OPUS AFRICANUM. PIES DE GIGANTE EN LAS GAITANAS
Hay espacios de nuestra ciudad que parecen albergar, a modo de viejos almacenes de anticuario, un sin fin de amalgamas de antiguas arquitecturas, testigos de viejas construcciones y testimonios arqueológicos diversos. En esencia, recuerdos de lo que construimos y de lo que fuimos …
Entre esos lugares, que cobijan de forma generosa nuestro más antiguo patrimonio, se encuentran los adarves. Parece como si la circunstancia de la inexistencia de salida de estos callejones haya provocado la interrupción del paso del tiempo, lo edificado allí permanece inalterado. Agujeros negros que no dejan salir ni escapar nada.
Hay otros espacios que, a modo de adarves arquitectónicos, cumplen esa norma no escrita de que lo construido allí adquiere el carácter de perenne. Entre ellos están los conventos de clausura, “callejones sin salida” donde el espíritu se encierra entre arquitecturas atemporales. Si juntamos en uno este tipo de espacios, adarve+convento, las probabilidades de encontrar elementos singulares, arqueologicamente hablando, será muy grande.
Como sucede siempre en Toledo, nunca las cosas son tan evidentes, ni están dispuestas ante nuestra vista así tal cual; no es nada extraño por tanto que elementos arquitectónicos muy antiguos se encuentren “disfrazados” con atavíos más modernos: revocos, pavimentos, … o simplemente bajo una más o menos generosa capa de tierra. No obstante estos espacios siempre tienen un halo especial, ¿quién paseando por Toledo no ha sentido esa sensación de cruzar atrás una puerta en el tiempo?. Solamente necesitaremos un poco de suerte, y lógicamente la oportunidad de hacer obra o trabajos de rehabilitación, para desvestir lo que está oculto.
Hay en el casco antiguo de Toledo un lugar donde se juntan adarve y cenobio. Un viejo portón, situado entre el número 4 y el 6 de la Calle de la Plata, sirve de cierre a una calle privada. Ésta se dispone a modo de un callejón angosto de traza irregular, conformado entre dos nobles edificios, catalogado el nº 4, extrañamente sin catalogar el 6, con salida trasera este último hacia el Callejón de San Ginés, posible salida antigua del adarve que hoy comentamos.
Esta calle, momificada entre medianerías, pertenece al Convento de las Gaitanas y sirve de entrada secundaria al mismo, aunque la comunidad de religiosas la utiliza con asiduidad, aun más que el acceso principal de la Travesía de las Gaitanas.
Al acceder a él se advierte la sensación antes mencionada de cruzar una puerta hacia el pasado, una calle medieval, protegida su cabecera con un cobertizo, bajantes de cerámica en las paredes, revocos agrietados y el silencio conventual empapándolo todo.
Pero más allá de esta sensación no se advierte nada especial en su discreto trazado; a mitad de su recorrido se encuentra otra puerta que cierra el acceso un segundo cobertizo, y una vez pasado el mismo el adarve serpentea y desaparece en un patinillo y en las estancias del convento.
Hace unos años los técnicos del Consorcio tuvimos la oportunidad de supervisar los trabajos de rehabilitación de una vivienda, situada en planta baja, del inmueble nº 6 de la Calle de la Plata.
Esta vivienda tiene la particularidad de compartir con el adarve de las Gaitanas un muro que delimita a ambos, el lateral izquierdo del callejón privado del convento, mirándolo según se accede desde la calle de la Plata, constituye el cerramiento exterior de la vivienda.
Este potente muro mostró en su cara interior, una vez eliminados los viejos yesos que lo cubrían, una singular disposición constructiva pocas veces vista en Toledo.
De forma regular y repetitiva se disponían ciclópeos sillares verticales de granito, a modo de pilares, apoyados sobre sillares horizontales del mismo material.
Pétreos pies de gigante formando lo que los especialistas denominan “Opus africanum“: técnica de aparejo utilizada en la arquitectura de la antigua Roma, caracterizada por cadenas de sillares verticales, a modo de pilares, alternando con horizontales, y con rellenos de mampuestos o sillarejos.
Su nombre deriva de la provincia romana de África y es común en África del Norte, pero también se puede encontrar en Sicilia y el sur de Italia.
Adjuntamos una fotografía de los paramentos de opus africanum del Capitolio de Dougga en Túnez.
Lo que parecía una antigua calle medieval ¿ se convierte ahora en una antiquísima calle de la Toletvm romana ? Al menos trazas de una construcción romana si parece disponerse ante nosotros. Monjas de clausura caminando por una calle de una “insulae” romana, ¡ Toledo es increible !. Mirando ahora despacio la pared izquierda del adarve vemos, con nuevos y emocionados ojos, aparecer entre los desconchones del revoco esos sillares que antes no llamaron nuestra atención. Pero esto ya lo habíamos visto antes, y no muy lejos de aquí. En el ábside de la Iglesia de San Vicente, en la base de su cubillo, se organizan de forma más humilde varios sillares con este modo de aparejo.
Pero no mucho más lejos tenemos la confirmación romana de esta forma de aparejar los muros. En el circo romano de Toledo existen numerosos lienzos armados conopus africanum. Allí los entrepaños entre los sillares se conforman con opus caementicium (del latín opus = obra, caementum = argamasa), hormigón romano elaborado con cal, arena y piedra machacada en pequeños mampuestos (en nuestra ciudad suele ser granito).
Puede parecer extraño que aparezca restos de cronología romana entre construcciones de apariencia más moderna, pero realmente esta circunstancia es muy habitual en nuestra ciudad. Recordemos que es norma común el aprovechamiento de materiales y de sistemas constructivos de unas épocas a otras, sobre todo de aquellos de carácter más noble o de mejor calidad. No obstante esta zona del casco antiguo alberga el mayor número de hallazgos de época romana de toda la ciudad, nos encontramos a unos cincuenta metros, en linea recta, de las Cuevas de Hércules y a menos de cien metros de las Termas de la Plaza de Amador de los Ríos, y de los restos romanos de la Delegación de Hacienda. Añadiremos también el dato del hallazgo, cerca del final del adarve, y ya dentro de las dependencias del convento de las Gaitanas, durante los trabajos de excavación del foso de un ascensor, de un muro de sillares revestido interiormente con “opus signinum“.
Este tipo de revestimiento está ejecutado con mortero de cal y cerámica triturada y se usaba para la confección de paramentos impermeables. Éste es el material que se usaba para sellar los canales de los acueductos y demás elementos de los sistemas hidráulicos romanos. Los rincones de estas infraestructuras eran doblemente sellados y reforzada su estanqueidad con la disposición de cuartos de bocel o cordones convexos de opus signinum.
nuestro caso suponemos que revestía una natatio (piscina) o un estanque, hipótesis que basamos en la discreta anchura del muro que constituye el vaso del depósito, detalle que descarta la opción de un gran depósito o aljibe, y la gran extensión del revestimiento de opus signinum y consecuentemente de la lámina de agua. La gran extensión del revestimiento hidráulico de opus se ha podido corroborar en un sótano abovedado cercano y casi adosado al foso del ascensor. Gran parte del perímetro del sótano muestra la impronta de la solera de opus signinum, seccionada por la construcción del espacio abovedado.
Por último indicar que toda la zona estudiada presenta explanaciones muy potentes realizadas en la roca madre, labores éstas asociadas sin ningún género de duda al urbanismo romano. Adjuntamos fotografías de los sótanos de los inmuebles de la Calle de la Plata nº 2 y nº 4 en los que se observa la circunstancia mencionada.
En posteriores entradas de nuestro blog ampliaremos nuevos datos sobre la “zona cero” de la Toletvm romana. ¡¡ Feliz año 2015 !!
por Jose María Gutiérrez Arias
Fuente: https://consorciotoledo.wordpress.com/2015/01/04/en-un-callejon-sin-salida-ii/
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