martes, 17 de junio de 2014

Capilla del Ochavo, Catedral de Toledo

Capilla del Ochavo

Retrato del Cardenal Portocarrero por Giovanni Battista Gaulli (c.1675), promotor de los frescos de Ricci y Carreño en la Capilla del Ochavo












(Ver nº 5 del plano). Desde la capilla del Sagrario se accede a esta otra por dos puertas que flanquean el altar. 

Se llama también capilla del Relicario por las muchas reliquias que en ella se guardan.

En la Catedral de Toledo, detrás de la Capilla de la Virgen del Sagrario, Patrona de la Ciudad, se encuentra "El Ochavo", estancia suntuosa de fines del s. XVI, de traza ochavada, que forma parte del "sagrado" o "sacrarium" catedralicio.

Se trata de una sala arquitectónicamente equilibrada y primorosamente ornamentada, realizada como presagio de la vida trascendente; un majestuoso monumento dedicado a glorificar a los mártires y testigos de Cristo.

Los relicarios o tecas que constituyen "El Ochavo" son cerca de cien piezas distribuidas en siete arcosolios (la octava "ochava" está ocupada por la puerta de acceso), divididos en varios compartimentos, hornacinas, lucillos o lóculos.

Entre los ostensorios, arquetas, cofres, figuras antropomórficas, retablillos, etc., se contemplan cruces, ciriales y, sobre todo, el arca-tabernáculo para el Monumento del Jueves Santo. Abundan los estuches que guardan reliquias o cenizas de santos/as que, sin derramar su sangre, fueron testigos fieles de Cristo.

El conjunto de relicarios del Ochavo representa, desde el punto de vista artístico, la gloriosa trayectoria de los mejores orfebres y plateros españoles desde el s. XIII al XVIII, con participación, incluso, de artífices franceses y persas.

Piezas como el arca románica de San Eugenio (hoy día expuesta fuera del Ochavo) o la renacentista de Santa Leocadia son obras de excepción.

La planta es ochavada.

La capilla está rematada por una cúpula con linterna que descansa sobre un tambor, obra de Jorge Manuel Theotocópuli.

Las paredes están decoradas con mármoles y la cúpula con pinturas en las que trabajaron Francisco Ricci y Juan Carreño.

En los retablos adosados a los muros se guardan los relicarios, algunos muy interesantes desde el punto de vista artístico e histórico.

Son 126 obras de orfebrería que comprenden desde el siglo XIII al XVIII. 

Se guarda como tradicional reliquia un trozo del velo de Santa Leocadia (la virgen toledana hispano-romana) que según la leyenda fue cortado por san Ildefonso a la Santa cuando ésta se apareció en el año 666. 

También se cuenta que Recesvinto prestó su cuchillo al santo para realizar esta partición. El cuchillo también se conserva como reliquia.

Fuente: http://cofrades.sevilla.abc.es/profiles/blogs/el-ochavo-de-la-catedral-de

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