miércoles, 27 de agosto de 2014

El Bandolerismo en el Siglo XIX en los Montes de Toledo

EL BANDOLERISMO EN EL SIGLO XIX

El siglo XIX supone la reaparición del bandolerismo en los Montes de Toledo y quizás con más virulencia que en ningún otro momento de su historia.

Las causas podemos encontrarlas en la inestabilidad política, social y económica del país, acrecentándose más aún en esta comarca que representa un islote en el centro peninsular entre los ríos Tajo y Guadiana, aproximadamente, 6.500 km2 de montes, rañas, dehesas y valles, con una densidad de población inferior a 10 habitantes por km2.

Su interior es un intrincado laberinto de valles y sierras en todas las direcciones cubiertas de un monte cerrado que solo conocen pastores y carboneros.La desamortización no hizo sino traspasar los montes de manos y no principalmente a las de sus habitantes. Aparecen las poderosas familias de distinto origen y foráneas al territorio, que adquieren extensas fincas, fenómeno que allí perdura hoy y tratan de sacar provecho en las zonas roturables cultivando las rañas y algunos valles o bien convirtiéndolas en montes privados para recreo de sus propietarios.

Los montes públicos y comunales quedan reducidos a la extensión necesaria para el abastecimiento de leña, carbón y pasto. En este escenario surge el bandolerismo.La guerrilla que aparece con la invasión napoleónica de España, y se hace permanente en la comarca durante un lustro, sirvió de escuela obligada y voluntaria a muchos patriotas que se refugiaron en sus espesuras aprendiendo a vivir en ellas. La procedencia de las guerrillas era fundamentalmente monteña buenos conocedores del territorio. Estas partidas aprendieron a interceptar correos, asaltar convoyes y destacamentos franceses, establecieron puestos de observación de tropas, etc… todo ello en provecho de la Junta Central a través de un Estado Mayor residente en Horcajo de los Montes.

Distinguiose como jefe D. Ventura Jiménez, conocido como el héroe del Tajo, muerto en Los Navalucillos a consecuencia de las graves heridas sufridas en un ataque a Toledo.La aparición del bandidaje actuando al tiempo que la guerrilla es aprovechada por la autoridad josefina para desacreditar a los patriotas. Son los inicios del bandolerismo contemporáneo que podemos calificar en estos primeros tiempos de ocasional, aprovechando la confusión reinante.Desde 1814 y hasta después de la primera carlista no conocemos una actividad permanente y destacada en la comarca. Los pueblos del interior continuaron sumidos en el abandono y con una economía de subsistencia. Las tentativas de reactivación económica iniciadas por algunos liberales no condujeron a nada positivo.

A iniciativa de los grandes y pequeños ganaderos se presento en octubre de 1834 un proyecto de ley para disolver las hermandades viejas de Toledo, Talavera y Ciudad Real, suprimir el derecho de asadura mayor y menor y dar utilidad pública a sus establecimientos. Algunos de los últimos cuadrilleros ocuparon cargos en la Sociedad Económica de Amigos del País en Toledo.Por causas suficientemente conocidas surgen las guerras carlistas o civiles y en ellas tienen su origen gran parte de la actividad bandolera en los Montes que se desarrollará hasta finalizado el s. XIX, cuya casuística evolucionó con los intereses colectivos e individuales de las partidas.

Avanzada la guerra, las tropas carlistas, más reducidas, recurrieron a la guerra en guerrillas formando grupos de una docena de hombres aproximadamente llamados “gavillas” con objetivos de merodeo y acoso de las comarcas. En 1835 capitaneaba las partidas carlistas que operaban en los Montes, el Coronel D. Cándido López, asistido por sus segundos la Diosa, Galán, Perfecto y Mariano Peco. El ejército realista o cristino era mandado por el ex-guerillero toledano Paralea, buen conocedor de este tipo de acciones. La derrota de Los Yébenes inflingida a los carlistas de Jara por el brigadier Flinter el 19 de febrero de 1838 supuso la muerte de 500 carlistas, 300 heridos y 2.600 prisioneros (B.O.P 9-VI- 1838) de los cuales 396 eran de los Montes y Jara naturales de San Martín de Montalbán, Cuerva, Navahermosa, San Pablo, Ventas con Peña Aguilera, los Alares, Casasbuenas, Aldeanueva de Barbarroya, Mohedas de la Jara. Nava de Ricomalillo, Navalmoralejo, Campillo de la Jara, Anchuras y Aldeanueva de San Bartolomé. Todos fueron indultados. Sus edades oscilaban entre los 17 y 21 años. Otros veinte indultados en el mismo año por abandonar las partidas carlistas, eran en su totalidad jornaleros con edades inferiores a los 30 años, solteros, que habían estado encuadrados en las partidas de Palillos, Serrador, Gil, Jara, Melitón y Lago. Estos perdones no se cumplieron en algunas ocasiones, dando lugar al retorno a la facción con los resentimientos oportunos, convirtiendo a los individuos en más peligrosos y sanguinarios.

A medida que avanza el conflicto la ideología de muchas facciones carlistas se transfiere a un segundo orden y la relación de ejército regular desaparece dando paso a la partida que apoyándose en la lucha. busca el botín, independiente de las órdenes que pueda recibir. La situación de alarma permanente en la comarca lo evidencian los ataques que sufren algunas poblaciones siendo especialmente graves los dos asaltos a Navahermosa realizados por las partidas de Jara, Peco y Tercero. Parecidos episodios sufrieron en Gálvez. Belvís, Puebla de Montalbán, La Estrella, San Pablo, Las Navillas. Orgaz, que nos muestra una situación de inseguridad y angustia dada la crueldad con la que se condujeron las facciones en muchas de las tristes jornadas que protagonizaron.

El 13 de noviembre de 1839 se levantó el estado de sitio en la provincia, la paz sólo fue en el papel para la comarca de los Montes que continuó infestada de partidas “facciosas” mostrando su verdadera faz sin posibilidad de disfraces políticos. Entre los montes quedaron los Palillos, el Valenciano, el Mestizo, Tripacana, Carnicero, Mariano Ruiz el Pichapelá, Francisco del Moral, Pata de Porra, estos dos últimos fusilados en Toledo. La guerra teóricamente estaba concluida y los carlistas pudieron acogerse al indulto decretado o salir del país, pero aquellos que no habían hecho otra guerra que la suya, optaron por quedarse en las sierras continuando la vida a la que se habían adaptado. Por los años cuarenta continuaba Rito Flores al mando de la partida Palillos merodeando por los Montes.

ULTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX

Reaparece en los años setenta un nuevo rebrote de bandolerismo sin móvil político que continúa generacionalmente buscando una solución radical a diversas situaciones de origen delictivo, marginal o social. Esta generación de bandoleros en los Montes procede de las zonas periferias de la comarca y de su interior, muchos de ellos jóvenes que vivirían al margen de la ley una corta y azarosa existencia.

El 20 de julio de 1874 se declaró el estado de guerra en las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Segovia. En 1875 recorren el interior de la comarca las partidas de los Juanillones, Purgaciones. el Magro, Polo y Merendón. Las dos primeras se distinguieron por sus numerosas acciones criminales, contando con varios muertos y secuestros.

En 1877 el Magro, los Juanillones y Purgaciones secuestraron a D. Pedro Guerrero Quintanilla de Horcajo de los Montes para pedir rescate, en cuya acción participó también Moraleda. El Magro mato a un sargento de la Guardia Civil en una celada y secuestró al hijo del alcalde de Pulgar.Aplicaron los bandoleros a los propietarios de las grandes fincas, un impuesto llamado “limosna”, con el fin de poder visitar sus predios sin ser molestados. En 1880 se delimitaba la zona de refugio y actividad bandoleril por un extenso triángulo con vértices en Consuegra, Malagón y Navahermosa.Se inicia el declive del bandolerismo en los Montes con la celada de Villacañas. En aquella ocasión quedaron batidos en el campo algunos bandoleros.

 Fueron apresados Ambrosio y Casimiro Navarro los Purgaciones, Juan y Felipe García-Quilón López-Simancas los Juanillones y Bernardo Moraleda que más tarde logró escapar con Felipe el Purgaciones. Los componentes de las partidas se dispersaron unos hacia Andalucía, otros a Extremadura, otros simplemente desaparecieron. Algunos de los que escaparon a Portugal fueron repatriados.

http://fontanarejo.wordpress.com/2007/07/19/de-los-golfines-al-maquis/

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