(ahora en el Convento de Religiosas Agustinas).
(PRIMERA PARTE. MISERICORDIAS.)
El mundo animal ocupó un lugar considerable en la decoración de las misericordias de las sillerías de coro góticas como antes lo había hecho en la ornamentación marginal de los manuscritos iluminados o en los capiteles o canecillos de las iglesias románicas. Muchas veces la iconografía de los animales y sus historias fue importada de los libros de devoción, del Bestiario o de las fábulas, pues si el salterio fue la obra en la que se aprendía a leer en la Edad Media el Bestiario sirvió como enseñanza preparatoria cuando se estudiaban los rudimentos sobre el mundo. Su presencia parece justificarse principalmente por su valor didáctico pues en las ilustraciones de los bestiarios cada animal estaba dotado de un atributo o de una pequeña historia característica. El animal más presente en los márgenes de los manuscritos era el mono pues es el que imita con más frecuencia las actividades de los hombres. En una de las misericordias de la antigua sillería de coro de la excolegiata de Talavera de la Reina un mono toca en un órgano portátil mientras un segundo mono está llenando de aire los tubos actuando sobre dos fuelles.

En opinión de Wirth y Bräm la contradicción entre la personalidad supuesta del animal humanizado y las competencias que le son prestadas en los dibujos se pueden justificar por el divertimento que procura su observación.
En sí, la adopción de comportamientos humanos por los animales no son más que una convención artística, y su iconografía probablemente no tenga una explicación más específica que la tendencia general a humanizar al animal para conocernos mejor los humanos tal como suele ocurrir en las fábulas.
La antigua sillería de coro de la colegiata de Talavera de la Reina afortunadamente fue donada en 1751 a las monjas del convento de religiosas Agustinas de San Ildefonso de dicha ciudad para ser sustituida por una nueva más acorde a los tiempos y que sería destruida cuando la guerra.

Se desconoce su autor y el número de estalos que constituían la sillería original aunque es muy probable que fueran más de los 25 que se conservan en un lateral de la capilla del colegio de las Madres Agustinas; presumiblemente fue realizada por el taller de Egas Cueman tal como parece indicarlo la semejanza estilística y temática con algunas de las misericordias de la antigua sillería de coro de la catedral de Cuenca que fue vendida y ahora se conserva en la excolegiata de Belmonte.
El motivo iconográfico del caracol enfrentado a un campesino o a un guerrero fue bastante habitual en la iconografía medieval. Para Louis Maeterlinck, el caracol protegido por su caparazón era una sátira de los poderosos que, encerrados en sus castillos, se reían de la amenaza de los pobres a los que explotaban. Para Lilian Randall el enfrentamiento del caracol con el guerrero iba asociado a los lombardos que tenían la reputación de cobardes –se les asociaba proverbios como “huir ante un caracol”- pero que eran, junto a los judíos, los banqueros de Europa.
Relacionado con los arribistas porque sale de su caparazón, e incluso con connotaciones sexuales a veces, Michael Camille resume el tema señalando que al igual que los proverbios medievales -que jugaron un importante papel en la vida y en el arte-, cambiaban de forma o de idea respondiendo a situaciones específicas, el motivo pudo formar parte de metáforas muy diversas.

La posesión de manuscritos iluminados, por su precio, era algo que tan sólo el clero o la aristocracia podían permitirse; por eso no es de imaginar que los entalladores fueran propietarios de algunos.
Se supone que los talleres que realizaban las sillerías de coro tenían estampas o “libros de modelos” con dibujos tomados bien de manuscritos, de la realidad, etc y que eran los que empleaban en su trabajo.
Entre lo que conocemos o el más parecido a uno de estos libros figura el llamado ”cuaderno” de Villard de Honnecourt realizado hacia 1230 y compuesto actualmente por sesenta y seis láminas; en una de sus hojas un dibujo nos muestra a un guerrero equipado con lanza y escudo que se enfrenta a un caracol armado con cuatro cuernos.

El motivo del guerrero que se enfrenta al caracol también figura en una misericordia de la sillería de la excolegiata de Belmonte; si bien las semejanzas entre algunos motivos iconográficos de ambas sillerías sugieren la posible autoría por el mismo taller no hay que olvidar que los temas de ambas eran entonces bastante frecuentes en Centroeuropa probable lugar de procedencia de sus autores.
El “Roman de Renard” es una colección de relatos cortos independientes, o “branches”, escritos en lengua romance, “roman”, por autores diferentes, entre los siglos XII y XIII ,que cuenta las aventuras del zorro Renard; fue compuesto con rimas planas para favorecer el recitado por los juglares a la población dado que en la Edad Media muy poca gente sabía leer y escribir.
La lucha entre la burguesía y el feudalismo y la crítica clerical llenan gran parte de su trasfondo; Renard representaría, quizás, el pueblo, siempre dispuesto a miles de malabarismos para sobrevivir.
A comienzos del siglo XIV un clérigo exclaustrado redacta “Renard le Contrefait” (“Renard el Contrahecho”) para criticar la sociedad y denunciar los vicios de su tiempo retomando la historia de Renard pero con algunas variantes; uno de sus episodios que gozó de mayor éxito desde el punto de vista iconográfico en la Edad Media fue el de Renard el predicador.



En España el episodio aparece representado en diversas sillerías de coro; quizás una de las más parecidas iconográficamente a la de Talavera es la que realizaría medio siglo más tarde Rodrigo Alemán para la catedral de Plasencia.
Casi todos los estudiosos consideran que estas imágenes constituyen un instrumento de crítica a las órdenes mendicantes, no excesivamente ejemplares en la época, mediante las que se realizaban acusaciones que no podrían llevarse a cabo abiertamente.

Al igual que las escenas representadas en las misericordias anteriores es un ejemplo de “el mundo al revés”, género literario y artístico caracterizado por presentar un mundo en el que se invertían todas las relaciones ordinarias de la vida; en particular la relación de los débiles con los fuertes aparece trastocada completándose p.e. la venganza de los animales más débiles sobre los más fuertes en situaciones que imitan las acciones humanas.

La rivalidad entre el ratón y el gato sirvió a los artistas de recurso para burlarse de algunos aspectos del mundo en que vivían.
Así ya en el siglo XIII la escena figura en una miniatura de la decoración marginal del salterio para uso de Sarum conocido como de Rutland –Add ms. 62925-, que se conserva en la British Library.
De fecha posterior es una pintura del artesonado del claustro del monasterio de Silos –probablemente del siglo XV-, y que en opinión de Pérez de Urbel podría estar inspirada en algún episodio de un libro de “exemplos”. Fray Agustin Ruiz al describir la escena del claustro de Silos la interpreta como el castigo al abuso de autoridad.
Si bien en España no he encontrado ninguna misericordia con una representación similar –“el cazador cazado” sintetizado como el ahorcamiento de un gato por los ratones- no es este el caso en el Reino Unido donde p.e. la sillería de coro del siglo XV que perteneció al antiguo Priorato de Great Malvern en Worcestershire presenta una escena semejante.

Una banda exterior divide el mundo en tres partes que representan los tres continentes: Europa, África y Asia; un pequeño resalte en la parte superior de la banda vertical indica que allí hubo alguna vez una cruz.
Las hipótesis sobre su significado han sido muy diversas: para Camille Enlart representa la desintegración del Santo Imperio Romano Germánico, para Louis Maeterlinck es una sátira de las Órdenes mendicantes “que vivían sobradamente a costa del pobre mundo”, para Debidour es una alusión a la perennidad de la cruz erguida sobre el mundo entregado al pecado, y para B.J. Witkowski representa a las “ratas de la herejía”, opinión que comparte el matrimonio Kraus pues consideran que a las ratas se las reputaba como criaturas del diablo y que el globo que ellas se ocupan de socavar está culminado por una cruz.
La bola con las ratas se repite en las esculturas de las misericordias sin duda gracias a un modelo hoy perdido.
Si bien no he encontrado ningún manuscrito iluminado con alguna representación que aluda a este motivo en un ejemplar de “Le Magasin Pittoresque”, Paris 1834, figuran unos grabados relativos a las misericordias de la iglesia de Saint-Spire, en Corbeil (Francia) cerca de Paris, que a finales del siglo XVIII aún se conservaban, y que fueron “destruidas en los tiempos de la “Convention””.

Fuente: http://esculturacastellana.blogspot.com.es/2015/11/sillerias-de-coro-xii_9.html
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