viernes, 20 de diciembre de 2013

El Batallón de la Universidad de Toledo en la Guerra de lndependencia

Aunque el grito de independencia y de resistencia a los franceses se dio en secundaron la sublevación contra los invasores, esta fue anulada durante los días sucesivos por las proclamas de la Junta de Gobierno de Madrid, de la que ya era presidente Murat, que llamaba al orden y a la tranquilidad.

No fue hasta finales del mismo mes de mayo cuando las provincias se alzaron en abierta rebeldía contra los franceses creando, cada una, una Junta Suprema, Junta de Gobierno o Junta de Armamento, independientes unas de otras.

Toledo no iba a ser menos, y por lo tanto se preparó para su defensa reclutando unidades militares, calando la idea en la Universidad de Santa Catalina, de que ésta podría contribuir a la defensa de la Patria mediante un cuerpo militar formado por profesores y alumnos, al que se agregarían algunos militares profesionales, que se encargarían de su encuadramiento, instrucción, y disciplina.

El 14 de agosto se expuso la idea en el claustro, comisionando éste a varios profesores para que estudiasen el modo de alistamiento, ventajas que tendrían los alistados, medios económicos que se necesitaban, etc.



El día 17 fueron expuestas las conclusiones, por las cuales, los alumnos que estuviesen dispuestos a formar parte de la unidad militar que se crearía, debían rellenar una ficha de E“enganche”, en la cual reflejarían sus datos personales, estudios, tiempo de alistamiento, y si se comprometían a armarse, vestirse y mantenerse por su cuenta o a cargo de la universidad,entre otros datos.

Para animarles, se les ofrecían una serie de ventajas escolares como eran que, en general, se declaraban aprobados tantos cursos de su carrera como años sirvieran; que si de esta manera se terminaban los estudios para obtener el grado de bachiller, no se sufriría examen, y otras puntualizaciones para diferentes casos.

Se definió también el uniforme que se vestiría: casaca larga de color natural de la lana, con vueltas, collarín y solapa de terciopelo carmesí, vivos y forro blancos, ojal y botón plateados, calzón y chaleco blancos y botín negros, y se eligió como bandera de la unidad, una blanca en la cual campeaba el escudo de la universidad toledana con la rueda del martirio de santa Catalina, estableciéndose los correspondientes horarios de mañana y tarde para recibir la instrucción militar necesaria a cargo de profesionales, que a la vez que se comunicaba a la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, que se hallaba constituida en Aranjuez1, la idea de constituir la unidad como Cuerpo de Voluntarios de Honor, se solicitaría de ella que se comisionase a los necesarios.

La idea fue muy bien recibida por el presidente de la Junta, conde de Floridablanca, quien aprobó la creación de un Batallón de Voluntarios con fecha 4 de noviembre, a la vez que instó a las demás universidades que hicieran lo mismo, por ver en estas unidades una cantera rápida de oficiales, de los que tan necesitado estaba el reorganizado ejército español, que debía enfrentarse, no tardando mucho, con la 2ª invasión de las tropas francesas.

A la vez que la Junta nombraba a D. Bartolomé Obeso como su representante para allanar obstáculos en el proceso, se designaba al teniente de infantería D. Domingo Navarro Reyes, y al sargento de granaderos provinciales D. Antonio Molinero, como instructores.

Durante el mes de noviembre se recibieron 400 jóvenes de los 600 previstos, se encuadraron, y aunque sin apenas armamento se inició la instrucción, a la vez que se nombraron los distintos empleos de oficiales entre las distintas clases del profesorado, incluyendo 1 capitán, 4 tenientes primeros, 3 tenientes segundos, y 4 subtenientes, así como los oficiales superiores: a D. Bartolomé Obeso, sargento Mayor Jefe de la Plana Mayor2; al capitán de provinciales de Toledo D. Clemente Garoz, como teniente coronel; y al marqués de Cevallos como comandante.

Los acontecimientos se precipitaron, pues a primeros de diciembre los franceses avanzaron sobre Madrid, que capituló el día 5, por lo que el batallón tuvo que salir hacia Andalucía el día 2, sin apenas vestuario, con algunas armas de fuego y sólo 300 sables, entregados por la Fábrica de Espadas de la ciudad, siguiendo el itinerario de Talavera, Trujillo, Mérida, Serena y Sevilla, llegando a esta ciudad el día 17 de diciembre, junto con los componentes de la Junta Central, el cardenal arzobispo de Toledo D. Luis María de Borbón y Vallabriga (1777-1823), y la custodia de Arfe toledana.

En Sevilla siguió su instrucción, y de tal manera evolucionaba, que el teniente coronel de artillería D. Mariano Gil de Bernabé, propuso en base a ellos, y con fecha 9 de agosto, fundar una academia de oficiales, ya que dada su cultura universitaria y su instrucción militar, en poco tiempo podían estar disponibles para el servicio efectivo en los cuerpos.

El 16 de diciembre se estableció su reglamento en el que se especificaba que los aspirantes debían tener 17 años, poseer tres cursos de estudios en facultad mayor, y buenas circunstancias de su nacimiento y antecedentes familiares, comenzando el curso este mismo mes.

Pero, forzados los pasos de Sierra Morena, los franceses se aproximaban a Sevilla4, donde, el 22 de enero de 1810, tuvieron lugar una serie de tumultos en contra de la Junta, a la que el batallón tuvo que proteger, saliendo de la ciudad hacia Cádiz a unirse al ejército de Extremadura del duque de Alburquerque, que venía a marchas forzadas a defender Sevilla, pero que, dándola por perdida, se dirigió también a aquella ciudad, llegando a la isla de León el día 4 de febrero.



En la isla, se dedicaron a agotadoras tareas de fortificación, destacando por su abnegación y negándose a recibir la soldada que recibía la tropa, por lo que fueron exonerados de todos los servicios que no fueran de armas.

Nuevamente, en abril, abrió sus puertas la academia, a la que, por prestar servicios de armas continuados,

sólo pudieron concurrir algunos componentes del batallón, pero en agosto fueron llamados 300 de ellos, saliendo como oficiales de infantería, artillería e ingenieros, alcanzando tal fama de estudiosos y disciplinados, que la academia hizo figurar en su bandera el escudo de la universidad toledana, adoptando también su uniforme, al que se le agregó el cordón plateado en el hombro derecho, distintivo de los cadetes5.

El batallón se extinguió en septiembre de 1810, ya que habían quedado muy pocos en sus filas de sus primitivos componentes, siendo agregados a otros cuerpos en clase de “distinguidos”6.

1. Se creó el 24 de septiembre de 1808 con los representantes de las juntas provinciales.
2. Jefe de la Plana Mayor.
3. Se estima en 4 meses.
4. Sevilla capituló el 31 de enero de 1810.
5. Hasta este momento, para la infantería, sólo habian existido cadetes de cuerpo, que se formaban en los
regimientos, 2 por compañía.
6. Equiparados, en cuanto a servicios, a noble, que sólo ejecutaban el de armas.

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