lunes, 23 de mayo de 2022

En Ruta por las Torres y Castillos de Gerona (I): Del Castillo de Montsoriu al Castillo de la Bisbal

Castillo Gótico de Montsoriu, Gerona

Castillo de Pals, Gerona

Castillo de Tossa del Mar, Gerona

Castillo de Farners, Gerona

Castillo de Lloret de Mar, Gerona

Peratallada, Gerona

Esta ruta propone visitar algunos de los castillos medievales más imponentes de  Gerona. 

El patrimonio se combina en algunos de ellos con la gastronomía y el turismo de lujo.

Gerona es un destino perfecto para hacer todo tipo de turismo ya que tiene pueblos medievales, playas paradisiacas, caminos de ronda, naturaleza pura… pero además de todo esto, en este rincón de Cataluña es donde se pueden conocer y descubrir asombrosos castillos. En este post os queremos enseñar los castillos más bonitos de Gerona.

Los castillos fueron el elemento vertebrador de la sociedad gerundense de buena parte de la Edad Media. 

Desde que a finales el siglo VIII los carolingios del norte contuvieran y empujaran a los musulmanes hacia el sur, Gerona comienza a poblarse de castillos que desempeñan un papel fundamental en la defensa de la primitiva Marca Hispánica y de los condados catalanes que comienzan a independizarse de la tutela carolingia a partir del siglo X. 

En esta ruta por los castillos de frontera de Gerona visitaremos algunas de esas fortalezas que marcaron la historia de la región.

Indice:


1. Como llegar al Castillo de Montsoriu, origen de nuestra Ruta

 

 El Castillo de Montsoriu está entre los términos municipales de Arbúcies y Sant Feliu de Buixalleu, a las puertas del Parque Natural del Montseny

Para acceder al castillo debemos dejar el coche en el aparcamiento de Coll de Castellar, siguiendo estas indicaciones. Hay una caseta de información pero cuando fuimos nosotros estaba cerrada.

Seguid siempre las indicaciones hacia el castillo. El camino es una pista sin dificultad. Pasa por un bosque clásico de la zona, donde abundan encinas, alcornoques y madroños.

2. Croquis de nuestra Ruta



3. Algo de Historia

La Marca Hispánica era el territorio comprendido entre la frontera político-militar del Imperio carolingio con al-Ándalus (al sur de los Pirineos), desde finales del siglo VIII hasta su independencia efectiva en diversos reinos y condados.

Marca Hispánica

Fue una zona colchón creada por Carlomagno en 795 más allá de la antigua provincia de Septimania, como una barrera defensiva entre los omeyas de Al-Andalus y el Imperio Carolingio franco (ducado de Gascuña, ducado de Aquitania y la Septimania carolingia). A diferencia de otras marcas carolingias, la Marca Hispánica no tenía una estructura administrativa unificada propia.

Tras la conquista musulmana de Hispania, los carolingios intervinieron en el noreste peninsular a fines del siglo VIII, con el apoyo de la población autóctona de las montañas. La dominación franca se hizo efectiva entonces más al sur tras la conquista de Gerona (785) y Barcelona (801). 

La llamada «Marca Hispánica» quedó integrada por condados dependientes de los monarcas carolingios a principios del siglo IX. Para gobernar estos territorios, los reyes francos designaron condes, unos de origen franco y otros autóctonos, según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona.

El territorio ganado a los musulmanes se configuró como la Marca Hispánica, en contraposición a la Marca Superior andalusí, e iba de Pamplona hasta Barcelona. 

De todos los condados, los que alcanzaron mayor protagonismo fueron los de Pamplona, constituido en el primer cuarto del siglo IX en reino; Aragón, constituido en condado independiente en 809; Urgel, importante sede episcopal y condado con dinastía propia desde 815; y el condado de Barcelona, que con el tiempo se convirtió en hegemónico sobre sus vecinos, los de Ausona y Gerona.

Tras la conquista musulmana de la península ibérica, los condados que posteriormente formarían el Reino de Aragón (Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, de occidente a oriente), se constituyeron como marcas carolingias al frente de las cuales se ponía un marqués o gobernador franco. 

Un obispado que quiso crear Raymond a fin de desligar sus territorios de la dependencia del Obispado de Urgell que había dispuesto ex novo Carlomagno en un precepto hoy desaparecido pero datable entre los años 800-814 (incluso la legalidad de esa dependencia y la existencia de ese documento hoy está en duda habida cuenta el reciente descubrimiento de la falsedad del Acta de Consagración de Catedral de Urgell, que consagraba esa dependencia). A finales del siglo IX siguió el ejemplo de Raymond el conde Wifredo el Belloso. Orígenes de los condados catalanes

Europa a la muerte de Carlomagno.

Inmediatamente después de la conquista carolingia, en los territorios dominados por los francos, se encuentra la mención de unos distritos político-administrativos —Pallars, Ribagorza, Urgel, Barcelona, Gerona, Osona, Ampurias, Rosellón— que reciben el nombre de condado, dentro del cual, como subdivisión, existen otras circunscripciones menores, el «pago» (pagus, en singular), como por ejemplo, Berga o Vallespir.

El origen de estos condados o pagos se remonta a épocas anteriores a los carolingios, tal como lo testimonia la frecuente coincidencia entre sus límites y los de los territorios de antiguas tribus íberas; como ejemplo, el condado de Cerdaña correspondía al pueblo de los ceretanos, el de Osona al de los ausetanos, y el pagus de Berga a los bergistanos o bergusis. 

Inicialmente la autoridad condal recayó en la aristocracia local, tribal o visigoda, pero los intentos de convertir sus demarcaciones en señoríos hereditarios obligó a los carolingios a sustituirlos por condes de origen franco. De este modo, en Gerona, Urgel y Cerdaña hubieron de aceptar en el año 785 la autoridad franca que impuso el Imperio carolingio en estas marcas como baluarte contra la pujante expansión del emirato cordobés del poderoso Abderramán I, ya independizado de oriente. 

Asimismo, Carlomagno, que en esta época rivalizaba por el dominio de occidente con el Emirato de Córdoba, situó marqueses y consolidó su poder ocupando Ribagorza, Pallars, Cerdaña, Besalú, Gerona, Ausona y Barcelona donde estableció caudillos con prerrogativas militares para oponerse a las ofensivas musulmanas. A lo largo de todo el siglo IX los condados hispánicos dependerán del emperador carolingio.​

El poder religioso en estos condados dependió del arzobispado carolino de Narbona durante más de cuatrocientos años entre los siglos VIII y mediados del XII, cuando en 1154 el papa Anastasio IV otorgaba a la sede tarraconense el título de metropolitana. 

Todo ello pese a los intentos en este periodo de restaurar un arzobispado propio similar al que tuvo el Reino visigodo en Tarragona de Sclua (fines del IX) o Cesareo, que quiso restaurar el arzobispado en Vich en 970 sin conseguirlo. De tal modo que la Marca Hispánica dependía tanto del poder civil, como del poder religioso franco.​

En todo caso, el territorio de la Marca Hispánica se estabilizó durante todo el siglo IX en una frontera entre el Reino de Carlomagno y la Marca Superior andalusí delimitada por las sierras de Boumort, Cadí, Montserrat y Garraf.

Condados pirenaicos procedentes de la Marca Hispánica de Carlomagno.

Es el siglo X el del esplendor político y militar del Califato de Córdoba, por lo que el condado de Barcelona y el condado de Osona se mantuvieron a la defensiva durante toda esta época; no obstante Almanzor atacó Barcelona en el año 985 y la mantuvo en estado de sitio durante más de una semana, para finalmente saquear la capital condal.​

Solo con la desmembración del califato cordobés, los condados de Urgel y de Barcelona pudieron pasar a la ofensiva y, como el resto de los estados cristianos, iniciar una expansión de su territorio mediante repoblación de tierras y conquistas militares con el apoyo financiero del cobro de parias a las taifas andalusíes a cambio de compromisos de no agresión.​

Con el tiempo, los lazos de dependencia de los condados respecto de la monarquía franca se fueron debilitando. La autonomía se consolidó al afirmarse los derechos de herencia entre las familias condales. Esta tendencia fue acompañada de un proceso de unificación de los condados hasta formar entidades políticas más amplias.

Wifredo fue el último conde de Barcelona designado por la monarquía franca y el primero que legó sus estados a sus hijos. Consiguió reunir bajo su mando una serie de condados pero no los transmitió unidos en herencia a sus hijos. Conde de Urgel y Cerdaña en 870, recibió en el año 878 los condados de Barcelona, Gerona y Besalú de los reyes carolingios.

Los condes que sucedieron a Wifredo al frente del condado de Barcelona mantuvieron su lealtad a los carolingios, incluso frente a los intentos de diversos usurpadores de ocupar el trono franco. 

Así, durante el reinado de Carlos el Simple se mantuvo la cronología según sus años de reinado en los documentos del condado, pero esta costumbre se interrumpió durante el gobierno de Raúl de Borgoña, y volviendo posteriormente a ser restaurada con el retorno de los carolingios al poder con Luis de Ultramar en 936. De todos modos, no consta que el conde Suñer I fuese a rendirle homenaje personalmente ni que le jurase fidelidad, aunque sí acudieron diversos clérigos y magnates del condado.​

En el 985 Barcelona, entonces gobernada por el conde Borrell II, es atacada e incendiada por Al-Mansur que la saquea el 6 de julio, tras ocho días de asedio. El conde se refugia entonces en las montañas de Montserrat, en espera de la ayuda del rey franco, pero no aparecen las tropas aliadas, lo que genera un gran malestar. 

Vivir en la frontera

Estos castillos, que solían situarse en lo alto de cimas u otros puntos con gran visibilidad, iban configurando una red que respondía a un proyecto tanto de defensa como de dominación del territorio circundante. En cambio, en los valles y llanuras se multiplicaban los edificios de carácter religioso, los cuales constituían una segunda red territorial, promovida por abades, obispos y magnates, y que indican la multiplicación de los núcleos de población.
Desaparición

El imperio almorávide.

Con la disgregación del califato de Córdoba a inicios del siglo XI, quedó en manos de las taifas fronterizas la defensa del territorio bajo dominio musulmán frente a los reinos y condados que habían configurado la Marca Hispánica y que, liberados de su dependencia de la monarquía franca, se mostraban cada vez más ansiosos por ampliar sus dominios. Para ello, los gobernantes de las taifas no dudaron en recurrir a tropas mercenarias cristianas. 

Así, probablemente fue en la batalla de Graus (1063) donde Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como El Cid Campeador, Mio Cid o simplemente El Cid (del árabe dialectal سيد, sīd, «señor»), peleó por primera vez, como caudillo de sus mesnadas mercenarias a las órdenes del rey taifa de Zaragoza Al-Muqtadir, quien de todos modos, a su muerte, y como ya había hecho su padre, volvió a dividir el reino al entregar a su hijo Al-Mutamin Zaragoza y la zona occidental, y a su hijo Al-Mundir, Lérida, Tortosa y Denia.

La llegada de los almorávides representó un freno temporal a esta expansión: derrotaron a Alfonso VI de León en la batalla de Zalaca de 1086 y se apoderaron de los reinos de taifas. Los protegieron de los cristianos y ayudaron a su economía con la introducción de una nueva moneda, pero su ocupación militar causaba un creciente desagrado. 

En 1090 el imperio almorávide reunificó las taifas como protectorados sometidos al poder central de Marrakech y destituyeron a todos los reyes de taifas excepto a Al-Mustaín, que conservó buenas relaciones con los almorávides, gracias a lo cual se mantuvo como reino fronterizo independiente, ya que, al constituir una avanzadilla de al-Ándalus frente a los cristianos, fue el único territorio que evitó la unificación almorávide.

Tras una tercera conquista islámica, Barbastro fue recuperada definitivamente en 1101 por el rey Pedro I de Aragón que, con el permiso del papa, la convirtió en sede episcopal, trasladando la sede desde Roda de Isábena.

La fecha en la que los condados catalanes se independizan formalmente de Francia es el 11 de mayo en 1258 con el tratado celebrado en Corbeil entre Jaime I de Aragón, el Conquistador y el rey de Francia Luis IX. 

En dicho tratado ambos reyes cedieron derechos sobre territorios, Jaime I sobre territorios occitanos y el francés sobre los condados catalanes, que pasaron a depender únicamente del monarca de la Corona de Aragón.


El estado de Andorra en los Pirineos y su historia proporcionan un típico ejemplo de los señoríos feudales de la región, siendo la única pervivencia actual de la Marca Hispánica.

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