Según el censo, Toledo tenía, en 1569, 6.840 casas habitadas por 12.248 vecinos.
El documento suma 51.181 habitantes, de los cuales 17.877 eran hombres, 27.221 mujeres y 6.083 niños. A esta cifra pueden añadirse 921 clérigos y 1.668 religiosos, para llegar a un total de 53.770 personas.
Determinar el grado de exactitud de estas cifras es una cuestión abierta. Con toda probabilidad los forasteros y otras personas que residían en Toledo -ladrones, mendigos, prostitutas, esclavos- no fueron incluidos en el censo.
Por otro lado, tales cifras son coherentes con las proporcionadas por otros padrones del siglo XVI, particularmente con los de 1561 y 1571 .
Se han excluido de esta tabla las cifras de población de 1574 analizadas por Julián Montemayor, «Tolède en 1639», Mélanges de la Casa de Velázquez, XVIII (1982), pp. 138-139·
Esas cifras proceden de un documento (Archivo General de Simancas. Exp. Hac. 185, fol. 440v) que incluye el número de vecinos residente en cada parroquia.
Sin embargo el documento mismo no tiene fecha y sus cifras, con excepción de errores mínimos en el clero, se corresponden casi exactamente con las del censo de 1569, similitud que sugiere que ese recuento es una simple copia del de 15699 ·
Agradezco a Linda Martz el haberme proporcionado una xerocopia de este documento concreto. Aunque el nuevo censo apenas cambia nuestro conocimiento de la trayectoria general de la población de Toledo, confirma la hipótesis de que la pérdida de la Corte en beneficio de Madrid en 1561 tuvo poca influencia en el declive demográfico de la ciudad.
Entre 1561 y 1569 la población de sus 26 parroquias latinas aumentó de 11.254 a 12.060 vecinos, una ganancia neta del 7 por ciento en ocho años, o, lo que es igual, un incremento de sólo un 1 por ciento anual. Este ritmo se mantuvo durante otros dos años, tal y como parecen sugerir las cifras del censo de 1571.
Lo que ocurrió a partir de este momento es mera conjetura, pero la decisión de Felipe II de triplicar el montante de la alcabala en 1574, un aumento que resultó demoledor para una economía de base comercial y artesana como era la de Toledo, fue aparentemente el catalizador del inicio de una larga espiral de declive de la población de la ciudad10 .
El censo de 1569 es también importante en la medida en que demuestra que el crecimiento demográfico de Toledo durante los años sesenta del siglo XVI no fue ni universal ni uniforme.
Algunas parroquias, crecieron mucho más rápidamente que otras, siendo las ganancias mayores —de casi un 60 por ciento— las de la de San Miguel, un distrito de perfil social heterogéneo situado al sur del alcázar real. Mientras tanto, otras parroquias de la ciudad, sobre todo la relativamente pobre y periférica parroquia de Santiago, al norte de la ciudad, perdía población, aunque por razones que están todavía por determinar.
¿Eran estos cambios el resultado de variaciones en las alternativas de inmigración y emigración? ¿O se trataba simplemente de desplazamientos internos de la población de unas parroquias a otras?
Richard L. Kagan Johns Hopkins University
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