martes, 10 de agosto de 2021

El Ejercito Visigodo en la Secesión de la Narbonense (I)

RESUMEN: La fuente más importante para conocer cómo era el ejército visigodo en la segunda mitad del siglo VII es la Historia Wambae de Julián de Toledo, obra literaria y retórica creada para mayor engrandecimiento del rey Wamba, pero que nos proporciona una información única sobre las campañas militares de este monarca, la que le enfrentó a los vascones y, en especial, la que llevó contra el rebelde Paulo. 

El autor no se conforma con exaltar al rey, su relato pormenorizado es un testimonio excepcional sobre el desenvolvimiento estratégico de un ejército tardoantiguo en campaña y un documento único para conocer la estructura y el comportamiento de los ejércitos visigodos; así como el ceremonial asociado a la guerra y a la victoria.

Pocas fuentes post-romanas han dedicado una atención tan pormenorizada a la descripción de una campaña militar como el relato que el obispo Julián de Toledo construyó a finales del siglo VII para dar cuenta de la represión llevada a cabo por el rey visigodo Wamba contra la provincia rebelde de la Narbonense1 . Wamba era ya un anciano cuando en el año 672 fue forzado por sus colegas nobles a aceptar su nombramiento como rey . 

El relato de esta elección, que, según Julián, se habría producido en la localidad de Gerticos, en el territorium de Salmantica, a unas 120 millas de la ciudad regia, se atiene a las exigencias que la legislación visigoda consideraba legítimas para dar por buena la designación, lo que se vería confirmado por el hecho de que Wamba aceptó ser rey solo a condición de que su nombramiento fuese confirmado en Toledo mediante la unción episcopal, que sería llevada a cabo en la iglesia dedicada a san Pedro y san Pablo en el Pretorio, donde, de acuerdo al ritual, prestó juramento de fidelidad al pueblo y luego recibió sobre su cabeza el óleo sagrado de mano del obispo Quirico . 

Una vez ungido, Wamba necesitaba conseguir fama y prestigio para obtener el apoyo de la nobleza guerrera y para estrechar vínculos con los hombres de armas. La mejor manera de hacerlo era promover una campaña, a poder ser una campaña rápida y victoriosa, que además de reportarle prestigio personal contentase las ansias de botín de los combatientes . 

La oportunidad se la proporcionó uno de los periódicos levantamientos de los pueblos de la orla cantábrica, en este caso de la población vascona. Situación que se iba a complicar porque, cuando se aproximaba a las inmediaciones del territorio vascón, a finales de la primavera del 672, tuvo noticias de un levantamiento en la provincia de la Narbonense. 

La iniciativa de este levantamiento en la provincia más periférica del Imperio había partido del comes de Nimes, un godo de nombre Ilderico, aunque Julián asume que se trataba de un rumor . 

La iniciativa habría sido secundada por Gumildo, obispo de Maguelonne, y Ranimiro, un abad de ubicación incierta que, al igual que el anterior, parece también un godo. La implicación religiosa en la revuelta parece evidente por cuanto Ranimiro habría sido anticanónicamente ordenado obispo de Nimes al tiempo que Aregio, su titular, habría sido expulsado de la sede al negarse a secundar la revuelta . 

Una iniciativa presumiblemente apoyada por los francos, esa es la procedencia de los obispos que ordenan a Ranimiro, y que, en principio, sería una muestra del descontento de una provincia periférica que se sentía relativamente marginada de las decisiones de Toledo . 

Posiblemente su aristocracia habría sido ignorada en la reciente designación de Wamba como rey. Los rebeldes parecen haber tenido un relativo éxito inicial, enseguida se apoderaron del espacio entre Nimes y el Mons Camelis (Montcamel, Hérault). La revuelta sería, en ese momento, un problema localizado y poco importante, de hecho, la capital, Narbona, no parece implicada. Sin embargo, ocupado en los preparativos de la campaña vascona, Wamba encargó al dux Paulo, un personaje del entorno del rey8 , aunque no sabemos si tenía mando sobre un espacio concreto, la contención de la revuelta. 

Pero Paulo, «tentado por la ambición del poder» , y sabedor de las dificultades que Wamba tendría de combatir simultáneamente en dos frentes tan alejados entre sí, parece haber decidido usar de la revuelta en su propio beneficio, momento en el cual los acontecimientos van a dar un giro radical. Paulo se gana para su causa sediciosa al dux de la Tarraconense, Ranosindo, y a un gardingo de nombre Hildigiso. 

Con todo, de momento, fingiendo fidelidad, se dirige hacia la Narbonense a luchar contra los seguidores de Ilderico, pero desenmascarado por el obispo de Narbona, Argebado, se declara abiertamente en rebeldía. Para Orlandis, el motivo de esta sublevación era, inicialmente, secesionista. 

La unión del duque de la Tarraconense convirtió la revuelta en más ambiciosa, siendo la constitución de un reino oriental el primer paso hacia el objetivo de derrocar a Wamba y encumbrarse como rey de la monarquía goda, por lo que era un verdadero intento de deponer al rey. 

Julián es claro, «para erradicar de inmediato el nombre de los sediciosos, destina un ejército a las Galias al mando del duque Paulo». El título de dux es uno de los pocos mandos militares que se recogen en la obra, quizás intercambiable por el genérico praepositi exercitus o praepositi hostis de la legislación civil.

Aunque es posible señalar otros mandos existentes en el mundo visigodo que, o bien ayudaban al dux o complementaban su trabajo, son los comites civitatis, que contarían con el auxilio de al menos un praepositus comitis o un comiti exercitus, el vicarius y el gardingus16, los spatarii17, sin olvidar evidentemente a los oficiales de tropa que veremos más adelante. 

El relato de los acontecimientos, la campaña militar de Wamba, primero contra los vascones, luego contra Paulo y todos los que se le suman, en la que a la postre parece la revuelta más organizada de todo el siglo VII, constituye una secuencia narrativa excepcional que culmina con la derrota de los rebeldes y la celebración del triunfo en Toledo. 

Lo que ahora nos interesa no van a ser los detalles de ese enfrentamiento, sino los elementos simbólicos y prácticos de la campaña militar misma.

 Los preparativos, la partida, las formas de combatir y la estrategia de los combates, el aprovisionamiento y la celebración. 

A través de ellos intentaremos comprender el trasfondo de la práctica guerrera en el tardío reino toledano.

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