sábado, 9 de septiembre de 2017

Actividades artesanales y mercantiles de la mujer Judia en la edad media

Resultado de imagen de mujer Judia en la edad mediaPese a que los datos que nos ofrece la documentación se hallan bastante dispersos, son ciertamente abundantes las noticias de mujeres judías dedicadas a diversas ramas de la artesanía, así como a diferentes manifestaciones de la actividad mercantil.

En muchos casos la actividad de la mujer consistía en trabajos sencillos que completaban la prioritaria dedicación al hogar. Así, era una práctica bastante frecuente entre las familias de condición acomodada que los padres, al llegar su hijas a la edad de diez o doce años, les hicieran enseñar un oficio propiamente femenino, como la costura o el bordado, a cuyo fin las colocaban con un maestro o maestra especializado, quien a cambio de la enseñanza de su oficio percibía una pequeña cuota, que con el tiempo era sustituida por el propio trabajo de la aprendiz.



 Pero son también frecuentes las noticias de mujeres judías dedicadas a oficios artesanales más complejos, entre los que sin lugar a dudas adquieren una particular significación los del sector textil, de forma idéntica a lo que sucede con la mujer cristiana.

Resultado de imagen de mujer Judia en la edad mediaDe este modo, figuran en la documentación tintoreras, colchoneras, colcheras, chapineras, tejedoras, «labranderas» o costureras, pañeras, así como también alguna propietaria de tenerías. Asimismo hay alguna referencia documental a lavanderas, que creo que pueden tratarse de las encargadas de lavar la lana, tarea que constituía el primer paso en la producción textil.

No obstante, la abundancia de noticias no debe hacernos caer en el error de conceder excesiva importancia al papel jugado por la mujer judía hispana en las actividades artesanales. Su participación se limita, de forma prácticamente exclusiva, al sector textil, e incluso en éste su presencia es mínima en relación con el hombre.

Así, Madurell Marimón constata a lo largo de los siglos xiv y xv nueve judíos barceloneses dedicados al arte de la seda por ninguna judía, y diecinueve tejedores de velos judíos, también de Barcelona, por tan sólo una mujer ^^ Del mismo modo, y fuera del sector textil, no aparece ninguna mujer entre los plateros judíos barceloneses de la segunda mitad del siglo xiv ^^, ni entre los libreros y encuadernadores judíos de esta misma ciudad entre mediados del siglo XIV y mediados del siglo xv''°.

Es cierto que todas estas referencias proceden de un ámbito geográfico y de un período cronológico muy limitados, la Barcelona de los siglos xiv y xv, por lo que quizá las conclusiones apuntadas no puedan extrapolarse por igual a toda la Península, pero en todo caso creo que el ejemplo de Barcelona, uno de los más importantes centros comerciales e industriales de la España bajomedieval, es altamente significativo.

Por otra parte, la ausencia absoluta de noticias sobre mujeres judías dedicadas a otros sectores de la actividad artesanal corrobora plenamente mis anteriores afirmaciones. Dentro del sector mercantil las noticias son ciertamente escasas, pero suficientes para permitirnos atestiguar la participación de la mujer judía en actividades mercantiles de carácter fijo e itinerante, especialmente importantes en el primer caso. Así, debían ser relativamente numerosas las judías propietarias de tiendas, así como las regatonas, dedicadas a la venta al por menor de productos alimenticios.

En este sentido existen menciones especiales de pescaderas y especieras, dedicadas respectivamente a la venta de pescado y a la preparación y expedición de medicamentos, así como de traperas y libreras, ocupadas en el comercio de paños y de manuscritos. Mucho menores en número son las noticias sobre judías dedicadas a actividades mercantiles de carácter itinerante. No obstante, existe constancia documental de algunas mercaderas y corredoras de comercio. 

Medicina

La medicina y actividades en relación con la medicina ha constituido tadicionalmente una de las dedicaciones prioritarias de los judíos, y en la que mejor han mostrado sus dotes y conocimientos. Y aunque nuevamente en número muy inferior al de los hombres, también en este campo profesional hacen su aparición las mujeres.

Ciertamente no son muy numerosos los casos conocidos de mujeres médicas o cirujanas, pero sí se encuentran algunas noticias en la documentación, muy en particular en el ámbito de la Corona de Aragón.

Y desde luego, lo que parece indudable es que en los reinos hispanocristianos de la Edad Media fue muy superior, proporcionalmente, el número de judías médicas que el de cristianas. Sobre este tema contamos con dos valiosas aportaciones, una de Cardoner Planas ^\ y otra de López de Meneses *^, que han recogido en sendos trabajos noticias sobre varias judías que actuaron como médicas en la segunda mitad del siglo XIV en los distintos reinos de la Corona de Aragón.

Por regla general gozaban de una privilegiada posición socioeconómica, lo que se manifiesta en la utilización del título de «Na» o «Doña». Algunas de ellas alcanzaron reconocida fama, lo que las llevó a la corte aragonesa donde intervinieron en cuestiones obstétricas entre 1368 y 1381, es decir durante el reinado de Pedro IV el Ceremonioso.

Al igual que sucede también con la mujer cristiana, es mucho más frecuente su aparición como comadrona o «partera», atendiendo no sólo a mujeres judías sino también a judeoconversas y a cristianas. Como en el caso de las médicas, algunas alcanzaron gran renombre, de forma que eran llamadas a la corte para atender a diversas mujeres de la misma. 

Prestamistas y arrendadoras de rentas

El préstamo con usura constituyó también, a buen seguro, la dedicación primordial de buen número de mujeres judías, generalmente viudas y de buena posición económica, que en la mayor parte de los casos creo que continuarían los negocios de sus maridos, y que aseguraban su situación mediante este sistema.

En relación con otras actividades socioprofesionales son, ciertamente, abundantes las noticias de mujeres judías prestamistas, lo que a mi modo de ver obedece también, en parte, a los frecuentes pleitos que originaban los préstamos usurarios.

Aunque existen constancia documental de grandes prestamistas judías, en la mayoría de las ocasiones se trata de préstamos de pequeñas cantidades a campesinos arruinados como consecuencia de una mala cosecha, y que se veían obligados a acudir al préstamo usurario de los judíos para poder sobrevivir.

No obstante, aparecen también en la documentación referencias a importantes personajes, que llegaron a prestar muy elevadas sumas, incluso a los monarcas, como es el caso de doña Brugete, judía de Soria, y de las mujeres o viudas de don Santo Abenabid y de maestre Symuel Qerrulla, vecinas de Ávila, quienes en 1483 prestaron a los Reyes Católicos como ayuda para la guerra de Granada las cantidades de 30.000, 1.000 y 28.000 maravedíes, respectivamente, y que en el caso de la primera y de la última se encontraban, sin duda, entre los miembros más poderosos económicamente de las aljamas soriana y abulense ''.

Por el contrario, debió ser muy limitada la actuación de mujeres judías como arrendadoras de rentas. Posiblemente nula su participación en el arrendamiento de rentas reales"", aparecen esporádicamente en el arrendamiento de rentas eclesiásticas. Asimismo es probable que tuvieran alguna participación en el arrendamiento de rentas de concejiles, pero en cualquier caso la ausencia de noticias documentales al respecto es prácticamente absoluta. 

Plañideras

En los reinos hispanocristianos de la Edad Media el uso de plañideras en los entierros estuvo muy extendido entre los judíos, de forma que diversos autores hispano hebraicos de época medieval hacen alusión con frecuencia a las plañideras, que recitaban lamentaciones al son del pandero.

En muchas ocasiones las plañideras judías eran contratadas para entierros de cristianos, como está constatado documentalmente en la ciudad de Sevilla "

Prostitutas y barraganas

El comercio sexual con mujeres fue corriente entre los judíos desde los tiempos bíblicos, de forma que en el Antiguo y Nuevo Testamento se mencionan varios casos de mujeres prostitutas, sin que los relatos veterotestamentarios induzcan a pensar que los israelitas consideraran como especialmente censurable la conducta de estas mujeres.

A lo largo de la Edad Media, la prostitución debió ser una práctica usual en todas las comunidades hispano-hebraicas de cierta importancia, pese a que la documentación no ofrece noticias al respecto.

No obstante, es seguro que las prostitutas judías no atendían tan sólo a la población hebrea sino también a la cristiana, ya que, como quizá es conveniente recordar, el mantenimiento de relaciones sexuales entre miembros de diferente credo religioso solo se prohibía en el caso de judío o musulmán con cristiana, pero no a la inversa. Por otra parte, y aunque no pueda considerarse como una actividad propiamente profesional, hay que dejar constancia de que en ocasiones las mujeres judías servían también a los cristianos como concubinas o barraganas, que gozaban de ciertos derechos reconocidos por la costumbre tradicional. Pero, en buena lógica, esta práctica era mucho más frecuente entre miembros de la misma religión, pese a que la documentación no ofrezca tampoco muchas noticias al respecto. Asimismo serían muy frecuentes estas relaciones entre judíos y judeoconversos. 



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