Las vegas, tan denostadas hoy por nuestras autoridades desde el punto de vista de su conservación, sin tener en cuenta la cuestión específica de los restos romanos, visigodos e islámicos, todavía enterrados en la Vega Baja de Toledo, adquirirían otro valor ante la ciudadanía o serían un elemento más de valoración para comprender su potencial como una fuente de riqueza enorme en relación a la calidad de vida de los vecinos, si los usos a los que se destinan, en lugar de edificaciones y asfaltos, fueran la recuperación de parte de estos esos usos tradicionales, renaturalizándolas, con agricultura, huertos urbanos y jardines para el paseo, salpicados aquí y allá con los restos de las obras de nuestros antepasados, adecuadamente explicados.
Algunas norias en Vega Alta y Baja
Isabelo Sánchez Gómez
Licenciado en Geografía e Historia
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