viernes, 30 de noviembre de 2018

La Calle San Francisco de Talavera de la Reina en 1920


Calle San Francisco 1920

Traemos hoy una foto del Archivo municipal que por las indumentarias de los viandantes podemos situar a principios de siglo hacia 1920.



Se trata de una vista de la Calle de San Francisco desde el ensanchamiento frente a la iglesia, aunque no se ve su edificio, hasta la plaza de la Trinidad cuyo convento se percibe al fondo con la espadaña a la derecha.

Si la recorremos de izquierda a derecha encontramos primero edificios comerciales con sus rótulos y un personaje con un borrico al que parece ajustar la carga. 

Viste montera, faja ancha y parece que zahones. 

Detrás se ve la calle de Entrada a Barrionuevo y a su derecha la entrada de la calle de San Francisco y el cruce de “La Tropical”

Al fondo el monasterio e la Trinidad, donde se observa a la derecha su espadaña. 

Se ven árboles jóvenes plantados en la plaza de la Trinidad y el cruce de “la Tropical” y la embocadura de la calle San Francisco

Recorre la calle un albañal una de esas corrientes superficiales de aguas residuales que casi todos los viajeros a través de cientos de años comentaban como el aspecto más negativo de la ciudad. 

El suelo era el que cubría la mayor parte de las calles, el empedrado con cantos rodados mejor o peor conservado.

Se ven una serie de paisanos en cuya vestimenta podemos ver las características de los trajes populares de la comarca. 

Los guardapiés y los pañuelos de las mujeres o los chalecos, las monteras y algo más específico, los blusones con bordados en la pechera como los de los dos personajes más visibles en primer plano.



Uno de ellos lleva la vara de ganadero o tal vez de tratante. 

Sus monteras acaban en pico.

Vista parcial de la fotografía que nos muestra a un lugareño con su vestimenta tradicional: montera, blusón, faja muy ancha…

Los edificios de la derecha tienen mayor empaque por ser una de las calles principales también en aquella época. 

Las plantas bajas tienen también comercios, incluso alguno de ellos muestra tejidos en la calle.

Es importante la imagen del monasterio de La Trinidad al fondo con su espadaña, tal vez la única imagen en la que se puede observar.

Dos tipos con la vara de tratante o vaquero, el blusón bordado, la faja y la montera.

http://lamejortierradecastilla.com/foto-calle-san-francisco-1920/

jueves, 29 de noviembre de 2018

Nuestra Señora de la Oliva y el Olivo milenario, Recas

Nos gusta más la Iberia comarcal, que la clasificada en provincias o distritos, por derivar de razones de geografía humana con más hondas raíces culturales y, sobre todo, naturales, pues, en la mayoría de los casos, las fronteras las marcaban distintos accidentes geográficos o variedades paisajísticas y no decisiones de corte administrativo. 

Foto: recas.es

Es por este motivo que siempre -o casi siempre- ubicamos el enclave, festejo o el lugar donde apareció una determinada pieza arqueológica, en la comarca de la que se trate.

Hecha esta puntualización, que hasta ahora nunca habíamos realizado, diremos que hoy nos acercamos a la comarca castellana de La Sagra y lo hacemos para traer una muestra más de árbol singular. 



Los más habituales en aparecer en Iberia Mágica, hasta ahora, han sido tejos, robles, olmos o morales, pero hoy le toca el turno al árbol mediterráneo por excelencia, con el permiso de otros, como es el olivo. 

En Recas, población sagreña, existe un Olivo milenario junto al que se construyó un oratorio consagrado a una Virgen que toma el nombre, precisamente, del árbol: la Virgen de la Oliva o Nuestra Señora de la Oliva, siendo, este último, el nombre oficial de esta Virgen, a la que llaman la alcaldesa perpetua de Recas. 

Nos encontramos, por tanto, ante un nuevo caso de sincretismo entre el ancestral culto al árbol y el culto cristiano, o mariano, para ser más exactos. 

Evidentemente la mitología cristiana tiene su propia versión sobre el particular, pero nosotros entendemos, respetando, evidentemente, cualquier sincera creencia, y visto, esctrictamente, desde un punto de vista antropológico, que nos hallamos ante una muestra más de veneración al árbol, que se ha conservado o ha llegado a nosotros, con el barniz del culto mariano, que no deja de ser, además, este último, una reminiscencia, además, del antiguo culto a la Madre Tierra.

Traemos unas líneas de la web del propio Ayuntamiento de Recas, donde, además de hablarnos de la vinculación de esta Virgen con el Olivo milenario del municipio, se habla del origen que la mitología griega da al olivo. 

Igualmente, como ocurre con tantos otros pueblos que tienen su árbol totémico, éste aparece en el escudo de la localidad.

Fuente: recas.es

La imagen de la patrona de Recas, Nuestra Señora la Virgen de la Oliva, se encuentra ligada al árbol milenario del olivo.

El olivo llega a Europa y a la península ibérica desde la Antigua Mesopotamia. Aunque según los estudios históricos la obtención de aceite de oliva empieza en la época paleolítica.

Por el contrario, según la tradición de la cultura griega y sus escritos legados, el origen del olivo se debe a una lucha entre Poseidón y Atenea. 

Cuenta la leyenda que el dios griego Zeus concedería el dominio de determinada región a quien fuera capaz de aportar el elemento más beneficioso y útil para la humanidad.

Foto: monumentaltrees.com

Poseidón ofreció un caballo, animal capaz de ayudar al hombre en su trabajo; la diosa Atenea por el contrario aportó una rama de olivo, capaz de producir un árbol robusto que mediante su cultivo ofrecía al ser humano un líquido capaz de alimentar al ser humano, aliviarle sus enfermedades y alumbrar de su noche.


El olivo, o como gusta llamar por estas tierras: la oliva, forma parte de la tradición y la devoción religiosa en Recas.

En el término municipal de Recas, dirección norte, existe una oliva que destaca sobre las demás por su grandeza y frondosidad. 

PUBLICADO POR ARGANTONIOS 
http://iberiamagica.blogspot.com/2018/11/nuestra-senora-de-la-oliva-y-el-olivo.html

miércoles, 28 de noviembre de 2018

La Puerta de Mérida de Talavera de la Reina en el Museo de los horrores

Dibujo de Enrique Reaño sobre el grabado de Laborde de la Puerta de Mérida

Hasta que en 1881 el ayuntamiento de Talavera decide utilizar los sillares de la Puerta de Mérida para la construcción del cementerio actual, se mantuvo en pie esta entrada de la muralla .


De la cual solamente queda hoy día parte de la estructura semicircular del torreón norte, el situado junto a la casa de la Panadería, aunque recientes excavaciones han descubierto el trazado original de los muros y torres inmediatos.

Restos actuales de la Puerta de Mérida en Talavera de la Reina

En el grabado de Laborde del siglo XIX, pueden observarse las dos torres semicirculares de construcción musulmana y otra estructura central con dos arcos; entre ambos se sitúa una hornacina y todo el conjunto está sostenido por dos pilares de planta rectangular que tienen aspecto de ser una construcción anterior a la edificación árabe. 

Para Dionisio Urbina esta puerta monumental es claramente romana y guarda similitud con otras similares fuera de España.

Su destrucción es un ejemplo de cómo en el siglo XIX se destruyó gran parte del recinto amurallado de Talavera por haber sido utilizado como cantera y porque se consideraba a las murallas de las ciudades como un freno al crecimiento urbanístico.

Al fondo del arco parece observarse un edificio que podría tratarse de la antigua iglesia de San Clemente, aunque la perspectiva estaría un tanto idealizada por el autor, pues las ruinas actuales de esta antigua iglesia talaverana se encuentran situadas más a la derecha.

http://lamejortierradecastilla.com/la-puerta-de-merida-en-el-museo-de-los-horrores/

lunes, 26 de noviembre de 2018

El Idolo de Pradillo, Quintanar de la Orden

Hoy traemos una pequeña pieza a la que creo que debemos dedicar una mención en el blog en forma de entrada. 

Desde lo más grande, en tamaño, a lo más pequeño, toda muestra de espiritualidad, creencia o creación conectada con el pasado trascendente, debe tener cabida en este humilde espacio, sobre todo si es de tiempos encuadrados en la Antigüedad o prehistóricos, que son los periodos que principalmente tratamos aquí. 

El llamado Ídolo de Pradillo es un pequeño guijarro, que como bien indica el autor de las líneas que traemos como fuente más abajo, bien podría ser más un amuleto, que lo que se conoce como un "ídolo", a pesar de haber recibido este último nombre. 

El pequeño tamaño y la doble representación, fálica, por un lado, y en forma de vulva, por otra parte, es decir, combinando lo masculino y lo femenino, ha hecho creer que representaría a la fecundidad en forma de amuleto.

En 1983 Ramón Villa González, arqueólogo que trabajaba en unas prospecciones, lo halló en superficie, a las fueras de la población manchega de Quintanar de la Orden, en un paraje conocido como El Pradillo, de ahí el nombre que ha recibido, aunque en un artículo de ABC, de 2008, se cuenta que "fue encontrado en 1983 por un joven de la localidad cuando jugaba al balón en el paraje del Pradillo, entregándolo a su profesor". 



La pieza se encuentra en el museo arqueológico provincial de Toledo: el Museo de Santa Cruz, pero no hemos encontrado ninguna fotografía para acompañar a la ficha, únicamente una ilustración. 

Juan Pereira Sieso

Fuente: Juan Pereira Sieso, Toledo - septiembre de 1983

El objeto fue confeccionado sobre un guijarro de cuarcita metamórfica, y presenta una serie de concreciones y alteraciones superficiales debidas al terreno donde se hallaba, su exposición intermitente Ir los agentes atmosféricos y a su probable uso' como eslabón.

 Su forma es ovoide, ligeramente romboidal, acentuándose esta última característica en la mitad superior del objeto. 

Presenta una serie de acanaladuras en su cara anterior y posterior, que fueron realizadas con algún tipo de instrumento cuya naturaleza y sistema de trabajo nos es desconocido ya que las alteraciones de la superficie, debidas a la erosión, no han proporcionado huellas lo suficientemente claras. 

[...] El diseño que la disposición de estas acanaladuras nos sugiere es el de una representación vulvar esquemática, mejor conseguida en la cara anterior que en la posterior, y la representación de la parte superior de la cabeza de un ídolo fálico, apreciable desde una perspectiva superior. 

Según las características que hemos descrito anteriormente, el objeto en cuestión pertenecía al grupo de ídolos conocidos como "perduraciones de los Ídolos Ovoides", caracterizados por estar realizados sobre guijarros de forma más o menos ovoide y en una o dos de sus caras, representaciones grabadas de "imágenes simbólicas del culto de la religión megalítica".

[...] El pequeño tamaño del ídolo del Pradillo, nos sugiere también una matización sobre su funcionalidad, que sería probablemente la de un "amuleto", con una función propiciatoria difícil de precisar. 



Esta matización debería hacerse entensible a la mayoría de los ejemplares encuadrados dentro del grupo de "perduraciones de Idolos Ovoides", si bien el mayor tamaño y la dificultad de transporte de los ejemplares de Noceda y Radical hace más exacta su definición como ídolos, mientras el resto adquiere un sentido más exacto bajo la denominación antes propuesta de "amuletos". 

La falta de contexto arqueológico del ejemplar estudiado nos lleva a proponer una cronología. amplia, localizada en la Edad del Bronce y quizás con una mayor aproximación durante el desarrollo del Bronce Medio en la Meseta Sur. 

http://iberiamagica.blogspot.com/2018/11/el-idolo-de-pradillo-quintanar-de-la.html


domingo, 25 de noviembre de 2018

Cerámica funeraria de Talavera de la Reina

LA CERÁMICA FUNERARIA POPULAR

Placa funeraria del cementerio viejo de Oropesa

La cerámica de Talavera es conocida sobre todo por la preciosa azulejería y las magníficas piezas del siglo XVI y XVII que hicieron de esta manifestación del noble oficio del barro la preferida de Felipe II, que la puso de moda entre los poderosos de la época y concedió a sus alfares el privilegio de exportación a su inmenso imperio. 

Pero hay otras producciones de la cerámica talaverana menos conocidas y de elaboración más tardía y popular que, no por menos llamativas desde el punto de vista estético, carecen de interés como expresión artesanal y llena de contenido antropológico, sobre todo en cuanto al estudio de la mentalidad popular referida a un tema como es la muerte, con el que, según Quevedo, tanto teníamos que ver los médicos. Se trata de la cerámica popular funeraria que se puede observar en casi todos los cementerios públicos situados en torno a Talavera y Puente del Arzobispo.


Muchos de los camposantos fueron trasladados desde las céntricas iglesias de los pueblos hasta su más higiénica periferia por la normativa promulgada el siglo pasado. Es por ello difícil saber si durante los siglo XVI y XVII se produjo esta manifestación cerámica funeraria y de hecho los ejemplares más antiguos que he podido encontrar se datan a finales del siglo XVIII. 

Posteriormente hay una verdadera explosión en la segunda mitad del siglo XIX y vuelve a reavivarse cuando se produce el renacimiento de la cerámica talaverana con Ruiz de Luna

.Las abundantes piezas del pasado siglo son monocromáticas, en tonos marrones o sepia y con una gran sencillez en la decoración, sin embargo, tienen una gran expresividad en cuanto a la lírica popular de sus epitafios se refiere.

 Una excepción a este modelo son algunas placas de Puente del Arzobispo que adaptan a ciprés su tradicional motivo del “pino” con sus hermosas tonalidades verdes.

Placa funeraria en cerámica en color del taller de Ruiz de Luna

Ruiz de Luna redescubre la cerámica de Talavera en la primera mitad del presente siglo y encontramos curiosas manifestaciones de su arte en las placas de cementerio que ejecuta, algunas de ellas en relieve y de las que reproducimos algún ejemplar. 

A las nuevas generaciones de esta familia de ceramistas les toca vivir la posguerra y producen una serie de monumentos o paneles de azulejos referentes a los caídos del bando nacional durante la confrontación , todo un género cerámico funerario que requeriría un estudio aparte ya que, sin entrar a considerar su contenido ideológico, no están exentas de belleza.

Pero aparte de consideraciones estéticas sobre el soporte cerámico hay que resaltar la riqueza de los epitafios que se escriben sobre estas modestas lápidas de barro cocido. 

Epitafio significa en griego “sobre sepultura” y desde la antigüedad se ha venido expresando esta última vanidad humana que es el “mensaje postrero” que en forma de monólogo, diálogo o poema dejamos a las generaciones futuras. 

Los romanos repartieron su epigrafía por toda nuestra península y es ésta una de las principales fuentes para el estudio de su historia. 

Los más modestos de ellos se enterraban bajo algunas grandes tejas, esas “tégulas” que a veces tenían grabada alguna inicial o pequeña inscripción.

Placa funeraria cerámica de Puente en Aldeanovita

En los cementerios de Los Navalmorales y en Espinoso, he hallado algunas grandes baldosas muy similares con una modesta inscripción realizada ya en nuestro siglo con un punzón cuando el barro aún estaba fresco. 


Es la más modesta expresión funeraria, probablemente, sobre la tumba de algún humilde peón agrícola.

Los motivos ornamentales de esta cerámica funeraria son los tradicionales: la cruz, el túmulo, los cipreses, diferentes y sencillos adornos vegetales y algunos geométricos en las cenefas. 

En las placas de los niños es frecuente la presencia de ángeles más o menos afortunados en la ejecución de su dibujo.

Hay algunas alusiones a la enfermedad que provocó la muerte y a si fue repentino el desenlace o bien se produjo “ tras larga enfermedad”:

Padre nuestro que estás en los cielos / por el alma de Jacinta va / que bastante ha sufrido / con los años de su enfermedad.

En ocasiones se dejan entrever las arcaicas etiologías que el pueblo considera causa del deceso:

La muerte te sorprendió / dejándonos sin consuelo / Petronilo ruega a Dios / por tus padres en el cielo. / Tu fuiste la mejor rosa / del jardín de Jericó / y cuando más fresca estabas / Mal aire te desojó.

Otras veces se teatraliza el final de la vida pues, hasta en las mentes más sencillas, hay deseos de trascender no sin cierto histrionismo:

La muerte me separó / de los seres tan queridos / y para mayor dolor / me dejó dos angelitos / Un ataque me separó / de Ulalio y de Ulalita / y al volver un poco en sí / por los dos yo preguntaba.

Los recursos poéticos tienen a veces cierto aire de haber sido extraídos de sermones, por ejemplo en alguna de las muchas despedidas en primera persona del difunto a sus deudos se dice:

Adiós hermanos queridos / Bien me podéis perdonar / de cuanto os haya ofendido / Adiós, Hasta Josafat.

Placa de cerámica funeraria del cementerio viejo de Oropesa

La rima pura y dura es la que con frecuencia busca el anónimo autor :

Adiós, madre, dulce encanto /yo sé que estás en la gloria /Gozando de Dios ,¡ Qué llanto / derrama por ti Gregoria !

O este otro ejemplo de rima más traída por los pelos:

Emilia de mi corazón/ para qué quiero vivir / si ya no tengo ilusión / desde que te vi morir / tu triste esposo afligido / Reomualdo Rodríguez Lozano / se quedará en la vida / sin tú cariño ni amparo.

Los recursos poéticos están a veces impregnados de los lugares comunes del estilo literario vigente en la época que, no lo olvidemos, coincidía en muchos casos con el romanticismo:

El cuerpo descansa aquí / de la virtuosa Petra / pero su alma penetra / la gloria porque está allí / de este mundo baladí / salió y ha subido al cielo / rápidamente en un vuelo / dejando a su esposo e hijos / entre dolores prolijos / en el mayor desconsuelo.

Todavía se escriben las mismas llamadas que hacían los romanos a que el viajero se detuviera junto a las tumbas del camino y, así por ejemplo, dice una de ellas : Pasajero que a la postre / de este mundo al otro vas / rézame un Ave María / que Dios te lo pagará.

Toda esta cerámica funeraria es, no lo olvidemos, el último pequeño lujo que gentes muy humildes daban a sus seres queridos y por eso no debemos esperar que se canten las glorias y honores que glosaban los antiguos epitafios. 

Lo más que se puede encontrar es un “ fue alumno del instituto de Toledo”, “fue cura ecónomo de Piedraescrita” o “fue uno de los devotos que más se distinguieron en cooperar con sus limosnas para la construcción de este templo de Navaltoril”. No son, desde luego, grandes hechos heroicos los que aquí se reflejan.


Otro tipo de epitafio dentro del género es el que podríamos clasificar como “ tétrico”, el típico epitafio de calaveras y espanto.

¿Qué es de tu talle? Pues si considero / y contemplo despacio tu figura / has quedado tan feo que yo infiero / que si alguno amara tu hermosura / y viese un retrato de tu rostro fiero / No quisiera mirarla ni en pintura.

Desgraciadamente, las flores de plástico, los mármoles y todo un elenco de elementos kitch han sustituido en los cementerios actuales a estas bonitas placas de cerámica llenas de contenido y cultura popular.

http://lamejortierradecastilla.com/la-ceramica-funeraria-popular/


sábado, 24 de noviembre de 2018

Las CASAS en Toledo en 1569

Resultado de imagen de Toledo siglo xvI¿Cuánta gente vivía en una casa?

 ¿Qué es un hogar? 

La respuesta a estas cuestiones relativamente sencillas sigue siendo difícil de formular, a pesar del enorme esfuerzo que los historiadores de la demografía han hecho para encontrarla. 

Hurtado de Toledo comprendió la dificultad de definir la casa en su Memorial precisamente cuando observaba: «en muchas de ellas [las casas] viven quatro y cinco y veinte vecinos, según la calidad de las personas y cantidad de las piezas». 

Algunas casas de Toledo, decía, eran grandes y espaciosas, provistas de patios y amplios pasillos, pero otras, especialmente las ocupadas por «oficiales y tratantes», eran tan pequeñas y estrechas «que más parezen jaulas de páxaros que moradas de hombres» {Memorial, 510, 522). 


El censo de 1569 demuestra hasta qué punto esta observación aparentemente extemporánea se apoya en datos ciertos.

Según este documento Toledo tenía en esa fecha 6.840 casas. El número de vecinos era de 12.248, lo que arroja un balance de casi dos vecinos por casa. 

Puede decirse a título comparativo que Granada tenía, en 1561, 11.198 casas habitadas por algo más de 13.000 vecinos. La proporción era 1,18 vecinos por casa.

 ¿Eran en media más pequeñas las casas de Granada que las de Toledo? ¿Eran más pobres sus ocupantes? 

Probablemente. Es digno de subrayar a este respecto que la única parroquia de Toledo que se aproxima a la proporción casa/vecino que Ruiz Martín calculó para Granada sea la de San Isidoro, un barrio de trabajadores en el que habitaban principalmente «panaderos, alfahareros y moriscos» (Memorial, p. 5 u), en la que el número de vecinos por casa era, por término medio, de 1,41 $. 

Si bien Ruiz Martín sólo pudo calcular el tamaño de los hogares en términos de vecinos, la decisión de Hurtado de Toledo de hacer un recuento por cabezas nos permite estimar el tamaño medio de los hogares toledanos con mucha mayor precisión. 

De acuerdo con los datos del censo, cada casa albergaba en Toledo una media de 7,5 cabezas [6.840 casas/51.181 personas]. Pero, tal y como acertadamente anotaba Hurtado de Toledo en su Memorial, el tamaño de las casas tendía a variar de forma considerable. 

En la parroquia de Santiago, por ejemplo, una barriada de grandes dimensiones, algo desordenada y relativamente pobre, que se situaba en el límite septentrional de la ciudad, el tamaño medio de los hogares era de 7,5 [670 casas/5.083 cabezas]. 

Por otro lado, el tamaño medio de los hogares era considerablemente mayor en los barrios más ricos de la ciudad, quizás porque en las casas de estas zonas abundaban los sirvientes y criados.

 De esta forma, 14,2 personas vivían por término medio en cada hogar de la acaudalada parroquia de San Salvador, cifra que dobla la de Santiago. 

Por su parte, en la de San Vicente, otro barrio acomodado, la media de cabezas por casa era de 11,6.

Richard L. Kagan Johns Hopkins University
 file:///D:/Documentos/Downloads/4682-15517-1-PB.pdf

jueves, 22 de noviembre de 2018

Un relato breve: Colmeneros en 1486

Colmenas de corcho en La Jara

COLMENEROS, 1486

Marcela se acercó hasta la entrada del muro de piedra que circundaba la posada de colmenas y permaneció allí, quieta.

 Con un movimiento de cabeza llamó a su hijo Bartolomé. 

Ella sabía bien que una mujer mientras estuviera con su flor no debía acercarse a las abejas.

 Ni siquiera cuando hubiera comido ajos o cebollas, pues eran animalias muy delicadas a las que también molestaban los malos olores.

El muchacho se acercó a ella y tomó la cantarilla de vino, la hogaza y el pedazo de queso que les había traído para el almuerzo. 


Su marido dejó de encalar el poyete de pizarra cogida con barro que acababa de levantar para dar asiento a las colmenas.

Imagen medieval que representa un huerto con colmenas

Despues de comer se lavó cuidadosamente las manos en el arroyo del Endrino. Sabía que las abejas debían ser tratadas con mucha limpieza y que un colmenero no podía jamás ser sucio ni borracho. 

Así se lo enseñó en cierta ocasión el beneficiado de la parroquia de San Miguel, don Gabriel Alonso de Herrera. 

Incluso le dijo que debía ser casto, pues ya los antiguos aseguraban que la diosa de la castidad tenía a su cargo las abejas. Además, si ellas son castas y limpias, es razón que las trate persona casta y limpia.

Pasó aquel día un buen rato con don Gabriel, respondiendo a las muchas preguntas que el cura le hizo sobre la granjería de la miel.

Se hizo su amigo y siempre que iba por la villa le llevaba un cirio de la cera de sus abejas para alumbrar a la Quinta Angustia.

El olor de la jara, tan dulce que a veces podía casi paladearse, lo invadía todo. Bartolomé se acercó a orinar a unas junqueras y, de pronto, se agachó, levantando orgulloso una gran culebra a la que desnucó con un brusco movimiento de muñeca.

 Bien sabía por las enseñanzas de su padre que los lagartos, las culebras y escuerzos sólo hacían daño en la posada.

El padre se levantó y fue cojeando otra vez hacia el caldero de la cal para acabar su tarea.Colmeneros en el pueblo jareño de Carrascalejo

A veces, cuando Bartolomé veía a su padre renqueando, sentía un escalofrío y, al mismo tiempo, una extraña sensación de orgullo. Recordaba cómo siendo niño acompañaba una mañana a su padre a visitar las colmenas más lejanas de su casa, en la sierra del Atalayón.

Tal vez por el ruido del río que venía crecido o debido al fuerte viento en contra, se dieron de bruces con un oso al entrar en el colmenar. 


Andaba golosineando con los panales. Los había sacado de los corchos que habían rodado de un zarpazo despedazados por el suelo. 

Con un salto de sus patas traseras el enorme animal se abalanzó sobre el colmenero, mientras su hijo se ocultaba llorando detrás de la pared. 

No pudo Bartolomé ver la pelea de la bestia con su padre hasta que, herido, se acercó hasta él arrastrándose y gimiendo. El animal, antes de morir de una certera cuchillada en el cuello, le había desgarrado la pantorrilla de un zarpazo.Paisaje jareño típico. Los colmeneros fueron los primeros en repoblarlo

Costó curar la herida, pero su vecino el hortelano, que había ido a vender unos canastos de priscos a Talavera, llevó la cabeza y las garras del oso hasta la cárcel de la Santa Hermandad cobrando la recompensa.

La Santa Hermandad se fundó para vigilar los yermos y despoblados y defender de bandidos a los colmeneros. Ellos premiaban a los que acababan con sus enemigos y uno muy importante era el oso.

Y cuando más tarde fue toda la familia a la feria, todavía estaban clavados los despojos en la puerta y, debajo, un pliego con el nombre de su padre que los viandantes miraban con curiosidad. Desde entonces, Bartolomé decidió que él también sería colmenero algún día.

La estancia donde iban a ser instaladas las colmenas ya estaba preparada, el muro tenía más de dos varas de alto para dificultar el paso a los osos. El viento del norte no dañaría a las colmenas pues se había instalado en una buena solana.

El agua limpia del arroyo corría muy cerca y el suelo estaba bien saneado. La pizarra afloraba inclinada como dientes de perro y el agua de la lluvia correría sin pudrir los corchos. Bartolomé recibió la orden de limpiar el monte cercano. 

Su padre no quería que volviera a suceder como cuando, dos años antes, el fuego que prendieron unos pastores para aumentar el pasto quemó sus dos mejores posadas.

Símbolos de de la Santa Hermandad entre los que se encuentra una colmena en recuerdo de que la institución comenzó siendo una hermandad de colmeneros. También aparece un jabalí y el yugo y las flechas de los Reyes Católicos, por ser hermandad real-

Todo estaba preparado. Hasta habían guiado dos acebuches junto a la pared para que así anidaran en ellos los enjambres que se salieran de los corchos. Pero había que atraer a las abejas, y Bartolomé ya sabía que debería untar las ramas de los árboles con un poco de aguamiel.

Las colmenas habían sido fabricadas en las largas noches de invierno, a la luz de las velas que ellos mismos hacían con la cera más sucia de sus panales, que las buenas ya las teníanapalabradas en Guadalupe. Habían escogido las mejores cañas de corcho del alcornocal del Puerto, que no tuvieran hendiduras ni resquebrajamientos, y las habían clavado con virus de jara afilados y endurecidos al fuego. 

En Piedraescrita consiguieron una carga de estiercol de becerro que, mezclado con barro, sellaría las colmenas salvándolas del frío y de las sabandijas.Con unos palos de encina atados en forma de portera cerraron en la corraliza los corchos que esperaban sus enjambres.

Bartolomé pensó que, al fin y al cabo, este no era un mal oficio. Solamente el silencio del monte, con el aullido del lobo acompañándole muchas noches, le producía cierto sobresalto.

Pero no era el miedo lo que le más le angustiaba. Solamente le turbaba la posibilidad de que a Blanca, la muchacha que le estuvo mirando en la fiesta del pueblo, no le gustara vivir en la soledad de la alquería.


Aunque, cuando contempló que la temprana primavera ya teñía los cerros de enfrente con sus cantuesos de color morado, y que la jara, el cantueso, el tomillo y el romero llenaban de olores el aire pensó que la cosecha sería buena.

Podría comprarle a Blanca ese pañuelo que miraba con tanta atención cuando se lo ofreció el buhonero después de la romería.


http://lamejortierradecastilla.com/un-relato-breve-colmeneros-1486/

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Cuando un Secretario del Juzgado Municipal de Toledo condenado por parricidio a finales del Siglo XIX

ESBOZOS PARA UNA CRÓNICA NEGRA DE ANTAÑO (XXXII)

Julián confesó que había cometido las agresiones a su mujer y su hija obcecado con la idea de suicidarse y con el objeto de que sus seres queridos le precediesen en ese tránsito

Enrique Sánchez Lubián
@eslubianTOLEDOActualizado:02/11/2018 14:21h0

En los primeros años ochenta del siglo XIX, el abogado Julián Martín Bejerano disponía de una buena y reconocida posición social en la ciudad de Toledo.

Nacido en 1852 en la localidad de Menasalbas en una familia pudiente, había estudiado bachillerato en el Instituto Provincial y derecho en la Universidad Central de Madrid. Tras ejercer unos años como letrado para pobres, desempeñaba el cargo de secretario del Juzgado Municipal.

Vivía en el número 19 de la calle Instituto junto a su esposa, su suegra, su hija y una joven criada. Y allí, en su domicilio protagonizó una sonada tragedia que terminó llevándole a prisión en 1883.Calle del Instituto, en cuyo número 19 se desarrolló el trágico suceso que llevó a Martín Bejerano hasta la cárcel provincial (Foto, Archivo Municipal de Toledo)

El matrimonio entre Martín Bejerano y María Teresa Alliot estaba considerado como ejemplar. En 1881 el nacimiento de una niña, a quien pusieron de nombre Julia, alegró la convivencia marital. A ojos de la ciudadanía, todo marchaba sobre ruedas entre ellos.


Pero el abogado comenzó a frecuentar el Casino toledano, participando en cuantas partidas podía, siéndole indiferente a lo que se jugase en ellas. Su carácter y costumbres empezaron a cambiar. Los amigos de siempre fueron retrayéndose en su trato, apareciendo otros nuevos que fomentaban la nueva pasión que le dominaba. Contrajo deudas, empeñó y vendió joyas familiares y su espíritu fue tornándose excéntrico y agobiado.

En la madrugada del 4 de septiembre, tras haber permanecido jugando en el Casino regresó a su hogar. Antes de dirigirse a su dormitorio entró furtivamente en el cuarto de la criada, Serapia Iglesias, joven de diecisiete años, al parecer con intenciones deshonestas. De inmediato ella se resistió y tras el forcejeo Julián cedió en sus pretensiones, suplicándole que no dijera a su esposa nada de lo ocurrido.

A la mañana siguiente la tranquilidad reinaba en el hogar. Serapia fue a la calle para realizar la compra. La esposa del abogado, y su madre, Teresa Fané, se encargaban de los quehaceres domésticos. Y Julián, acunaba entre los brazos a su pequeña hija, de dos años de edad, paseándola por los corredores de la vivienda.

Al regresar de la calle, Serapia expresó a la señora de la casa su intención de abandonar el servicio al matrimonio. Cuando María Teresa insistió en conocer los motivos de tal decisión, la joven le relató lo ocurrido la noche anterior. Enojada, recriminó a su esposo su actitud, preguntándole de forma airada «¿qué tenías tú que hacer en el cuarto de la criada?».

Aunque de momento todo quedó en el consiguiente disgusto familiar, pasado un rato la tragedia se desencadenó.

De forma convulsiva, Bejerano comenzó a oprimir el cuello de su hija hasta creer haberla estrangulado. Luego se dirigió a su despacho, cogió una pistola que allí guardaba, bajó las escaleras y disparó dos tiros a su esposa. Volvió a cargar el arma, hiriéndose accidentalmente en un brazo.

Regresó presuroso a su tocador, autolesionándose en el cuello con una navaja de afeitar. Tambaleándose llegó hasta el cuerpo de su hija, abrazándola con fuerza.

Tras permanecer así unos instantes, intentó subir de nuevo a su gabinete pero quedó tumbado sobre los escalones, donde fue encontrado por las primeras personas que llegaron a la mansión alertadas por las voces y gritos escuchados desde la calle.

Los doctores Tomás Moreno y Juan Moraleda atendieron allí mismo a los heridos. María Teresa, en avanzado estado de gestación, tenía una herida de arma de fuego, sin orificio de salida, en la región temporal izquierda, considerada como mortal de necesidad.

 La niña estaba medio asfixiada con cardenales en el cuello. Julián confesó que había cometido estas agresiones obcecado con la idea de suicidarse y con el objeto de que sus seres queridos le precediesen en ese tránsito, para «que no quedaran en este mundo a merced de nadie».


Tras una primera cura de urgencia, el juez ordenó el traslado de Bejerano, en calidad de detenido, al cercano hospital provincial de la Misericordia.Noticia de “El Nuevo Ateneo” dando cuenta de la muerte de María Teresa Alliot días después de ser tiroteada por su marido

A pesar de la gravedad de su estado, a las cuarenta y ocho horas de ser herida María Teresa dio a luz a una niña, que fue bautizada con el nombre de María Milagros.

Dieciocho días después, el 22 de septiembre, la esposa de Martín Bejerano falleció. Por entonces, él ya estaba recluido en la cárcel provincial del antiguo convento de los Gilitos.

En el mes de marzo del año siguiente se celebró la vista judicial por estos hechos. Julián Martín encomendó su defensa al abogado Juan Argüelles, quien orientó la misma hacia la consideración de estado mental del procesado, con la finalidad de acogerse a la exención de responsabilidades contempladas en el Código Penal.

Así, los informes periciales aportados sostenían que por antecedentes familiares, Bejerano tenía «gérmenes» de estas perturbaciones intelectuales, habiendo quedado patente tal circunstancia en el comportamiento tenido en la cárcel dando gritos, pronunciando discursos y escribiendo extensas incoherencias.

Incidiendo en esa línea argumental, varios testigos declararon que durante las partidas de juego, el procesado mostraba notables alteraciones de comportamiento, «excentricidades, cambios de carácter y tonterías impropias de un hombre formal y serio».

Siete vecinos de Menasalbas indicaron que la madre de Bejerano también se encontraba afectada por «perturbación intelectual», al igual que otros familiares cercanos. Los peritos médicos de la defensa apuntaron, incluso, que el procesado padecía lipemanía suicida, delirio moral, epilepsia larvada y locura intermitente.

En su declaración el propio acusado dijo que al llegar del Casino entró en el aposento de la criada para hablar con ella, pues quería aclarar algunos comportamientos anómalos, como que algunas veces la había visto dormir la siesta sobre un tejado y, en otras ocasiones, su suegra le había advertido de que no se acostaba en toda la noche.

Dijo haberla encontrado dormida y que al cogerle un brazo para despertarla, ella comenzó a gritar.

Respecto a los ataques a su mujer y su hija, declaró no tener conciencia de los mismos, sino recuerdos vagos, no sabiendo, tampoco, si había cargado o no la pistola con la que disparó a María Teresa. Sí reconocía, en cambio, tener preparada la navaja para afeitarse, pues antes de desencadenarse los hechos había recibido un aviso para personarse en el Juzgado.

Ninguna de las argumentaciones expuestas durante la vista con la finalidad de eximir de responsabilidades a Bejerano fue admitida por el fiscal, Juan José Armendariz, quien mantuvo no haberse probado la posible locura del procesado, sosteniendo que no debía confundirse la misma con «los impulsos de la pasión, del vicio y del vértigo».

 En sus conclusiones finales mantuvo que el reo debía ser condenado por un doble delito de parricidio en grado consumado y frustrado en las personas de su mujer y su hija.

Cinco días después de iniciada la vista, el tribunal presidido por el magistrado Arsenio Ramírez de Orozco condenó a Julián Martín Bejerano a dos penas de cadena perpetua y diez años de prisión por los delitos explicados por el fiscal.


También se le imponía una indemnización de cinco mil pesetas para los perjuicios ocasionados a las hijas de María Teresa, declarándose el comiso de la navaja, la pistola y sus cápsulas y ordenando su venta para aplicar su producto al pago de parte de las responsabilidades civiles del penado.

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/centenario-quijote/abci-secretario-juzgado-municipal-toledo-condenado-parricidio-201811021345_noticia.html

martes, 20 de noviembre de 2018

5 Rutas Molineras por la Sierra de San Vicente

Resultado de imagen de Sierra de San Vicente mapa









Molinos de Guadyerbas en Navamorcuende

En mi libro sobre los molinos de agua de la provincia de Toledo describo los casi trescientos molinos distribuyéndolos por zonas, 

Una de esa zonas con más de cincuenta artificios es la que abarca la Sierra de San Vicente y sus prolongaciones de El Berrocal por el oeste y la sierra de La Higuera y valle del Alberche por el este.

No tenemos aquí espacio para describir el funcionamiento de estas venerables construcciones que son la primera máquina, el primer ingenio que inicia para algunos la revolución industrial de los humanos, pero sí recomiendo la lectura de mi obra aludida para introducirse en su conocimiento y después visitarlos con mayor conocimiento del tema.


Muchos de esos edificios se hallan en ruina casi completa y apenas distinguimos su planta, y por ello vamos a recomendar una serie de paseos para conocer los más significativos y los que se encuentran en mejor estado o los que están más agrupados en las riberas de nuestros arroyos y pueden hacer más productiva nuestra excursión.

Primera Ruta: Subamos desde Navamorcuende hacia el Piélago y antes de llegar a coronar vemos a nuestra izquierda un cubo solitario de sillarejo con su saetín o conducto por el que salía el agua que movía el rodezno. 

La propia carretera se ha llevado por delante la sala del molino. 

Si desde él seguimos su antiguo canal entre el rebollar observamos que se trata de un curioso molino de escorrentía abastecido de caudal por canales labrados en las laderas próximas además de por una fuente cuya corriente se acumulaba en una represa.

 De este ejemplar sale directamente el agua a otro por debajo ya de la carretera que tiene un receptor en rampa y no en cubo como el anterior. 

Pero es el tercero, por debajo de los anteriores, el edificio molinero tal vez de mayor entidad de la Sierra. 

Perteneció al convento y tiene tres pisos y un enorme cubo al que llega el agua por un canal elevado sobre mampostería. Al cárcavo se accedía por una escalera helicoidal. 

Del cuarto artifico apenas se percibe su vieja rampa arruinada.Molino en el arroyo del Batán en Garciotún-Bayuela

Segunda Ruta: por la cantidad de molinos asentados en sus riberas haremos una segunda excursión a la zona del denominado “puente romano” de Castillo de Bayuela, un puente del siglo XVII en torno al que se localizan seis ejemplares vinculados tanto a Bayuela como a Garciotún.

 Nos acercaremos por carretera y, yendo hacia Garciotún, nos detendremos donde cruza el arroyo bajo la carretera y subiremos siguiendo sus riberas.

Los tres molinos más bajos son muy parecidos, con un cubo de base muy inclinada o cubo-rampa. 

El tercer artificio toma sus aguas del arroyo del Batán, nombre que nos indica que éste u otro edificio desparecido pudieron haber sido un ingenio también movido por el agua para abatanar los paños. 


El cuarto es de doble captación, pues toma el agua de ambas corrientes. 

El siguiente tiene la peculiaridad de asegurar la estanqueidad de su cubo con unos cilindros de cerámica llamados atanores en la terminología molinera. 

Otro molino tiene su anclaje en los mismos pilares del puente. Todos ellos son de una pintoresca arquitectura popular en mampostería de granito.Molino de Garganta Tejea en Real de San Vicente

Tercera Ruta: Desde la gasolinera de El Real de San Vicente parte un camino que en un agradable paseo nos llevará hasta la Garganta Tejea, donde se pueden observar las ruinas de cinco molinos vinculados a El Real y Almendral. 

El primero de ellas capta el agua con una pequeña presa de dos metros de largo con un canal excavado en la misma chorrera. Desde su propio cárcavo el agua va al siguiente ejemplar.

La pendiente es pronunciada y actualmente se puede ver un tubo de hierro por el que descendía el agua, aunque quedan restos que nos demuestran que antes era utilizada una conducción hecha sobre un tronco vaciado de castaño. Esos tubos se cubrían con lanchas de granito para protegerlos.

 El cuarto edificio era de mayor entidad pues tenía dos plantas y movía dos piedras. 

Es éste otro conjunto de interés etnográfico por ser de los pocos molinos con receptor “de tubo”y están además situados en un entorno natural de gran belleza.Molino de Guadmora en Hinojosa de San Vicente

Cuarta Ruta: Desde Hinojosa desdenderemos por una senda que va hasta el arroyo Guadmora, en término de esta localidad, encontramos dos pintorescas construcciones molineras. 

Seguiremos bajando por el camino paralelo a la ribera de este arroyo y ya en término de Bayuela encontraremos otros dos magníficos ejemplares en mampostería de granito que como los anteriores tienen su receptor de cubo y un de ellos también sirvió de batán.Molino del Tiétar en La Iglesuela

Quinta ruta: Desde el puente de la carretera de la Iglesuela a Casavieja podemos ascender río arriba y visitar un ejemplar que era de gran belleza pero ha sido restaurado de forma no muy afortunada y más arriba otro ejemplar con su presa con un entorno natural de gran interés con cigüeña negra. 

Era de dos piedras y estuvo reconvertido a motor de gasoil cuando no había caudal suficiente. 

Si nos quedan fuerzas bajaremos luego el río hasta llegar al molino de Castillo, que se caracteriza por un canal de mampostería elevado de bloques graníticos.

Y molinos sueltos: Desde el propio casco de San Román se ascienden doscientos metros y encontramos un bonito molino en el arroyo de Las Tenebreras. 

Cerca del casco de Buenaventura hay otro buen ejemplar, así como en el mismo caserío de El Real donde podemos ver otros cuatro. 


Junto a Sotillo de las Palomas, por debajo del puente de la carretera, se encuentra sobre el Guadyerbas otro curioso ejemplar muy accesible que se intentó mover en tiempos de guerra con motor de vapor de agua, una especie de curiosa locomotora molinera.


http://lamejortierradecastilla.com/5-rutas-molineras-por-la-sierra-de-s-vicente/

lunes, 19 de noviembre de 2018

En Toledo, El Corral de Vacas: de matadero a Parque de desinfección

En diciembre de 1970 se aprobó un plan urbanizador que supuso el completo derribo del ya arruinado Corral de Vacas para dar paso a la Ronda Cornisa, entre la puerta de Doce Cantos y el convento de San Pablo.

Vista lateral del Corral de Vacas en 1963. Al fondo la torre de San Miguel. Foto Rodríguez. Archivo Municipal de Toledo

Por RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN
Actualizado:06/11/2018 12:50h0

Está documentado que Juan Gutiérrez Tello, corregidor toledano entre 1573 y 1579, creó el llamado Rastro Nuevo, cerca del puente de San Martín y del convento de agustinos calzados, conjunto que, en 1809, arrasarían las tropas napoleónicas, perdiendo la ciudad el lugar en donde se sacrificaba el ganado menor que abastecía las Carnicerías. 


Esta carencia la compensó, en parte, el otro rastro municipal situado en el costado opuesto de la población, no lejos de la iglesia de San Lucas, citado dese el siglo XIV como el Corral de Vacas por estar dedicado al sacrificio exclusivo de reses mayores. 

El paraje era idóneo para tal función, pues las recuas llegaban por el puente de Alcántara, subiendo hasta Doce Cantos para proseguir de frente, sin entrar en calle alguna, por Cabestreros hasta aquel matadero. 

El edificio estaba anclado en los empinados terraplenes que discurren entre el Corralillo de San Miguel y el Tajo, lo que facilitaba la evacuación de cualquier resto.

 Es más, durante siglos, las ordenanzas municipales autorizaban en esta parte de la ciudad arrojar basuras y escombros, hecho mantenido sin ambages hasta mediados del siglo XX.

La dificultad topográfica, la molesta actividad del matadero y un reconocido vertedero público ayudarían a mermar la permanencia del vecindario en aquel entorno.

A mediados del XVIII, según dice Parro (1857), se colocó un azulejo sobre la puerta, «con las armas de la ciudad», para indicar la propiedad municipal.

Más explícita era la inscripción tallada en un dintel que Julio Porres copió antes de su pérdida, poco después de 1970, siendo quizá «destruido o arrojado al terraplén hacia el río». 

En ella se anotaba la edificación, en 1653, por orden del corregidor Alonso de Paz y Guzmán, caballero de la Orden de Calatrava y los comisarios Gaspar de Robles Gorbalán y Juan de Segobia.

La estructura de este degolladero la recoge un plano, de 1881, levantado por el Instituto Geográfico y Estadístico.

En él se distingue la entrada por Cabestreros, un patio central que dejaba a la derecha una habitación secundaria y una escalera para subir a la vivienda del empleado. 


En el costado izquierdo había una «nave de degüello» para sacrificar las reses estabuladas en dos corrales lindantes con los rodaderos. Separando ambos corrales se aprecia un paso para arrojar los despojos a las laderas del río desde una plataforma como testimonian ciertas fotografías del siglo XIX.

La actividad de aquel rastro alcanzó hasta 1892 con alguna puntual incidencia, como la referida en la causa criminal seguida, en julio de 1754, por el Corregidor de Toledo por los alborotos ocurridos allí al torearse las reses destinadas al sacrificio por parte de algunos empleados y vecinos. 

Lo cierto es que, perdido el histórico Rastrocercano al puente de San Martín, en 1809, la ciudad tuvo que levantar otro nuevo que, tras largos años y problemas, se inauguró en el mismo paraje, en abril de 1892, según ya publicamos en un artículo pasado. 

Esto motivó al cierre definitivo el Corral de Vacas para destinarse, hasta mediados del XX, a pasajeros usos «asistenciales» y en favor de la higiene pública.

Ramírez de Benito, en su Tesoro de Toledo (1894), recogía que, borradas ya las tareas carniceras, al citado Corral se llevaban pobres y los «detenidos provisionalmente por embriague». Sin embargo, pronto, este provecho daría paso a otros de índole sanitaria.

 Y es que, ante las extensas lacras infectocontagiosas, el Ayuntamiento articuló su propio Laboratorio Municipal, siguiendo regulaciones estatales como la Instrucción General de Sanidad Pública, de 1904. 

Es posible que esta última justificase que, en el mes de mayo, el concejal Luis de Hoyos, catedrático y reputado científico -tenaz vigilante de la salubridad e impulsor de plantaciones arbóreas como el Campo Escolar- denunciase las carencias del nuevo servicio. 

En febrero de 1907, siendo director del mismo Jose Úbeda Sarachaga, se creó en el antiguo matadero de reses la llamada Estación de Desinfección, dotada con estufas de vapor para fumigar colchones y ropas, además de una cámara de gases, cepillos y trajes de goma para trabajar con las personas que allí fuesen llevadas.

La mejora del Laboratorio se produjo en junio de 1912, al año de tomar posesión de la dirección Francisco Jiménez Rojas, doctor en Ciencias Físico-Químicas, periodista, escritor y académico que lo dirigió hasta 1933. Además de adecuarse una oficina central en la calle del Barco, el Parque de Desinfección creció en recursos para acudir a fumigar cualquier lugar que, por ejemplo, en 1911, había alcanzado a 250 viviendas. 

El Castellano, de 8 de enero de 1919, recogía un escrito de Rodolfo Toledo (posiblemente seudónimo) defendiendo los esfuerzos de los médicos y del Ayuntamiento para vigilar la higiene pública que, según reputados doctores (Francos Rodríguez, Recasens, Juarros y Cortezo) era deficiente, lo que acentuaba la tasa de mortalidad de la ciudad. 

El articulista, al referirse al Parque, señalaba que allí se llevaban «a diario los pobres transeúntes y todo sospechoso de miseria», pasando por la «cámara de gases», y la «máquina de despiojamiento».

 A los hombres se les bañaba, se les jabonaba y se les daba ropa limpia, «mientras la suya se desinfecta en la estufa o se quema si es inservible.

 A las mujeres se las somete a las mismas prácticas de baño y limpieza, sin llegar a rasparlas con el cero» (sic), tarea que, según otra referencia, realizaba la esposa del conserje. Estas prácticas alcanzaron hasta la Guerra civil, después el Parque sería un capítulo cerrado. 


El edificio se convirtió en un precario almacén y en perrera, donde los laceros municipales dejaban los canes recogidos en la calle -abandonados o sin identificar-, conforme a una norma estatal de 1955, algo que la ciudad ya había regulado, en abril de 1907, a través de un bando del alcalde José Benegas que informaba sobre un reglamento municipal dedicado a este asunto.

En diciembre de 1970 se aprobó un plan urbanizador que supuso el completo derribo del ya arruinado Corral de Vacas para dar paso a la Ronda Cornisa, entre la puerta de Doce Cantos y el convento de San Pablo. Hoy, salvo los testimonios fotográficos, nada queda de aquel viejo edificio multiusos. 

Además, el posterior ensanche hacia la calle de la Candelaria y el Corralillo de San Miguel, transformó aún más este rincón del recinto histórico que, a diario, frecuentan numerosos vehículos a veloz marcha o buscando una misericordiosa plaza de aparcamiento.

Por RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/centenario-quijote/abci-corral-vacas-matadero-parque-desinfeccion-201811051303_noticia.html

domingo, 18 de noviembre de 2018

Emboscada y muerte de jefes Maquis en Talavera

EMBOSCADA Y MUERTE DE JEFES MAQUIS EN TALAVERA

Los cadáveres de “Carlos” y “Lyón” después de suicidarse entre los maizales ante el acoso de la policía.

Corría el año 1946, cuando dos pagadores que llevaban el salario de los trabajadores que construían en Madrid el estadio de Chamartín para la empresa Huarte y Compañía fueron atracados por hombres armados. 

Al intentar huir, los dos empleados mueren tiroteados y se desencadena una persecución de los militantes comunistas a quienes la policía achaca la acción. 

En las investigaciones se interroga a la madre de uno de ellos, Jose Antonio Llerandi alias “Julián” y se le encuentra una carta de su hijo en la que se dice que ha de reunirse con unos compañeros activistas en la huerta del “tío Matapulgas” en Talavera.



El movimiento guerrillero de resistencia antifranquista se halla en ese momento en franca decadencia. 

Cunde la desmoralización entre “los de la sierra” porque el final de la Guerra Mundial no ha hecho que las potencias extranjeras derriben el régimen de Franco.

Guerrilleros antifranquistas se despliegan en tierras extremeñas

Nuestra ciudad se haya enclavada en un lugar estratégico donde acuden a contactar los grupos de hombres armados que, como las partidas de los famosos Quincoces, vecino de Aldeanovita y Chaquetalarga, de Fuenlabrada de los Montes, mantienen su lucha en la zona de La Jara y Las Villuercas, o los grupos de guerrilleros de la sierra de Gredos.

La unión de todas estas partidas se llamaba en conjunto Ejército Guerrillero del Centro y Extremadura.

La policía de Madrid, al conocer la existencia de esta reunión y ante las posibilidades de dar un golpe mortal a la resistencia armada antifranquista, decide desplazarse a Talavera para practicar las detenciones pertinentes, pero quieren llevarse sólo ellos el mérito del operativo e imprudentemente vienen sólo cuatro agentes sin avisar del operativo a las fuerzas de Talavera.

Los guerrilleros “Carlos” y “Lyón” fotografiados en vida

La huerta del “tío Matapulgas” se encuentra junto a la estación de ferrocarril, donde los maquis tienen un fácil acceso cuando viajan entre Madrid y Talavera, ya que el guerrillero conocido como “El Maquinista”.

Por ser conductor de la línea entre la capital y Lisboa, transporta en el ténder a los guerrilleros y al armamento destinados a la lucha en la sierra, aunque a veces también los llevaba hasta Navalmoral de la Mata, donde “Colorín” el kioskero de la estación, les servía de enlace. 

Cuando Llega la policía a la huerta de Matapulgas no se encuentran allí a los protagonistas de la reunión, pero tras un duro interrogatorio a la hija del “tío Matapulgas”, confiesa a los agentes de la Brigada Central de Información que los maquis se encuentran escondidos en otra huerta cercana conocida como el establo de los Gregorio.



 Cuando los agentes se dirigen hacia allí e intentan detenerlos se entabla un tiroteo y se dan cuenta de que los guerrilleros antifranquistas se les pueden escapar, por lo que dan aviso a la Guardia Civil y a la policía local de Talavera, que acuden en su ayuda tan apresuradamente que uno de los guardias va con el mono de trabajo y casi es abatido por los propios guardias al confundirlo con uno de los guerrilleros.

Una de las labranzas donde en su huida se refugiaron los guerrilleros

Dos de los maquis siguen en la refriega hasta que se dan cuenta de que es inútil su resistencia y, para no sufrir nuevas torturas ni interrogatorios que les hagan delatar a sus compañeros, deciden suicidarse de un tiro en la sien, y no caen, como dicen entonces las autoridades, bajo los disparos de la Guardia Civil sino bajo los de sus propias pistolas. según investigación de Benito Díaz.Mapa de la Agrupación del Centro de la resistencia antifranquista con sus tres zonas

Uno de los fallecidos es Jesús Bayón González alias “Carlos”, asturiano huido de un campo de concentración en el que esperaba que se ejecutara su sentencia de muerte y a quien se encomendó por el PCE la misión de aglutinar a los guerrilleros de la zona centro y Extremadura, venciendo la resistencia de los activistas socialistas y anarquistas, más reacios a dejarse manipular por el Partido Comunista. 

Precisamente en esa reunión iba a ser destituido “Carlos” de su cargo de jefe guerrillero para ser sustituido por “Lyon”, apodo de Manuel Tabernero Antón, también conocido como el “Practicante” o “Robert”, y que al parecer era médico y natural de Béjar. Un tercer guerrillero llamadoEl guerrillero “Julián” fusilado tras ser detenido en Talavera

“Julián”,precisamente del que la policía obtuvo las pistas para la operación, es arrestado en la casa del “tío Matapulgas” donde se refugia del tiroteo, y más tarde es fusilado tras un consejo de guerra. 

El cuarto guerrillero que acudía a la reunión era conocido como “José” y era hermano de “El Maquinista”. 

Huye a pie siguiendo la vía y consigue escapar cogiendo un tren hacia Madrid en el apeadero que había junto al puente de la vía sobre el río Alberche.

Se producen con estos hechos varias caídas en cadena de otros miembros significados del Partido Comunista, entre ellos la de estudiantes universitarios y el impresor de “La Estrella Roja”. Cae también casi toda la organización de Talavera que se reunían en la Taberna de “Patro”, en la Portiña de San Miguel, y en otra taberna de la calle Delgadillo.

 También se desactiva la célula que imprimía propaganda en la casa de “tío Quintín” en la finca de La Calera, cerca de Montesclaros, lugar desde donde los cuatro maquis habían llegado a Talavera a lomos de caballerías sin saber que iban a tener tan funesto encuentro.

http://lamejortierradecastilla.com/emboscada-y-muerte-de-jefes-maquis-en-talavera/

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