La expresión de hoy, usada por el Cardenal Cisneros hace unos cinco siglos, es bastante conocida y en alguna ocasión se usa en el lenguaje habitual.
Ocurrió cuando este hombre, que fue cardenal, arzobispo de Toledo y primado de España e inquisidor general de Castilla, ostentaba temporalmente el poder en ese lugar por la muerte de Fernando II de Aragón, es decir, Fernando el Católico.
Ya había sido Cisneros el máximo poder castellano unos años antes, cuando al morir Felipe el Hermoso fue presidente del Consejo de Regencia de Castilla.
Muerto Fernando el Católico y mientras esperaban la llegada de Carlos V desde Flandes, que sería Carlos I aquí, Cisneros se hizo con el poder y aquello no gustó demasiado a alta nobleza castellana, que confiaba en anteponerse a un rey que tenía por extranjero, Carlos V, y no tomaban en consideración a una reina incapacitada para gobernar, Juana la Loca.
Cardenal Cisneros
Así, recibió el cardenal la visita poco amistosa de algunos de estos nobles, entre los que estaban el duque del Infantado y el conde de Benavente. Con malos modos y en tono desafiante, le preguntaron por las razones y apoyos que le habían llevado a hacerse con el poder en Castilla. Suponían que el vacío de poder, de no haberlo ocupado Cisneros, les habría dejado el camino limpio para sus intereses. Al ser preguntado, y según parece con tranquilidad y sosiego, Cisneros se acercó hasta el gran ventanal que había en la estancia y apuntando con su mano a las piezas de artillería que tenía colocadas en el patio de armas de su residencia, les dijo a los nobles la famosa frase que ha pasado a la historia:
Señores, estos son mis poderes.
Y aquello fue efectivo, porque una cosa es hacerse con el poder cuando está vacío el mismo y otra es vérselas a fuego y hierro con un cardenal que estaba dispuesto a algo más que a rezar por defender su postura.
Francisco Jiménez de Cisneros
Información personal
Nombre secular Emmo. y Rvmo. don Francisco Cardenal Ximénez de Cisneros
Escudo de Francisco Jiménez de Cisneros
Biografía
Tras el fallecimiento de su padre, regresa a
Castilla y consigue el arciprestazgo de
Uceda, enfrentándose con el arzobispo de
Toledo, lo que significó el encarcelamiento de don Gonzalo por el
arzobispo Carrillo durante algunos años. A pesar de su reclusión, Cisneros no renunció a su cargo, en el que fue mantenido por el cardenal
Gónzalez de Mendoza, aunque el encierro debió de durar poco tiempo según se deduce en algunas biografías, pues poco después, en
1478, Cisneros era capellán mayor de la catedral de
Sigüenza.
Sufrió una profunda crisis espiritual que le llevó a entrar en la
orden de los
franciscanos; fue entonces cuando sustituyó su nombre de Gonzalo por el de Francisco en honor a San
Francisco de Asís. Se encerró en el
convento de la Salceda y durante siete años llevó una vida monacal.
De allí lo sacó la reina
Isabel la Católica en el año 1492, tras convencerle de que aceptara ser su
confesor, siguiendo los consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal González de Mendoza, primer protector de Cisneros.
Fue nombrado provincial de la orden franciscana, y acometió en ella una profunda reforma. Más tarde reformó el clero secular.
Escudo de Cisneros en el Ayuntamiento de Torrelaguna.
Isabel la Católica tuvo en Cisneros no sólo un confesor, también un consejero. Al morir la reina,
Juana I de Castilla y su esposo
Felipe de Habsburgo fueron nombrados reyes de
Castilla. El 24 de septiembre,
3 un día antes de la muerte de Felipe I, los nobles acordaron formar un Consejo de Regencia interina para gobernar provisionalmente el reino
4presidido por Cisneros y formado por el
Almirante de Castilla, el
Condestable de Castilla, Pedro Manrique de Lara y Sandoval
duque de Nájera, Diego Hurtado de Mendoza y Luna,
duque del Infantado, Andrés del Burgo, embajador del Emperador, y Filiberto de Vere, mayordomo mayor del rey Felipe.
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La nobleza y las ciudades contendieron acerca de quién debía desempeñar la Regencia, pues por un lado estaban lo que querían al emperador
Maximiliano durante la minoría del príncipe
Carlos, como los Manrique, Pacheco y Pimentel; y por otro lado, los que querían la regencia
Fernando el Católico tal y como quedó establecida en el testamento de Isabel la Católica y las cortes de Toro de 1505, como los Velasco, Enríquez, Mendoza y Álvare de Toledo.
7 8 Sin embargo, la reina Juana trató de gobernar por sí misma, revocó e invalidó las mercedes otorgadas por su marido, para lo cual intentó restaurar el Consejo Real de la época de su madre.
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Sin consultar a Juana, Cisneros acudió a Fernando el Católico para que regresara a Castilla.
10 Pero a pesar de los intentos de Cisneros, nobles y prelados, la reina no reclamó a su padre para gobernar
11 y de hecho llegó a prohibir la entrada del arzobispo a palacio.
12Para dar legalidad al nombramiento de regente a Fernando el Católico, el Consejo Real y Cisneros buscaron encauzar el vacío de poder con la convocatoria de Cortes, pero la reina se negó a convocarlas, y los procuradores abandonaron Burgos sin haberse constituido como tales.
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Tras regresar de tomar posesión del
Reino de Nápoles, Fernando el Católico se entrevistó con su hija el 28 de agosto de 1507,
14 y volvió a asumir el gobierno de Castilla. En diciembre de 1509 pactó con el emperador la renuncia de las pretensiones imperiales de regencia en Castilla, y en las Cortes de 1510 le ratificaron como regente.
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Tumba del Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares.
Agradecido con Cisneros, el Rey Católico le consiguió el capelo cardenalicio. Entre 1507 y 1516, aun con extremadas dificultades, Cisneros y el rey Fernando lograron devolver un tanto el prestigio que la monarquía había perdido.
16 Se renovó el entusiasmo conquistador, desempeñando Cisneros un papel importante en la
conquista de Orán, al igual que en los tiempos de Isabel la Católica había participado de manera activa en la
conquista de Granada.
Muerto Fernando el Católico, por disposición testamentaria Cisneros queda constituido nuevamente como Regente del Reino de Castilla hasta que el joven príncipe
Carlos, que se encontraba entonces en
Flandes, viniera a España para ocupar el trono. En esta etapa de casi dos años, Cisneros, que contaba ya con ochenta años, mostró unas dotes políticas y una habilidad para gobernar extraordinarias. Supo hacer frente a un clima interior extremadamente inestable, con los nobles castellanos ávidos de recuperar el poder perdido, así como a las intrigas de los que pretendían sustituir en el trono español a Carlos por su hermano
Fernando, que había sido educado en España por Fernando el Católico.
Los acontecimientos se desbordaron y Carlos fue proclamado en
Bruselas rey de Castilla y Aragón en un acto que se podría asemejar a un golpe de Estado, pues la reina legítima era Juana y nadie había proclamado su destitución. Sin embargo, Cisneros se advino a los hechos de Bruselas y envió emisarios a Flandes urgiendo la inmediata presencia de Carlos como único medio de parar las inquietudes de rebelión que corrían por el reino. Así pues, de facto había dos gobiernos: el de la corte de Bruselas y el de Cisneros en Castilla.
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Labor cultural
Durante su vida participó, en mayor o menor medida, en todo lo que se hizo durante el reinado de los Reyes Católicos y contribuyó de forma decisiva a la configuración del nuevo Estado. Reformó la vida religiosa, que había caído en una gran relajación moral y una variedad intelectual. Supo ver que toda renovación empezaba por la educación y, sin ser un erudito, fundó en
Alcalá de Henares una de las instituciones que más ha influido en la cultura española: la
Universidad Cisneriana.
La universidad fue fundada en el año
1499 a partir del antiguo Studium Generale de
Alcalá de Henares, del que Cisneros fue alumno. La
Universidad de Alcalá fue la primera universidad renacentista,
humanista y universal. Cisneros fue consciente de la transcendencia de su fundación y no escatimó esfuerzos para dotar a su Colegio del marco urbanístico adecuado, de una buena financiación y de los mejores maestros de la época, por lo que la villa de
Alcalá de Henares se vio enormemente beneficiada con ello. La primera piedra del edificio que lo albergaría la puso Cisneros el 14 de marzo de
1501; en
1508 comenzaron las clases y en
1510 dotó a su fundación de unas Constituciones. Cisneros dotó a la nueva Universidad de Alcalá con una magnífica biblioteca, donde un elevado porcentaje de libros versaba sobre ciencias naturales.
Además sustituyó el deteriorado templo medieval de San Justo por un bello edificio
gótico. Se trata de la
Iglesia Magistral de Alcalá de Henares (actualmente Catedral Magistral) situada en pleno centro de la ciudad, en la que se encontraba su sepultura. No obstante, el sepulcro, obra de
Domenico Fancelli, se halla hoy día en la capilla de San Ildefonso, adscrita al antiguo Colegio Mayor del mismo nombre.
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Curiosidades
Retrato del Cardenal en la sala capitular de la Catedral primada, por
Juan de Borgoña.
Origen de las iglesias magistrales
Como curiosidad, actualmente existen dos iglesias magistrales, una en Alcalá de Henares y otra en
Lovaina. ¿Por qué «magistral»?
El título, actualmente poco más que honorífico, significaba entonces que una parte importante del cabildo de la iglesia debía estar formado por maestros(magister) de la Universidad. Con esta disposición, el Cardenal solucionaba otra de sus preocupaciones: dotar de «jubilación» a sus profesores eméritos, dado que al entrar a formar parte del cabildo estarían percibiendo una pensión vitalicia de las rentas eclesiásticas. De otra manera, al cesar por edad en sus funciones docentes en la universidad, no tendrían más sustento que el que hubieran podido ahorrar durante su vida activa. En su leyenda cuenta que fue un hombre justo.
Origen del apellido de familia
En 1501 el cardenal Cisneros instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo. Hasta entonces las personas se identificaban con su nombre y un apellido o mote que reflejaba el lugar de procedencia, el oficio o alguna característica de la persona, por lo que miembros de una misma familia, incluso hermanos, podían tener diferente apellido. Este sistema producía un tremendo caos administrativo para poder identificar a las personas por familias. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado y pasaría a ser el de todos sus descendientes.
Una ciudad con su nombre
Durante la época en la que el
Sáhara Occidental pertenecía a España, estaba dividido en dos provincias, y la capital de Río de Oro recibió en honor de este cardenal el nombre de
Villa Cisneros, que hoy también se denomina
Dajla.