Mariano Esteban Caro
El Cardenal Borbón Arzobispo de Toledo.
El Cardenal Luis María de Borbón, Arzobispo de Toledo desde el año 1800 hasta 1823, era cuñado de Godoy y el único vástago real que permanecía en España en mayo de 1808.
Aceptando los hechos consumados y a la espera de que cambiaran las circunstancias, en carta de 22 de mayo acataba la dinastía impuesta por Napoleón y juraba fidelidad a José Bonaparte.
Derrotados los franceses en Bailén el 19 de julio de este año, el Cardenal Borbón pasa a la ofensiva y como presidente de la Junta Provincial, en el otoño de 1808 organiza una colecta en toda la diócesis de Toledo para apoyar a los ejércitos nacionales.
El prelado contribuyó con 60.000 reales al mes, 3.519 onzas de plata y el producto de la subasta de su pectoral. La catedral toledana se comprometió con 80.000 reales al mes.
Don Luis María de Borbón se unió a la Junta Central del Reino, el día 3 de diciembre de 1808, siendo elegido el 20 de febrero del año 1812 presidente de la Regencia del Reino, sancionando, en condición de tal, la Constitución promulgada por las Cortes de Cádiz el día de San José de este mismo año.
La carta del Cardenal Borbón, convocando a los toledanos a colaborar con los ejércitos nacionales, lleva fecha de 17 de octubre de 1808. Llegó a Escalonilla pocos días después.
En ella se decía a las autoridades locales que almacenaran el grano recogido, fijando edictos en los lugares de costumbre para avisar a los posibles compradores.
Lo que no se vendiera debía trasladarse a la cabecera de partido y el sobrante a Toledo. Según esta carta, si el traslado resultaba muy gravoso, el grano se depositaría en casas de probada honradez, aunque gran parte de lo recogido se molió para venderlo como pan.
Para excitar los ánimos de las gentes del pueblo, vinieron a Escalonilla dos comisionados del Cardenal Borbón. Eran don Diego de Lerma, teniente coronel de caballería, y el canónigo toledano don Francisco Díaz Ceballos. Ellos fueron los encargados de recoger los donativos en metálico y otros ofrecimientos de personal y armamento.
La colecta en la provincia.
En toda la provincia de Toledo se recaudaron 24.827 fanegas de trigo, 3.530 de cebada, 166 de centeno, 23 fanegas de tranquillón (mezcla de trigo y centeno), 20 fanegas de avena, 1.409 arrobas de garbanzos y 17 carros de paja. Además del grano y las aportaciones en metálico, hubo otro tipo de donativos.
En Olías ofrecen ganado para carne y 20 soldados del pueblo. El cura de Azaña (hoy Numancia) dio su caballo con silla y brida. En otros pueblos se dan pistolas, sillas de montar, hilas, camisas, vendas, pistoleras y cañoneras.
Fue destacada la aportación de los párrocos, uno de los cuales en 1808 escribió un catecismo patriótico. Destacó la cantidad de dinero aportada por el párroco de Escalonilla D. Luis Carlos de Zúñiga.
La aportación de Escalonilla.
Los habitantes de Escalonilla en el año 1808 se habían reducido a 1.372. Se dedicaban a la agricultura en verano y otoño y a los telares en invierno y primavera.
Para apoyar a los ejércitos españoles en su lucha contra el invasor francés, el pueblo de Escalonilla dio 311 fanegas de trigo y una arroba de garbanzos. En cuanto a los donativos en metálico, el párroco hizo una primera entrega de 1.500 reales, aportando posteriormente otros 500.
El sacerdote D. José Palomo Guío dio 40 reales. De la fábrica de la parroquia salieron 200 reales y la obra pía de la misma aportó 600 reales. Isabel López, vecina de Escalonilla, colaboró con 20 reales y del resto de los vecinos se recogieron 1.900 reales en donativos no superiores a 15 reales por persona.
La aportación de D. Carlos de Zúñiga, párroco de Escalonilla, así como la de los fondos parroquiales, fue realmente cuantiosa, si se compara con los 200 del párroco de Illescas o los 100 del párroco de Alameda de la Sagra.
En la colecta de Escalonilla no aparece ninguna aportación de las autoridades del pueblo. Tampoco en personal ni armamento. La cuantía media de los donativos de Escalonilla también fue superior a la de muchos otros pueblos de la provincia.
Los donativos mayores.
En Escalonilla las aportaciones más cuantiosas correspondieron al párroco D. Luis Carlos de Zúñiga, al sacerdote D. José Palomo Guío y a la vecina Isabel López.
Luis Carlos de Zúñiga fue cura propio de Escalonilla desde el año 1796 hasta 1814. Navarro de nacimiento, había estado al frente de las parroquias de Rozas de Puerto Real (Madrid) y Gerindote antes de llegar a Escalonilla. Fue comisario del Santo Oficio y destacado representante de la ilustración toledana.
Miembro de la Academia Real de Derecho Español de Madrid, de su pluma salieron numerosos escritos de gran interés, especialmente sobre agricultura. Su trabajo titulado Plan de Educación Española está fechado en Escalonilla el 10 de mayo de 1793.
En el año 1805 publicó un Catecismo breve y sencillo. D. Luis Carlos de Zúñiga, cura propio de Escalonilla, tuvo el sermón en la misa de la jura de la Constitución el día 18 de octubre de 1812.
El sacerdote D. José Palomo Guío era hijo de Escalonilla, donde ya residía en 1788. Llegó a ser teniente de cura de la parroquia de Escalonilla. En los actos de la jura de la Constitución de 1812 actuó en varias ocasiones. Concretamente en la Misa de Acción de Gracias del día 19 de octubre, hicieron las asistencias D. José Palomo Guío y D. Enrique Fernández Gallardo; este último era carmelita y en 1815 solicita permiso para vivir en Escalonilla y atender a su madre.
Isabel López era viuda de José Pérez. Había hecho promesa de peregrinar a Tierra Santa sin que pudiera cumplirlo. Hace testamento ante el escribano de la villa Don Manuel Salamanca. Murió a los 73 años de edad el día 16 de noviembre de 1811 de calentura catarral.
Encarga a sus hijos que celebren 200 misas para descargo de su conciencia al no haber cumplido su promesa de ir a los Santos Lugares. Celebró las exequias D. Luis Carlos de Zúñiga.
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