A principios del siglo XX se abrían clínicas estables en cualquier domicilio donde se habilitaban despachos, un sencillo quirófano e, incluso, alguna cama para los posoperatorios
Quirófano de la Mutualidad Soliss en 1935 en la plaza Horno de los Bizcochos (Archivo fotográfico de Soliss Mutualidad de Seguros).
Aspecto actual donde estuvo la clínica
(Foto Rafael del Cerro)RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN - @abc_toledo Toledo 14/02/2017
En otro artículo abordábamos la atención sanitaria en Toledo, en el primer tercio del siglo XX, cuando el Hospital de la Misericordia (o Provincial) era el único, de carácter público, que atendía tanto a enfermos de la beneficencia, como de pago. Mientras, las sociedades de socorros mutuos y los sindicatos, lo más que podían ofrecer, era una mínima atención de medicina general y el auxilio de practicantes o comadronas. La hospitalización y los tratamientos especializados no eran algo sencillo dada la precariedad de las asistencias y la escasez de profesionales cualificados en Toledo.
Desde 1900, la prensa recoge el auge de «clínicas-operatorias» que abrían médicos «ambulantes» tras haberse dado a conocer en las consultas que pasaban en hoteles o locales alquilados. La buena reputación de algunos de ellos, unida a su trabajo con otros colegas locales ─igualmente muy apreciados─, hacía que brotasen clínicas estables en cualquier domicilio donde se habilitaban despachos, un sencillo quirófano e, incluso, alguna cama para los posoperatorios.
No es raro encontrar ciertas reseñas de prensa encomiando una compleja intervención efectuada en aquellos singulares «sanatorios» por su principal titular, o bien por otro ilustre facultativo, a pacientes de clara relevancia social. Y es que, a fin de cuentas, eran tratamientos de pago, aunque, en ciertos casos, se aceptasen enfermos sin recursos que aportaban un vale de la beneficencia. Basta repasar las hemerotecas para rescatar las principales clínicas que se abrieron en varios lugares, de las que apenas queda hoy algún recuerdo visible.
A finales de 1905 llegaba a Toledo el joven doctor Luis García Cappa, oculista y médico del Hospital de la Princesa de Madrid, abriendo consulta, en febrero de 1906, en la cuesta de los Pascuales 8, frente a la escalerilla de la calle Horno de los Bizcochos. Pronto amplió la atención al campo de la otorrinolaringología, siendo, desde 1912, «medico oculista» honorario de la Beneficencia Municipal. Desde 1910 ofrecía ya camas para los enfermos que precisasen estar unos días más en observación.
La ubicación, próxima a la plaza del Seco, era contigua a una humilde vecindad, a la vez que a varias casas de prostitución. Esta última realidad explica que publicitase tratamientos para «enfermedades de la piel, propias de la mujer, secretas y vías urinarias». Tales cuidados, y los dirigidos a la clientela masculina, los suscribirían luego no pocos médicos más a través de anuncios en la prensa local. En 1915 el doctor Cappa obtenía plaza en el Policlínico Cervera de Madrid, aunque, hasta 1936, conservó su consultorio toledano.
Otro «sanatorio» fue el dirigido por el doctor Antonio Piga Pascual (1879-1952), anunciado de modo profuso, entre 1913 y 1915, como «Consultorio-clínica operatoria de Electricidad Médica y Rayos X». Estuvo situado en la calle de Núñez de Arce 23, esquina a la calle de Carretas, en un inmueble que fue destruido en 1936 por los efectos de la guerra.
Su creador comenzó la carrera profesional como médico rural en la provincia de Madrid, pasando luego a la de Toledo para trabajar en Almorox y Talavera (1905), Logró una plaza de titular en el Hospital Provincial de Toledo y también prestó sus servicios en el Seminario Conciliar. Fundó la Revista Sanitaria de Toledo (1913-1914) y, desde 1915, prosiguió su actividad médica en Madrid con una notable reputación. En 1942 fue nombrado numerario de la Real Academia Nacional de Medicina y, al final de su vida, se le investía como decano de los médicos forenses de España.
Parece que, al menos, desde 1914, un año antes de abandonar Toledo, el doctor Piga compartía la dirección de la clínica con el ya reconocido doctor local, Ramón María Delgado Saavedra (1888-1973), nacido en Bargas, donde su padre, fallecido en 1929, también gozaba de gran reputación como médico. Desde 1915, a través de los anuncios en prensa, se constata que, en la calle de Núñez de Arce, el joven doctor Delgado se ocupaba de medicina, general y cirugía, mientras que otros colegas atendían las muy extendidas «enfermedades de la piel» (las de transmisión sexual), cuidados dentistas, pediatría y problemas respiratorios y digestivos.
En 1916 parece que la clínica llegó a su fin, pues, en febrero de 1917, Ramón Delgado abría en solitario su «Consultorio Médico-Quirúrgico» en la planta baja de su domicilio particular, en la calle Libertad 1 (hoy Navarro Ledesma), el cual mantuvo muchos años. Hasta 1936 fue director del Hospital Provincial, cuyas nuevas instalaciones se habían inaugurado, el 20 de enero de 1933, acompañando en aquella jornada a Niceto Alcalá Zamora y Manuel Azaña.
Otro centro privado fue el Sanatorio Santa Isabel, en la plaza del mismo nombre, abierto entre 1920, por el ginecólogo José Rivera Lema (1889-1967) en su domicilio familiar, tras dejar otro consultorio anterior en la plaza de San Nicolás. Sus anuncios indicaban la práctica de «toda clase de operaciones quirúrgicas de vientre» y la asistencia de partos. En 1924 la estancia de cada día se tarifaba en 5 y 7 pesetas que incluían la alimentación, los medicamentos y las curas. Entre 1939 y 1941 Jose Rivera ocupó la alcaldía de Toledo, uniéndose a su recuerdo el de su hijo Antonio, el «Ángel del Alcázar», fallecido a consecuencias de la herida sufrida durante el asedio. Aún pervive la casa que alojó aquella lejana clínica ginecológica en el barrio de San Andrés.
El último sanatorio que citamos fue el inaugurado, el 26 de febrero de 1935, en la calle Juan Labrador -junto a la iglesia de la Magdalena-, promovido por la mutua patronal Soliss (fundada en 1933), que aún hoy, adecuada a nuevas normativas societarias, extiende su actividad a varias provincias. Era un local ideado ya para atender consultas, tratamientos, quirófanos y camas hospitalarias bajo la dirección del doctor José de la Puente. Dada la inmediatez al Alcázar, el estrenado edificio sanitario sucumbiría en el verano de 1936. Sus nuevas instalaciones serían abiertas diez años después en la plaza de San Justo. De la primitiva sede nada queda, pues, en su lugar, en 1952, se alzaría el hotel que allí hoy existe.
RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN
http://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-medicos-y-olvidadas-clinicas-toledo-1900-1936-201702142023_noticia.html
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