Los tres guardias civiles que desertaron del Alcázar / Crónica
El asedio que sufrió el Alcázar de Toledo por parte de la República ha sido uno de los episodios favoritos de los historiadores de la Guerra Civil. La 'épica' defensa de la plaza por parte de un puñado de militares ha servido como fuente de inspiración de cientos de escritores y novelistas que han profundizado sobre personajes tan conocidos como el Coronel Moscardó.
Sin embargo, hay algunos aspectos un tanto oscuros del Alcázar, más allá de su defensa heroica, sobre los que nadie ha querido investigar. Estos aspectos están directamente relacionados con los desertores, los soldados y guardias civiles que decidieron abandonar a sus 'compañeros de armas' para ponerse al servicio del Frente Popular. Estamos hablando de entre veinte y treinta desertores que de haber seguido peleando en el coloso toledano se hubieran convertido en 'leyenda' al igual que el resto de defensores. No fue así y algunos de ellos lo pagarían con su propia vida.
La huida de tres guardias civiles famélicos
En el mes de septiembre de 1936, en pleno asedio del Alcázar de Toledo, el periódico republicano 'Crónica' publicaba en sus páginas principales una noticia sorprendente. “Tres guardias civiles han conseguido fugarse del Alcázar, presentándose en las filas leales, como partidarios de la República. Los tres guardias han hecho impresionantes relatos de la terrible situación en que se hallaban los sitiados”. Este periódico mostraba la fotografía impresionante de los tres guardias (se puede ver arriba), con el rostro asustado, muy delgados y con una barba abundante.
Los tres guardias civiles a los que se refiere el 'Crónica' se llamaban Luis Ortega López, Mariano Canal Payo y Francisco Tirado Ramos. Según el libro de Ángel Palomino, 'Defensa del Alcázar', los dos primeros formaban parte de la 4º Compañía de la Guardia Civil y desertaron el 13 de septiembre de 1936. Francisco Tirado, por su parte, era miembro de la 3º Compañía y desertó el 01 de septiembre. Estas fechas que menciona Palomino en su libro contrastan con las que posee Arthur Koestler en su libro, 'El testamento español' en las que asegura que estas deserciones se produjeron a finales de agosto.
Estado en el que quedó el Alcázar de Toledo
La fecha de la deserción de los tres guardias civiles es una mera anécdota y aventurarnos a apostar por una u otra fecha nos desviaría totalmente de la historia. Todo apunta a que los tres decidieron abandonar el Alcázar por miedo a perder la vida en una gesta que ellos mismos consideraban “imposible” de llevar a cabo. Aunque antes de su deserción todavía no había explosionado ninguna de las dos minas que estaban excavando los mineros republicanos, es más que factible que tomaran la decisión de huir ante el pánico que generaba entre los defensores el mero hecho de escuchar el ruido de la excavación.
A pesar de que no hay demasiados detalles sobre cómo se llevó a cabo la fuga, sí que hemos podido conocer que la huida se realizó gracias a una alcantarilla que estaba situada en uno de los puntos de guardia del Alcázar. Aprovechando un turno de guardia nocturno, los tres miembros de la Guardia Civil consiguieron llevar a cabo su objetivo arrastrándose por los subterráneos. Una vez en la zona republicana y tras presentarse ante las autoridades del Frente Popular, los guardias concedieron algunas entrevistas a los medios de comunicación. Luis Ortega explicaba en un diario que tomó la decisión de escapar porque “sabía que dos de mis hermanos eran miembros del Partido Socialista y estaba seguro de que estaban luchando del lado del Gobierno. No quise luchar contra mis propios familiares y amigos”.
A Francisco Tirado le preguntaron por el sentimiento general de la tropa en el Alcázar y éste contestó que la mayoría de defensores “ya habrían escapado si no les retuviese el temor de ser cogidos y fusilados por los oficiales. No sé exactamente cuántos de ellos fueron fusilados pero han sido bastantes”. La propaganda republicana aprovechó deserciones de estas características para torpedear mediáticamente la defensa del Alcázar que durante aquellos primeros días de septiembre contaba con un gran número de simpatizantes fuera de España. Se llegó a decir en una ocasión que el número de personas que habían desertado del Alcázar ascendía a los cien, una cifra que difiere considerablemente con la que menciona Palomino en su libro: unos treinta. Ni el diario de operaciones del Coronel Moscardó ni la revista interna que publicaban los defensores hacía mención a un número tan elevado de desertores entre julio y septiembre de 1936.
La vida de estos tres guardias civiles después de su deserción no está muy clara todavía. Es posible que una vez que concedieran sus entrevistas, los tres fueran llamados a filas de nuevo pero para defender la causa republicana. Desde www.guerraenmadrid.cominvitamos a todos nuestros amigos lectores a que nos ayuden a seguir escribiendo la historia de estos tres guardias durante la Guerra Civil y especialmente después de la contienda con la victoria del bando franquista. Como bien saben, pueden contactar con nosotros en investigacion@guerraenmadrid.com
El cabo que burló la vigilancia del Alcázar
Rufino Santos /Crónica
Rufino Santos tenía 22 años cuando estalló la Guerra Civil Española. Nacido en la localidad de Los Cortijos (Ciudad Real), el 17 de julio de 1936 era cabo de infantería en el Alcázar de Toledo. Aunque gran parte de su familia residía en Madrid, en concreto en la calle General Porlier, él se encontraba en la capital manchega después de haber ingresado en el Ejército a mediados de la década de los años treinta.
Al igual que los guardias civiles, Rufino consiguió evadirse del Alcázar de Toledo el 12 de septiembre. Él se fugó en compañía de otro cabo de infantería que era amigo suyo llamado Fidel Gutiérrez aprovechando un descuido de la vigilancia de los defensores. ¿El motivo de la deserción? Posiblemente el miedo a que explotara una de las minas. En un Consejo de Guerra al que fue sometido tras la contienda, Rufino explicó algunos detalles de su deserción alegando todo el tiempo que él no pretendía desertar para ayudar a los republicanos.
“A las 20:00h del 12 de septiembre, salí en compañía del cabo Fidel Gutiérrez del Alcázar. Dominados por el miedo, una vez en la calle conseguimos burlar la vigilancia de los rojos y nos dirigimos al campo donde pasamos la noche. Al día siguiente salimos en dirección a Bargas, hasta una casilla de peones camineros que hay antes de llegar, ya que los dueños tenían un hijo en el Alcázar. Nos dieron de comer y les informamos de la situación de su hijo. Queríamos llegar a las columnas que mandaba el General Yague, no nos queríamos entregar a los rojos. A las 6 o 7 de la mañana salimos con dirección a Torrijos. A las 19:00h fuimos detenidos por los rojos en las cercanías de Abrarreal del Tajo, donde pasamos la noche. Al día siguiente nos condujeron a Toledo separándonos y continuando yo detenido hasta el 6 de octubre, fecha en la que fui puesto en libertad. El 23 de marzo de 1938 volví a ser detenido por el SIM, puesto en libertad el 18 de octubre del mismo año”.
Fuentes
Archivo Histórico Militar Paseo de Moret. Sumarios: 4179, 26423 y 27044
Hemeroteca Nacional. Diario Crónica y el Heraldo de Madrid.
Archivo Histórico Nacional. Causa General en Toledo.
Diario de Operaciones del General Moscardó.
Defensa del Alcázar de Ángel Palomino.
El testamento español de Arthur Koestler
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