Una de las singularidades más acusadas de nuestra ciudad de Toledo y al propio tiempo de las menos divulgadas y conocidas en su verdadero significado, es, sin duda alguna, la de haber sido y seguir siendo el centro y corazón histórico de la mozarabÌa como herencia espiritual y cultural del legado de Roma, mantenido y transmitido generacionalmente a lo largo de la ocupaciónn musulmana de Hispania.
A tÌtulo de formal antecedente para la mejor comprensión del tema que nos ocupa, comenzamos por remontarnos al siglo IV en el plano polÌtico general europeo.
Todos sabemos que hasta dicho siglo IV el Imperio de Roma constituyó el denominador común de su dominio polÌtico no sólo sobre las tierras de nuestro continente sino al otro lado del Mediterráneo sobre el litoral norte-africano, es decir, sobre el mundo a la sazón conocido, todo ello unido en el orden cultural a la herencia recibida de Grecia y comienzos de la consolidación del cristianismo.
Todos sabemos, igualmente, que a partir de dicho siglo IV comenzaron a producirse en Europa con distintas alternativas de tiempo, la marcha hacia las tierras del sur europeo de los pueblos germánicos, conocidos como pueblos bárbaros, que, en cuanto a Hispania se refiere, el pueblo godo marchó desde sus tierras del norte de Alemania y las contiguas al mar Báltico hacia las zonas bajas del rÌo Danubio, y, tras recorrer la actual RumanÌa y Bulgaria, se adentraron en Italia ocupando Roma en el año 412, óobligando al entonces emperador Honorio a firmar un pacto de amistad y federación.
Con arreglo a dicho pacto, una fracción del pueblo godo quedó asentada en la parte alta de Italia, en la LombardÌa conocidos como ostro-godos, por quedar situados en la parte más oriental, y otra, los llamados visigodos, por quedar más a occidente quedaron ubicados en la zona sur de las Galias, la actual Francia, sobre la vertiente norte pirenaica, desde Burdeos a Marsella, con capital en Toulouse estableciendo el llamado reino de Tolosa, con objeto de taponar la irrupción de los francos.
La entrada en Hispania por los puertos pirenaicos más occidentales de los vándalos, alanos y suevos, obligaron a los visigodos a venir a Hispania como auxiliares de Roma con la misión de su expulsión, introduciéndose a partir del año 416 con el objetivo de asegurar el dominio romano.
La diferenciación de ambos pueblos, el visigodo y el hispano-romano, era evidente a todas luces, no solamente en cuestión de religión al ser arrianos los visigodos, sino en cultura, usos y costumbres, puesto que el hispanoromano tenian asimilada la cultura clásica greco-romana así como comenzó a consolidarse la religión cristiana una vez desaparecida la persecución inicial que Roma tuvo hacia la misma.
Una vez cumplida en gran parte la misión de expulsión, salvo la de los suevos arrinconados sobre Galicia, los visigodos al constatar la creciente debilidad de Roma no dudaron en el año 475 en independizarse de Roma, manteniendo su pleno dominio sobre Hispania con su rey Eurico a la cabeza, estableciendo sucesivamente la capitalidad del reino con las tierras de Francia en Barcelona y sucesivamente en Zaragoza y Toledo, a partir del año 568 bajo el reinado de Leovigildo dada su excepcional posición central estratégica y fuertes defensas naturales.
AsÌ mismo, Toledo, paralelamente había conseguido en el orden religioso-cristiano ser erigida en Silla Primada con una fuerte componente de influencia dada la personalidad de sus primeros arzobispos.
Los esfuerzos sucesivos visigodos por atraerse a la población peninsular tanto en lo que respecta en el orden religioso como en su cultura, usos y costumbres, fracasaron totalmente, no solo por la superioridad cultural romana sino por la aplastante superioridad numérica de la población peninsular, por lo que tras diferentes alternativas, el hijo de Leovigildo, el famoso rey Recaredo no dudó en proclamar la conversión católica de su pueblo en el tercer Concilio de Toledo y año 589, quedando consecuentemente unificados ambos pueblos en el doble sentido religioso y polÌtico, con plena equiparación jurÌdica, matrimonial, etc., cuyo progresivo entendimiento se realizó a través de la legislación llevada a cabo por los concilios de Toledo convertidos en asambleas mixtas polÌtico-religiosas.
A tÌtulo de formal antecedente para la mejor comprensión del tema que nos ocupa, comenzamos por remontarnos al siglo IV en el plano polÌtico general europeo.
Todos sabemos que hasta dicho siglo IV el Imperio de Roma constituyó el denominador común de su dominio polÌtico no sólo sobre las tierras de nuestro continente sino al otro lado del Mediterráneo sobre el litoral norte-africano, es decir, sobre el mundo a la sazón conocido, todo ello unido en el orden cultural a la herencia recibida de Grecia y comienzos de la consolidación del cristianismo.
Todos sabemos, igualmente, que a partir de dicho siglo IV comenzaron a producirse en Europa con distintas alternativas de tiempo, la marcha hacia las tierras del sur europeo de los pueblos germánicos, conocidos como pueblos bárbaros, que, en cuanto a Hispania se refiere, el pueblo godo marchó desde sus tierras del norte de Alemania y las contiguas al mar Báltico hacia las zonas bajas del rÌo Danubio, y, tras recorrer la actual RumanÌa y Bulgaria, se adentraron en Italia ocupando Roma en el año 412, óobligando al entonces emperador Honorio a firmar un pacto de amistad y federación.
Con arreglo a dicho pacto, una fracción del pueblo godo quedó asentada en la parte alta de Italia, en la LombardÌa conocidos como ostro-godos, por quedar situados en la parte más oriental, y otra, los llamados visigodos, por quedar más a occidente quedaron ubicados en la zona sur de las Galias, la actual Francia, sobre la vertiente norte pirenaica, desde Burdeos a Marsella, con capital en Toulouse estableciendo el llamado reino de Tolosa, con objeto de taponar la irrupción de los francos.
La entrada en Hispania por los puertos pirenaicos más occidentales de los vándalos, alanos y suevos, obligaron a los visigodos a venir a Hispania como auxiliares de Roma con la misión de su expulsión, introduciéndose a partir del año 416 con el objetivo de asegurar el dominio romano.
La diferenciación de ambos pueblos, el visigodo y el hispano-romano, era evidente a todas luces, no solamente en cuestión de religión al ser arrianos los visigodos, sino en cultura, usos y costumbres, puesto que el hispanoromano tenian asimilada la cultura clásica greco-romana así como comenzó a consolidarse la religión cristiana una vez desaparecida la persecución inicial que Roma tuvo hacia la misma.
Una vez cumplida en gran parte la misión de expulsión, salvo la de los suevos arrinconados sobre Galicia, los visigodos al constatar la creciente debilidad de Roma no dudaron en el año 475 en independizarse de Roma, manteniendo su pleno dominio sobre Hispania con su rey Eurico a la cabeza, estableciendo sucesivamente la capitalidad del reino con las tierras de Francia en Barcelona y sucesivamente en Zaragoza y Toledo, a partir del año 568 bajo el reinado de Leovigildo dada su excepcional posición central estratégica y fuertes defensas naturales.
AsÌ mismo, Toledo, paralelamente había conseguido en el orden religioso-cristiano ser erigida en Silla Primada con una fuerte componente de influencia dada la personalidad de sus primeros arzobispos.
Los esfuerzos sucesivos visigodos por atraerse a la población peninsular tanto en lo que respecta en el orden religioso como en su cultura, usos y costumbres, fracasaron totalmente, no solo por la superioridad cultural romana sino por la aplastante superioridad numérica de la población peninsular, por lo que tras diferentes alternativas, el hijo de Leovigildo, el famoso rey Recaredo no dudó en proclamar la conversión católica de su pueblo en el tercer Concilio de Toledo y año 589, quedando consecuentemente unificados ambos pueblos en el doble sentido religioso y polÌtico, con plena equiparación jurÌdica, matrimonial, etc., cuyo progresivo entendimiento se realizó a través de la legislación llevada a cabo por los concilios de Toledo convertidos en asambleas mixtas polÌtico-religiosas.
El hecho de ser la monarquÌa visigoda de carácter electivo a través y en exclusiva por sus clanes nobiliarios y obispos, originan continuas luchas entre las familias más relevantes con el consiguiente desequilibrio social entre las mismas, dada la exclusión de la población hispana para tomar parte en su elección.
De ahÌ que se llegue a las vísperas de la venida musulmana en pleno clima de descomposición social general cuya explosión tendrá lugar con motivo de la sucesión al trono del penultimo rey visigodo, Witiza, causa auténtica de la venida musulmana en ayuda de una de las partes contendientes aspirante al trono.
Todos sabemos, que con motivo de la disputa en la sucesión por el trono tras la muerte del penúltimo monarca visigodo, el rey Witiza, tuvo lugar una guerra civil entre sus partidarios ávidos de entronizar a uno de sus hijos frente a otro grupo de la nobleza partidario del gobernador de la Bética, D. Rodrigo, ocasionádose como resultado de las luchas la venida a España de fuerzas afro-arábigas en ayuda del bando witizano, que, tras derrotar a D. Rodrigo en la batalla del Guadalete ocasionando su muerte o desaparición, no dudaron en aprovechamiento desleal de su ayuda en apoderarse del territorio nacional y su gobierno, estableciendo en Córdoba la capitalidad polÌtica en detrimento de Toledo.
La población nacional ante tal acontecimiento adoptó tres posturas: una, minoritaria, huyendo y refugiándose en la faja norteña, especialmente sobre la zona asturiana con la esperanzada idea de ir recuperando el total territorial, manteniendo las costumbres puras de la anterior etapa visigoda; otra, mayoritaria, progresivamente preponderante y adoptando paulatinamente su definitiva integración e islamizándose gozando de igualdad de prerrogativas y condición social que el nuevo dominador; y, otra, minoritaria, igualmente que la huÌda al Norte que acatando las normas de convivencia impuestas por el vencedor sostuvo doblemente su condición nacional y fe católica de acuerdo con las costumbres heredadas, si bien inserta en el seno social musulm·n, sometida a un complejo proceso de pactos y presiones de todo tipo con sus limitaciones polÌticas, religiosas, económicas, etc., los conocidos como ìmoz·rabesî.
Estos diferentes grupos poblacionales moz·rabes, como fueron llamados de esta manera, quedaron establecidos sobre las ciudades principales, tales como Toledo, Córdoba, Sevilla, Mérida, Zaragoza, Granada, Málaga, Coimbra, etc., a más del disperso por el ámbito rural, siendo los más numerosos los establecidos en Córdoba y Toledo, en virtud, bien por establecerse en Córdoba la capitalidad polÌtica, como en Toledo debido a su rango anterior de sede polÌtica y religiosa a m·s de su situaciÛn central.
La evoluciÛn de los acontecimientos dieron prontamente respuesta a la diferencia de vida y conducta de los respectivos n˙cleos en una y otra capital.
El protagonismo de Toledo, entiendo, cabe agruparlo en 3 etapas: la primera hasta la toma de Toledo por el rey Alfonso VI el 25 de mayo de 1085; la segunda hasta el acceso a la silla primada por el cardenal Cisneros y sus iniciativas a partir de 1497; y, finalmente la tercera que llega hasta el momento presente.
Los grupos cordobeses comenzaron a sufrir en mayor medida la presiÛn oficial derivada del establecimiento de la capitalidad, al imponerse con mayor rigor las normas del vencedor, originándose persecuciones y restricciones de todo tipo que desembocaron en la etapa del martirologio presidido por la figura del obispo S. Eulogio.
Los grupos establecidos en Toledo, contrariamente, tal vez por el hecho de ser regidos por autoridades bereberes opuestas a su dependencia respecto a Córdoba, que en sus enfrentamientos contra la misma, bien de grado o por fuerza fueron incorporados a sus filas, soportaron con mayor tolerancia su situación y desenvolvimiento sin llegar a sufrir la gravedad habida en Córdoba.
Si a ello sumamos el recuerdo y respeto debido a la antigua capitalidad de Toledo, asÌ como a la calidad de sus grupos dirigentes, prontamente se extendió la idea de ser Toledo el lugar más idóneo en ésta difÌcil convivencia.
José Miranda Calvo
Numerario
No hay comentarios:
Publicar un comentario