miércoles, 4 de agosto de 2021

Origen e historia del Hospital Virgen de la Salud de Toledo (1965-2021)


El achacoso edificio hospitalario de Palomarejos cumple 56 años de vida, y va camino ya de su total cierre con el manifiesto temor vecinal de que si no procede adecuarle para una nueva singladura se convertirá en un mudo trasatlántico varado en la avenida de Barber

Rafael del CERRO MALAGÓN
TOLEDO 
Actualizado:25/05/2021 12:42h

Avanza la primavera de 2021 mientras persiste la aciaga pandemia de Covid-19 desatada el año anterior y las esperanzas puestas en el socorro de las vacunas. 

Con este fondo Toledo vive ya la paulatina actividad del nuevo Hospital Universitario que, en 2002, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha fijó alzarlo en el barrio de Santa María de Benquerencia. En 2007 las obras empezaron con un proyecto recién aprobado –y luego modificado- que finalizarían en 2020. 

La prevista apertura para dicho año fue detenida por la eclosión del coronavirus, reduciéndose, el 16 de noviembre, a inaugurar solo el edificio, aún sin atención sanitaria. Mientras, en el barrio de Palomarejos, el que fue el primer buque insignia de asistencia hospitalaria pública de la provincia, el Virgen de la Salud, refleja el continuado desgaste de su ya cumplido medio siglo de vida.

Una mirada a la dotación sanitaria del siglo XX en Toledo nos lleva a 1933 cuando la Diputación abrió, junto al castillo de San Servando, un nuevo y vanguardista proyecto de la época: el Hospital Provincial, trazado por Sánchez Arcas, Luis Lacasa y Francisco Solano. 

Al margen existían las clínicas privadas de renombrados médicos (García Cappa, Antonio Piga, Ramón Delgado, José Rivera…) o de mutuas obreras y patronales (La Casa del Pueblo y Soliss). Tras la Guerra Civil, dentro de un gran plan del Patronato Nacional Antituberculoso (P.N.A.), en 1952, surgió en el Valle un sanatorio «monográfico» cuya actividad –con zonas aún inconclusas- comenzó cuando remitía la prevalencia de la tuberculosis en España. 

Una reforma del PNA (1976) marcó su epílogo para albergar, años después, un centro de atención geriátrica, transferidas ya las competencias sanitarias a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Por otra parte, entre 1940 y 1965, fuera de los tres grandes recursos hospitalarios de la Diputación (el Provincial, la Maternidad y el Psiquiátrico) no existía ningún otro centro público. 

La población recibía atención quirúrgica en tres clínicas privadas: la de Nuestra Señora del Carmen (o Soliss); Santa Lucía (abierta por el doctor Gerardo Vilar) y la de San Nicolás promovida por el doctor Ricardo de la Puente. En Talavera, desde 1953, el doctor José Marazuela González creó otra clínica particular. Y es que, en estos lustros, la provincia quedó relegada en los primeros planes sanitarios estatales de posguerra.

En 1942 nacía el Seguro Obligatorio de Enfermedad cuya gestión se encomendó al Instituto Nacional de Previsión (INP). En 1945, para crear nuevos medios, se aprobó un Plan Nacional de Instalaciones Sanitarias a diez años vista, pronto mermado por la falta de recursos. 

En el camino quedaban sendos ambulatorios en Talavera y Ocaña, además del de Toledo unido a una Residencia Sanitaria, siendo esta última la única dotación que llegaría, por fin, en 1960. 

Para su ejecución, el INP la encargó a Germán Álvarez de Sotomayor (1907-1988), político ligado a la Organización Sindical en los años de posguerra antes de trabajar como arquitecto en diversos proyectos oficiales. 

Hasta 1951 planeó residencias, hospitales y ambulatorios en Jaén, Lugo, Málaga y un pequeño centro en Puertollano. En 1972 trazaría en Toledo otro hospital, el de Parapléjicos, con una planta en forma de «X», un edificio panóptico como ya hizo Enrique Egas (siglo XVI) en el Hospital de Santa Cruz, además de los que dejó en Santiago y Granada.

El 30 de junio de 1960, el Ayuntamiento de Toledo aprobó vender al INP una parcela en Palomarejos, junto a la carretera de Ávila, de 19.935 metros cuadrados –por 50 pesetas el metro- para levantar una Residencia Sanitaria. En el costado derecho estaba el eje de una futura calle y un «terreno del obispado» y en el izquierdo «terrenos del Ministerio del Ejército». 

La planificación de este ensanche urbano llegaría en 1964. Por entonces, la ciudad (con poco más de 40.000 habitantes), se gestionaba con un presupuesto de 37 millones de pesetas, estando en ciernes un Polígono Industrial de Descongestión, el impopular trasvase del Tajo y sin tener aún estudios universitarios.

El proyecto hospitalario de Sotomayor siguió el modelo «monobloque» vertical, vigente entonces en España, a partir de un conjunto con una planta en forma de «T». El eje transversal sería la fachada principal (siguiendo el esquema del de Málaga), inicialmente de cinco plantas para uso residencial, conteniendo el eje perpendicular el área quirúrgica y un cuerpo anexo de consultas.

 El 31 de mayo de 1965, Romeo Gorría, ministro de Trabajo, inauguraba el centro tras una inversión de 100 millones de pesetas para atender a 90.000 asegurados, con 226 camas, seis quirófanos y una plantilla de 55 médicos, 28 enfermeras, 35 auxiliares y 16 religiosas, siendo el primer director el doctor Sanz Fernández. 

La víspera, con la asistencia de altas personalidades del Estado, se había vivido la coronación de la Virgen de la Salud en la plaza del Ayuntamiento, en cuyos preparativos ya debió estar la idea a poner al nuevo hospital bajo su patronazgo. 

La prensa señala que tal nombre se impuso a una de las primeras niñas nacida en el centro, además de colocarse una imagen, tallada en madera, por Guerrero Corrales, en la capilla. En ambas jornadas, dada la avanzada edad del cardenal Plá y Deniel, los rituales religiosos fueron oficiados por el obispo auxiliar Anastasio Granados.

A pesar que alguna opinión ministerial veía aquella Residencia-Ambulatorio como algo excesivo para Toledo, lo cierto fue que pronto se precisaron obras de ampliación que se confiaron al propio Álvarez de Sotomayor. En 1969, junto al arquitecto Fernando Flórez Plaza, trazó el bloque de Maternidad, presupuestado en 104 millones e inaugurado en 1972. 

Un año después se planeó una gran reforma: la demolición del primer núcleo de consultas del ala derecha para crear otro cuerpo, accesible por una rampa y levantar, en el costado norte, el servicio de Urgencias y más plantas donde situar 251 nuevas camas, lo que sumaría un total de 491. 

En 1974, el centro conoció un pasajero desahogo al abrirse, el 1 de febrero, en Talavera, el hospital Virgen del Prado, cuya atención alcanzaría además a poblaciones de las provincias de Ávila y Cáceres.

El último cuarto del siglo XX, al gran agobio que ya sufría el Virgen de la Salud, se añadió un incendio desatado el 31 de enero de 1987 con trágicas consecuencias. A la obligada rehabilitación siguieron sucesivas mejoras en dotaciones clínicas y servicios con una creciente plantilla de facultativos, personal sanitario y no sanitario para atender, en 2018, un área de 430.000 habitantes. 

Al publicarse estas líneas, el achacoso edificio hospitalario de Palomarejos cumple 56 años de vida, y va camino ya de su total cierre con el manifiesto temor vecinal de que si no procede adecuarle para una nueva singladura se convertirá en un mudo trasatlántico varado en la avenida de Barber.

Rafael del CERRO MALAGÓN
TOLEDO 
Actualizado:25/05/2021 12:42h

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