martes, 12 de junio de 2018

Leche materna de la Virgen, pañales del Niño Dios y algunas partecicas en la Catedral de Toledo

Ningún rey fue tan generoso como San Luis Rey de Francia, primer gran mecenas de la colección de reliquias de la Catedral. 

En 1248 dirigía una carta que acompañaba su donación en la que explicaba que “queriendo adornar vuestra iglesia con un excelente don por medio de nuestro amado Juan Venerable Arzobispo de Toledo, y a su instancia, os enviamos algunas preciosas partecicas de los venerables y señalados (…) que tuve del Tesoro del Imperio Constantinopolitano”.

 Otra vez las Cruzadas, otra vez el siglo XIII, otra vez las sospechas de autenticidad…

Relicario de la Santa Espina de San Luis Rey de Francia

De la colección de reliquias de San Luis Rey de Francia procedía la primera espina de la corona de Cristo que llegó a Toledo, un botecito con “leche de la Santa Virgen María” (reliquia que la Catedral de Toledo compartía con la de Oviedo), de la túnica purpúrea de que fue vestido el Señor en su Pasión, la toalla con la que se secó cuando lavó los pies a los discípulos, la sábana con la que estuvo envuelto en el sepulcro y algunos de los primeros pañales del Niño Dios. 

Estas fueron y son, sin duda, las que más quebraderos de cabeza han dado a los que han querido estudiar el origen y la dispersión de las reliquias de Toledo, más allá de su supuesta veracidad o no. Porque muchas hoy, desafortunadamente, no se encuentran en el Ochavo. El lignum crucis (dos trozos de piedra de la columna en la que fue flagelado Cristo) se conserva en un relicario del siglo XIV que aún se emplea en el ritual de nombramiento de los arzobispos toledanos. 


También la espina de la corona, custodiada en un relicario de plata dorada del siglo XV, y un lujoso relicario de plata en el que se conserva la carta remitida en 1248 haciendo donación de las reliquias. Pero no hay rastro de la leche materna de la Virgen María, de los pañales, las toallas ni el santo sudario.

Sea como fuere, la devoción por estos objetos tocó techo durante el Barroco y ciertamente comenzó a decaer cuando se fueron abriendo paso el racionalismo y la Ilustración. Pero en absoluto desaparecieron. 

Que las reliquias fueron perdiendo con el tiempo su función mágica y devocional para convertirse en objetos de lujo propios del gusto de coleccionistas de arte y rarezas lo prueba un robo reciente, sin duda decidido y ofrecido por algún coleccionista de arte y no ya por un fiel cristiano. 

Despojadas de su sentido original, hoy estos tesoros del cielo siguen despertando curiosidad pero sobre todo morbo a quienes, ya desde un punto de vista aconfesional, se acercan a observar algunos de los relicarios que son a la vez una muestra de arte, riqueza y poder, y no sólo (o no tanto) un signo de devoción

Al menos hasta que alguien dé con el paradero del bote de lecha materna de la Virgen María o pruebe, como muchos deseamos, que los Reyes Magos no son quienes están custodiados en la urna de la catedral de Colonia.

https://tulaytula.com/las-reliquias-de-toledo-leche-de-la-virgen-panales-de-cristo-y-muchos-huesos/

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