El municipio, en 1576, mandó construir en el lado oeste de la plaza el Mesón de la Fruta para que “ (...) sirviese de almacé de frutas y verduras, peso, descarga y centro de contratación a los hortelanos de los pueblos limítrofes que diariamente acudían al mercado (...)”.
Su capacidad permitía en ciertas épocas del año – Navidad, Semana Santa, fiestas de la Virgen – representar en él, en palabras del cronista Hurtado de Toledo. “comedias honestas y algunas veces devotas para entretenimiento y solaz de los ciudaddanos...y para que se desenfaden y olviden otros cuidados (...)”.
Pero la gran remodelación que proporcionó a la plaza su configuración actual data de la última década del siglo XVI y principios del XVII.
En 1604 se sustituyó por un “corral de comedias” que levantó Jorge Manuel Theotocópuli, muy similar al que hoy se conserva en Almagro, dado que Toledo era una de las ciudades con más actividad teatral y cuna de grandes actores y cómicos.
La ampliación respondía al deseo del cabildo catedralicio de reconstruir, agrandándola, la capilla del Sagrario; y, también, al interés municipal de transformar algunos espacios urbanos, para darles una mayor amplitud y belleza, siguiendo los criterios del urbanismo en la época. Se dio entonces una nueva organización a la plaza, según plano de Nicolás Vergara el Mozo, que proporcionó un lugar amplio y espacioso “(...) en buena forma y escuadra, sin rincones ni escondes desiguales (...)” y una buena calle, dedicada al maestro Pedro Pérez, que fue trazada a cordel delimitando las obras de la Catedral y el nuevo edificio del Hospital del Rey.
El corregidor y la ciudad de Toledo deben preocuparse por los momentos de solaz y esparcimiento de los toledanos, amén de los ingresos que estas representaciones suponen para el concejo. Dos delegados comisarios son encargados de velar por el decoro y buen funcionamiento de ello. Todos los años se adjudica el edificio a un arrendatario que debía dar dos ducados cada semana para hospitales y obras pías.
El Corral de Comedias está muy mal tratado y se siente la necesidad de su reforma. En marzo de 1604 se planea en el Ayuntamiento la posibilidad de su restauración o construcción de nueva planta, obra que será terminada en 1633. A partir de esta fecha se llamará Casa de Comedias.
Los planos o trazas del nuevo edificio se encargan a Jorge Manuel Theotocópuli y las condiciones hechas de puño y letra del propio Jorge Manuel fueron redactadas por Jusepe Pérez y Diego Castellanos.
El Ayuntamiento reunido, acuerda se someta a la consideración del Maestro Mayor de los Alcázares Juan Bautista Monegro, para que dé su parecer sobre la conveniencia de reforma o edificación de nueva planta, inclinándose éste por la total demolición del antiguo edificio.
Las condiciones y proyecto son sometidas a una comisión de alarifes encabezada por Montenegro y que firma Pedro de los Ríos, Francisco Cuevas, Mateo Sánchez, Alonso de Carvajal, García de León, Juan Orduña y Francisco Tofiños, quienes no están de total acuerdo con las condiciones y para mayor seguridad del edificio, son en parte reformadas.
Según Juan Bautista Monegro, el proyecto de Jorge Manuel es muy semejante al de la Casa de Comedias de Madrid y por la descripción de las condiciones, podríamos compararlo con el Corral de Comedias existente hoy en Almagro: un patio rodeado de doce columnas de piedra con sus lunetos, balcones. Ventanas, gradas, tertulia y faltriqueras, un balcón para las autoridades, quienes podían asistir gratuitamente.
El Corregidor tenía el privilegio de asistir, con quien quisiere, pudiendo entrar y salir del patio y demás dependencias. La entrada era gratuita a autoridades, diputados, síndico personero y dependientes de oficinas.
La temporada de comedias empezaba el día 15 de noviembre hasta el martes de carnestolendas del año siguiente y el arrendatario tenía que pagar al Ayuntamiento setecientos reales de vellón.
Las funciones daban comienzo en invierno, de tres y media a cuatro de la tarde, y en verano, de cuatro y media a cinco.
El precio de entrada al patio era de siete cuartos en las comedias de capa y espada; cinco de éstos eran para los cómicos y dos para el arrendador, pudiendo elevar el precio hasta los once si era comedia con mutaciones. A parte del precio de entrada se cobraban los asientos, ventanas y balcones.
Si la función era de volatines, la entrada era de seis cuartos, con una rebaja de la quinta parte en las ventanas, balcones, tertulia y asientos.
Es curioso ver las listas de comedias representadas en algunos años: en el de 1706 la compañía de Agustín Pérez representa obras de capa y espada, comedias de carácter histórico y religioso y autos sacramentales, entre los que encontramos títulos como : “El Duelo contra su Dama”, “Doña Inés de Castro”, “Ver y Creer”, “Santa Isabel”, “Mártires de Madrid”, “Na hay contra belda cautelas”, “El Bruto de Babilonia”, “Luis Pérez el Gallego”, “La Dama Duende”, “Auto del Pleito Matrimonial y Divorcio del Alma”, por citar alguos de los más importantes.
No faltaron competidores a la Casa de las Comedias y a veces se hicieron representaciones en las casas públicas. El rey Felipe II dicta una pragmática prohibiendo esta clase de espectáculos fuera de las casas de comedias.
A finales del siglo XVII el nombre de Casa de Comedias viene a ser sustituído por el de “Coliseo”, dando nombre a una de las calles contiguas.
En el siglo XIX las malas condiciones de habitabilidad del edificio llama la atención de las autoridades, y siendo Alcalde don Sixto Ramón Parro, se empiezan a hacer las primeras gestiones para demoler el Coliseo y acometer la obra definitiva.
El corral se mantuvo, con algunas modificaciones, hasta el siglo pasado. En 1878 fue sustituido por el edificio actual proyectado por Ramiro Amador de los Ríos, que fue dedicado al dramaturgo toledano del Siglo de Oro Francisco de Rojas Zorrilla.
Don Ramiro Amador de los Ríos hace el proyecto en 1871. El emplazamiento será el mismo de siempre: el antiguo corral de comedias junto al Mesón de la Fruta. El presupuesto asciende a 73.897 escudos y 73 milésimas.
Intervienen, tanto en su ejecución material como en la decoración, don Florentino Pintado como contratista de obras, don Antonio Sanabria como aparejador, y como arquitécto director don Isidoro Vargas. La maquinaria y escenario se encargó a don Egidio Pucholi. El telón, quizá el más bello de todos los teatros españoles, fue premiado por un jurado calificador bajo el lema “Toledo y los orígenes del Teatro”, obra de Busato, Bonardi y Valls. El escudo de la fachada lo hizo Juan Espantaleón; las decoraciones y mobiliario el señor Ludeña.
El día 19 de octubre de 1878 se hacía la inauguración del Teatro con toda solemnidad y lujo de detalles.
Se le dio el nombre de Rojas en honor al escritor toledano Francisco De Rojas Zorrilla, poniéndose en escena su obra “Del rey abajo ninguno, El Labrador más Honrado o García del Castañar”, haciendo la presentación de la obra don Alejandro Pidal y Mon.
El nuevo Teatro de Rojas esconde, tras la adusta fachada que domina sobre gradas el conjunto de la plaza, un bello interior que, como el resto del edificio, ha sido rehabilitado en 1987.
Fuentes:
Parro, Sixto Ramón.
http://www.teatroderojas.es/historia5.htm
Esperanza Pedraza Ruiz
Archivera del Excmo. Ayuntamiento de Toledo
http://www.teatroderojas.es/historia2.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario