
Detrás del rostro de los dioses, parece surgir el lado femenino de la divinidad, Anna la diosa que adoraban los pueblos prerromanos y que en la actualidad se manifiesta como Fátima.
Incluso Cervantes quiso participar de este misterio al colocar como mujer ideal en su obra a Dulcinea quien no es otra que la “Dulce Ana” la misteriosa diosa de la Mancha.
Mamilia, los priores de San juan y “la conjura de Urda”.
Existió otro altar o Ara de Mamilia en las cercanías del Monasterio de Santa María del Monte en Urda.
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