Siendo los registros parroquiales su fuente principal, la unidad básica de análisis del censo, de acuerdo con la práctica administrativa imperante, es la misma parroquia.
La ciudad es dividida en 27 parroquias, 21 latinas y 6 mozárabes .
Hurtado de Toledo divide a continuación cada parroquia en sus diversas partes constitutivas: casas, vecinos y cabezas, representando estas últimas el total de hombres, mujeres y niños que residían en el distrito.
Vocos,padrones y vecindarios del siglo XVI son tan completos. El censo ofrece una panorámica inusualmente detallada de la población de una gran ciudad castellana.
Permite hacer, por ejemplo, un cálculo bastante exacto del coeficiente vecinos/habitantes, problema estadístico que ha agobiado a los historiadores de la demografía desde hace tiempo y que todavía complica los cómputos de población de ese periodo.
Las estimaciones de ese coeficiente varían del 1:3,5 al 1:6, aunque el más comúnmente usado sea el 1:4,5. Como veremos, el censo toledano de 1569 arroja nueva luz sobre este importante problema.
Otro aspecto en el que el censo resulta excepcional es la distribución por sexos de la población laica de Toledo, lo que nos permite apreciar, quizás por primera vez, la importancia numérica de las mujeres en la Castilla de la Edad Moderna.
Con la excepción de las viudas que eran cabezas de familia y se contaban, por lo tanto, como vecinas, las mujeres aparecen raramente en los padrones del siglo XVI, al menos de forma sistemática. Los historiadores de la demografía, por consiguiente, les han prestado poca atención, haciéndolas prácticamente invisibles.
La poco habitual división que Hurtado de Toledo establece entre los cabezas de familia toledanos entre hombres y mujeres ayuda a corregir este error y, como veremos, sus conclusiones ofrecen algunos resultados sorprendentes.
El censo de Hurtado de Toledo es también único en la medida en que convierte a los niños en una categoría de por sí. Los niños, como las mujeres, han pasado desapercibidos, por cuanto los padrones del siglo XVI apenas si toman nota de su existencia.
Está claro en este caso, sin embargo, que Hurtado de Toledo quiso registrar los niños que todavía no habían alcanzado la edad de recibir la comunión y la confesión. Pero ¿cuál era esta edad? ¿Siete años? ¿Ocho? ¿Trece?.
Tal y como Felipe Ruiz Martín explicó hace veinte años, no existe una respuesta sencilla a esta cuestión porque la edad a la que los niños debían tomar su primera comunión no estaba prefijada a mediados del siglo XVI.
A efectos estadísticos estimó que esos niños representaban el 25 por ciento de la población de una ciudad grande, como Granada .
El censo toledano indica que esta estimación es considerablemente exagerada. Sugiere también que los niños, al menos en Toledo, pudieron tomar su primera comunión a una edad más temprana de lo que se ha pensado hasta ahora (ver, infra, sección 7).
Otra subcategoría que aparece en el censo es la designada bajo la rúbrica de «casas ylustres».
El término es vago, pero si hacemos caso al Memorial de Hurtado de Toledo, se reservaba a los «hidalgos, cavalleros y escuderos, oficiales de república que en circuyto de la dicha ciudad a una, dos y quatro leguas tienen heredad de vino y algún ganado {Memorial, 524)».
Se trata, en pocas palabras, de la alta nobleza, de la élite seglar de la ciudad. La detallada enumeración que Hurtado de Toledo hace del clero toledano es otra característica poco usual de este censo.
Junto con las mujeres y los niños, los clérigos constituyen otro segmento de la sociedad castellana generalmente omitido o infrarepresentado en los padrones del siglo XVI.
Junto con las mujeres y los niños, los clérigos constituyen otro segmento de la sociedad castellana generalmente omitido o infrarepresentado en los padrones del siglo XVI.
Especialmente invisibles a este respecto son los religiosos, que tan sólo serían sistemáticamente enumerados en los vecindarios de 1591· Hurtado de Toledo, sin embargo, incluye a todo el clero, tanto al regular como al secular, subdividiendo a este último en «monjas» y «varones».
Se incluyen también tabulaciones de las rentas de las casas de religiosos junto con el número y valor de los beneficios de las iglesias y de las capellanías.
El número de cofradías, hospitales y capillas existentes dentro de los límites de cada parroquia queda reflejado en columnas específicas. El censo ter-mina con un breve resumen de los resultados del estudio demográfico efectuado por Hurtado de Toledo. Otro aspecto sobresaliente del censo es su formato tabular y su organización en columnas.
A este respecto, y a pesar de varios errores de cálculo, el censo tiene una calidad estadística que le hace anticiparse en varios siglos a los grandes censos de fines del siglo XVIII, como los de Aranda (1768) y Floridablanca (1787).
No se sabe donde adquirió Hurtado de Toledo esta mentalidad «estadística», aunque posiblemente guarde relación con sus antecedentes mercantiles o con el hecho de que su condición de sacerdote de una parroquia urbana de grandes dimensiones le hubiera familiarizado con la confección de registros administrativos de distinto tipo.
¿Cuál fue el propósito del censo? ¿Para quién fue compilado?
Desgraciadamente, el documento no proporciona ninguna respuesta a estas cuestiones, pero el hecho de que se incluya entre los papeles de uno de los secretarios reales de Felipe II sugiere que fue originalmente encargado para alguna finalidad administrativa, posiblemente relacionada con el interés que Felipe II tenía por explotar los vastos recursos financieros de la iglesia toledana.
En las dos décadas comprendidas entre el arresto del arzobispo Carranza en 1558 y el nombramiento de Gaspar Quiroga como arzobispo en 1577, Toledo fue sede vacante administrada por una serie de gobernadores nombrados por la Corona.
Estos gobernadores hacían todo lo posible para mantener a la Corona informada de los ingresos del clero toledano.
Existe la posibilidad, por lo tanto, de que el censo, que incluye una información relativamente detallada de los ingresos eclesiásticos, formara parte de los intentos de Felipe II por hacerse con esos recursos .
Richard L. Kagan Johns Hopkins University
file:///D:/Documentos/Downloads/4682-15517-1-PB.pdf
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