Dice la tradición, que en su toledana capilla de San Miguel, los caballeros templarios veneraban una imagen "morena" de Nuestra Señora, hoy de olvidada advocación, y en paradero desconocido.
Aunque, por los indicios conservados, debió ser una Virgen Negra.
La única imagen de tales características, existente en Toledo, no se halla entronizada en ningún templo y nadie conoce su origen, lo que nos permite plantearnos un interrogante:
¿Será dicha imagen, la perdida Nuestra Señora del Temple?.
Pegada al ábside catedralicio, se alza la gran Sala Capitular.
Al exterior del muro sur, a media altura, se halla una hornacina protegida por cristal emplomado y reja, que cada noche es alumbrada por un pequeño farol.
Al exterior del muro sur, a media altura, se halla una hornacina protegida por cristal emplomado y reja, que cada noche es alumbrada por un pequeño farol.

El común de los mortales, pasa bajo el misterio sin saber tan siquiera que existe.
Porque allí, oculta tras la suciedad que empaña el vidrio, una imagen, popularmente conocida como"Virgen del Tiro", sonríe para sus adentros, esperando que alguien descifre el enigma de esta "viajera del tiempo"..
Extraña advocación, esa "del Tiro", que según antiguos cronistas, de mediados del s.XIX, proviene del "tiro" de cuerda, accionado por una polea que, situada en el último piso, servía para introducir en el obrador de cera, de la Catedral, los materiales para elaborar las velas.
El problema está, en que una inscripción del hueco, donde se aloja la polea, dice: "Se yzo, año de 1806". Luego, la imagen es llamada "del Tiro", tan sólo desde el año en que se hizo el hueco y colocó la polea, por lo que, anteriormente, tendría otra advocación.

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¿En qué templo moraba, con anterioridad a dicho siglo, esta Virgen Negra de advocación olvidada, que nadie sabe de dónde ha salido?

No deberíamos olvidar que, la grandiosa Catedral de Toledo, fue comenzada por el arzobispo-cronista don Rodrigo Jiménez de Rada, en gratitud a la Virgen por la victoria de Las Navas de Tolosa (1212) sobre los musulmanes.
Batalla ganada con la celestial ayuda de Nuestra Señora, y la colaboración de las Ordenes Militares, entre las que figuraba un fuerte contingente templario al mando de un comendador que pereció en el combate.
Y no perdamos de vista, que el arzobispo don Rodrigo era, no sólo, amigo de la Orden del Temple, sino, además, nieto del Comendador templario de Novillas (Zaragoza), don Pedro Tizón.
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La Virgen del Tiro, tiene todos los caracteres de una "Dama Negra del Grial", heredera de los viejos cultos a la Madre Tierra. Por su color, postura, atributos y tamaño, parece una imagen de fines del s.XII o comienzos del XIII.
Muy estilizada, la vestimenta de la madre y la postura lateral del Niño los asemejan -salvando las distancias- a la imagen negra de la Mare de Dèu del Claustre, en Solsona (Lleida), que dicen es una copia de la Virgen Negra de la Daurade, en Toulouse (Francia), aquella esotérica "Dama de los Trovadores".

¿Estamos ante la imagen perdida que recibió culto en la capilla templaria?
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Cuando el Temple fue extinguido, en 1312, el arzobispo toledano don Gutierre Gómez de Toledo tomó posesión de las riquezas de la Orden, tras perseguir, encarcelar, y hacer torturar hasta la muerte, a los caballeros.
Tales bienes fueron empleados según conveniencia. Generalmente, los objetos de culto, como cálices, relicarios, crucifijos e imágenes, eran reutilizados tras un examen minucioso para borrar posibles símbolos templarios.
A veces, en el caso de imágenes de santos, cristos, o vírgenes, sobre todo si eran famosas y de gran veneración en santuarios de la Orden, se retiraban del culto por un tiempo.
Luego, volvían a aparecer, cambiados su hábitos, su color, sus símbolos, e incluso sus tradiciones y leyendas.
Otras, eran relegadas a destinos humildes, poco destacados, como ermitas, humilladeros y hornacinas...
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¿Acabó, la Virgen Negra del Temple, en los desvanes catedralicios, hasta que en el s.XVI alguien decidió utilizarla en la hornacina del edificio de Enrique Egas?
Tras el sucio cristal, su hierático rostro negro parece esbozar una sonrisa de complicidad. Si prestamos atención, casi podemos escucharla murmurar los versos del Cantar de los Cantares, que tanto gustaban a san Bernardo, cofundador del Temple:
"Negra soy, pero hermosa, hijas de Jerusalén... no os fijéis en que estoy morena, es que el Sol me ha quemado..."
http://laberintoromanico.blogspot.com/2010/12/una-virgen-negra-del-temple-viajera-en.html
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