Desde que Arquímedes fundara la hidrostática e inventará los principales instrumentos para su desarrollo, el hombre supo aprovechar los ríos para la obtención de energía y mover pesadas maquinarias (artificio de Juanelo Turriano) que en su época fueron verdaderos alardes de la ingeniería.
Toledo no fue menos en esta carrera y el cauce del Tajo se convirtió en sede de destacados molinos albergados en impresionantes edificios, de propiedad generalmente eclesiástica o real.
Toledo no fue menos en esta carrera y el cauce del Tajo se convirtió en sede de destacados molinos albergados en impresionantes edificios, de propiedad generalmente eclesiástica o real.
Desde épocas muy antiguas los toledanos han usado la fuerza del río Tajo como fuente de energía para moler grano (molinos o aceñas), procesar telas (batanes), mover norias o producir energía eléctrica (centrales hidroeléctricas), mediante la canalizadión de la energía hidráulica por medio de la construcción de presas o azudes.
La mayoría de las estructuras fueron abandonadas hace muchos siglos y el tiempo junto a las crecidas del río fueron poco a poco arruinándolas y haciéndolas desaparecer. A finales del siglo XIX varios de las presas existentes se destinaron a la producción de energía eléctrica, construyéndose centrales hidroeléctricas, muchas de las cuales todavía se encuentran en pie, conservando en algunos casos toda la maquinaria y los edificios que las cobijan en un estado bastante aceptable, aunque en total abandono, deteriorándose año tras año.
El vapor y la electricidad fueron los causantes de la decadencia y práctica desaparición de la floreciente industria harinera toledana, que trajo consigo el crecimiento paralelo de una no menos importante cofradía y hermandad de arrieros, que expulsando por sus blasfemas bocas «sapos y culebras» recorrieron los principales centros urbanos de la meseta castellana y de las moradas reales donde la demanda de grano molido era insaciable.
El Patrimonio Industrial que se encuentra en el río Tajo ha sido totalmente olvidado. Sin contar las estructuras más antiguas, cuya destrucción se produjo en tiempos remotos, las estructuras hidroeléctricas construidas en el siglo XIX y XX, se encuentran en un estado de progresiva destrucción.
Porque si Toledo no fue el granero de la Península, sí representó en cierta medida el centro industrial de su transformación y distribución.
¿Y si no cómo se explica la existencia de las siguientes instalaciones?
Molinos del Daican y de la Reina.
Colocados en la desembocadura del arroyo de la Cabeza, fueron de los primeros que se construyeron en el río Tajo como lo atestiguan los documentos del Archivo Catedralicio donde quedan referenciados en 1142 como molinos del Icam.
Posteriormente Alfonso VIII los entrega a la Orden de Calatrava que los rebautiza con el nombre de Molinos de la Reina. Tuvieron una larga vida porque sabemos que quinientos años después continuaban moliendo grano.
Posteriormente Alfonso VIII los entrega a la Orden de Calatrava que los rebautiza con el nombre de Molinos de la Reina. Tuvieron una larga vida porque sabemos que quinientos años después continuaban moliendo grano.
Al final del paseo construido en la alcurnia se pueden ver las pocas ruinas que quedan de ellos y del torreón defensivo que tenían, así como los Molinos de la Vieja ubicados bajo el torreón, zona, por cierto, habitada por el gremio de curtidores cuyo «poblado» fue sepultado por los escombros vertidos desde los rodaderos.
Fuentes: http://www.latribunadetoledo.es/noticia.cfm/Local/20090208/ciudad/harina/molinos/51D3061A-1A64-968D-59296FE19C1E086C
http://quelavidaobreasuantojo.blogspot.com.es/2011/10/la-vuelta-al-valle-en-toledo.html
http://buscandomontsalvatge.blogspot.com.es/2013/12/toledo-murallas-de-toledo.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario