Mañana toledana de un jueves de Corpus (...) Detrás de la custodia monumental de la Catedral, que es una pequeña catedral de oro, marcha el Estado Mayor compuesto de oficiales disímbolos: altos, obesos, marciales, impasibles, luciendo condecoraciones.
Todos van descubiertos, llevando en la siniestra la gorra de gala. Luego la Academia. Después los nobles con hábitos, con, para nosotros, indescifrables atributos; capas blancas, palios, ornamentos, caballeros de Santiago, órdenes religiosas de casacas moradas, túnicas, cordones, bordones con significado, adornos de los altares, camándulas, libros santos. Y los niños de vestiduras diversas. Y el pueblos sin más traje que la fe...
La custodia enorme lanza destellos cuando el sol quiere penetrar su secreto. Las calles están arboladas y en el suelo brincan arabescos de luz. Una madeja de armonías se acopla en sectores para ascender en canto.
En las calles y en los balcones se prosternan; luego agitan pañuelos y arrojan flores; o baten palmas. Pasó Dios y ese desfile es pagano ya, aunque vaya presidiendo el Primado de España y su Cabildo, los Obispos y Monseñores, los curas de los pueblos distantes, los monaguillos con estandartes, incensarios y cirios erguidos.
En las calles y en los balcones se prosternan; luego agitan pañuelos y arrojan flores; o baten palmas. Pasó Dios y ese desfile es pagano ya, aunque vaya presidiendo el Primado de España y su Cabildo, los Obispos y Monseñores, los curas de los pueblos distantes, los monaguillos con estandartes, incensarios y cirios erguidos.
Hernán Robleto. Color y Calor de España (1957)
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