El canónigo obrero Diego López de Ayala, fallecido en 1560, mecenas y escritor de corte italianizante, traductor de la Arcadia de Sannazaro y algunas obras de Bocaccio, pasaba por ser un gran humanista, construyó un Cigarral y plantó un bosque antes de 1533, ya que en esa fecha el canónigo vendió parte de esta heredad, que se denominaba entonces la Bastida, al racionero Rodrigo de Bracamonte.
La finca tenía un censo a favor del Hospital de la Misericordia de 1.600 mrs.
En época de Angel Vegue y Goldoni (1928) aun subsistía parte del edifico con un porche sustentado por dos columnas renacentistas del estilo de las diseñadas por Alonso de Covarrubias; tras el porche, existía un salón con hornacina para el aljibe con decoración epigráfica latina. En el segundo piso hubo una galería cubierta sustentada por zapatas talladas.
En la parte posterior del edificio se situaba una arqueta para embalsar agua destinada al riego, procedente de la fuente de Ciciones, manantial que manaba bajo el Cigarral. El Cigarral pasó a formar parte por herencia del canónigo, del mayorazgo de los Ayala, al que sigue perteneciendo en el siglo XVIII, siendo su propietario Luis José de la Vega, vecino de Calera. Tenía entonces 30 fanegas, dedicadas 21 al cultivo de albaricoque y 289 olivas y 9 fanegas a la siembra de cereal de año y vez.
La explotación era indirecta a través de un arrendatario por 420 reales anuales. Estaba totalmente cercado de tapias de tierra y había en él una casa, hoy en ruinas y anteriormente descrita, de planta cuadrada típicamente renacentista, con un solar de 21 por 21 varas, que ocupaba el guarda del Cigarral.
A medidos del siglo XIX Martín Gamero nos habla de la decadencia de este cigarral, que entonces pertenecía a Antonio Maldonado: “Testimonio de lo primero nos ofrece el famoso Cigarral del Bosque, una de las mejores posesiones de su género, al lamentarse de la triste soledad que cerca a aquellos sititos cuando no tienen fruto”
CIGARRAL DE LOS MERCEDARIOS
En el cerro de Solanilla estaba el Cigarral levantado por Hernán Pérez de Guzmán del que se dice que tenía casa y huerta. De ser cierta la noticia de que la casa la edificó Hernán Pérez de Guzmán, señor de Batres (1379-1460), esta propiedad sería, junto a la del marqués de Villena, una de las primeras fincas de recreo de carácter renacentista que derivarían en cigarrales un siglo más tarde.
El Cigarral, llamado ya de Solanilla, fue adquirido, no sabemos si por venta o donación, por los frailes de Nuestra Señora de la Merced, quien lo habitaban a comienzos del siglo XVII, según recoge Tirso de Molina, y es donde el propio autor escribiría parte de los Cigarrales de Toledo, ya que él mismo pertenecía a esa Orden y permaneció en Toledo entre 1604 y 1607, y 1611 y 1616.
El Cigarral, lindante con el Bosque y contiguo al de la Cadena, con el nombre de Cigarral de Solanilla o Cigarral Chico, aparece en 1816 como propiedad de la capilla de San Blas de la parroquia de San Justo, que había sido
fundada por el licenciado Blas Enríquez en 1797, comprado en la desamortización
de 1802 por el especulador Basilio Sesé, y revendido a Manuel de Menoyo y su
esposa Tomasa Gonzáles de Salinas por 14.357 reales
http://abierto.toledo.es/open/urbanismo/03-CIGARRALES/Memoria/Historico.pdf
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