La transformación del paisaje ganadero del Norte, en una agricultura mediterránea, está dada por la confluencia del desplazamiento de los montañeses a la llanura, y las migraciones masivas de mozárabes desde al-Andalus a León especialmente".
Si el gusto por el aceite de oliva simboliza el impacto mozárabe en la economia leonesa, en la medida que sean detectados sistemas de riego, habrá de considerarse la posibilidad que los sistemas de regadío se cuentan entre sus aportes cruciales. En la esfera urbana también es sugerible el rol transmisor de la población mozárabe.
La primera urbanización especialmente en León y Castilla estuvo marcada por una fuerte influencia árabe-musulmana, que Glick atribuye también a la transferencia de percepciones y principios organizativos traídos por los inmigrantes mozárabes3 '. Un ejemplo concreto de la transferencia de una institución trae Chalmeta en su Señor del zoco. El «recaudador de los impuestos sobre el zoco), ese funcionario que se ocupaba de proporcionar al estado una de sus fuentes de ingresos más considerables, son denominados en el Norte con el mozarabismo sahib al-suq.
El autor destaca la «importancia que tienen los mozárabes para el paso del cargo muhtasib a los reinos cristianos»". En la capacidad de los inmigrantes mozárabes de transmitir cultura se reconoce la intensidad de su propia aculturación. Sus rastros perduraron en los medios rural y urbano, en las altas esferas de las estructuras políticas y económicas tanto como en la vida cotidiana.
Este enfoque del rol de los mozárabes como transmisores de cultura, en. este caso árabe-bereber-musulmana (anteriormente como transmisores de cultura visigótica), derivado del análisis de su andalusación despierta la cuestión más general de las transferencias culturales. Las influencias culturales pueden caracterizarse como mediatizadas, emulativas y directas.
Entre las primeras se encuentran los ejemplos traídos de las transferencias mozárabes a los cristianos del Norte. Ejemplos del segundo tipo -definido como la copia de instituciones o conductas existentes al otro lado de la frontera- son el desarrollo de las órdenes militares cristianas frente al ribat musulmán, o la adopción de los conquistadores cristianos del status de protegidos para la población local, a semejanza de la dhimma musulmana. La influencia directa queda ejemplificada por el proceso de andalusación, en los variados campos expuestos.
El estudio histórico del carácter y desarrollo de esta tipología contribuirá a la operacionalización del concepto abstracto de convivencia, acuñado por América Castro. Por lo pronto, el esquema de las influencias define la singularidad mozárabe, nacida de la influencia árabe-berebermusulmana directa, al tiempo que los cristianos del Norte fueron modelados por influencias emulativas y mediatizadas Sánchez-Albornoz, además de negar la arabización de los mozárabes, sostuvo la hispanización de los «islamitas españoles».
Este proceso de aculturación pretendió ser demostrado por: «el uso y abuso del vino por los islamitas españoles hasta después de la caída de los Taifas ... Sí, en la España musulmana se bebía en todas partes y se bebía sin recato, a pesar de las prescripciones de Mahoma ... Puede nadie suponer que sería ésta la única herencia española que perduró tras la conquista árabe, la única que tomaron de los peninsulares la minoria de sus dominadores orientales?
Los musulmanes de al-Andalus vivían muy dentro de la tradición hispanapremuslim»33. Si el argumento convenció al célebre historiador, también deberían persuadido los argumentos hasta aquÍ expuestos. Máxime teniendo en cuenta que su evidencia además de escasa padece de una falencia metodológica. Ya en 1881 Iohn Stuart Mill explicaba en su System of Logic que el «método de la diferencia» exige presentar no solo la variable hipotéticamente causal y el fenómeno a ser explicado, sino demostrar que en ausencia de la primera, el segundo es inexistente14. En el momento que Guichard documentó que en el norte de África post -romana los beréberes bebían vino, la hipótesis de hispanización queda por lógica rebatida]5.
Una vez confirmada la andalusación de los mozárabes en los niveles superficiales e intermedios -lingüístico, económico y cotidiano- conviene desde el prisma antopológico verificar su penetración a las fibras más profundas de la estructura familiar y la relación entre los sexos. La firmeza de la argumentación en favor de la andalusación no depende, como se ha señalado, únicamente de la diversidad de las conductas expuestas, sino también de la correcta aplicación del «método de la diferencia». Corresponde entonces, alcanzado el nivel cultural más profundo, contrastar las formas que toman las conductas homólogas a las de los mozárabes tanto en al-Andalus como al norte de Toledo.
La sociedad «oriental» presentada por Guichard se caracteriza por la organización agnática, la endogamia del linaje y la dualidad del status de la mujer. Entre un 25 y 50% de las uniones en pareja tenían lugar dentro del clan, mientras que el porcentaje de uniones exogámicas oscila entre un 18 y 30%. La práctica endogámica tenía lugar preferentemente entre primos hennanos; en varias regiones se ha registrado para este patrón desde el 38 hasta 8% de las uniones. La ambivalencia de la situación de la mujer está dada por su condición de esclavas cultas de actitud <<libre» junto a su libertad jurídica. Percibida como un ser impuro, su honor-tanto el nif'(amor propio) como la horma (honor)- es únicamente pasivo, de aquí que su claustración es la garantía para protegerlo. La nonna es desheredar a las hijas.
Si el gusto por el aceite de oliva simboliza el impacto mozárabe en la economia leonesa, en la medida que sean detectados sistemas de riego, habrá de considerarse la posibilidad que los sistemas de regadío se cuentan entre sus aportes cruciales. En la esfera urbana también es sugerible el rol transmisor de la población mozárabe.
La primera urbanización especialmente en León y Castilla estuvo marcada por una fuerte influencia árabe-musulmana, que Glick atribuye también a la transferencia de percepciones y principios organizativos traídos por los inmigrantes mozárabes3 '. Un ejemplo concreto de la transferencia de una institución trae Chalmeta en su Señor del zoco. El «recaudador de los impuestos sobre el zoco), ese funcionario que se ocupaba de proporcionar al estado una de sus fuentes de ingresos más considerables, son denominados en el Norte con el mozarabismo sahib al-suq.
El autor destaca la «importancia que tienen los mozárabes para el paso del cargo muhtasib a los reinos cristianos»". En la capacidad de los inmigrantes mozárabes de transmitir cultura se reconoce la intensidad de su propia aculturación. Sus rastros perduraron en los medios rural y urbano, en las altas esferas de las estructuras políticas y económicas tanto como en la vida cotidiana.
Este enfoque del rol de los mozárabes como transmisores de cultura, en. este caso árabe-bereber-musulmana (anteriormente como transmisores de cultura visigótica), derivado del análisis de su andalusación despierta la cuestión más general de las transferencias culturales. Las influencias culturales pueden caracterizarse como mediatizadas, emulativas y directas.
Entre las primeras se encuentran los ejemplos traídos de las transferencias mozárabes a los cristianos del Norte. Ejemplos del segundo tipo -definido como la copia de instituciones o conductas existentes al otro lado de la frontera- son el desarrollo de las órdenes militares cristianas frente al ribat musulmán, o la adopción de los conquistadores cristianos del status de protegidos para la población local, a semejanza de la dhimma musulmana. La influencia directa queda ejemplificada por el proceso de andalusación, en los variados campos expuestos.
El estudio histórico del carácter y desarrollo de esta tipología contribuirá a la operacionalización del concepto abstracto de convivencia, acuñado por América Castro. Por lo pronto, el esquema de las influencias define la singularidad mozárabe, nacida de la influencia árabe-berebermusulmana directa, al tiempo que los cristianos del Norte fueron modelados por influencias emulativas y mediatizadas Sánchez-Albornoz, además de negar la arabización de los mozárabes, sostuvo la hispanización de los «islamitas españoles».
Este proceso de aculturación pretendió ser demostrado por: «el uso y abuso del vino por los islamitas españoles hasta después de la caída de los Taifas ... Sí, en la España musulmana se bebía en todas partes y se bebía sin recato, a pesar de las prescripciones de Mahoma ... Puede nadie suponer que sería ésta la única herencia española que perduró tras la conquista árabe, la única que tomaron de los peninsulares la minoria de sus dominadores orientales?
Los musulmanes de al-Andalus vivían muy dentro de la tradición hispanapremuslim»33. Si el argumento convenció al célebre historiador, también deberían persuadido los argumentos hasta aquÍ expuestos. Máxime teniendo en cuenta que su evidencia además de escasa padece de una falencia metodológica. Ya en 1881 Iohn Stuart Mill explicaba en su System of Logic que el «método de la diferencia» exige presentar no solo la variable hipotéticamente causal y el fenómeno a ser explicado, sino demostrar que en ausencia de la primera, el segundo es inexistente14. En el momento que Guichard documentó que en el norte de África post -romana los beréberes bebían vino, la hipótesis de hispanización queda por lógica rebatida]5.
Una vez confirmada la andalusación de los mozárabes en los niveles superficiales e intermedios -lingüístico, económico y cotidiano- conviene desde el prisma antopológico verificar su penetración a las fibras más profundas de la estructura familiar y la relación entre los sexos. La firmeza de la argumentación en favor de la andalusación no depende, como se ha señalado, únicamente de la diversidad de las conductas expuestas, sino también de la correcta aplicación del «método de la diferencia». Corresponde entonces, alcanzado el nivel cultural más profundo, contrastar las formas que toman las conductas homólogas a las de los mozárabes tanto en al-Andalus como al norte de Toledo.
La sociedad «oriental» presentada por Guichard se caracteriza por la organización agnática, la endogamia del linaje y la dualidad del status de la mujer. Entre un 25 y 50% de las uniones en pareja tenían lugar dentro del clan, mientras que el porcentaje de uniones exogámicas oscila entre un 18 y 30%. La práctica endogámica tenía lugar preferentemente entre primos hennanos; en varias regiones se ha registrado para este patrón desde el 38 hasta 8% de las uniones. La ambivalencia de la situación de la mujer está dada por su condición de esclavas cultas de actitud <<libre» junto a su libertad jurídica. Percibida como un ser impuro, su honor-tanto el nif'(amor propio) como la horma (honor)- es únicamente pasivo, de aquí que su claustración es la garantía para protegerlo. La nonna es desheredar a las hijas.
La sociedad «occidental» -los reinos cristianos del Norte- revisten un carácter prácticamente inverso. Los patrones endogámico y agnático presentes en astures, cántabros y vascones en el pasado, han desaparecido en tomo al siglo VIII. En cuanto a la condición de la mujer, posterior al Volkerwanderung, evoluciona favorablemente.
Desde el siglo VI se admite que la mujer pueda recibir bienes. En el siglo siguiente, con la aparición del Liber ludiciorum la tendencia igualitaria se consolida".
Desde el siglo VI se admite que la mujer pueda recibir bienes. En el siglo siguiente, con la aparición del Liber ludiciorum la tendencia igualitaria se consolida".
La variedad de documentos recogidos en la colección demuestra unánimemente el lugar de respeto e igualdad material que corresponde a la mujer. Tanto como el hombre puede testificar, heredar y recibir herencia, poseer y comprar propiedad, venderla o arrendarla. Para las transacciones de propiedades familiares, la presencia de la mujer equipara a la del hombre. A continuación algunos ejemplos ilustrativos:
«Venta de la mitad de una viña, llamada el Cochuelo ... otorgada por Chamila, hija de Fárach, esposa del Beliusí el Albañil, a favor de Rabí Buishac el judío ... » (fechado en 1083 -anterior a la conquista de Toledo-). «Venta de una viña en Alcardete ... otorgada por Pelayo Petres y su esposa Dueña Balencia a favor de Pedro Muñoz y su esposa Jimena Rodríguez ... » (fechado en 1119-1120).
«Recibo que otorgan doña Martí, abadesa de San Clemente, y doña Solí, monja, por el que declaran haber recibido de doña Cecilia, hija de Sebastián ... la cuarta parte del horno ... » (fechado en 1158).
«Testamento de doña Eulalia, hija de Pedro, hijo de Juanes Mocarrem ... Manda a su madre doña María, 15 mizcales ... a Mariola hija de su tío Pedro, dos, para ayuda de su matrimonio ... » (fechado en 1185)
Sirviendo la caracterización de Guichard como parámetro, el status de la mujer mozárabe es consonante con el patrón «occidenta!». Efectivamente, en el estudio de las comunidades del Norte, Reyna Pastor observa que las mujeres son sujetos de derecho con la misma personalidad que los hombres, en cuanto son capaces de transmitir la propiedad o el usufructo de la misma. Valga citar un ejemplo para comprobar la similitud respecto de lo ya apreciado acerca de los mozárabes:
...Dominicus abba Sanct Claudi, una cum homines qui sumus moratores en villa quos vocilant Alixa, id sumus: Stefano Citiz et uxor mea María Honoriz ... vobis Petro Micaeliz et socia vestra María, cognominato [sic 1 Auro et prolibus vestris facimus vobis kartulam donationis de hereditate nostra ... » (fechado en 1 095)".
La posibilidad de que tal patrón haya sido asumido por la comunidad mozárabe por influencia de los conquistadores norteños queda descartada. Un cambio tan profundo, como la trasformación del status de la mujer del patrón «oriental» al observado en los documentos mozárabes, dificilmente sea tan drástico. Además, como se ha visto en un ejemplo que data de 1083, el status de la mujcr ya era «occidental» antes del ingreso de las tropas castellana y francas en Toledo.
A la sucesión de hallazgos consistentes que indican la profundidad de la andalusación en el seno de la comunidad mozárabe se ha sumado un factor disonante.
¿Cómo entender la disonancia? ¿Indica el status de la mujer -por ser uno de los parámetros de aculturación profunda- que la envergadura de la arabización no penetró los estratos culturales profundos?, ¿o acaso los penetró parcialmente dado los casos registrados de endogamia?
Estas respuestas deberán contextualizarse en un marco general, que plantee un enfoque global de la causalidad de la aculturación mozárabe. La regla deberá someterse a explicar la excepción. La aculturación mozárabe se produce en un marco compuesto por las condiciones de dominio político impuestas por los musulmanes y la integración de la comunidad a la unidad económica de al-Andalus. A este entramado se suman como variables aleatorias el tipo de asentamiento en que vive la comunidad, y su situación demográfica. En conjunto determinarán el grado de apertura cultural manifestado por los mozárabes.
La dominación política impuesta por los musulmanes está destinada a recaudar tributo de sus súbditos, más que a tratar de modificar profundamente la vida del pueblo sometido. Esta actitud esta determinada por el Corán, en su visión de una sociedad dominada por el Islam. La población local, en su carácter de pueblo protegido o dhimmis puede dedicarse a sus quehaceres y celebrar su culto, conservando además la autonomía jurídico-civil". No se trata pues de una conquista -según Cagigas- sino de una colonización o protectorado.
Esta política frente a las minorías favorece el establecimiento de acuerdos mutuos, es decir reglas de comportamiento entre los grupos culturales, tendientes a favorecer relaciones estables. En el caso de la comunidad mozárabe, la población gozó además de las franquicias citadas, de la ausencia de ciertas humillaciones a que fueron sometidos otros grupos cristianos bajo dominio musulmán, por ejemplo la libertad de vestimenta4o • Pero el dominio musulmán no puede ser entendido de una manera estática.
Corresponde esbozar en trazos esquemáticos la sucesión de políticas seguidas por el poder musulmán frente a los mozárabes, junto a las actitudes de éstos. Hasta la creación del Emirato (756) el poder musulmán además de respetar las condiciones ya detalladas, establece acuerdos con poderosos cristianos que administran un auto-gobierno. Tal es el caso de Teodomiro en el príncipado de Murcia. Este período además de desconocer revueltas mozárabes, presencia la indiferencia de éstos respecto de la Reconquista. Con la instauración del Emirato la situación cambia radicalmente, al aglutinarse religión y estado. Es esta la etapa de la oposición mozárabe, en su doble expresión de· revueltas y martirios. La ascensión de Abderrahaman lIT abre una nueva etapa; junto con la constitución del Califato (929) se aplica una política de tolerancia, que lo sobrevivirá en la taifa toledana.
La conclusión para los mozárabes toledanos es que la toma de Toledo por Alfonso VI, puso fin a más de ciento cincuenta años de dominio musulmán tolerante4l • Junto al dominio político destaca la integración económica. El Islam constituye un espacio económico inmenso, un espacio que es movimiento, en el cual el tránsito de mercancías supone lejanas navegaciones y múltiple circulación caravanera42 • Este espacio-tránsito, sustentado por una red urbana, mereció la metáfora de «mercado comúm> musulmán. De esta estructura económica se desprende que parte de la producción estaba destinada al mercado.
La materialización de ese mercado era el zoco, en sus distintas categorías: rurales, urbanos y ferias. Al-Andalus, y Toledo dentro de ella, estuvo plenamente inserto en ese mercado común. Existen evidencias de la existencia de zocos rurales en las alquerías de Sisla, de Valdecarábanos y cerca de Camarena en el alfoz de Toledo. El movimiento centrípeto de productos del campo que fluyen a la ciudad está representado para el caso de Toledo por los «zocodovem y Bab al-suwayqa extramuros. Por último de las mercancías y servicios que circulan dentro de la ciudad dan testimonio las profesiones citadas en los documentos: alpargateros, bataneros, belluteros, sastres, sederos, albañiles, carpinteros y herreros entre otr0843 .
Partiendo de los tipos de dominación política e integración económica expuestos, como circunstancias del contacto cultural, la arabización de los mozárabes debe entenderse como el resultado del constreñimiento económico más que de la imposición política. La absorción de Toledo por el marco económico musulmán empujó a los agricultores mozárabes -en favor de su subsistencia y luego de la competitividad- a adoptar técnicas, tecnologías, cultivos e instituciones económicas de sus conquistadores. Las mercancías ofrecidas en los zocos y los servicios brindados por los artesanos determinan la adopción de la nueva vestimenta, el ingreso del nuevo amoblamiento al hogar, y hasta la misma arquitectura de la casa.
Al tipo de dominación política le correspondió posibilitar este desarrollo. Una actitud intolerante por parte del poder hubiera dificultado la integración económica además de generar hostilidad en la población conquistada. Pero tal hostilidad parece no haber existido en general. Al fundamento de los arreglos mutuos se sumaron el balance demográfico y el carácter urbano para generar la permeabilidad y para hacer de la comunidad mozárabe una cultura abierta (open culture). El medio urbano demostró en la España medieval su aptitud para el intercambio cultural en contraposición con el medio rural. La condición de población mayoritaría de la comunidad mozárabe seguramente favoreció la sensación de seguridad que predisponen a la apertura.
Como contrapartida la comunidad mozárabe engendró, como todo grupo cultural, una serie de mecanismos delimitadores, destinados a regular la influencia externa hasta el extremo de impedirla. Correspondió este rol en la historia mozárabe al movimiento de mártires secundado por Álvaro y Eulogio.
El apoyo parcial con que contó este movimiento puede comprenderse a la luz de la coyuntura política que transgredió los acuerdos mutuos. Su ocaso está marcado más que por la hábil maniobra del emir, por las razones de peso que favorecen la permeabilidad. El fracaso de la actitud cultural alternativa planteada por el movimiento de martirio enfatiza el alcance del grado de penetrabilidad determinado por la integración económica y sobredeterminado por el régimen político, la demografia y el medio. Por tanto, la relación entre los sexos de tipo occidental observada en la comunidad mozárabe no se debe a la debilidad del a\cance de la aculturación. El status de la mujer es un asunto de índole jurídico.
Las franquicias de las que gozaron los mozárabes incluían la autonomía jurídica. La comunidad siguió rigiéndose por el Liber Iudiciorum. Testimonio del papel igualitario que corresponde a la mujer encontramos en el libro IV, título 2, ley 1 de dicho código: «Ut sorores cum fratribus aequaliter haereditate succedant. Si pater vel mater intestati discesserint, sorores cum fratribus in omni parentum haereditate absque obiectu aequali divisione succedant»45. De aquí la conclusión que toda conducta cultural que propase la autonomía brindada a los mozárabes ha estado expuesta a influencias árabebereber-musulmanas, a la aculturación.
Así ha acontecido con el idioma, con la vida económica y cotidiana, con la estructura familiar. Mas la exposición sistemática de la arabización junto con la comprensión de sus causas no es todo. Más allá de la andalusación, el dominio musulmán supuso un bloqueo entre mozárabes y cristianos del Norte. Mientras que los mozárabes de al-Andalus fueron absorbidos por la órbita cultural árabe-musulmana, los cristianos del Norte estaban expuestos a la influencia creciente que penetraba desde Francia.
Durante el siglo XI, las ciudades a lo largo del camino de peregrinaje a Santiago de Compostela se convirtieron en focos de concentración e irradiación cultural. La reforma de Cluny se extendió en los reinos del Norte, y el clero francés comenzó a ingresar en la jerarquía eclesiástica locaI4 ". El impacto cultural generó transformaciones en las cuales los mozárabes no tuvieron parte, acrecentándose así la brecha cultural entre mozárabes y crístianos del Norte. Desde el siglo VI, la liturgia practicada en las iglesias de la Península Ibérica, se fue apartando lentamente de la empleada en Roma.
Las diferencias entre ambos estilos fue creciendo, a medida que las mutaciones hechas en el rito por los Sumos Pontífices, no fueron decretados en los demás reinos, y debido al enriquecimiento propio del oficio peninsular, Hasta el año 1064, en el concilio de Mantua, el rito peninsular, llamado hispano o visigótico, fue conficmado por la Santa Sede. Pero en 1071, Y por iniciativa del mismo Pontífice que había presidido aquel concilio, Alejandro n, el rey Sancho de Aragón abolió en sus estados el antiguo oficio y admitió el romano. Lo propio ocurrió en Castilla siete años más tarde, por imposición de Alfonso VI.
Al conquistar el monarca castellano la ciudad de Toledo, pretendió dar vigencia al decreto de abolición del oficio visigótico que regía en Castilla. El pueblo mozárabe de Toledo, que había conservado su liturgia en tiempos de la dominación musulmana, se opuso tenazmente a esta imposición. Testimonio de la confrontación aparece en la Crónica del famoso caballero Cid Ruy DÍaz Campeador, que señala: «Ant moriren et ant tendrien otro rey»; «Nasció grand contienda entre el Rey é el pueblo é la clerecía é la caballería, que se tenian en uno contra éh>.
Reflejo de la situación son también las leyendas populares -aparentemente con base real- recogidas por la Crónica Najerense.
De acuerdo a éstas, dos adalides en defensa de cada uno de los oficios, se batieron a duelo, ganando el paladín del rito visigótico. El mismo resultado surgió la prueba en la que se arrojaron los códices de ambos oficios a una pira. El volumen del rito visigótico escapó de la hoguera, mientras que el del rito romano fue devorado por las llamas. Alfonso VI concluyó por empujar el libro toledano al fuego". El enfrentamiento concluyó al transigir Alfonso VI con los mozárabes toledanos. Pecmitióles el uso de su liturgia en las iglesias y parroquias ya existentes, bajo condición de introducir el ritual romano en los templos que en adelante se construyesen.
De aquí que además de la diferenciación del rito, el derecho de parroquialidad heredado de generación en generación entre los mozárabes, los separará del resto de la población cristiana. Solo en el siglo XVI las parroquias mozárabes quedaron desiertas de feligreses. Un documento escrito por el pontífice Eugenio III (1145-1153) certifica la continuidad del uso del rito visigótico en Toledo. En él apela el Papa al clero y al pueblo toledano, para que no tolerasen que los mozárabes negaran obediencia al arzobispo de la ciudad, y que siguieran en misas y otras ceremonias aplicando su antiguo oficio: «quidam qui muzaraues nuncupantur ... suam antiquam consuetudinem ab apostolica sede diversa sentire presumant».
Era ésta la respuesta a la epístola que enviara el arzobispo don Juan (1152-1166) al Sumo Pontífice expresando su enojo y preocupación: «quidam qui mozarabes nuncupantur, uenerabili fratri nostro archiepiscopo Toletano obedientiam denegates, ecclesías de laicorum manu recipiunt et in sacramentis, missarum et allis diuinis officiis tonsura quoque clericali, vestimentis, suam consuetudinem conquerentes»49. Incluso a medíados del siglo XIII este oficio seguía vigente, de acuerdo a la afirmación del arzobispo toledano don Rodrig050
Así, aquel rito oficiado en las iglesias de toda la Península hasta 1071 -llamado visigótico o hispánico- terminó aplicándose entre la cordillera Cantábrica y el Tajo, sólo en la ciudad de Toledo. El rito mozárabe-toledano había nacido. Si bien la preponderancia del idioma árabe sobre el latín o romance ha quedado en evidencia, por ser que el primero de éstos es de uso corriente en la vida cotidiana, esto no significa --{;omo pretendiera Álvaro- que los mozárabes olvidaran el idioma de sus antepasados. Así lo prueban los muchos códices latinos escritos en Toledo hasta los últimos tiempos de la dominación musulmana.
La existencia de éstos permite destacar nuevamente el distanciamiento entre mozárabes y cristianos del Norte producido por la ola de influencia francesa. Junto con el rito romano y la arquitectura romanesca, penetró en Iberia un nuevo estilo de escritura, la letra francesa. Los mozárabes persistieron en el uso de la antiquísima letra gótica en sus libros eclesiásticos y en instrumentos públicos. De aquí, que como en el caso del rito, la letra pasara a llamarse «mozárabe-toledana»". A estas particularidades mozárabes producidas por el bloqueo, se suma que también el Liber Iudiciorum visigodo -llamado ahora Fuero Juzgo- regía sólo a los mozárabes. El canciller Ayala en su Crónica de Don Pedro de 1351 escribe: «e llámase en Toledo castellano todo aquel que es de tierra de tierra del señorío del rey de Castilla, do non se juzga por el Libro JuzgQ».
...Dominicus abba Sanct Claudi, una cum homines qui sumus moratores en villa quos vocilant Alixa, id sumus: Stefano Citiz et uxor mea María Honoriz ... vobis Petro Micaeliz et socia vestra María, cognominato [sic 1 Auro et prolibus vestris facimus vobis kartulam donationis de hereditate nostra ... » (fechado en 1 095)".
La posibilidad de que tal patrón haya sido asumido por la comunidad mozárabe por influencia de los conquistadores norteños queda descartada. Un cambio tan profundo, como la trasformación del status de la mujer del patrón «oriental» al observado en los documentos mozárabes, dificilmente sea tan drástico. Además, como se ha visto en un ejemplo que data de 1083, el status de la mujcr ya era «occidental» antes del ingreso de las tropas castellana y francas en Toledo.
A la sucesión de hallazgos consistentes que indican la profundidad de la andalusación en el seno de la comunidad mozárabe se ha sumado un factor disonante.
¿Cómo entender la disonancia? ¿Indica el status de la mujer -por ser uno de los parámetros de aculturación profunda- que la envergadura de la arabización no penetró los estratos culturales profundos?, ¿o acaso los penetró parcialmente dado los casos registrados de endogamia?
Estas respuestas deberán contextualizarse en un marco general, que plantee un enfoque global de la causalidad de la aculturación mozárabe. La regla deberá someterse a explicar la excepción. La aculturación mozárabe se produce en un marco compuesto por las condiciones de dominio político impuestas por los musulmanes y la integración de la comunidad a la unidad económica de al-Andalus. A este entramado se suman como variables aleatorias el tipo de asentamiento en que vive la comunidad, y su situación demográfica. En conjunto determinarán el grado de apertura cultural manifestado por los mozárabes.
La dominación política impuesta por los musulmanes está destinada a recaudar tributo de sus súbditos, más que a tratar de modificar profundamente la vida del pueblo sometido. Esta actitud esta determinada por el Corán, en su visión de una sociedad dominada por el Islam. La población local, en su carácter de pueblo protegido o dhimmis puede dedicarse a sus quehaceres y celebrar su culto, conservando además la autonomía jurídico-civil". No se trata pues de una conquista -según Cagigas- sino de una colonización o protectorado.
Esta política frente a las minorías favorece el establecimiento de acuerdos mutuos, es decir reglas de comportamiento entre los grupos culturales, tendientes a favorecer relaciones estables. En el caso de la comunidad mozárabe, la población gozó además de las franquicias citadas, de la ausencia de ciertas humillaciones a que fueron sometidos otros grupos cristianos bajo dominio musulmán, por ejemplo la libertad de vestimenta4o • Pero el dominio musulmán no puede ser entendido de una manera estática.
Corresponde esbozar en trazos esquemáticos la sucesión de políticas seguidas por el poder musulmán frente a los mozárabes, junto a las actitudes de éstos. Hasta la creación del Emirato (756) el poder musulmán además de respetar las condiciones ya detalladas, establece acuerdos con poderosos cristianos que administran un auto-gobierno. Tal es el caso de Teodomiro en el príncipado de Murcia. Este período además de desconocer revueltas mozárabes, presencia la indiferencia de éstos respecto de la Reconquista. Con la instauración del Emirato la situación cambia radicalmente, al aglutinarse religión y estado. Es esta la etapa de la oposición mozárabe, en su doble expresión de· revueltas y martirios. La ascensión de Abderrahaman lIT abre una nueva etapa; junto con la constitución del Califato (929) se aplica una política de tolerancia, que lo sobrevivirá en la taifa toledana.
La conclusión para los mozárabes toledanos es que la toma de Toledo por Alfonso VI, puso fin a más de ciento cincuenta años de dominio musulmán tolerante4l • Junto al dominio político destaca la integración económica. El Islam constituye un espacio económico inmenso, un espacio que es movimiento, en el cual el tránsito de mercancías supone lejanas navegaciones y múltiple circulación caravanera42 • Este espacio-tránsito, sustentado por una red urbana, mereció la metáfora de «mercado comúm> musulmán. De esta estructura económica se desprende que parte de la producción estaba destinada al mercado.
La materialización de ese mercado era el zoco, en sus distintas categorías: rurales, urbanos y ferias. Al-Andalus, y Toledo dentro de ella, estuvo plenamente inserto en ese mercado común. Existen evidencias de la existencia de zocos rurales en las alquerías de Sisla, de Valdecarábanos y cerca de Camarena en el alfoz de Toledo. El movimiento centrípeto de productos del campo que fluyen a la ciudad está representado para el caso de Toledo por los «zocodovem y Bab al-suwayqa extramuros. Por último de las mercancías y servicios que circulan dentro de la ciudad dan testimonio las profesiones citadas en los documentos: alpargateros, bataneros, belluteros, sastres, sederos, albañiles, carpinteros y herreros entre otr0843 .
Partiendo de los tipos de dominación política e integración económica expuestos, como circunstancias del contacto cultural, la arabización de los mozárabes debe entenderse como el resultado del constreñimiento económico más que de la imposición política. La absorción de Toledo por el marco económico musulmán empujó a los agricultores mozárabes -en favor de su subsistencia y luego de la competitividad- a adoptar técnicas, tecnologías, cultivos e instituciones económicas de sus conquistadores. Las mercancías ofrecidas en los zocos y los servicios brindados por los artesanos determinan la adopción de la nueva vestimenta, el ingreso del nuevo amoblamiento al hogar, y hasta la misma arquitectura de la casa.
Al tipo de dominación política le correspondió posibilitar este desarrollo. Una actitud intolerante por parte del poder hubiera dificultado la integración económica además de generar hostilidad en la población conquistada. Pero tal hostilidad parece no haber existido en general. Al fundamento de los arreglos mutuos se sumaron el balance demográfico y el carácter urbano para generar la permeabilidad y para hacer de la comunidad mozárabe una cultura abierta (open culture). El medio urbano demostró en la España medieval su aptitud para el intercambio cultural en contraposición con el medio rural. La condición de población mayoritaría de la comunidad mozárabe seguramente favoreció la sensación de seguridad que predisponen a la apertura.
Como contrapartida la comunidad mozárabe engendró, como todo grupo cultural, una serie de mecanismos delimitadores, destinados a regular la influencia externa hasta el extremo de impedirla. Correspondió este rol en la historia mozárabe al movimiento de mártires secundado por Álvaro y Eulogio.
El apoyo parcial con que contó este movimiento puede comprenderse a la luz de la coyuntura política que transgredió los acuerdos mutuos. Su ocaso está marcado más que por la hábil maniobra del emir, por las razones de peso que favorecen la permeabilidad. El fracaso de la actitud cultural alternativa planteada por el movimiento de martirio enfatiza el alcance del grado de penetrabilidad determinado por la integración económica y sobredeterminado por el régimen político, la demografia y el medio. Por tanto, la relación entre los sexos de tipo occidental observada en la comunidad mozárabe no se debe a la debilidad del a\cance de la aculturación. El status de la mujer es un asunto de índole jurídico.
Las franquicias de las que gozaron los mozárabes incluían la autonomía jurídica. La comunidad siguió rigiéndose por el Liber Iudiciorum. Testimonio del papel igualitario que corresponde a la mujer encontramos en el libro IV, título 2, ley 1 de dicho código: «Ut sorores cum fratribus aequaliter haereditate succedant. Si pater vel mater intestati discesserint, sorores cum fratribus in omni parentum haereditate absque obiectu aequali divisione succedant»45. De aquí la conclusión que toda conducta cultural que propase la autonomía brindada a los mozárabes ha estado expuesta a influencias árabebereber-musulmanas, a la aculturación.
Así ha acontecido con el idioma, con la vida económica y cotidiana, con la estructura familiar. Mas la exposición sistemática de la arabización junto con la comprensión de sus causas no es todo. Más allá de la andalusación, el dominio musulmán supuso un bloqueo entre mozárabes y cristianos del Norte. Mientras que los mozárabes de al-Andalus fueron absorbidos por la órbita cultural árabe-musulmana, los cristianos del Norte estaban expuestos a la influencia creciente que penetraba desde Francia.
Durante el siglo XI, las ciudades a lo largo del camino de peregrinaje a Santiago de Compostela se convirtieron en focos de concentración e irradiación cultural. La reforma de Cluny se extendió en los reinos del Norte, y el clero francés comenzó a ingresar en la jerarquía eclesiástica locaI4 ". El impacto cultural generó transformaciones en las cuales los mozárabes no tuvieron parte, acrecentándose así la brecha cultural entre mozárabes y crístianos del Norte. Desde el siglo VI, la liturgia practicada en las iglesias de la Península Ibérica, se fue apartando lentamente de la empleada en Roma.
Las diferencias entre ambos estilos fue creciendo, a medida que las mutaciones hechas en el rito por los Sumos Pontífices, no fueron decretados en los demás reinos, y debido al enriquecimiento propio del oficio peninsular, Hasta el año 1064, en el concilio de Mantua, el rito peninsular, llamado hispano o visigótico, fue conficmado por la Santa Sede. Pero en 1071, Y por iniciativa del mismo Pontífice que había presidido aquel concilio, Alejandro n, el rey Sancho de Aragón abolió en sus estados el antiguo oficio y admitió el romano. Lo propio ocurrió en Castilla siete años más tarde, por imposición de Alfonso VI.
Al conquistar el monarca castellano la ciudad de Toledo, pretendió dar vigencia al decreto de abolición del oficio visigótico que regía en Castilla. El pueblo mozárabe de Toledo, que había conservado su liturgia en tiempos de la dominación musulmana, se opuso tenazmente a esta imposición. Testimonio de la confrontación aparece en la Crónica del famoso caballero Cid Ruy DÍaz Campeador, que señala: «Ant moriren et ant tendrien otro rey»; «Nasció grand contienda entre el Rey é el pueblo é la clerecía é la caballería, que se tenian en uno contra éh>.
Reflejo de la situación son también las leyendas populares -aparentemente con base real- recogidas por la Crónica Najerense.
De acuerdo a éstas, dos adalides en defensa de cada uno de los oficios, se batieron a duelo, ganando el paladín del rito visigótico. El mismo resultado surgió la prueba en la que se arrojaron los códices de ambos oficios a una pira. El volumen del rito visigótico escapó de la hoguera, mientras que el del rito romano fue devorado por las llamas. Alfonso VI concluyó por empujar el libro toledano al fuego". El enfrentamiento concluyó al transigir Alfonso VI con los mozárabes toledanos. Pecmitióles el uso de su liturgia en las iglesias y parroquias ya existentes, bajo condición de introducir el ritual romano en los templos que en adelante se construyesen.
De aquí que además de la diferenciación del rito, el derecho de parroquialidad heredado de generación en generación entre los mozárabes, los separará del resto de la población cristiana. Solo en el siglo XVI las parroquias mozárabes quedaron desiertas de feligreses. Un documento escrito por el pontífice Eugenio III (1145-1153) certifica la continuidad del uso del rito visigótico en Toledo. En él apela el Papa al clero y al pueblo toledano, para que no tolerasen que los mozárabes negaran obediencia al arzobispo de la ciudad, y que siguieran en misas y otras ceremonias aplicando su antiguo oficio: «quidam qui muzaraues nuncupantur ... suam antiquam consuetudinem ab apostolica sede diversa sentire presumant».
Era ésta la respuesta a la epístola que enviara el arzobispo don Juan (1152-1166) al Sumo Pontífice expresando su enojo y preocupación: «quidam qui mozarabes nuncupantur, uenerabili fratri nostro archiepiscopo Toletano obedientiam denegates, ecclesías de laicorum manu recipiunt et in sacramentis, missarum et allis diuinis officiis tonsura quoque clericali, vestimentis, suam consuetudinem conquerentes»49. Incluso a medíados del siglo XIII este oficio seguía vigente, de acuerdo a la afirmación del arzobispo toledano don Rodrig050
Así, aquel rito oficiado en las iglesias de toda la Península hasta 1071 -llamado visigótico o hispánico- terminó aplicándose entre la cordillera Cantábrica y el Tajo, sólo en la ciudad de Toledo. El rito mozárabe-toledano había nacido. Si bien la preponderancia del idioma árabe sobre el latín o romance ha quedado en evidencia, por ser que el primero de éstos es de uso corriente en la vida cotidiana, esto no significa --{;omo pretendiera Álvaro- que los mozárabes olvidaran el idioma de sus antepasados. Así lo prueban los muchos códices latinos escritos en Toledo hasta los últimos tiempos de la dominación musulmana.
La existencia de éstos permite destacar nuevamente el distanciamiento entre mozárabes y cristianos del Norte producido por la ola de influencia francesa. Junto con el rito romano y la arquitectura romanesca, penetró en Iberia un nuevo estilo de escritura, la letra francesa. Los mozárabes persistieron en el uso de la antiquísima letra gótica en sus libros eclesiásticos y en instrumentos públicos. De aquí, que como en el caso del rito, la letra pasara a llamarse «mozárabe-toledana»". A estas particularidades mozárabes producidas por el bloqueo, se suma que también el Liber Iudiciorum visigodo -llamado ahora Fuero Juzgo- regía sólo a los mozárabes. El canciller Ayala en su Crónica de Don Pedro de 1351 escribe: «e llámase en Toledo castellano todo aquel que es de tierra de tierra del señorío del rey de Castilla, do non se juzga por el Libro JuzgQ».
Por lo tanto, aún en aquellas esferas en que el dominio musulmán otorgó autonomía total a sus súbditos -la religión y el derecho-- se produjo una diferenciación significativa entre mozárabes y cristianos del Norte, Considerando que las costumbres y la religión popular es «el terreno predilecto de encuentro de las culturas populares»" merece ser investigada la posibilidad de que elementos musulmanes se infiltraran en la religión popular de los mozárabes, Tal hipótesis es plausible teniendo en cuenta el intento de sincretismo hecho por ¡bn Marwan, que al independizarse en Extremadura intentó crear una religión capaz de englobar a la vez a judíos, cristianos y musulmanes.
O más aún en base al caso de transculturación constituido por el festejo conjunto de cristianos y musulmanes de la fiesta de Navidad. De hecho, el festejo conjunto de fiestas de origen persa como el nawruz (día del año nuevo solar persa) o el mihrayan (fiesta del otoño), podrían considerarse los primeros indicios de la aculturación registrada en el plano de la religión popular".
Si hasta ahora la evaluación cultural de los mozárabes giraba en tomo al concepto de «arabizacióll», aceptada implícitamente en la última generación, corresponde añadir a su explicitación desarrollada en estas páginas bajo el término andalusación, el concepto de carácter diferencial. Este concepto define la singularidad mozárabe respecto de los cristianos del Norte en dos sentidos. Por un lado la absorción de influencia árabe-bereber-musulmana desde el nivel linguístico hasta la estructura familiar, pasando por la organización económica y los usos cotidianos. Por otra parte, la diferenciación respecto de los cristianos del Norte por el mero aislamiento. Es decir, aunque la dominación musulmana permitió conservar la tradición visigoda, en lo que a religión y derecho se refiere, la presencia de la frontera impidió el aggiornamiento de los mozárabes.
Al trazar una imagen completa de todas las conductas culturales expuestas, descubrimos ante nuestros ojos, una comunidad cristiana cuyos integrantes al partir de sus huertas de árboles frutales y campos de regadío, vestidos con túnicas de jerga, se dirigen a sus hogares, donde sus esposas, hermoseadas con pendientes y brazaletes, les ofrecerán reparar su cansancio sentados sobre almohadas y cojines.
Asi reconfortados, conversarán en árabe mientras degustan cierto manjar oriental. No caben entonces dudas. Esta comunidad de cristianos posee un carácter diferencial, y no solamente porque el contenido de sus plegarias sea singular, o porque los libros de oración están escritos en letra gótica. ¿Qué destino cultural le deparará a esta comunidad diferenciada el transcurso del tiempo bajo el Reino de Castilla?
O más aún en base al caso de transculturación constituido por el festejo conjunto de cristianos y musulmanes de la fiesta de Navidad. De hecho, el festejo conjunto de fiestas de origen persa como el nawruz (día del año nuevo solar persa) o el mihrayan (fiesta del otoño), podrían considerarse los primeros indicios de la aculturación registrada en el plano de la religión popular".
Si hasta ahora la evaluación cultural de los mozárabes giraba en tomo al concepto de «arabizacióll», aceptada implícitamente en la última generación, corresponde añadir a su explicitación desarrollada en estas páginas bajo el término andalusación, el concepto de carácter diferencial. Este concepto define la singularidad mozárabe respecto de los cristianos del Norte en dos sentidos. Por un lado la absorción de influencia árabe-bereber-musulmana desde el nivel linguístico hasta la estructura familiar, pasando por la organización económica y los usos cotidianos. Por otra parte, la diferenciación respecto de los cristianos del Norte por el mero aislamiento. Es decir, aunque la dominación musulmana permitió conservar la tradición visigoda, en lo que a religión y derecho se refiere, la presencia de la frontera impidió el aggiornamiento de los mozárabes.
Al trazar una imagen completa de todas las conductas culturales expuestas, descubrimos ante nuestros ojos, una comunidad cristiana cuyos integrantes al partir de sus huertas de árboles frutales y campos de regadío, vestidos con túnicas de jerga, se dirigen a sus hogares, donde sus esposas, hermoseadas con pendientes y brazaletes, les ofrecerán reparar su cansancio sentados sobre almohadas y cojines.
Asi reconfortados, conversarán en árabe mientras degustan cierto manjar oriental. No caben entonces dudas. Esta comunidad de cristianos posee un carácter diferencial, y no solamente porque el contenido de sus plegarias sea singular, o porque los libros de oración están escritos en letra gótica. ¿Qué destino cultural le deparará a esta comunidad diferenciada el transcurso del tiempo bajo el Reino de Castilla?
Diego Olstein
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0039_02.pdf
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