El Carpio de Tajo, en la provincia de Toledo, es un pueblo acogedor cuyas tierras están bañadas por el río que le da sobrenombre.
Lugar de antiguas tradiciones, de rico folklore, y de vestigios etnográficos conservados por el tesón de sus vecinos.
Cuenta El Carpio con una tradición muy arraigada, quizá la que más, la que llena los corazones de los carpeños y que hace que haya una fecha en el calendario que no se puede pasar por alto. Se trata de la “Traída de la Virgen de Ronda” al pueblo cada Domingo de Resurrección.
La imagen de la Patrona, que permanece todo el año en su ermita a orillas del Tajo, es llevada hasta El Carpio para dedicarla las fiestas del Domingo de Quasimodo o primer domingo de Pascua de Resurrección.
Allí permanecerá hasta el primer domingo de junio en que será devuelta a la ermita de Ronda.
El santuario de la Virgen se encuentra en un lugar privilegiado, a pocos kilómetros de la localidad, a orillas del río y rodeado de grandes extensiones de olivos.
Se trata de un lugar cargado de leyendas, todas ellas alusivas a la presencia de la Virgen en Ronda, poblado del que recibe su nombre. Se tienen datos de la presencia visigoda en el lugar, existiendo una necrópolis en los alrededores, y también está documentada la presencia de la orden del Temple.
Los templarios escogieron ese lugar para fijar su residencia y veneraron la sagrada imagen de la Virgen.
Resulta este hecho muy curioso, pues en la misma comarca se tiene constancia de otros enclaves ocupados por los templarios donde también se veneraron imágenes de la Virgen con la peculiaridad de ser negras.
Estos lugares son Melque, en el término de San Martín de Montalbán, y la Monjía en Novés.
La única de estas tres imágenes que conserva ese característico color negro es la patrona de Novés, Nuestra Señora de la Monjía, a la que también se dedican interesantes fiestas y romerías a lo largo del año.
La leyenda popular de la aparición de la Virgen a un pastor, es la que se ha ido manteniendo por la tradición oral, y la que ha pasado de padres a hijos, quedando incluso recogida en coplillas populares.
Se dice que la Virgen apareció a orillas del río en forma de paloma, y que viendo un pastor el ave resplandeciente, lanzó su honda malhiriendo al animal.
Al acudir a recoger la pieza halló milagrosamente la imagen de la Madre de Dios, que desde aquel dichoso momento pasó a ser la joya más preciada de los carpeños.
En recuerdo de aquello, la Virgen luce un cardenal en su mejilla derecha.
Se trata de una bonita tradición que los carpeños llevan grabada a fuego desde que nacen. Tanto en la “Traída” como en la “Llevada”, la imagen de la Virgen es portada por cuatro cargadores que tras una larga lista de espera les ha tocado el turno de llevar a su Patrona.
La lista es interminable, es costumbre que cuando un niño nace se le apunte para llevar a la Virgen, tocándole el turno ya de mayor.
Cada Domingo de Resurrección los carpeños desde por la mañana se congregan en la ermita de Ronda esperando impacientes las cinco de la tarde, momento en que comienza el traslado.
La imagen sale a hombros de sus portadores y durante el trayecto que separa el santuario del pueblo, se va rezando el Rosario y cantando coplillas propias de la Virgen.
El pueblo espera en el lugar conocido como “El Calvario”, donde hay tres cruces, para recibir a la Virgen que llegará a las seis.
Mientras tanto, los carpeños que no han bajado a Ronda a recoger a la Virgen, acompañan a las imágenes de San Rafael Arcángel y del Patrón Santiago Apóstol desde la iglesia parroquial hasta la salida del pueblo, donde recibirán a la Santísima Virgen.
El momento más emotivo del traslado tiene lugar cuando la Virgen llega al Calvario. En este punto los portadores inician una apresurada carrera hasta llegar al lugar del recibimiento. Aquí afloran los más profundos sentimientos, la alegría, el llanto, los vivas a la Virgen ahogados por la emoción, los aplausos…
La Virgen corre al encuentro de sus hijos, corre porque no puede esperar más tiempo a estar con ellos, corre contagiada por la alegría de su pueblo. La carrera no dura muchos metros, pero supone el punto álgido de la tradición, todos quieren ver correr a su Virgen, de esta manera se habrá cumplido de nuevo con el rito.
Al llegar, la banda de música interpreta el himno nacional y el pueblo entona la Salve. Prosiguen los vivas a la Virgen, y el sacerdote desde un balcón la dedica unas palabras de recibimiento.
No cabe un alfiler, las gentes se agolpan para estar cerca de la Patrona que emprende su subida al pueblo por una larga y empinada calle precedida de las imágenes de San Rafael y Santiago.
Al llegar a la iglesia tiene lugar el besamanto, y se entonan coplas a la Virgen como la que reproduzco a continuación:
Virgen de Ronda, mística flor
Puerto y refugio del pecador
Tú eres de El Carpio gloria y honor
Mis esperanzas y único amor.
Virgen Bendita de Ronda
Flor junto al Tajo nacida
Vida de mi misma vida
Consuelo de mi dolor.
Ese mismo día da comienzo la Novena a la Virgen, que desembocará en el día grande de las fiestas, que tiene lugar el domingo siguiente, conocido como Domingo de Quasimodo, día en que la Virgen recorre las calles de El Carpio sobre un precioso carro, ataviada con sus mejores galas.
Permanecerá todo el mes de mayo en el pueblo, recibiendo la visita de sus devotos hijos que nuevamente la llevarán a Ronda el primer domingo de junio.
La Virgen inicia su carrera al llegar al Calvario
Recibimiento de la Virgen
El patrón Santiago acompaña a la Virgen
San Rafael y Santiago Apóstol reciben a la Virgen
Publicado por Objetivo Tradición
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