

Así, una generación antes de recalar El Greco en Toledo, en 1551 el Santo Oficio local investigó por hechicerías a Martín Páez, natural de Villarroya (La Rioja); este embaucador que se decía peregrino del Monte Calvario, uno de los doce que nombraba la Señoría de Venecia con destino al Monte Sinaí, mostrando una rueda de Santa Catalina tatuada en el brazo, solicitando dinero o comida a los aldeanos ignorantes para celebrar misas en los Santos Lugares, con la complicidad de un clérigo italiano que le acompañaba . Nos hallamos en una época en la cual pocos o casi nadie viajan por placer, sino buscando su sustento o huyendo de su triste suerte.

Tengamos en cuenta que los caminos eran lodazales en época de lluvias y polvaredas en el estío; las ventas son consideradas, no sin razón, rediles de rufianes, prostíbulos o nidos de estafadores y en cada recodo del camino podían aguardar salteadores sin escrúpulos o mozos con ganas de chanza o bulla. Además, los viajeros cualificados que recalan por la Toledo de los Austrias y nos han legado sus memorias suelen ser diplomáticos, intelectuales o militares. 

Todos parecen toparse con lo que han venido a ver10: templos suntuosos; calles atestadas de damas elegantes, caballeros orgullosos, buenos artesanos y un clero omnipresente que hormiguea por calles, tiendas, iglesias y conventos. No obstante, también suelen quejarse de las malas posadas; de las bazofias que les sirven de comida; de la falta de aseo y rudas costumbres de los plebeyos; del desprecio de los toledanos hacia los foráneos; de los hurtos de los ladrones o las sospechas de todos. 

Algunos cortesanos extranjeros, como el caballero francés Bartolomé Joly, de tránsito por España entre 1603 y 1604, incluso plantea una dicotomía etnocentrista entre la urbanidad gala y la barbarie española, cuando se queja de los insultos que les gritan los aldeanos por los caminos, burlándose de manera inmisericorde del uso generalizado del sampedro u orinal, mientras que ensalza el uso de los retretes o «sillas agujereadas, verdes y limpias, como en Francia» . 



Mención aparte merecerían otras costumbres locales o determinadas ceremonias públicas como los toros o los ajusticiamientos públicos. Así el burgués flamenco Juan Lhermite, cuando asiste a un autos de fe lo considera un «espectáculo muy triste y deplorable de ver», aunque a renglón seguido lo justifique .

MIGUEL F. GÓMEZ VOZMEDIANO 
Académico Numerario

http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2016/06/9.-Extranjeros-en-Toledo.-La-colonia-griega-y-del-Mediterr%C3%A1neo-Oriental-en-tiempos-de-El-Greco-por-Miguel-G%C3%B3mez-Vozmediano.pdf

martes, 27 de marzo de 2018

Por el arroyo del Molinillo: De Pepino a Cervera


Arquitectura popular en Pepino

Cualquiera de los antiguos caminos que suben hacia los pueblos de El Berrocal (Mejorada, Segurilla, Cervera…) o el ascenso de los arroyos que vienen desde esta granítica sierrecilla hacia Talavera, nos proporcionarán un agradable paseo con buenas vistas y lugares amenos muy cercanos a la ciudad. 



Como ejemplo describiré el que desde Pepino nos lleva hasta Cervera subiendo por las orillas del arroyo del Molinillo.Grabado en una piedra del arroyo del Molinillo

Pepino fue aldea de Talavera y puede que su nombre se deba a un repoblador medieval llamado Alonso Pepino, aunque otros se aventuran a decir que deriva del nombre de un italiano llamado “Pipino”, con todas las reservas que hay que poner a estas teorías un tanto fantásticas de la toponimia.

Quedan algunos rincones pintorescos en el pueblo, con su arquitectura de piedra y adobe. 

También hay establecimientos hosteleros y de hípica.

Desde Pepino tomaremos un camino en dirección este hasta llegar al arroyo del Molinillo. 

Allí podemos ver sobre una roca de sus orillas una cruz y piedrecitas colocadas sobre ella, uno de esos lugares mágicos en que los caminantes dejan las piedras a veces en recuerdo de algún hecho luctuoso. 

En este caso se dice que un hombre se ahogó en una de las crecidas del pequeño arroyo.

Iglesia parroquial de Cervera de los Montes
















Molinillo de Cervera que da nombre al arroyo

Ascendemos por la ribera del arroyo y pasamos por el antiguo molino de agua que le da nombre. Se trata de un molino cuyo cubo ha sido techado para usarlo de pajar y por ello presenta un curioso aspecto. 

Entre cercados, chozos de piedra, prados, encinas y alcornoques llegamos a Cervera.

Ruinas del castillo o torrejón de Cervera

En este pueblo acogedor nos detendremos en su arquitectura popular, su berroqueña iglesia y los restos de unas antiguas dependencias de la Real Fábrica de Sedas de Talavera que se instalaron aquí huyendo del paludismo endémico de la ciudad por el estancamiento del río Tajo, en las que destaca su portada neoclásica. 

Conserva Cervera también un potro de herrar en buen estado y cuatro ermitas de las que una de ellas, la del Rosario, que se encuentra en el camino que sale hacia Segurilla, tiene en su interior buena azulejería de Talavera del siglo XVI.

Una de las ermitas de Cervera que guarda bonita cerámica de Talavera del siglo XVI

La de san Roque, a la entrada del pueblo es la de arquitectura más relevante, la del Socorro se encuentra a la salida y la del Consuelo en el cementerio. 

También hay un bonito viacrucis completo con su calvario al noreste de la localidad. 

La iglesia es construcción de finales del siglo XVI, de estilo herreriano y es de destacar el cuadro de la escuela española del siglo XVII de la Asunción, advocación de la parroquia.

Detalle de la arquitectura popular de Cervera de los Montes

Cervera, que es tanto como decir lugar abundante en ciervos, cuenta con restos del Calcolítico, hace más de 4000 años y romanos. 

Primero perteneció a las Tierras de Talavera, pero fue segregada de las mismas por Alfonso VII en el siglo XIII, entregándosela a Juan García de Toledo junto con Segurilla y Mejorada. 

Pasó después al señorío de Oropesa, de los Álvarez de Toledo, hasta que en 1639 se hizo villa con su propia jurisdicción. Durante la Edad Media se construyó el castillo, en el paraje llamado de los Torrejones. 

Hoy está bastante arruinado, se encuentra muy cerca del casco urbano en dirección noroeste y lo visitaremos en nuestro recorrido. 

Todavía se puede observar el aljibe para almacenar agua.Fachada de las dependencias de la Real Fábrica de Sedas de Talavera en Cervera de los Montes

También nos acercaremos, como indica el plano, hasta la encina Meregil, un ejemplar monumental de este árbol al que se llega por un agradable sendero.

De vuelta por la carretera hacia Pepino es interesante subir al Cerro del Cura, junto a la carretera, para contemplar desde allí la vista panorámica que se divisa sobre el Berrocal, la Sierra de San Vicente y el valle del Tajo.Calerillo de Pepino

Justo antes de iniciar la carretera el descenso hacia el cruce de Pepino, parte un camino hasta unos repetidores de televisión. 

Cerca de ellos vemos una chopera en una antigua explotación de cal con dos pequeños calerillos, hornos muy primitivos para cocer la piedra caliza bajo tierra. También se divisa desde allí una buena panorámica sobre el valle de la Portiña.

En la entrada anterior ya conocimos las dos fiestas y las dos encinas monumentales de estos dos pueblecitos de El Berrocal

http://lamejortierradecastilla.com/por-el-arroyo-del-molinillo-de-pepino-a-cervera/

lunes, 26 de marzo de 2018

El Toledano Juan de Rojas, olvidado fundador de La Habana

La Historia oficial ha venido manteniendo que Diego Velázquez de Cuéllar fue quien fundó La Habana, a pesar de la existencia de indicios que lo contradecían. 

Próximo a cumplirse los 500 años de la fundación de la ciudad, nuevos datos demuestran que Velázquez nunca estuvo en La Habana, y que Juan de Rojas, un hidalgo cedillano emparentado con el rey Fernando el Católico, fue su verdadero fundador.

Tras un meticuloso y exhaustivo trabajo de investigación, podemos afirmar que Juan de Rojas participó activamente en la construcción de las dos primeras fortalezas habaneras. 

Conoció a casi todos los primeros grandes descubridores y conquistadores de la época; se vio las caras con piratas y corsarios; ocupó importantes cargos en la isla;

Y fue uno de los más ricos, si no el que más, de todos cuantos vivieron en aquella villa caribeña durante sus primeros cincuenta años de existencia.



Un personaje rescatado del olvido gracias al providencial hallazgo de un manuscrito inédito del siglo XVII, que aportó al autor la pista inicial. 

Para la historia de Cedillo este trabajo supone el reencuentro con una importante familia borrada de su memoria colectiva; para La Habana, una novedosa contribución al conocimiento e interpretación de sus primeros años de historia; y para la historiografía americanista, la actualización de la autoría de la fundación de dicha ciudad, avalada por la revelación de nuevos documentos hasta ahora desconocidos

Fuente: http://jesusperezagua.blogspot.com.es/2014/

viernes, 23 de marzo de 2018

A Marrupe desde San Roman paseando entre Enebros


El recorrido de hoy nos permite conocer la vegetación y el paisaje característico de las zonas menos elevadas de las laderas de la sierra de San Vicente.



Fuente de San Román de donde parte la ruta, antes de su restauración

Comenzamos en San Román, donde, al otro lado de la carretera, cerca del núcleo urbano, una fuente restaurada con un pilón nos muestra el principio del camino, se dirige en dirección oeste con un primer tramo coincidente con el cordel de merinas que viene desde Castillo de Bayuela. 

Lo abandonaremos al llegar al arroyo del Cercao, como a un kilómetro y medio de distancia, para continuar en dirección noroeste. 

Durante todo el trayecto vamos contemplando a la izquierda un enebral que, por encontrarse en la umbría y en un vallecillo cerrado, conserva ejemplares de un porte considerable.

Enebrales en la Sierra de San Vicente














Llegamos al pueblecito de Marrupe y damos una vuelta por él, visitando su iglesia del siglo XVI, porticada y construida en mampostería granítica con un calvario junto a la entrada.Iglesia parroquial de Marrupe

Algunas calles guardan sabor en su arquitectura popular berroqueña en mampostería con algunas superficies blanqueadas en torno a puertas y ventanas 

También el ayuntamiento es pintoresco, con un soportal de columnas graníticas, y la fuente de caño Viejo que complementa el lugar con un puente de lajas graníticas.

Puente de lanchas graníticas en Marrupe










Algún historiador ha aventurado que el nombre de Marrupe derivaría de marrubium, una planta, mientras que otros lo hacen derivar de (mazar ar rubait) un ribat o rápita, algo así como “cenobio de religiosos guerreros árabes junto a un molino”. 

Tres de estos ingenios molineros se encuentran 

Las primeras referencias históricas al pueblo datan del siglo XIII, cuando es donado por Sancho IV para su repoblación a su mayordomo Juan García de Toledo como un heredamiento de Cervera, pasando después al marquesado de Montesclaros con capital en Castillo de Bayuela. todavía en ruinas en las riberas del arroyo Marrupejo.

Pozos y abrevaderos como estos podemos encontrar en nuestro recorrido y en toda la Sierra de San Vicente

Preguntaremos por el camino que, en dirección este, se dirige de nuevo a San Román, recorriendo la falda del monte de Cabeza Bermeja y pasando por la llamada cañada de los Pozos, un arroyo con numerosos pozos y algunos chozos típicos de la zona techados mediante falsa cúpula con lajas de piedra. 



Seguiremos el camino hasta llegar de nuevo a San Román.

Ameal en término de Marrupe

El camino discurre entre encinares con algún alcornoque, enebros, acebuches y jarales, todo ello salpicado de los típicos prados cercados con vallados de piedra y algún ameal, que es una acumulación cónica de heno con un palo como eje y rodeado de una cerca que lo protege de los animales. 

Algún higueral y unos pocos olivares matizan el paisaje de laderas más bajas de la sierra de San Vicente.Fuente y pozo en Marrupe

Duración aproximada 3,5 horas, 15 kilómetros.

http://lamejortierradecastilla.com/a-marrupe-desde-san-roman-paseando-entre-enebros/

jueves, 22 de marzo de 2018

La restauración de "El Expolio de Cristo", de El Greco

Asiste gratuita y cómodamente a una clase magistral dada por Rafael Alonso, restaurador del Museo del Prado, comentando la restauración de "El Expolio de Cristo", una de las obras capitales de El Greco.



En la sacristía de la catedral de Toledo podéis ver el cuadro, pero no de esta manera.




miércoles, 21 de marzo de 2018

San Roman de los Montes, Toledo

SAN ROMÁN DE LOS MONTES

Rollo y ayuntamiento de San Román

Vamos a conocer hoy la pequeña localidad de San Román de los Montes, en las estribaciones de la Sierra de San Vicente. 

Podemos dar antes un paseo por sus calles y nos detendremos en la plaza para observar el rollo, cuyo escudo de los Dávila nos recuerda que esta villa formó parte del señorío de Velada, cabeza del marquesado, cuyo rollo curiosamente se restauró a imagen de éste de San Román, mejor conservado que el del propio Velada.



Enebrales de San Román


Fue en 1291 cuando Alfonso VIII otorgó los mayorazgos de Velada y San Román a Fernán Gil Dávila creándose uno de los primeros señoríos medievales. 


La antigua casona fuerte del marqués se halla actualmente restaurada aunque con almenas simuladas no muy afortunadas.


Casa fuerte de los señores de Velada y San Román restauradaAgujas para el cerramiento de las plazas para las corridas de toros

San Román es como todos los pueblos de estas sierras un lugar con gran afición a los toros y, como muchos de ellos, conservan las agujas de piedra que servían para cerrar las plazas durante los festejos taurinos. 

A la entrada del pueblo, junto al arroyo, se ha restaurado un lavadero tradicional y en el centro un antiguo potro de herrar.Sarcófago omano tardío junto a la iglesia de San Román

Visitaremos además la iglesia, construcción cuyos elementos más antiguos son del siglo XV, y en el exterior, en su parte trasera, se conserva un sepulcro antropomorfo tardorromano- visigodo, aunque otros lo remontan a época romana. 

También se han hallado fustes de columna y cerámicas que confirman esa presencia y otro segundo sepulcro medieval También se han hallado restos de la Edad del Bronce y del Cobre.Pared decorada con motivos de tipo pastoril en una vivienda de San Román



Muy cerca, al norte del casco urbano y junto al arroyo, se halla un antiguo molino de agua de construcción granítica.

Canal del molino de agua de San Román en el arroyo de las Tenebreras

La parte ribereña del término está a orillas del embalse de Cazalegas con sus urbanizaciones, aunque hay también una zona interesante de pequeñas barrancas junto a la ribera del Alberche con hermosas dehesas entre el pueblo y el río.

http://lamejortierradecastilla.com/san-roman-de-los-montes-2/


martes, 20 de marzo de 2018

Control de los concejos rurales por la Ciudad de Toledo a fines del Medievo

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La primera constatación que hacemos, referida al control de los concejos rurales por la Ciuda4 es la-directa intervención de ToJedo sobre los, oficios concejiles más importantes de- los lugares de la Tierra. 

En los fueros de los que tenemos noticia más antigua, los de Puebla de Alcocer y Yébenes de Toledo’~, se hace mención expresa a la intromisión toledana en este asunto: “que sean alcalídes quales ornes entendieren que sean para alcalídes e para alguazil e que nos lo enhien dezír e vos confirmarlos hemos si entendierernos que son para ello e si non mandaremos o que tovieremos por bien e los que fallaremos que son para ello que lo sean todavía míentra que obraren bien por ello”, reza el fuero de Puebla de Alcocer; al Concejo de Yébenes le ordena Toledo “que escoja dos fagades dos alcaldes e un alguazil cada uno e si por la ventura non vos avinierdes en los fazer que lo faga des saber a nuestros fieles porque ellos con acuerdos de omnes buenos del dicho vuestro lugar fagan alcalídes e alguazíl quales entendieren que seran para ello”. 



De las citas que acabamos de hacer parece inferirse la existencia de dos modelos de concejos rurales, en lo que se refiere al control que sobre ellos ejercía la Ciudad: el primero más vigilado, puesto que obligatoriamente Toledo había-de fiscalizarla- elección de alcaldes y alguacil, y con oficios de duración indeterminada, o, por expresarlo con mayor rigor, de una duración determinada- por el tiempo que obraran correctamente- sus titulares, a juicio de la. Ciudad. 

El segundo modelo de- concejo rural, elde- Yébenes, era-algo más autónomo, ya que dejaba en manos de los vecinos del lugar la provisión de las alcaldías y el alguacilazgo, y solamente en el caso de que los miembros del concejo no se pusieran deacuerda se contemplaba la intervención de un agente de Toledo; por otra parte, los oficios de Yébenes tenian una duración anual. Sin embargo, no nos es. posible-hablar de la coexistencia de dos modelos de-concejo rural, ya que la documentación del siglo XV hace pensar en la universalización del primero de ellos, el menos autónomo, el que ejemplifica-el Concejo de-Puebla-de Alcocer. 

El 27 de marzo de 1474, era el propio Concejo de Yébenes, que hemos ofrecido como modelo de entidad más autónoma, el que presentaba candidatos elegidos para alcaldes,-alguacily regidores, con elfin de que la Ciudad los aprobase’74.

Otros testimonios de la estrecha vigilancia de Toledo sobre la composición de los “gobiernos” de la Tierra los encontramos para laúltima década del siglo XV, y lejos del área de Los Montes: en 1493, una comisión de jueces de términos apremiaba-al Concejo de Magán a señalar los candidatos a alcaldes, alguacil y otros oficiales’75; en 1497 Toledo aprobaba el nombramiento de alcalde de Chozas en favor de Diego Fernández de las Moralejas~Y. La duración de los oficios debía ser indeterninada, al modo que lo era en el caso señalado de Puebla de Alcocer. 

La fecha de-presentación de los candidatos de Yébenes, 27 de- marzo, puede hacer pensar en una elección de comienzo de año concejil, pero las fechas de los otros dos casosmencionados, 14 de otubre y 3 de febrero~ ademásde las dispares dataciones. de otros actos similares que más adelante citaremos, nos hacen descartar la anualidad de los oficios, al meno en buena parte de los concejos.

Sin salir de este modelo de provisión controlada-de los oficios, nos encontramos con una variación de la forma en una carta que el Concejo de Olías dirigía a Toledo el 21 de diciembre de 1496; en ella se presentaban a la Ciudad varios candidatos a regidor de Olías, entre los cuales se pedía a Toledo que señalase el que considerase oportuno”’. 

Es posible que ata litera una forma marginal, pero al menos consideramos necesario constatar su existencia. Lo que hasta ahora hemos apuntada respectoa los oficios concejiles de laTierra se refiere a los principales cargos locales: alcalde, alguaciles y regidores. Pero, además de éstos, existían otros oficios denominados “menores~’ a los que-no podemos acceder por la documentación.-

Estos oficios eran proveídos por los concejos rurales sin intervención de Toledo; así se muestra en una orden de la Ciudad al Concejo de-Mazarambror para- que- convoque a los vecinos del lugar con el fin de elegir y nombrar a los oficiales “menores”~’. 



La sumisión judicial de la Tierra de Toledo

El segundo punto de la-dominación institucional dela Ciudad se materializa en. la sumisión judicial de la Tierra. Para encontrar la mejor manifestación de tal sometimiento hemos de recurrir nuevamente a los fUeros de Puebla-de Alcocer y Yébenes.-

El primero de ellos establecía-que los vecinos de Puebla de Alcocer habían de serjuzgados en primera instancia por losjueceslocales y que en alzada los pleitos serian librados por los alcaldes de Toledo’. 

Un epígrafe similar se incluye en el hiero de Yébenes con las siguientes palabras: “si alguno [disconforme con la sentencia de los jueces locales] quisiere apellar quepuedaripellar ame ¡os nuestros fieles e los alcaldes [locales]sean temidos de le otorgar el apelacion.

Éstas son las pruebas más antiguas de la sumisión judicial de la Tierra a la Ciudad, pero se pueden apuntar más para el siglo XV: una sentencia del juez Alfonso Rodríguez sobre un pleito en grado de apelación procedente de Herrera en 1431; o-una carta de la reina Isabel, de 1481, por la que se obliga a varias poblaciones sagreñas a llevar sus apelaciones a Toledo y no a la Iglesia de este ciudad. 

Pero el documento que hace alusión de modo más general a la atención  ya a la epoca del reinado del Emperador; el 25 de mayo de 1519, ante la gran cantidad de alzadas que llegan a Toledo y observada-la sustancia económica de su atención la Ciudad decidía nombrar un regidor como juez cada mes, por orden de antigúedad, y junto a él un jurado por arden de parroquias’

Al menos desde la segunda mitad del siglo XV, la-Ciudad se enfrentó con el Cabildo de Santa María en numerosas ocasiones por cuestiones jurisdiccionales. Hay que recordar que en la Tierra toledana, al margen de algo más de media docena de poblaciones que corresponden a señorío capitular, había más de veinte que reconocían a éste cierta autoridad solariega, debida,en algún caso, a la asunción por parte- de la-Iglesia-de ciertos derechos sobre la-tierra anteriores a la propia repoblación del lugar. 

Estas poblaciones eran motivo de discordias frecuentes por el hecho de que el Cabildo pretendía someterles judicialmente,- recibiendo las apelaciones que se hacían sobre las sentencias de los alcaldes locales. El conflicto más antiguo que conocemos corresponde al comienzo del siglo XV. 

El 4 de junio de 1401, Enrique III solicitaba a la Ciudad, suponemos que después de un prolongado cruce de acusaciones por ambas partes, que enviara-una-relación. de-lugares del Arzobispado que no traían sus apelaciones a Toledo, y una segunda serie, ésta de personas que impedían la llegada de tales alzadas. 

El 17 de marzo de 1461 Enrique IV ordenaba a los jueces de la Iglesia (que probablemente eran las personas a las que-se acusaba-da producir interferencias en el sistema judicial toledano en tiempos de Enrique III) que no intervinieran en la jurisdicción real.



Los Reyes Católicos intensificaron las sanciones, al menos verbales, sobre los jueces eclesiásticos que pretendían usurpar la junsdíción dela-Ciudad.- La reina-Isabe lse dirigía directamente al-Cabildo el 4 de enero de 1484, ordenándole que se abstuviese de conocer las apelaciones que algunos concejos-le hablan enviado. Dieciséis-años-después; ambos monarcas ordenaban al corregidor Pedro de Castilla que impidiera-aun vicaria da Santa-Maria la usurpación de la-jurisdicción de Toledo

JUAN RAMÓN PALENCIA HERREJÓN 
DIRECCIÓN: DRA.. MARIA ASENJO GONZÁLEZ
http://biblioteca.ucm.es/tesis/19972000/H/0/H0048501.pdf

lunes, 19 de marzo de 2018

Al Casar de Talavera por Santa Apolonia


LA EXCURSIÓN Y COSAS QUE VER

Hoy vamos a recorrer la parte noroccidental del término de nuestra ciudad, entre el Casar de Talavera y la ermita de Santa Apolonia. Para ello salimos de Talavera por el camino que va hasta la ermita y parte desde la plaza de Los Tres Olivos. 



Cruzamos el canal del Alberche y debajo de la autovía y, a unos cuatrocientos metros, tomamos el camino a la izquierda hasta la ermita de Santa Apolonia cruzando sobre el arroyo Bárrago

El Berrocal
                                                                                               Santa Apolonia el día de su romería


Encinar en El Berrocal       
bajo la sombra de la atalaya 

El entorno de Santa Apolonia nos muestra el paisaje típico de El Berrocal, un paisaje que como su nombre indica es típicamente granítico. Un terreno pobre para el cultivo que ha sido tradicionalmente utilizado para la ganadería, con la histórica dedicación de sus prados y encinares a la montanera del ganado porcino. 

Esta actividad pastoril ha dejado su huella en las parideras que encontramos en la zona, una de ellas al este de la ermita. Son construcciones de mampostería generalmente dispuestas en semicírculo con los cubículos destinados a dar cobijo a las cerdas y los cochinillos, cada uno con su pequeña puerta. 

Los vallados de mampostería separan las parcelas de pasto y no es extraño encontrar por estos cerros algún pintoresco chozo de pastor de planta redonda cubierto con falsa cúpula. 

Todavía podemos hallar algunas de las fuentecillas que antes cuidaban los pastores manteniendo las corrientes para que abrevaran sus ganados en las pilas graníticas o en pesebres de piedra de forma semiesférica.Chozo de pasto en el entorno de El Casar de Talavera

La labranza de Santa Apolonia conserva su tentadero, además de algunas construcciones tradicionales. Muy cerca, siguiendo las riberas del Bárrago, hallamos las ruinas de tres pequeños molinos de agua que apenas molturaban unas semanas cuando el año era lluvioso.

Desde Santa Apolonia tomaremos el cordel que pasa junto a la ermita en dirección oeste y bajaremos pasando debajo de la autovía nuevamente hasta el canal, que seguiremos nuevamente por su carretera de servicio aguas abajo hasta la autovía, subiendo por el arcén hasta llegar a El Casar de Talavera, que aunque hoy es entidad local menor fue anteriormente un pueblo llamado 

El Casar del Ciego, dicen que porque lo fundó un hombre que luego quedó invidente y que procedía del cercano lugar de Malojo hoy desaparecido.Restos del cubo de un molino de agua en el arroyo Malojo, cerca de El Casar de Talavera

Antes de entrar a este pequeño núcleo urbano encontramos las tres cruces del calvario de un viacrucis, aunque también hay una cruz de piedra en la entrada sur, junto a la iglesia. 

Hornacina sobre la portada sur de la iglesia de El Casar

Esta parroquia de El Casar bien merece una visita por la azulejería talaverana del XVI de sus altares laterales, y por algunas imágenes de interés como una buena talla de un Crucificado, además de una magnífica pila bautismal blasonada, un púlpito granítico con restos de decoración pictórica y un artesonado de lacería policromada y de forma octogonal que cubre el presbiterio.



Si lo deseamos podemos seguir en un paseo de un kilómetro el cauce del arroyo Malojo hasta llegar a un molino de agua del que solamente queda el cubo, y si nos quedan ganas subir a la atalaya cercana a la que nos referimos también en la Ruta de las Atalayas. La cercana fuente de la Mora era famosa por sus propiedades curativas desde hace siglos.

El Casar de Talavera fue lugar que sufrió varias vicisitudes bélicas, pues para algunos, en el inmediato polígono industrial de Torrehierro se pudo haber desarrollado la batalla de las tropas romanas a las órdenes Quinto Fulvio Flaco contra veinte mil celtíberos, e incluso se apuntaba a que los restos de una torre que se encuentra cerca del caserío de la finca Torrehierro pudieran haber sido un monumento al vencedor de la batalla.Imagen de Cristo crucificado en madera cruda en la iglesia de El Casar

Dentro del ámbito de nuestro pequeño pueblo también está La Alcoba, un paraje donde se encontró un verraco y numerosos restos romanos, ya que por allí pasaba una antigua calzada también romana, y que bien pudo haber alojado el antiguo obispado de Aquis, como se llamó a Talavera, o al menos a esa zona, durante época visigoda. 

Más tarde perteneció la labranza a los jerónimos del monasterio de Santa Catalina y en su capilla había magnífica cerámica de Talavera del siglo XVI que hoy está en el museo de cerámica de Barcelona.

Imagen en azulejería del siglo XVI de Talavera en la iglesia de El Casar de Talavera

Desde El Casar tenemos varias formas de volver: desandar el camino que hemos recorrido, volver por el canal hasta el paso que hemos dejado bajo la autovía y tomar el camino que vuelve a Talavera entre las huertas según indica el plano, o si estamos cansados, regresar en el autobús.

Recorrido completo aproximado 17 kilómetros, 4 horas y media

http://lamejortierradecastilla.com/al-casar-de-talavera-por-santa-apolonia/

domingo, 18 de marzo de 2018

El Tesoro de los Sefardíes que abandonaron España


No sabemos quiénes fueron, ni cuánto tiempo tardaron en copiar los versos del Talmud. Palabra tras palabra, ilustración tras ilustración. Sabemos que el pergamino fue encargado en Barcelona hacia mitad del siglo XIII por una familia judía en buenas relaciones con la Corona de Aragón.

Durante cien años, las 34 páginas ilustradas de esta Hagadá (así se llaman los textos leídos durante la Pésaj, la pascua judía), se conservaron en la Barcelona. Pero antes de que llegara el verano de 1492, el libro estaba de camino hacia Italia.

Los Reyes Católicos habían concedido tres meses a los judíos que vivían en la Península Ibérica para decidir: o se bautizaban o se iban. El Edicto de Granada, emanado pocos meses después de la conquista de la Alhambra, sentaba las bases para una España donde había sitio sólo para los cristianos. A los judíos que decidieron marchar se les prohibió llevarse oro, dinero y plata. Pero sí les dejaron sacar algo incluso más valioso: los libros.



La tierra adoptiva de los sefardíes

Empezaron así las peregrinaciones de esta Hagadá, un libro que se ha vuelto un símbolo del desarraigo y de las tribulaciones de la comunidad sefardí. La belleza de sus ilustraciones, la riqueza de sus colores, lo convirtieron enseguida en un codiciado manuscrito. En Venecia, donde los judíos gozaban de una cierta libertad, el cura católico Giovanni Visitorini puso su firma encima del volumen: el libro podía quedarse sin temor a represalias por parte de la Iglesia.

Edicto Granada 

Volvemos a encontrarlo en 1894 en el Imperio Otomano, en la ciudad de Sarajevo, cuando una familia judía decide venderlo al Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina. “Los judíos españoles, los sefardíes, vivían en la ciudad hacía ya cientos de años. Vinieron más o menos cuando se construyó el puente sobre el Drina”, cuenta el escritor bosnio Ivo Andrić en su novela sobre la historia de Sarajevo.

Cuando las tropas serbias asediaron la capital, durante la guerra de Bosnia en 1992, proteger el tesoro más preciado de los sefardíes se convirtió en una prioridad. Cincuenta años antes la Hagadá, escondida entre los muchos títulos conservados en el museo, se había salvado de la destrucción nazi. O por el altruismo de un clérigo musulmán que la ocultó bajo un nogal, según reza una versión más novelada. Pero ahora, con la Biblioteca de Sarajevo en llamas, el riesgo de perderlo para siempre había vuelto.

El Museo Nacional, donde la Hagadá era custodiada, se convirtió en un blanco constante de los francotiradores serbios. Su director, Rizo Sijari, murió por la explosión de una granada mientras intentaba reparar los huecos abiertos en los muros por el fuego de las ametralladoras.

La Hagadá se escondió en una cámara de seguridad subterránea

“El gobierno bosnio lo ha vendido para comprar armas, decía un rumor. No, se lo habían llevado agentes del Mossad por un túnel bajo el aeropuerto de Sarajevo. No creía en ninguna de las opciones. El libro se había convertido probablemente en ceniza después de haber pasado por el fuego de las bombas de fósforo”, escribe Geraldine Brooks, ganadora del premio Pulitzer, en El pueblo del libro, donde se reconstruyen la vicisitudes de la Hagadá.

El libro, sin embargo, se salvó. Fue escondido en secreto en la cámara de seguridad subterránea de un banco. En 1995, con los escombros todavía por las calles de Sarajevo, se concedió a la comunidad judía de la ciudad permiso para celebrar la Pascua con su Hagadá.

En 2002, después de 10 años, volvió a exponerse en el restaurado Museo Nacional bajo la protección de un vidrio acorazado.

Hagadá Sarajevo

La gestación de la diáspora

“Las bibliotecas de Roma, París y Londres y Oxford están llenas de manuscritos sefardíes de incalculable valor”, explica José Ayaso, docente de Historia del Pueblo Judío en la Universidad de Granada.

Un patrimonio que España ha perdido para siempre. “Algo queda en Escorial y en la Biblioteca Nacional”, añade Mariano Gómez Aranda, investigador del CSIC, “pero en España sigue habiendo libros que todavía ni se han ni estudiado ni traducido”.



En la Península Ibérica el antisemitismo fue un fenómeno relativamente tardío con respecto al resto de Europa, debido a los siglos de convivencia entre las tres religiones monoteístas. “El Edicto de Granada fue el último acto de una persecución empezada cien años antes”, explica la profesora María Antonia Bel Bravo, de la Universidad de Jaén. Progresivamente la comunidad hebrea se ruralizó y abandonó las juderías. Para vivir mejor muchos se convirtieron, manteniendo al mismo tiempo la religión y las instituciones judías. “Sin embargo, el nuevo reino construido por los Reyes Católicos era un estado centralista y unificador, no admitía una comunidad autónoma con reglas propias”, añade Bel Bravo.

Es posible que las consecuencias del Edicto fueran más allá de lo previsto. “Los reyes querían prohibir una religión, no expulsar un pueblo entero”, afirma Aranda, investigador especializado en Estudios Judíos. “Las condiciones fueron tan duras con el objeto de obligarlos a quedarse y no perder todos sus bienes. Pero no fue así”, añade.

Los judíos creían que volverían a España al cabo de pocos años

Por el norte de África, Italia, Holanda o el Imperio Otomano (que entonces comprendía lo que hoy es Israel) los sefardíes se refugiaron en los países donde podían vivir el judaísmo. Muchos se fueron creyendo que volverían al cabo de pocos años. Pasaron siglos.

“¿A este Fernando le llamáis rey, que empobrece sus estados para enriquecer los míos?”. La frase, atribuida al sultán turco Bayaceto II, sirve para entender la magnitud del error de Isabel y Fernando. Para Gómez Aranda no se puede cuantificar el daño económico que provocó la diáspora judía, sin embargo fue una grave pérdida cultural en el campo científico, filosófico y financiero.
El lento renacimiento de la comunidad judía

La vida para los que se quedaron en España fue terrible. “Después de la expulsión, oficialmente los judíos no existían. Los que mantuvieron en secreto su religión vivían con la amenaza constante de la Inquisición”, explica la profesora Bel Bravo. Las cosas no fueron mejor para los marranos: nunca consiguieron quitarse de encima la reputación de ser unos impostores.

Los judíos volverán con los negocios y el ferrocarril. En 1834, con la abolición definitiva de la Inquisición, los banqueros Rothschild se instalaron en Madrid. El gobierno necesitaba urgentemente nuevas fuentes de financiación para salvarse de la quiebra.

Sinagoga de la Calle Balmes

FRANCISCO DIEZ DE VELASCO - UNIVERSIDAD LA LAGUNA

La libertad de culto se restauró con la constitución de 1869 pero hasta 1917 no habrá en Madrid un lugar de culto abierto al público. Entonces cientos de judíos llegaron a España huyendo de la Primera Guerra Mundial. “Se trataba de una nueva comunidad, que no tenía nada a que ver con la que vivía en España antes de la diáspora”, explica Jacobo Israel. “Algunos de ellos eran sefardíes, pero la mayoría no”, añade este historiador y ex presidente de la Federación de las Comunidades Judías de España.

En 1968 el franquismo intentará aprovecharse de la inauguración de la sinagoga de la Calle Balmes para darse un aire de modernidad. El Ministerio de Justicia incluso envió una carta para comunicar a la comunidad judía de la capital que el Edicto de Granada quedaba “sin efecto según la vigente ley”. La noticia acabó en la portada del New York Times y del Chicago Tribune.

El franquismo se aprovechó de la inauguración de la Sinagoga de Madrid para “abolir” el Edicto de Granada



Para el profesor Ayaso las heridas se cerraron del todo en 2015, cuando el gobierno de Mariano Rajoy aprobó la ley que otorga la nacionalidad a los descendientes de sefardíes. “Un hito histórico, ratificado por unanimidad por el parlamento”, afirma Isaac Querub, presidente de la Federación de las Comunidades Judías. Sin embargo, se trata de una norma muy farragosa, repleta de requisitos y con fecha de caducidad. El plazo para pedir el pasaporte español caducará en 2018 y de momento ha habido sólo unas tres mil solicitudes.

La comunidad judía cuenta hoy con unas 45.000 personas: “La integración en la sociedad española es perfecta”, explica Querub. Los años en que España se veía como un país excesivamente católico y antisemita forman parte del pasado. Miguel de Lucas, director del Centro Sefarad Israel de Madrid añade que con respecto a otros países europeos, hay muy pocas manifestaciones antisemitas aunque las tensiones en Oriente Próximo derivan en sentimientos ‘antisionistas’.

El Centro Sefarad Israel, institución impulsada por la diplomacia española, celebra en 2017 su décimo aniversario. “Somos un puente entre España y el judaísmo”, explica de Lucas. “Trabajamos para recuperar el tiempo perdido. Hay mucho deseo de conocimiento sobre el mundo judío en la sociedad, desde la historia de Israel al Holocausto”.

Ahora España tiene que reconocer la herencia de los moriscos

“Se han dado grandes pasos en el reconocimiento de la cultura hebrea”, afirma Ayaso. Los ateneos de Madrid, Barcelona, Salamanca y Granada, o el CSIC están a la vanguardia en los estudios semíticos. El turismo ha contribuido a la creación de la Red de Juderías, dedicada a la recuperación de los antiguos barrios judíos en toda la península. Sin embargo, para el investigador Gómez Aranda, falta un museo de la historia de los judíos en España digno de este nombre. “De momento sólo existe una pequeña exposición en la Sinagoga del Tránsito de Toledo. Demasiado poco para expresar la aportación judía a la cultura española. Los judíos no son ‘otra gente’, somos nosotros, los españoles”.

En opinión del profesor José Ayuso, a España le queda también otro reto pendiente: reconocer y recuperar también la herencia de los moriscos, los musulmanes obligados a convertirse al cristianismo en 1502 y definitivamente expulsados por orden de Felipe III en 1609.

https://www.elindependiente.com/tendencias/2017/05/28/tesoro-de-los-sefardies/

sábado, 17 de marzo de 2018

Rurta del Menhir: Entre Gamonal y Velada

Ruta del menhir



Desde el lavadero de Gamonal tomaremos el camino que sale en dirección norte, justo en la raqueta del cruce de la carretera de Ávila, e iremos ascendiendo por él. 



A unos quinientos metros se ven a la izquierda unos pequeños taludes arenosos donde algunas mujeres de Gamonal extraían la arena y la vendían en Talavera para fregar las sartenes. Alguna de ellas falleció atrapada por la tierra cuando se derribó la pequeña galería de la que la extraían.

Seguimos subiendo por este camino y, aproximadamente a dos kilómetros del inicio, podemos desviarnos hacia el noroeste hasta la ermita de la Encarnación, antigua iglesia de un despoblado medieval anterior al actual asentamiento de Gamonal. 

Conserva todavía los muros muy deteriorados, la espadaña sobre un muro fortificado y también se percibe que tuvo un pequeño pórtico en la entrada sur.

Desde allí seguiremos campo a través hasta la elevación que se percibe a poniente sobre con una roca con un vértice geodésico. 

Ésta es el Cancho del Niño que, como el resto del paraje inmediato del Cerro de los Lobos debe su nombre a que según una tradición, en una ocasión el hijo de una lavandera que jugaba por la zona se alejó de su madre y fue devorado por un lobo.Ermita de la Virgen de Gracia de Velada en dibujo de Enrique Reaño

Desde allí seguiremos por estas estribaciones del Berrocal, según indica el plano, hasta llegar a una vaguada que desciende en dirección oeste y que llega hasta la ermita Virgen de Gracia, patrona de Velada, que cuenta con una interesantísima azulejería de Talavera del siglo XVI y XVII con una zona arreglada para las romerías.Reatablo de azulejería del siglo XVII en la ermita de Virgen de Gracia de Velada

Desde aquí seguiremos paralelamente a la carretera de Ávila que cruzaremos antes de que trasponga hacia los llanos del Baldío, dirigiéndonos hacia lo que parece una torre o atalaya, y que en realidad es un molino de viento que perteneció a los marqueses de Velada, cuyo escudo lucía sobre la puerta, aunque fue robado. 

 Desde allí la vista es magnífica sobre los Llanos de Velada, donde se producen sus magníficas sandías y carillas, y el valle del Guadyerbas festoneado por su bosque de ribera, ambos protegidos por su riqueza ambiental, y al fondo, la sierra de Gredos. 

Podemos descender unos cientos de metros hasta la pintoresca fuente de Praomaría, junto al camino que desciende a los Llanos del Baldío velaíno, para desde aquí regresar por ese mismo camino a Velada,Molino de Viento de Velada

Éste es un pueblo con un patrimonio considerable y digno de detenernos, como describimos en el capítulo en el que la Cañada Leonesa Oriental pasa por aquí.Fuente de Praomaría

Partimos después desde Velada en dirección sur por la cañada hasta donde se cruza con el Carril de las Mulas, y cerca del paraje conocido como la laguna del Conejo, a la derecha de nuestro camino, se encuentra sobre una elevación un curioso menhir que, como otros monumentos megalíticos de la comarca, también se localiza junto a estas viejas vías pecuarias. 

Se trata de un bloque granítico con la típica forma apuntada de los menhires que tiene en su cara sur numerosos huecos semiesféricos, las llamadas “cazoletas”, cuyo significado ritual para las gentes que lo erigieron hace cuatro mil quinientos años desconocemos. 

Algunas de estas cazoletas están comunicadas por canalitos cuyo simbolismo también ignoramos.Menhir de la laguna del Conejo

Después nos dirigiremos por ese mismo carril de las Mulas hasta Gamonal, el punto de partida.Detalle de las cazoletas del menhir de la Laguna del Conejo con la flecha señalando uno de los canalillos

http://lamejortierradecastilla.com/ruta-del-menhir-entre-gamonal-y-velada/

viernes, 16 de marzo de 2018

Señores y Condes de Cedillo : Historia de una familia toledana de los Siglo XV a XVIII (II)

Resultado de imagen de cedillo del condadoY de ambos nacieron: 

1) Fernán López de Toledo, que premurió a su padre, pues al servicio del Infante Don Enrique se halló combatiendo en la batalla de Olmedo, el 19 de mayo de 1445, de la que salió herido, falleciendo en Aragón poco después.

2) Juan Álvarez de Toledo, que por muerte de su hermano mayor heredó Tocenaque. IV. JUAN ÁLVAREZ DE TOLEDO (llamado a veces en los documentos JUAN ÁLVAREZ ZAPATA), Señor de Tocenaque, doncel del Rey Juan II, regidor de Toledo desde 10 de septiembre de 1434.



Documentado por vez primera en escritura datada en 1425, que cita el P. Román, sirvió al Rey en el invierno de 1438-1439, cuando el Infante Don Enrique quiso apoderarse de Toledo; y más tarde acompañó al Rey en la batalla de Olmedo en 1445. Hizo testamento en Toledo a 24 de septiembre de 1453, ante Juan Núñez de Toledo28.

Se casó con DOÑA CATALINA ZAPATA, hija de don Luis Pérez Zapata y de doña Mencía de Torroellas, vecinos de Calatayud, y pertenecientes al conocido y noble linaje de Zapata allí radicado, línea de Tobía29 .

Resultado de imagen de Condes de CedilloEstando en la villa de Illescas, embarazada de muchos meses, esta señora hizo poder para testar a favor de su marido, el 30 de julio de 1452, ante Juan Núñez de Toledo, y murió enseguida, probablemente durante el parto de su última hija; el marido testó en la villa de Illescas el 16 de septiembre, ante el mismo escribano.

Ambos cónyuges yacen sepultados en su capilla toledana de San Juan, en la iglesia de San Salvador, y fueron padres de:

1) Hernán d’Álvarez de Toledo, que sigue.

2) Francisco Álvarez de Toledo, o Álvarez Zapata, doctor en ambos Derechos y gran letrado, fue canónigo y maestrescuela de Toledo desde antes de 148630, y protonotario apostólico.

Fundador del Colegio de Santa Catalina de Toledo en 1485, que dotó con veintidós cátedras (entre ellas las de Teología, Cánones, Leyes, Artes, Medicina y Cirugía, Retórica, Griego y Matemáticas), y que transformó en Universidad por bula pontificia dada el 22 de febrero de 1520.
En 1487 fue vicario general del Arzobispado de Toledo (nombrado por el Gran Cardenal de España). El canónigo maestrescuela Zapata fue acusado en 1489 de judaizar, como su hermano fray García, pero tuvo más suerte porque resultó finalmente absuelto, y logró que fuesen castigados severísimamente los falsos testigos que le acusaron, por sentencia dada el 2 de abril de 148932. Más tarde fue inquisidor de Toledo y miembro del Consejo Real de los Reyes Católicos. En 1514 algunos caballeros toledanos le sorprendieron cerca del monasterio de San Bernardo, y le vejaron y maltrataron cruelmente, dejándole muy malherido, lo que causó un proceso criminal del que resultaron varias penas de muerte.
En 1494 reconstruyó el claustro y dotó una suntuosa capilla en el monasterio de San Bernardo de Monte Sión, extramuros de Toledo y cabeza de la Orden de San Bernardo en Castilla. Hizo su testamento en Toledo el 7 de diciembre de 152033 . Por aquellas fechas era uno de los más conspicuos comuneros toledanos, pero tras la derrota de aquellos revoltosos fue exceptuado del perdón dado en 1521, y fue juzgado, pero en 1523 resultó absuelto con facilidad, quizá porque era eclesiástico34. Murió en Valladolid el 5 de septiembre de 1523, y fue llevado a enterrar a Toledo, a su capilla del Colegio de Santa Catalina .

3) Fray García Zapata, fraile jerónimo en el convento de la Sisla de Toledo, y prior de su convento. También acusado de judaizar, parece ser que sufrió tormento, se le probó el delito y fue condenado a muerte y relajado al brazo secular, que lo ejecutó en la hoguera frente al propio convento36 .

4) Pedro Zapata, que fue regidor de Toledo desde 149137, contador de la ciudad de Toledo, y pagador de las obras reales en el monasterio de San Juan de los Reyes, propietario de la dehesa de Zurraquín, alijares de Toledo. Fundó dos mayorazgos, ambos con imposición del apellido Zapata: el primero en 22 de febrero de 1502 en cabeza de su hijo Juan, y el segundo el 19 de febrero de 1503, en cabeza de su hijo Francisco, ambos ante Alfonso Álvarez, en Toledo40; en julio de 1504 ya había muerto41. También fundó una rica capilla en el monasterio toledano de San Miguel de los Ángeles. De su matrimonio con doña Aldonza de la Fuente tuvo por sus hijos a:

A) Juan Álvarez Zapata, primer llamado al mayorazgo fundado por su padre; fue jurado y contador de Toledo desde 149243, y más tarde regidor de Toledo –parece que lo era en 1520, cuando al tiempo de las Comunidades se opuso a las órdenes del Rey44–. Marido de doña María Arias, hija de Álvar Gómez de Ciudad Real, Señor de Pioz. Con descendencia.
B) Francisco Álvarez Zapata, gentilhombre del Emperador Carlos V, segundo llamado al mayorazgo que fundó su padre. Marido de doña Isabel de la Cerda, natural de Guadalajara e hija de Antonio de la Cerda. Con sucesión en a) Don Francisco Zapata de la Cerda, dueño de muchos pares de casas en Zocodover, demolidas en 1608, por cuyo derribo el Ayuntamiento de Toledo indemnizó años después al Conde de Cedillo, que fue su heredero .
C) Doña Catalina Zapata, esposa de Alonso de Silva, regidor de Toledo desde 1502 (hijo de Arias Gómez de Silva, maestresala de los Reyes, y de doña Mayor de Ayala). Con tres hijos y larga descendencia .
D) Doña María de Toledo, casada con Fernán Pérez de Guzmán.
E) Hernán d’Álvarez Zapata, tercer llamado al mayorazgo fundado por su padre en 1503.

5) Diego López de Toledo, regidor de Toledo, contador, documentado desde 146147 y muerto en 1491. Fundó el convento de franciscanas de San Miguel de los Ángeles, en Toledo. No tuvo hijos de su matrimonio con doña María de Santa Cruz, finada en Toledo en 1504 –era, al menos desde 1498, la abadesa del mencionado convento de los Ángeles–.

6) Doña María Álvarez de Toledo, que fue monja en el monasterio toledano de Santo Domingo el Antiguo.

7) Doña Mencía de Toledo.

8) Don Luis Álvarez Zapata, documentado desde 1458, regidor de Toledo entre 1486 y 1507 –año de su muerte–, y patrono de la capilla de San Juan Bautista en la iglesia parroquial de San Salvador. Fue desposado en primeras nupcias en Madrid con doña Catalina de Herrera; y en segundas con doña María González de Jarada, hija de Alfón Núñez de Jarada –que fue acusada de judaizante y condenada por el Santo Oficio–. Fueron hijos de ambas uniones:
A) Juan Álvarez de Toledo, vecino y jurado de Toledo, que en 1499 fue testigo en el testamento del secretario su tío, en 1509 litigó por la sucesión en la regiduría paterna, y todavía en 1514 figura como testigo en un acta notarial. Parece que fue padre de:

a) Bernardino Zapata de Herrera, capiscol y canónigo de Toledo, dueño de la dehesa de Monteagudo en los alijares de Toledo en el año de 155551, y sobre todo fundador en 1558 del Colegio Mayor de San Bernardino, que instaló en unas casas que él mismo adquirió de los jesuitas en 1569, y que funcionó hasta 184652 .
b) Francisco de Herrera, igualmente canónigo de Toledo.

B) El licenciado Bernardino Zapata el cojo, maestrescuela de la catedral de Toledo, que al parecer fue gran comunero y diputado de la Junta de la Comunidad toledana durante el sangriento episodio de las Comunidades de 1520-152153 .

 C) Francisco Álvarez Zapata.

D) Doña Isabel Zapata, casada antes de 1505 con Martín de Alarcón, hijo del jurado y fiel ejecutor toledano Rodrigo Cota54. Con sucesión.

E) Doña Catalina Zapata, mujer de Diego López de Haro, vecino de Toledo; sin descendencia. Esta señora fue procesada por el Santo Oficio en 1507, por judaizante, como su madre55 .

9) Doña Catalina Álvarez de Toledo, durante cuyo parto en Illescas falleció su madre a finales de julio de 1452. Citada en 1503, en el testamento de su hermano Pedro. Fue mujer de Juan Álvarez de Madrid, vecino de la villa de Madrid. Fuera de matrimonio, y en la montañesa doña María de Bustamante (hija de Juan de Bustamante), el Señor de Tocenaque tuvo otro hijo:

9) Juan Álvarez Zapata, que tomó el nombre de la esposa de su padre por haberle criado esta con amor. Este caballero fue regidor de Toledo y pagador de la despensa de la Reina, y recibió de los Reyes Católicos varias mercedes en el reino de Granada: una regiduría, y el Señorío de las Guájaras. Pasó entonces –hacia 1492– a residir en la capital granadina, y fue su procurador en las Cortes de 1515. Se casó allí con doña Francisca Álvarez de Santisteban, de la que tuvo hijos que murieron en la infancia. Y, habiendo criado en su casa a dos sobrinos Juan y Fernando de Bustamante y Aguayo, les prohijó por escritura hecha el 19 de julio de 1503 ante Alonso de la Peña, escribano de Granada. Tomaron el apellido de Zapata, y Juan fundó en cada uno de ellos dos mayorazgos. Tuvieron muy ilustre descendencia en Granada: del mayor, Juan, descienden los Señores de las Guájaras del Faguid, de Orjiva y de Alhendín, con enlaces incluso con los Condes de Cabra y los Condes de la Alcudia; de Fernando, que fue veinticuatro de Granada, descienden los Señores de las Guájaras del Fondón –más tarde recayó en esta descendencia el mayorazgo de su hermano Juan, por extinción de la suya– .

V. HERNAN D’ÁLVAREZ DE TOLEDO, hijo mayor, que fue el gran personaje de esta familia, y un personaje de extraordinaria relevancia en la corte castellana de su tiempo. Ya he dicho antes que fue Señor de Tocenaque y Manzaneque, continuo del Rey Don Enrique IV, regidor de Toledo desde 1471, y secretario de los Reyes Católicos desde 1477, y de su Consejo; notario mayor del reino de Granada desde 1492, comendador de Castilnovo y de Herrera en la Orden de Alcántara, y Señor de la villa de Cedillo desde 1487. Fundó mayorazgo de sus estados y bienes en 1407, como antes dije, testó en 1499, y falleció hacia 1508, siendo enterrado en su capilla de Santa Catalina, en San Salvador. Se había casado con DOÑA ALDONZA DE ALCARAZ, dama de la Reina Católica, que todavía era viva en 1514, y tuvieron muchos hijos, que fueron: 



1) Juan Álvarez de Toledo, que murió en la niñez.

2) Doña Constanza de Toledo, que nació en Toledo el 4 de noviembre de 1484, y murió en la misma ciudad el 24 de marzo de 1557, bajo testamento cerrado hecho allí el 13, ante Gaspar de Navarra. Desde 1490, siendo muy niña62, fue desposada con el comendador Pero López de Ayala, Señor de Peromoro y San Andrés, regidor de Toledo desde 1511, hijo natural legitimado en 1484 del segundo Conde de Fuensalida, quien fue un destacado comunero durante la revuelta de 1520-1521 y vio confiscados sus bienes63. Dejó poder para testar hecho en Peromoro el 22 de diciembre de 1537, y falleció antes de acabar el año; siendo otorgado su testamento en Toledo el 5 de abril de 1538, ante Alonso de Rivadeneira. Ambos cónyuges fueron sepultados en la capilla mayor de la iglesia de Santo Tomé, y en los descendientes de su único hijo don Juan de Ayala y Toledo recaerá el Condado de Cedillo y mayorazgos anejos a partir de 1684, como se verá más adelante.

3) Don Antonio, primer llamado al mayorazgo paterno, que sigue.

4) Fernán d’Álvarez de Toledo, paje y continuo de los Reyes Católicos, comendador de Bienvenida en la Orden de Santiago, y más tarde fraile bernardo. Hizo testamento el 31 de diciembre de 150864 .

5) Don Juan de Luna, canónigo de Toledo y arcediano de Écija, que era vivo en 150865 .

6) Frey Diego López de Toledo, comendador de Castilnovo66 y de Herrera en la Orden de Alcántara, teniente de la fortaleza de Piedrabuena (1494), escribano de la villa de Alcántara (1495)68 , y alcaide de los castillos de Villatoro y Navamorcuende (1504)69 . Acompañó a Portugal a la Infanta Doña Catalina cuando fue allí a casarse con el monarca lusitano, y por fin presidente del capítulo general de las Órdenes Militares celebrado en 1557 en Madrid. Tuvo este hijo natural:
A) Don Antonio Álvarez de Toledo, primer llamado al mayorazgo que fundó su tío don Bernardino de Alcaraz. Fue en su juventud continuo de la Real Casa. Contrajo matrimonio con doña Aldonza de Rivera, hija de Per Afán de Ribera, hermano del Señor de Malpica. Sin sucesión.

7) Don Juan Álvarez de Toledo, arcediano de Écija y dignidad de la Santa Iglesia Patriarcal de Sevilla, y después canónigo de Toledo. Fundó un mayorazgo para los segundogénitos de la Casa de los Señores de Cedillo, por escritura otorgada en Toledo el 22 de octubre de 1532, ante Álvaro de Uceda. En 1547 aún vivía, y fue uno de los capitulares que se opuso a la introducción del estatuto de limpieza de sangre por el cardenal Silíceo .

8) Pedro Zapata, que fue capitán en Italia con el Gran Capitán . Soltero.

9) Don Bernardino de Alcaraz, comendador de las Aceñas de Alhóndiga en la Orden de Calatrava, y después canónigo y maestrescuela de Toledo en sucesión de su tío homónimo, y fue un religioso ejemplar. Heredó de sus padres unas casas principales a la colación de San Román, en las que habían residido sus abuelos maternos. En diciembre de 1529 adquirió ciertas rentas de las dehesas de Castrejón, Albaladejo y El Allozar, de las que luego diré más. En 1547 se opuso, con otros capitulares, al intento del cardenal Silíceo de establecer un estatuto de limpieza de sangre73. Acrecentó varias capellanías del Colegio de Santa Catalina en 1549, y fundó un buen mayorazgo en cabeza de su sobrino Antonio, por escritura hecha el 9 de diciembre de 1553 ante Juan Sánchez de Canales; y firmó su testamento en Toledo el 5 de marzo de 1556, que se abrió el día de su muerte, 2 de noviembre de aquel mismo año74 .

10) Francisco Álvarez de Toledo, casado en Talavera de la Reina con doña Catalina de Meneses, hija de Hernán Álvarez de Meneses y de doña Catalina de Herrera. De quienes nacieron: A) Don Fernando de Toledo y Meneses, que fue padre de don Bernardino de Meneses, capitán y sargento mayor en Milán. B) Don Pedro Suárez de Meneses, que fue sacerdote. C) Don Bernardino de Meneses, que se casó con doña María de Robles, y ambos pasaron a Indias. D) Doña Aldonza de Toledo, mujer de Juan Hurtado de Mendoza. E) Doña Catalina de Meneses, casada con Rui Gómez de Figueroa, hijo de Lorenzo Suárez de Figueroa y de doña Mencía de Ayala.

11) Doña Catalina de Toledo o Zapata, muerta en Córdoba en 1507. Fue casada en 149275 con Martín Alonso de Montemayor, comendador de la Orden de Santiago, veinticuatro de Córdoba, donde testó el 2 de agosto de 1505, ante Pedro Fernández el Rico, mandándose enterrar en la capilla de San Pedro de la catedral cordobesa; debió de morir allí por entonces. Este caballero, que era hijo de Martín Alfonso de Montemayor, IV Señor de Alcaudete, y de doña María Carrillo de Córdoba (hija a su vez de los primeros Condes de Cabra), previa facultad real, fundó mayorazgo el 14 de julio de 1505 ante dicho escribano76. Padres de:
A) Don Baltasar Fernández de Córdoba, nacido hacia 1500, que era menor al morir sus padres en 1505 y 1507, y se discernió su tutela, y la de su hermana, a su abuela materna77. Era vivo en 1582, habiéndose casado con doña Leonor de Zúñiga, hija de don Álvaro de Zúñiga, prior de la Orden de San Juan. Con prole.
B) Doña María Carrillo, nacida hacia 1503. Fue casada primeramente con don Pedro de los Ríos, veinticuatro de Córdoba, hijo de los Señores de las Escalonías. De cuya unión desciende doña Jacinta de Córdoba, que poseyó este mayorazgo y fue esposa de don Jerónimo Sfondrato, Marqués de Masibradi, suegros ambos del Conde de Cifuentes; y después de enviudar, fue casada con don Diego de Cárcamo, de quien hubo muchos hijos, y entre ellos: a) Don Bernardino de Sotomayor, canónigo de Toledo.

12) Fray Fernando Álvarez de Toledo, comendador de Bienvenida en la Orden de Calatrava, y más tarde monje bernardo y abad de su convento.

13) Doña Isabel de Toledo, abadesa del Monasterio de la Concepción de Toledo, de la Orden de Santa Clara.

14) Doña María de Toledo, abadesa del Monasterio de San Miguel de los Ángeles de Toledo.

VI. ANTONIO ÁLVAREZ DE TOLEDO

(llamado a veces Antonio Álvarez Zapata), Señor de Cedillo, Tocenaque y Manzaneque, paje de la Reina Católica desde 1488, y del Príncipe Don Juan desde 1496, continuo de la Casa Real, regidor de Toledo, patrono de la Universidad de Santa Catalina, veinticuatro de Sevilla y alcaide del castillo de Cala desde 1495, contador mayor de la ciudad de Sevilla desde 1495, notario mayor del Reino de Granada desde 1498, escribano mayor de rentas de Toledo, su partido y su arcedianazgo desde 1498, escribano de rentas del Priorato de la Orden de San Juan en Castilla, en 1504, confirmador y concertador de los privilegios reales .



Sirvió, como su padre, a los Reyes Católicos, y éstos le premiaron haciéndole otras mercedes económicas, además de las mencionadas, y por fin creándole CONDE DE CEDILLO por merced hecha en Laredo a 3 de agosto de 1496, que transcribo al final de este relato genealógico. En 1506 fue embajador en Portugal para pactar la división del Océano y del norte de África.

Durante la revuelta de las Comunidades (1520-1521), encabezó la minoría de regidores que se opuso a los comuneros, enfrentándose a Juan de Padilla en sesión concejil con el puñal en la mano, y después se encastilló con hombres y artillería en un barrio de Toledo, informando de todo lo que hacían los comuneros a la corte. Esta actitud le valió la enemiga de poderosos toledanos, que en 1430 intentaron sacarle del banco de caballeros del Concejo, dando origen a una memorable causa que concluyó ya su hijo en 1534, pues él murió en 1529. Se había casado en 4 de agosto de 1493 con DOÑA MARÍA PONCE DE LEÓN Y LUNA, dama de la Reina Católica, hija de Luis Ponce de León, bisnieto del II Conde de Arcos, y de doña María Fernández de Vargas. Esta señora litigó por el estado de Arcos y villas de Marchena, Zahara, Rota, Mairena y Bailén, como herencia de su abuelo el Duque de Cádiz; cuyo pleito se concertó mediante el pago por el Duque de Arcos de cuatro cuentos de maravedís para la dote de doña María, por escritura otorgada en Sevilla el 5 de abril de 1494. Entonces doña María Ponce de León fundó mayorazgo de los bienes que mediante esa concordia obtuvo, por escritura hecha en Olías a 18 de octubre de 1530, ante Alonso de Ribera, escribano de Toledo, como vínculo de segundogenitura al que llamó en primer lugar a su hijo Luis. Fueron sus hijos:

1) FERNANDO ÁLVAREZ DE TOLEDO Y PONCE DE LEÓN, Señor de Cedillo y Tocenaque, notario mayor del Reino de Granada, patrono de la Universidad de Santa Catalina, que fue regidor de Toledo en banco de caballeros desde 8 de julio de 1534, y se halló con el Emperador en el socorro de Perpiñán en 1542.

Se casó primeramente con DOÑA FRANCISCA DE GUEVARA, hija de Gonzalo Chacón, Señor de Casarrubios del Monte, y de doña Francisca Pacheco, y aunque de este matrimonio hubo hijos, todos ellos murieron niños. Después de enviudar, hizo este Señor de Cedillo segunda boda en 1542 con DOÑA LEONOR DE MENDOZA, hija de don Alonso Suárez de Figueroa y Mendoza, III Conde de Coruña, Vizconde de Torija, comendador de Mohernando en la Orden de Santiago; y de doña Juana Ximénez de Cisneros (hija a su vez de don Juan Ximénez de Cisneros, hermano del Cardenal, y de doña Leonor Zapata de Luján). Esta señora hizo su testamento en Toledo el 7 de marzo de 1598; y muchos años antes, siendo ya viuda, fundó el 17 de abril de 1567 la capilla del Corpus Christi en el monasterio toledano de San Agustín, y el 4 de junio de 1596 fundó el Hospital de Convalecientes, que puso a cargo de los hermanos de la Orden de San Juan de Dios.

Fueron fruto de este segundo matrimonio:

A) Antonio Álvarez de Toledo, que murió siendo niño.
B) Doña María Ponce de León y Luna, que no pudo suceder a su padre por no permitirlo sus llamamientos vinculares. Pero se casó en 1561 con su primo hermano don Antonio Álvarez de Toledo, ya Señor de Cedillo y Tocenaque, como enseguida veremos.
C) Doña Juana de Mendoza, que fue monja en el monasterio toledano de la Madre de Dios. Fuera de matrimonio, el Señor de Cedillo fue padre de Juan de Luna, y de doña María Ponce de León, que fue monja en San Miguel de los Ángeles.

2) Luis Ponce de León, primer llamado al mayorazgo materno, fallecido en Madrid el 21 de julio de 163594, siendo marido de doña Isabel de Toledo, hija de don Diego de Merlo y de doña Ana de Padilla. No tuvieron descendencia.

3) Don Juan de Toledo y Luna, arcediano de Galisteo en la catedral de Plasencia, y después canónigo de Toledo, a quien el Cardenal Tavera llamaba espejo de la Iglesia.

4) Antonio Álvarez de Toledo, que sucedió en la casa por muerte de su hermano mayor, como enseguida diré.

5) Pero Ponce de León, que murió en la niñez.

6) Doña Antonia de Toledo, también muerta siendo niña.

7) Doña Aldonza de Toledo o Ponce de León, mujer de Gabriel de Rojas Sarmiento, Señor de la Baronía de Ribarroja en el reino de Valencia95, e hijo de los primeros Marqueses de Poza. Sin hijos.

8) Doña Ana Ponce de León, que falleció siendo doncella.

VII. DON ANTONIO ÁLVAREZ DE TOLEDO,

Señor de Cedillo, Moratalaz, Tocenaque y Manzaneque, notario mayor del Reino de Granada, regidor de Toledo, patrono de la Universidad de Santa Catalina, y mayorazgo de Ponce de León. Llamado El Bueno por su carácter bondadoso y apacible, fue un grandísimo gastador que disipó los bienes del mayorazgo.

En 1574 adquirió del Rey Don Felipe II la jurisdicción señorial de Moratalaz (Madrid), antigua encomienda calatrava, en permuta de la dehesa de Barciles, en las riberas del Tajo, con la que el monarca deseaba ampliar el Real Sitio de Aranjuez; más tarde permutó otras varias dehesas con las que el monarca dotó el monasterio del Escorial; e hizo agregación al mayorazgo de segundogenitura fundado por su madre, por escritura hecha en Toledo ante Juan Sánchez de Canales, el 5 de marzo de 1570. Murió en sus casas de Cedillo en el año de 1596.

Este Señor de Cedillo se casó tres veces.

La primera con DOÑA ISABEL DE AYALA Y HEREDIA, Señora de la Fuente, hija de don Pedro Maraver y Messía, y de doña Ana de Palomeque y Ayala.

La segunda, en el año 1558, con DOÑA MARÍA DE ALARCÓN Y TOLEDO, hija de don Rodrigo de Alarcón, gentilhombre del Emperador Carlos Quinto, y de doña Bernardina de Toledo.

Y la tercera, siendo ya muy viejo, con la napolitana DOÑA JUANA DE AYALA, de quien no tuvo hijos, y era hija de su nuera doña Inés de Ayala.

En la primera unión fue padre de:

1) Don Antonio Álvarez de Toledo Luna y Ayala, que sigue.
2) Don Diego Ponce de León Luna y Toledo, que gozó alguno de los mayorazgos familiares de segundogenitura (el del comendador de Herrera). Militar, sirvió al Rey en la guerra de Granada, en la batalla naval de Lepanto, y después en Nápoles y en Milán. Se casó en Nápoles con la viuda doña Inés de Ayala, y no tuvieron hijos (ella los tenía de primer matrimonio).
3) Doña Ana de Ayala Palomeque, que el 22 de septiembre de 1579 se entró monja en San Clemente de Toledo (renunciando aquel día la legítima materna por escritura hecha ante Juan Núñez de Rivadeneira). 

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