EL PROBLEMA DEL SELLADO DE LOS GÉNEROS
El control de los géneros por medio del sellado era algo que interesaba enormemente no sólo a los veedores, pqr el beneficio que les reportaba la tasa que cobraban por ello, sino a las autoridades.
Son continuas las alusiones, órdenes y resoluciones sobre ello.
Así, en la última resolución real citada, se ordena, entre otras cuestiones, que todas las piezas fabricadas o que aún se hallasen en los telares se reconocieran y sellasen con el sello correspondiente y si estuviesen faltas de ley se les pusiera un sello de plomo con una «F" para que se reconociese públicamente su defecto.
El 18 de agosto de 1684, se reunieron en casa del Corregidor los representantes de los fabricantes del Arte Mayor de la Seda y los veedores.
Por los primeros estuvieron el jurado Juan Romo Tejero y Francisco Jiménez de Oco y por los veedores, Diego Ballesteros, José Diego y Gregorio Calderón.
Entre los acuerdos a que llegaron se halla el del precio de los sellos de los tejidos:
- Cada pieza grande ....................................................................196
- Cada pieza de manto y de cada guardapiés de posei .................20 mrs.12
- Cada pieza entera de guardapiés ...............................................20 "
- Cada pieza de liga ......................................................................12
- Cada pieza de colonia ................................................................10 "
- Cada pieza de listón .................................................................... 8
- Cada pieza de reforzada................................................................4 "
- Cada par de medias de hombre .................................................10 "
- Cada par de medias de mujer ................................................ . 8
Terminada la reunión, los veedores pusieron en conocimiento del Corregidor que muchos géneros fabricados en los pueblos del contorno de Toledo pasaban a Madrid, Sevilla y otros lugares sin el reconocimiento de los veedores de Toledo y solicitaban que se obligase a que viniesen a sellarlos en la capital porque introducir en la Corte tejidos falsos o sin ley, peso y marca era muy fácil por la mucha concurrencia y aglomeración comercial que allí se daba. Asimismo demandaron que no se volviesen a sellar en Madrid los tejidos que los veedores ya habían sellado en Toledo, pues iba en detrimento de su honor y credibilidad, además de encarecer el género con un segundo sello.
También propusieron que no se sellasen las medias porque se encareCÍan demasiado y además era fácil observar a simple vista si eran o no de la calidad indicada en la nueva ordenanza 10. Por carta de 28 de agosto de 1687 se vuelve a recordar por la Junta de Comercio la obligación del sellado de todos los géneros y el 22 de octubre de 1691 el Corregidor de Toledo, D. Francisco Bargas y Lezama, dicta un auto ordenando que todos los tejidos fabricados en Toledo que se envíen a Madrid u otros lugares, debían sellarse y prohíbe sacar ningún tejido sin sellar, amenazando con pasar a ejecutar las penas correspondientes expirado el plazo de 8 días que marca en su auto 21.
En 1692, este mismo Corregidor, vuelve a emitir una orden, según mandato de la Junta de Comercio, por la que se obligaba a todos los fabricantes de tejidos de seda y medias de los pueblos del reino de Toledo a traerlas a la capital y que aquí fuesen revisados y sellados, como se ejecutaba con los que se fabricaban dentro de la ciudad, para poder proceder posteriormente a su venta. Se apercibía que se darían por perdidas las mercaderías que se comerciasen sin sello 22
Un mes más tarde, la misma autoridad, ordenaba a los fabricantes de telas de oro, seda y lana que pusieran sus nombres en todos los géneros que fabricasen, además de mandarlos sellar de la forma ya ordenada 2.1. El problema del sellado era de tipo endémico. Las continuas órdenes sobre la observación del mismo nos demuestra cómo los propios sederos tan amantes y exigentes de las ordenanzas, trataban siempre de eludir las normas de fabricación obligatorias, en especial los fabricantes o mercaderes que daban a elaborar a los maestros tejedores, prueba inequívoca de que se vendían mejor los géneros no ajustados a ordenanzas.
LA VIDA DE LA FÁBRICA EN EL SIGLO XVIII
La desastrosa situación de la fábrica de seda de Toledo hace elevar al gremio un informe en 1714 exponiendo los motivos de su decadencia y proponiendo para su restablecimiento una serie de medidas que nos muestran una vez más su hermetismo, rigidez, corporativismo y esclerosis, así como sus ideas cerradas y obtusas, que en lugar de beneficiar a sus componentes eran causa de la ruina de la fábrica y, por lo tanto, de la economía de la ciudad.
Entre sus propuestas estaba una en la que pedían que «todos los que no fuesen maestros o mercaderes de escritorio no pudiesen dar a labrar a otras personas medias ni listoneria ordinaria, y que solamente se les permitiese labrarlas por sus manos, o las de sus hijos, sin enseñarlo a otras personas, por pertenecer esto a los maestros del arte». Otro medio solicitado era el de que se prohibiese la fábrica de listonería de Villaseca de la Sagra y otros lugares así como también la de medias de Tembleque ".
El proceso de hundimiento de la fábrica de seda de Toledo no se detenía. En abril de 1738,en una visita realizada el 14 de dicho mes, se hallaron trabajando 180 telares de ancho y 410 parados, mientras que los de listonería eran muy pocos en marcha, quedando unos 800 sin trabajo. El motivo de esta brutal suspensión de telares en los últimos seis meses lo achacan los veedores al alto precio alcanzado por la seda debido a la gran exportación que se había experimentado. Pero no solamente eran los telares de ancho y angosto los parados, también había cesado la mayor parte de la fábrica de medias, produciéndose por estos motivos un alto grado de paro laboral en la ciudad, con el deterioro social que como consecuencia conllevaba ".
Unos meses más tarde y debido al celo y actividad del Ayuntamiento en favor de los fabricantes sederos, aumentó el número de telares produciendo. De listonería serían unos 3.000, extendidos por Toledo y sus cercanías (Villaseca, Mora, Villaluenga, Polán, Casasbuenas, Cuerva, Guadarnur, Esquivias y otros).
Los de ancho llegaron a 264, quedando parados 279, distribuidos de la siguiente manera.
Telares Telares Libras de Género corrientes* parados seda al año
Ropas de hierro (terciopelos, fondos, rizos,
piñuelas y felpas) ...... . 68 52 16. 800
Tapiz,
medio tapiz, persiana y princesa ...... 75 28 21. 910
Damascos........................................ . 23 46 19 320
Rasos .............................................. . 29 47 14 960
Tercianela ......................................... . 9 12 5 880
Pañuelos ......................................... . 31 46 21 560
Mantas y tafetanes ............................ . 8 29 3 220
Telas de oro y plata ......................,.... . 8 3 2 110
Gorgoranes ................................. . . 13 16 5 950
TOTALES ...................................... . 264 279 111 7100
* Los telares que trabajaban solían hacerlo 250 días al año. Los parados se hallaban hábiles y prontos para iniciar el trabajo en ellos si fuera necesario. Además de los referidos, en los desvanes y sótanos de las casas de los fabricantes había otros tantos que, por los malos tiempos que se estaban atravesando, se hallaban arrinconados y escasamente dispuestos.
A estos había que añadir los existentes en Fuensalida, que en 1731 eran 17 de damasco 20. Los telares de ancho andando y parados, aunque dispuestos, necesitaban al año 111.710 libras de seda de Valencia, distribuida como queda indicado en el cuadro anterior y contando 250 días de trabajo al año (205,70 libras cada uno de media).
Los telarillos precisaban aproximadamente 76.500 libras y la fábrica de medias, que se hallaba extendida además de en la capital, por Mascaraque, Mora, Yepes, Puerta, Olías, Ciruelos, Tembleque, Villasequilla, Dosbarrios, Ocaña, Burguillos, Cobisa y otros lugares, necesitaba unas 30.000 libras, lo que hacía un total de 218.210 libras castellanas de seda, que en libras valencianas equivalían a 272.762,5 libras.
Un nuevo impulso a la decaída industria sedera de Toledo vino a dársela la creación en 1748 de la Real Compañía de Comercio y Fábricas,gracias al celo e ilusión de don Bernardo de Rojas y Contreras, regidor perpetuo de la ciudad, aunque encontrase la inquina, protesta y enemiga del gremio y del Ayuntamiento, por diversas causas.
En 1750 el auge continúa y la compañía llegará a tener una media de 182 telares y en 1751 de 242. En 1752 llegaría en cierto momento a mantener 258, pero la media anual es de 247. Los telares de ancho de los particulares continuaban manteniéndose, pero a la baja, ya que en 1750 la media rondaba los 365, en 1751 los 270 y en 1752 los 293 27 • Esta trayectoria supone que en 1749 la Real Compañía tenía el 24% de los telares anchos de Toledo, en 1750 el 30%, en 1751 el 38,8% y en 1752 el 42,4%. La progresión era evidente y significativa.
En cuanto a los telares de angosto (pasamanería y listonería), la Compañía no tuvo normalmente fá- brica, aunque en 1749 llegó a tener en marcha 10; sin embargo puso en funcionamiento 16 de medias de seda (telares que antes no había habido en Toledo).
Al contrario que los de ancho, entre los particulares sí que crecieron los telares de angosto en número abundante, pasando de unos 2.125 en 1747 a 3.151 (130 de pasamanería y 3.021 de listonería) en 1750 y 3.425 de ambos tipos en 1752 'R.
Estos últimos telares reseñados se hallaban repartidos de la siguiente manera:
Toledo ................... 1.662
Mora......................... 726
Villaseca................... 654
Casas buenas ............. 48
Polán ........................ 225
Villaluenga ............... 98
Ajofrin .....................
Mascaraque ................ 6
Cuerva ........................ 4
Noez............................ 1
TOTAL................. 3.425
LAS MEDIAS DE SEDA DE TELAR
Muy interesante es la breve historia de la implantación de los telares de medias de seda. La manufactura de medias de seda de punto y aguja era antiquísima en Toledo y su contorno, de cuando todavía no se conoCÍ- an las de telar. Eran hechas por mujeres y daban mucho trabajo y riqueza, pues eran altamente requeridas por su prestigio, reconocido hasta en el extranjero. Su decadencia data de los tiempos de Felipe IV, y en los de Carlos II y Felipe V su comercio era nulo, quedando reducida su producción a la que se trabajaba para el consumo de la ciudad y algunos encargos particulares. La moda cambió y el mercado requería en tiempos de Fernando VI medias de seda tejidas a telar, por ello la Compañía estableció en Toledo en 1749 esta fábrica (ya vimos como a finales del siglo XVII hubo un intento de introducir este sistema en Toledo, que no cuajó por falta de capital suficiente para la instalación de los telares), llegando a tener 16 telares que eran trabajados por familias venidas de Barcelona.
El sistema consistía en que la Real Compañía les proporcionaba los telares y la seda y concertaban con ellas el valor de cada par. Al cabo de un período de tiempo se hacían cuentas para ver quien quedaba alcanzado. La decadencia de la Compañía trajo consigo el hundimiento de esta fábrica. A finales de siglo quedaba reducida a: Año 1786 = 4 telares corrientes que tejieron 640 pares al año. Año 1787 = 12 telares corrientes que tejieron 449 pares al año. A raíz de la instalación de estos telares de medias por la Compañía aumentó el número de aprendices que pretendían aprender esta técnica.
El tiempo normal de aprendizaje era de cuatro años, aunque había contratos por tres y por seis años y medio. Muchos maestros trabajaban en la Compañía, tales como Juan de Aula, Pablo Font y el francés Michael de Lon. Pablo Font cobraba por enseñar entre 300 y 450 rs. por todos los años requeridos. Para conocer un poco más a fondo las relaciones laborales de este mundo destacaremos las cláusulas más importantes del contrato entre Michael de Lon y José Esteban Fernández, padre de Juan, a quien pone como aprendiz de aquél: 204 La duración del aprendizaje sería de cuatro años. Viviría en casa del maestro, donde dormiría, pero no comería allí, sino que Michael le daría a Juan 2 reales diarios para que almorzase, comiese y cenase donde le pareciera. Cada año de los cuatro le daría dos pares de zapatos de 12 rs. y otros dos de medias de 6 ó 7 reales el par. También recibiría una capa, una chupa, calzones de paño de a 18 ó 20 rs. la vara, un sombrero y dos camisas. Si no se hallara hábil al cabo del tiempo estipulado, seguiría con él hasta adquirir la destreza necesaria para aprobar el examen y le daría el jornal correspondiente a un oficial.
Debería tejer como mínimo 5 pares de medias a la semana, fuera completa o con días de fiesta, y todos los que hiciera de más se los pagaría a 5 rs. cada uno. Si el maestro falleciera en el período de estos cuatro años, el aprendiz se obligaba a servir a María Conill, viuda del que fuera maestro de este arte, Juan de la Torre, en cuya casa habitaba Michael de Lon y estaban los telares en los que tejía. Si Michael saliera de casa de María Conill, el aprendiz debería marchar con él hasta terminar el tiempo del contrato, no saliendo de los dominios de España, pues en tal caso cesaría el compromiso y obligación, satisfaciéndole entonces lo que prorrata legítima hubiese ganado. María Conill, por su parte, contrata a Francisco Díaz Moreno, al que sólo le faltaban dos años para cumplir el tiempo de aprendizaje, con la condición de que tejería 6 pares de medias a la semana, excepto en la que hubiese algún día de fiesta en la que se rebajaría un par. Si tejiera más de 6 pares le pagaría 8 reales por cada par que sobrepasara esa cantidad o'.
En 1767 se instaló en Madrid una compañía de lonjistas que se dedicó a traficar con muy diversos productos. No había pasado un año de su actividad cuando entró a comerciar en el ámbito toledano. Comenzó introduciendo porciones de seda cruda que vendía a los sederos de esta capital al fiado o a cambio de tejidos y medias. Logró mantener en Toledo 14 telares. La producción de los mismos, unida a la que compraba a artesanos de la ciudad, la exportaba a América
En 1789 el fabricante que mantenía más número de telares de esta fá- brica era D. Luis Femández con 7 en marcha, 2 de ellos de nueva invención, que sacaban las medias modelo "a la inglesa» de punto atado, de manera que no se corrían y eran muy duraderas. A tal grado llegó su fama y aceptación, dadas sus cualidades, que no daba abasto a producir las suficientes para atender todos los pedidos]'.
Ángel Santos Vaquero
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