Lugar de Nacimiento: Toledo.
Vínculos con Toledo: Nació, vivió y trabajó en Toledo.
Año de Fallecimiento: 15 de octubre de 1100.
Lugar de Fallecimiento: Córdoba.
Allá por el siglo XI de nuestra era, las teorías astronómicas no se aceptaban en París o en Roma si no las admitían los árabes españoles, y el meridiano de Córdoba era tan universal como hoy lo es el de Greenwich. España, Al‑Andalus,era entonces la avanzadilla científica y cultural de Europa (más o menos como ahora, sin quitar ni poner) y había en Toledo, a la sazón musulmán, hombres muy sabios que hicieron de la ciudad el principal centro astronómico del Medievo.
El más famoso fue sin duda el conocido como el hijo del cincelador, y con el sobrenombre de Al‑Zarquel o Azarquiel por sus ojos zarcos (azules) cosa poco frecuente entre árabes.
El más famoso fue sin duda el conocido como el hijo del cincelador, y con el sobrenombre de Al‑Zarquel o Azarquiel por sus ojos zarcos (azules) cosa poco frecuente entre árabes.
Nació Azarquiel alrededor del 1028 en el seno de una familia de artesanos, y pronto se convirtió en un hábil forjador de metales que confeccionaba instrumentos astronómicos para los sabios de Toledo; y éstos, con el fin de aprovechar mejor el ingenio y destreza del jovenAzarquiel, no tardaron en darle acceso a las obras de los autores antiguos.
El habilidoso artífice comenzó a estudiar con tal ahínco y dedicación que el alumno llegó a convertirse en maestro, y acabó siendo reconocido unánimemente como el más sabio en la ciencia del movimiento de los astros, gozando de universal prestigio por sus observaciones astronómicas y por la utilidad de los instrumentos que creó.
El habilidoso artífice comenzó a estudiar con tal ahínco y dedicación que el alumno llegó a convertirse en maestro, y acabó siendo reconocido unánimemente como el más sabio en la ciencia del movimiento de los astros, gozando de universal prestigio por sus observaciones astronómicas y por la utilidad de los instrumentos que creó.
Azarquiel dedicó su vida a la observación de los astros y de los planetas, y sus estudios dieron como fruto una serie de obras teóricas, instrumentales y astronómicas, entre las que destacan sus famosas Tablas Toledanas, utilizadas en el mundo latino durante los siglos XII y XIII y substituidas más tarde por las de Alfonso X el Sabio (basadas en las de Azarquiel), que por su prodigiosa exactitud se han venido usando durante siglos hasta que los satélites artificiales introdujeron en ellas muy leves correcciones.
Intuyó la falsedad de las teorías geocéntricas, rechazó las trayectorias circulares de los astros y anduvo cerca de la diana de los movimientos elípticos, porque estableció como figura un óvalo que, por el diámetro de sus círculos, era casi una elipse.
Quinientos años después, y en sus estudios sobre las órbitas de los astros,Kepler probó con el óvalo de Azarquiel antes que con la elipse...
Intuyó la falsedad de las teorías geocéntricas, rechazó las trayectorias circulares de los astros y anduvo cerca de la diana de los movimientos elípticos, porque estableció como figura un óvalo que, por el diámetro de sus círculos, era casi una elipse.
Quinientos años después, y en sus estudios sobre las órbitas de los astros,Kepler probó con el óvalo de Azarquiel antes que con la elipse...
El sabio toledano inventó la azafea, un instrumento de observación astronómica que permitía saber la hora de un lugar por la posición de los planetas, y la longitud y latitud de éstos en un momento dado. Y no sólo astrónomo, sino también astrólogo, estudió la supuesta influencia de los planetas sobre las personas según la posición zodiacal de aquéllos el día del nacimiento de éstas, y recogió sus observaciones en un libro titulado Influencia y figuras de los planetas. O sea, que cuando lea usted su horóscopo, acuérdese de Azarquiel.
Pero si las investigaciones y los instrumentos astronómicos hicieron célebre a Azarquiel, su obra más famosa fueron las clepsidras (en griego, algo así como "ladronas de agua") o relojes de agua. Un contemporáneo suyo dice de ellas: "Lo que hay de maravilloso y sorprendente en Toledo, tanto que no creemos que haya en todo el Mundo ciudad alguna que se iguale en esto, son dos recipientes de agua que fabricó el famoso astrónomo conocido con el nombre de Azarquiel.
Cuentan que esteAzarquiel, como oyese hablar de cierta figura que hay en la ciudad de Arín, en la India, y de la cual dicen que señalaba las horas por medio de unas aspas, desde que salía el sol hasta que se ponía, determinó fabricar un ingenio o artificio, por medio del cual supieran las gentes qué hora del día o de la noche era.
Al efecto hizo dos grandes estanques en una casa de las afueras de Toledo, a orillas del Río Tajo, no lejos del sitio llamado Bab al Dabagin (puerta de los curtidores) haciendo de suerte que se llenasen de agua o se vaciasen del todo según el creciente y menguante de la luna, de modo que el aparato de Azarquiel superaba en maravilla al de la ciudad de Arin."
Cuentan que esteAzarquiel, como oyese hablar de cierta figura que hay en la ciudad de Arín, en la India, y de la cual dicen que señalaba las horas por medio de unas aspas, desde que salía el sol hasta que se ponía, determinó fabricar un ingenio o artificio, por medio del cual supieran las gentes qué hora del día o de la noche era.
Al efecto hizo dos grandes estanques en una casa de las afueras de Toledo, a orillas del Río Tajo, no lejos del sitio llamado Bab al Dabagin (puerta de los curtidores) haciendo de suerte que se llenasen de agua o se vaciasen del todo según el creciente y menguante de la luna, de modo que el aparato de Azarquiel superaba en maravilla al de la ciudad de Arin."
Estas clepsidras duraron hasta que el rey Alfonso el Sabio quiso saber cómo llegaba el agua a los estanques y cómo se efectuaba el movimiento. El encargado de averiguarlo fue un astrólogo judío que pidió al rey que le dejase desmontar una de las clepsidras a fin de estudiar su artificio para poder mejorarlo, comprometiéndose a instalarla después.
El tal astrólogo, o hechicero, o lo que fuera, se jactaba de haber traído a Toledo todas las palomas de España en un solo día, y si eso es cierto, a él se deberán los toldos del Corpus, que hay quien dice que se instalaban para proteger a la procesión no del sol, sino de las palomas, y ya se sabe a qué me refiero.
Pero desmontar un mecanismo es más fácil que volver a montarlo; el judío no supo hacerlo, y uno de los relojes quedó inútil. Y como parece ser que funcionaban conjuntamente, averiado uno, se averió el otro...
El tal astrólogo, o hechicero, o lo que fuera, se jactaba de haber traído a Toledo todas las palomas de España en un solo día, y si eso es cierto, a él se deberán los toldos del Corpus, que hay quien dice que se instalaban para proteger a la procesión no del sol, sino de las palomas, y ya se sabe a qué me refiero.
Pero desmontar un mecanismo es más fácil que volver a montarlo; el judío no supo hacerlo, y uno de los relojes quedó inútil. Y como parece ser que funcionaban conjuntamente, averiado uno, se averió el otro...
Cuando en 1076 murió Almamún, el poderoso soberano de los reinos de Toledo, Valencia y Sevilla y gran protector de sabios y de poetas, Azarquiel marchó a Córdoba. Allí continuó su labor, realizó nuevas observaciones astronómicas e impartió sus enseñanzas hasta su fallecimiento el 15 de octubre de 1100.
No hay unanimidad a la hora de establecer dónde murió Azarquiel. ¿En Sevilla? ¿En Córdoba? Prescindiendo de los infinitos datos que pululan por Internet, muchos de ellos poco más que escolares, un estudio tan seriamente documentado como el de José Mª Millás Vallicrosa señala que "a consecuencia de grandes discordias -probablemente efecto de las luchas que precedieron a la caída del reino de Toledo en manos de Alfonso VI en 1085- Azarquiel [...] se instala en Córdoba, bajo la protección de Al-Mutamid, el rey poeta de Sevilla, y durante largos años va prosiguiendo, rodeado de alumnos, sus observaciones astronómicas y redacta sus últimas obras."
Como Al-Mutamid era rey de Sevilla, algunos asocian esta ciudad con la definitiva morada de Azarquiel (losLibros del Saber de Astronomía de Alfonso el Sabio parecen indicarlo así.) Pero esa referencia a Sevilla no es concluyente, y se puede explicar por el hecho de que Al-Mutamid reinó en Sevilla cuando Azarquiel (bajo la protección del rey) vivía, estudiaba y enseñaba en Córdoba. Y a falta de certificados de defunción, parece muy razonable afirmar que falleció en Córdoba. Cuestión menor, por cierto, y sobre la que no vale la pena extenderse más.
La comunidad científica internacional perpetuó la fama del insigne astrónomo dando su nombre a un cráter de 108 km. de diámetro situado en el meridiano central de nuestro satélite y elevando con ello la gloria toledana
-como dice Mariano Calvo en un magnífico artículo sobreToledo- "a los mismísimos cuernos de la luna."
Por eso nuestra ciudad puede gloriarse de ser la única del Mundo que ha puesto, no a man on the moon, un hombre en la Luna, como los americanos del Proyecto Apolo, sino tres; y además, mucho antes que ellos.
Porque Azarquiel está en buena compañía: a su nombre glorioso hay que añadir los de El Greco y Alfonso X el Sabio, que también tienen su propio cráter lunar en reconocimiento de su fama eterna. Y junto a ellos dos, el enaltecido, el estudioso, el renombrado, el grande Abu Ishaq Ibrahim. Ben Yahya AI‑Naqqas, el hijo de Yahya el cincelador. El árabe de los ojos azules: Azarquiel.
Oj‑alá (quiera Alá) que esté, rodeado de huríes, en el Paraíso de los creyentes.
Autor del Artículo: José B. Rodríguez
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