La disolución política del Imperio Romano de Occidente y las sucesivas invasiones de vándalos, alanos y suevos, principalmente a lo largo del siglo V, preparan el terreno para la implantación del pueblo federado de los visigodos en la Península. La ruina del reino visigodo de Tolosa ante los francos en tiempos de Alarico II, hace que se replieguen y centren su poder en la Península Ibérica, naciendo así el reino visigodo de Toledo.
Lápida de Orihuela
Respecto a lo que atañe a la comunidad judía se pueden distinguir dos etapas bien diferenciadas. La primera llegaría hasta la fecha del 589 cuando se produce el III Concilio de Toledo. Momento en el que los reyes visigodos pasan de ser arrianos a católicos tras la conversión de Recaredo.
Durante la etapa arriana de mayor inestabilidad se puede afirmar que sin existir una política projudía al menos se vivieron momentos de mayor tolerancia. Al respecto es interesante el Breviario de Alarico II del 506 en el que se continúan con las diferentes disposiciones emanadas del Derecho Romano y de los propios emperadores (Constantino, Valentiniano II, Teodosio, Arcadio, etc.). De nuevo se vuelve a confirmar las consabidas prohibiciones a los matrimonios mixtos o a que los cristianos fueran esclavos de los judíos, así como diferentes cláusulas que regulan la vida cotidiana de los segundos (impuestos, fiestas.).
La conversión de Recaredo al catolicismo en el 589 supone la unidad religiosa, como paso previo a la estabilización y unidad política del Reino visigodo de Toledo. Ante estas nuevas premisas la comunidad judía irá experimentando una mayor presión, pues su religión constituía una nota discordante al proyecto nacional auspiciado desde la propia monarquía. Se multiplicaron las disposiciones legales y conciliares —emanadas en los famosos Concilios de Toledo—, encaminadas a reducir las libertades de los hebreos.
Sisebuto en el 613 llega a promulgar la expulsión de los judíos que no se convirtieran al catolicismo por lo que muchos de ellos prefirieron el destierro. Aunque no faltaron momentos más relajados como el que supuso el reinado de Suintila, la tónica general que observamos en los diferentes concilios toledanos reunidos por ejemplo con Sisenando, Ervigio o Egica, vuelven una y otra vez contra los judíos, a los que se llega a considerar enemigos del reino en el Liber iudiciorum de Recesvinto promulgado en el 654.
Se intentó regular al máximo sus movimientos e incluso la crianza de sus hijos, así como prohibir su relación comercial con los cristianos, entre muchas otras disposiciones. Se les llegó a acusar de conspiración con los árabes del norte de África para facilitar su salto del Estrecho, y aunque no faltasen casos ciertos al respecto se culpó y castigó a todos los judíos por igual. Lógicamente ante semejantes circunstancias no es de extrañar que la comunidad judía recibiese con los brazos abiertos las expectativas que se iniciaban tras el derrocamiento de la monarquía visigoda tras la invasión musulmana del 711.
http://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/sefardita/hispania_visigoda.htm
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