martes, 28 de febrero de 2017

Hechiceras y Curanderas judias en la edad media

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La superstición y la magia ocuparon también un importante lugar entre las costumbres y prácticas de los judíos hispanos, lo que queda totalmente corroborado en el elevado número de judaizantes que aparecen en los procesos inquisitoriales de hechicerías a lo largo de los siglos XV y xvi, así como en la frecuencia con que en dichos procesos se encuentran alusiones a manuscritos hebreos de experimentos y prácticas mágicas, que generalmente tenían su origen en libros supersticiosos y cabalísticos, en los que los judíos obtenían fórmulas para la curación de todo tipo de males. 

La influencia de los judíos en la hechicería hispana iba a ser, además, de extraordinaria importancia, ya que junto con los musulmanes sirvieron como transmisores de creencias y ritos orientales. En definitiva, hay que resaltar el elevado número proporcional de judeoconversos que en relación con los cristianos aparecen en los procesos de hechicerías a lo largo de los siglos xv y xvi. 

A través de estos mismos procesos puede observarse también que es mucho mayor el número de mujeres judías y judeoconversas dedicadas a hechicerías y prácticas mágicas que el de hombres, lo que indudablemente se encuentra en estrecha relación con el hecho de que la mujer está siempre mucho más apegada a la tradición que el hombre. 



Esto se manifiesta entre los judeoconversos en que, por ejemplo, la mujer es generalmente la que conserva más profundamente las costumbres y ritos judíos. A ello podría unirse la afición y atracción que, según el Talmud, siente la mujer hacia todo lo oculto ''. Así, pues, son bastante frecuentes las referencias documentales a mujeres judías hechiceras y curanderas, que encontraban en la adivinación del futuro, en el desaojamiento o en el curanderismo su medio de subsistencia. 

Resultado de imagen de Hechiceras y Curanderas judiasAunque aparecen también mujeres jóvenes, en general eran pobres y viejas, en muchos casos viudas o abandonadas por sus maridos, y que con frecuencia a cambio de sus hechizos, sortilegios y curaciones no recibían un pago en metálico sino un sustento alimenticio que les permitía sobrevivir. 

Normalmente debían incluso acudir a otros oficios de escasa importancia, como el de lavanderas o hilanderas, o participar en los trabajos del campo, especialmente en las épocas de la vendimia y de la recolección. Las hechiceras y curanderas judías atendían no sólo a los judíos sino también a judeoconversos, que acudían a ellas en busca de remedio para sus males, males que con frecuencia se achacaban al mal de ojo. 

En resumidas cuentas, la mujer judía jugó un importantísimo papel en las prácticas de hechicería, superstición y curanderismo en los reinos hispánicos de la Edad Media, dejándose sentir su profunda influencia en los primeros tiempos de la Edad Moderna a través de las judeoconversas y judaizantes, que en buena medida conservaron las costumbres y prácticas hebreas.

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