Las malas cosechas y la crisis demográfica (recordemos las epidemias del siglo XIV) hicieron que escaseara la mano de obra campesina y que, por tanto, los nobles, como propietarios de esas tierras, vieran como descendían sus rentas.
A lo que menos afectó fue al comercio. En cuanto a la sociedad, esta disminución de rentas de los nobles hizo que éstos explotaran más a los más pobres, lo que provocó que el campesinado llevara a cabo varios levantamientos a lo largo del siglo XV, los cuales desembocaron en conflictos sociales urbanos entre la alta burguesía y las clases populares, como por ejemplo en Barcelona. Mientras tanto, la ola de antisemitismo seguía creciendo. En política, el principal conflicto era el que mantenía la monarquía con la nobleza y el clero por la superioridad en el poder. En Aragón, por ejemplo, estalla la guerra civil entre el rey Juan II y los otros dos estamentos1. Finalmente, Juan II fue sucedido por Fernando de Aragón, futuro Fernando “el Católico”.
Pero si algo es importante en este siglo XV es la unidad dinástica que trae consigo la boda, en 1469, entre Isabel y Fernando: los Reyes Católicos. Diez años más tarde, Isabel consigue el trono de Castilla y Fernando el de Aragón, quedando así unidos ambos reinos y proponiéndose conseguir la unificación de la península. En 1492, mismo año en que se lleva a cabo el Descubrimiento de América, se conquista el Reino de Granada, todavía por entonces musulmán. Un año más tarde, Aragón recupera de Francia el Rosellón y la Cerdaña, mientras que Castilla culmina la conquista de Canarias en 1496.
Con los Reyes Católicos llegó la expulsión definitiva de los judíos no conversos de España. En Toledo, la comunidad judía fue expulsada casi en su totalidad, a excepción de una pequeña parte que se fue aglomerando en guetos con la condición del pago de una serie de impuestos. La Inquisición, creada en España en 1478 a través de una bula papal (a pesar de que ya existía en el Reino de Aragón, aunque no en el de Castilla), tuvo un papel determinante en dicha expulsión. Además, será también en este momento cuando se promulguen leyes que les impidan ejercer cargos públicos. Veamos, a continuación, los monumentos del siglo XV que han llegado hasta nuestros días.
La construcción del Monasterio de San Juan de los Reyes se inicia en 1477, siguiendo las órdenes de la reina Isabel de Castilla, quien ordenó construir este templo como recordatorio de la victoria de Toro2 y para que pudiera servir como panteón real de ella y su descendencia, de ahí la forma de catafalco3rodeado de cirios, siendo los pináculos4 la representación de estos últimos.
La terminación del templo no llegaría hasta varios años después de su muerte, en 1526, durante el reinado de su nieto, Carlos I. La dedicación a San Juan está motivada por la devoción que sentía la reina hacia San Juan Evangelista, como manifestó claramente al dar los nombres de Juan y Juana a dos de sus hijos y adoptar el águila5 nimbada6 en su escudo de armas.
La terminación del templo no llegaría hasta varios años después de su muerte, en 1526, durante el reinado de su nieto, Carlos I. La dedicación a San Juan está motivada por la devoción que sentía la reina hacia San Juan Evangelista, como manifestó claramente al dar los nombres de Juan y Juana a dos de sus hijos y adoptar el águila5 nimbada6 en su escudo de armas.
La planta de la iglesia es de salón7, siendo su cabecera poligonal. El crucero es más espacioso de lo esperado al estar diseñado para acoger unos túmulos funerarios que nunca llegaron. Los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón) están enterrados en la Capilla Real de la Catedral de Granada, al igual que su hija y heredera Juana I de Castilla (Juana "la Loca") y su marido Felipe I de Austria (Felipe "el Hermoso"). La tumba del príncipe Juan de las Españas, único hijo varón de los Reyes Católicos y que hubiera heredado el trono si no hubiera fallecido a los 19 años de edad, se encuentra en el Real Monasterio de Santo Tomás en Ávila.
El claustro del Monasterio tiene unas dimensiones que son la mitad de la nave de la iglesia y está considerado una obra maestra del gótico final o gótico flamenco, combinando en su construcción elementos mudéjares y góticos, algo que es característico en Juan Guas. Consta de dos plantas que rodean un patio cuadrado, teniendo el piso inferior una bóveda de tipo alemán, esto es sin que los nervios8 se junten en el centro. En el techo del piso superior podemos observar un artesonado de madera con lacería9 mudéjar.
En el conjunto de la edificación se repite una decoración de la cual podemos observar la representación de la reina Isabel mediante la "Y" como inicial de su nombre y un haz10 de flechas, y la del rey Fernando por la "F" inicial de su nombre y un yugo donde leemos "tanto monta" que nos lleva hasta Alejandro Magno y su decisión de cortar el nudo gordiano11, justificando con ello la importancia del fin perseguido sin importar los medios utilizados para conseguirlo. Si reparamos un poco en ello, nos daremos cuenta de que el nombre del símbolo que sigue a la inicial del soberano (Y o F) comienza con la inicial del nombre del otro (Yugo o Flechas).
El convento, tras ser arrasado, por los franceses, durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) y la posterior desamortización12 de 1836, terminó arruinado, no acabándose de restaurar hasta el pasado siglo XX y habiendo desaparecido el segundo claustro.
Localización: Calle San Juan de los Reyes, 2.
Cuando las religiosas se trasladan al palacio, éste sufre una serie de transformaciones para su adaptación conventual, además de añadírsele algunas casas vecinas para su ampliación. Del palacio original ha llegado a nuestros días su portada gótico-mudéjar del siglo XV. También del XV es el Patio de los Naranjos, del que destacan sus galerías cubiertas con alfarjes13 decorados con pinturas, así como la Sala Capitular, con una hermosa solería14 de azulejos y cubierta con un alfarje. En el siglo XVI, se construye el segundo patio, conocido como Patio del Cementerio. Merece la pena destacar que, en el interior del convento, casi todo lo que se puede encontrar fue donado por otras congregaciones tras la quema que sufrió durante la Guerra de la Independencia (1808-1814).
Antes de la portada del convento, hay una realizada en ladrillo, con arco de medio punto15 y pilastras16, por la que accedemos a la Iglesia, edificada a finales del XVI y principios del XVII. Atravesamos un pequeño atrio17 y veremos la única nave de que consta el templo, con un gran coro a los pies. El centro está cubierto con una cúpula sobre pechinas18, mientras que el resto lo hace con bóvedas de medio cañón19 con lunetos20. Cabe mencionar que en las capillas de los lados están los sepulcros de sus fundadores.
Localización: Calle de Santo Tomé, 27.
Cerca del Convento de San Antonio de Padua, encontramos el Palacio de Fuensalida, de inspiración hispano-musulmán y uno de los mejores ejemplos de los palacios mudéjares toledanos. Fue construido a mediados del siglo XV de la mano de Pedro López de Ayala, alguacil Mayor de Toledo, y fue residencia de esta familia, Condes de Fuensalida desde 1470. En ocasiones, el palacio fue residencia de Carlos V y su familia. Fue aquí, en 1539, donde falleció su esposa, la emperatriz Isabel de Portugal. En la actualidad, es sede de la Presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha.
La portada del palacio es de mármol y está formada por dos columnas que sujetan un dintel21 con modillones23 sobre los que hay dos leones. En un segundo cuerpo, vemos un arco apuntado24 en el que están los escudos de los fundadores. En torno a un patio de dos pisos, se abren las diferentes salas con yeserías de estilo morisco y techos en forma de artesones26 invertidos. Más tarde, en el siglo XVI, se redecora el palacio con yeserías y techos de estilo renacentista, al igual que las que se pueden ver en la escalera de acceso desde el patio, algo que marca un gran contraste con el global gótico del edificio. En el zaguán, cuelga el escudo en terciopelo de Isabel de Portugal, quien lo llevó consigo en 1525.
Localización: Plaza del Conde.
El edificio que tenemos delante es el resultado de la unión de varias casas medievales, por lo que es de planta irregular. En él, destaca su estrecha portada, de estilo mudéjar toledano, cuya puerta de acceso está enmarcada por dos columnas y un dintel con dos ménsulas27 que sostienen dos leones. Sobre la puerta, una ventana permite el paso de la luz exterior y da al edificio una sensación de alargamiento. El conjunto está rematado por dos figuras que representan a dos cuadrilleros y por el escudo de los Reyes Católicos. Ya en el interior, observamos que está dividido en dos alturas en torno a un patio y un sótano. En éste último, se conservan las mazmorras, con tres celdas cubiertas con bóvedas que dan a un patio de luces; el único acceso a ellas es una estrecha escalera, por lo que resultaba imposible escapar. Del resto de salas, destaca el Salón del Tribunal y sus pinturas murales. En el siglo XVII, el edificio fue reformado, construyéndose una capilla y calabozos. Finalmente, en el XVIII, la Hermandad fue disuelta y el edificio pasó a ser posada, de ahí el nombre por el que se la conoce hoy. En la actualidad, acoge un Centro Cultural Municipal, además de servir para otros usos administrativos.
Localización: Calle de la Hermandad, 6.
El Convento de la Madre de Dios fue fundado en 1482 por Doña Leonor y Doña María de Silva, hijas ambas de Don Alonso, Conde de Cifuentes. En 1491, se les unió un grupo de beatas que vivían contiguas a él bajo la advocación de Santa Catalina de Sena. Además, a uno y otro edificio se les unió en 1510 la Ermita de Todos los Santos, que era un anejo de laIglesia de San Román. Se trata del segundo convento de dominicas fundado en la ciudad de Toledo. En los siglos XVII y XVIII, pasó por dificultades debido a la escasez de religiosas y a la desamortización, respectivamente. En 1851, las monjas regresan al convento por deseo de la reina Isabel II, momento en que el edificio es rehabilitado. Veinte años después, son de nuevo expulsadas y el convento pasa a ser cuartel de la Guardia Civil, devolviéndoselo otra vez a principios del siglo XX. En diciembre de 1994, fue suprimido por falta de personal además su mal estado de conservación, pasando todos los documentos de su archivo al Convento de Santo Domingo el Real.
En la actualidad, es posible contemplar, en el exterior, su preciosa portada mudéjar, mientras que en el interior se han descubierto numerosos restos romanos, visigodos e islámicos. Esto ha sido gracias a la rehabilitación que se ha llevado a cabo entre los años 2002 y 2005 después de que la Universidad de Castilla-La Mancha adquiriera el inmueble. Hoy día, forma parte de las dependencias de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo.
Localización: Calle de Alfonso XII.
Su Iglesia actual fue comenzada a construir en 1605 por Nicolás de Vergara “el Mozo”, que ya hizo la sacristía en 1587. Tras su muerte, será Juan Bautista Monegro quien se encargue de levantar el templo, terminándolo en 1628. Consta de tres naves, crucero y capilla mayor. La entrada está en el lado del Evangelio28, estando realizada la portada en piedra, con dos columnas y dos pilastras corintias29 que descansan sobre sendos zócalos31. Sobre las columnas, hay a cada lado dos pequeñas estatuas que representan la Fe y la Caridad, obras ambas del escultor Jacques Roy.
A cada lado también hay sendas lápidas redondas en las que consta la unión de este templo al de San Juan de Letrán, en Roma, en 1773. En la parte superior, hay una hornacina con una estatua de mármol de San Pedro, sobre la cual hay un escudo real. En el interior del templo, merecen nuestra atención el Retablo Mayor, cuya pintura es de Juan Bautista Maíno, y la sillería del coro. Se pueden encontrar los sepulcros de los Condes de Cifuentes, así como el del conocido poeta Garcilaso de la Vega y el de su padre, el del primer Conde de Fuensalida, Pedro López de Ayala, o el de la propia fundadora del convento, Doña Guiomar de Meneses, entre otros. Varios de los sepulcros que acoge actualmente fueron llevados ahí procedentes de otras iglesias destruidas por los invasores franceses durante la Guerra de la Independencia.
A cada lado también hay sendas lápidas redondas en las que consta la unión de este templo al de San Juan de Letrán, en Roma, en 1773. En la parte superior, hay una hornacina con una estatua de mármol de San Pedro, sobre la cual hay un escudo real. En el interior del templo, merecen nuestra atención el Retablo Mayor, cuya pintura es de Juan Bautista Maíno, y la sillería del coro. Se pueden encontrar los sepulcros de los Condes de Cifuentes, así como el del conocido poeta Garcilaso de la Vega y el de su padre, el del primer Conde de Fuensalida, Pedro López de Ayala, o el de la propia fundadora del convento, Doña Guiomar de Meneses, entre otros. Varios de los sepulcros que acoge actualmente fueron llevados ahí procedentes de otras iglesias destruidas por los invasores franceses durante la Guerra de la Independencia.
El convento cuenta con tres claustros: el del Silencio, el de los Naranjos y el Real. Este último se realizó bajo las trazas de Alonso de Covarrubias a mediados del siglo XVI. Cuenta con tres alturas. La arcada del piso bajo es de medio punto, siendo las galerías superiores adinteladas. En él, merece la pena mencionar que, según cita Sixto Ramón Parro en su “Toledo en la mano”, hay un pozo cuyo brocal, realizado en mármol blanco, fue llevado a San Pedro Mártir desde la Mezquita mayor después de haber servido en un aljibe para las abluciones32; tiene adornos en estilo árabe y una inscripción en la que se deja de manifiesto que fue hecho para dicha Mezquita en el año 1045.
Tras la desamortización, el convento fue usado como Museo, Panteón de Toledanos Ilustres y como centro de beneficencia. Ya en el siglo XX, entre los años 1992 y 1993, se llevaron a cabo diversas reformas que integraron el edificio como parte de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Localización: Plaza de San Román, 5.
El edificio que observamos hoy es el resultado de la unión de varias casas donadas en diferentes momentos y de otras tantas adquisiciones. Lo más antiguo de lo que tenemos constancia que ha llegado a nuestros días desde su fundación es del siglo XV, por lo que hemos decidido incluirlo en esta página. Ejemplo de ello es uno de los claustros de los tres en torno a los que se organiza el conjunto conventual. Se trata del llamado Claustro del Moral, de estilo gótico-mudéjar y formado por arcos ojivales33 en el primer piso y conopiales34 en el segundo. Parte de él se ha alquilado a la Administración. Los otros dos claustros son: uno contiguo al anterior y separado de él por un pasadizo renacentista atribuido a Juan Monegro, y otro llamado Patio o Claustro de la Mona, obra de Diego de Alcántara realizada en 1535 y que actualmente pertenece al anexo Convento de las Comendadoras de Santiago.
La Iglesia, por su parte, comenzó a construirse alrededor de 1568 de la mano de Diego de Velasco de Ávila “el Mozo”. Su planta es rectangular, consta de una sola nave con capillas laterales y está cubierta con una bóveda sobre pechinas altamente decorada. Esta distribución se adaptó debido a la existencia anterior de dos capillas funerarias: una es la capilla mayor, perteneciente a los señores de Malpica, mientras que la otra es la de Santo Tomás de Aquino, de la familia de los Silva; ambas fueron reformadas cuando se construyó el templo. El coro está a la izquierda de la entrada y fue construido a principios del siglo XV en estilo gótico-mudéjar en lo que pudo ser la antigua Iglesia del convento, del siglo XIV. Está dividido en tres naves separadas entre sí por arcos de medio punto y en su suelo se pueden contemplar varias losas funerarias de pizarra y mármol. El aspecto que tiene hoy día, lleno de obras de arte, se debe al siglo XVI, mientras que los batientes35 de las puertas de acceso son originales del siglo XV.
Localización: Plaza de Santo Domingo el Real, s/n.
En el siglo XVIII, dejó su función hospitalaria y pasó a ser cuartel, instalándose en él, desde 1846 hasta 1847, la Academia de Infantería mientras que en 1869, se convirtió en Escuela de Tiro. Posteriormente, se fundó en su interior el Colegio de María Cristina, que desapareció en 1936 al ser destruido durante la Guerra Civil (1936-1939). Tras esta contienda, alojó diferentes unidades militares hasta que en los años 60 del pasado siglo XX se vendió, quedando del antiguo hospital poco más que el ábside36 y la portada. En la actualidad y desde 1986, hay un hotel y un restaurante en su interior.
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