Parada de ómnibus en Zocodover para desplazarse a las estaciones de Toledo y Bargas hacia 1920.
Postal de Heliotipia Artística Española. Archivo Municipal de ToledoVIVIR TOLEDO
La apertura oficial de los servicios a Bargas se verificó con dos autos, el 8 de noviembre de 1906, desde Zocodover y el día 28 de noviembre, a las dos y media de la tarde, partía el coche elegido para inaugurar oficialmente la línea de Los Navalmorales
Por RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN TOLEDO
Actualizado:20/01/2020 18:56h
A mitad del siglo XIX el tren irrumpía en la vida española formándose pronto una red esencialmente radial desde Madrid. En 1900 eran muchos los lugares excluidos de aquella malla sujetos al secular uso de caballerías -a montura o de tiro- para desplazarse a cualquier lugar, situación que cesaba cuando el automóvil se adueñaba del transporte por carretera.
Desde 1903, algunas ciudades ya gozaban de endebles ómnibus a motor para traslados colectivos urbanos o rodar por gastados caminos a puntos más alejados. Precisamente, el I Congreso Internacional de la Carretera (París, 1908) ya pedía a todos los gobiernos crear nuevos firmes para facilitar la «circulación de tracción mecánica».
En Toledo, desde 1858, el ferrocarril sólo paraba en Madrid y las estaciones y apeaderos intermedios. A partir de 1876 se podía viajar en tren a Torrijos o Talavera, eso sí, siendo preciso tomar antes un coche de mulas para cogerlo, a quince kilómetros, en la estación de Bargas.
En un artículo de esta serie aludíamos a la empresa creada, hacia 1900, por Rafael González Alegre, y la línea urbana desde Zocodover a la estación con rippers tirados por caballerías que, en 1922, ya se suplieron por ómnibus Dion a gasolina, novedad que luego aplicó a las concesiones que tenía en Bargas y Sonseca.
Sin embargo, antes de Alegre-Autos, hubo otra empresa, La Automovilista Toledana, que fue pionera en abrir líneas de transporte exclusivamente dotadas con autos a motor.
A principios de 1906 la prensa local recogía el rumor de un proyecto alentado por dos bilbaínos: un moderno servicio con automóviles para viajeros y mercancías entre las estaciones de Bargas y Mora pasando por la capital y Sonseca. Sin embargo, el asunto tardaría en aflorar, pues estaba sujeto a los trámites aduaneros, gubernativos o municipales para recalar en ciertos lugares.
Los dueños de La Automovilista Toledana eran los hermanos Telesforo y Pío Álvarez Camero. Como gerente actuaría un sobrino, Luis de Hoyos Sáinz (1868-1951), persona bien conocida en la ciudad. Titular de la cátedra de Agricultura del Instituto desde 1898 y concejal del Ayuntamiento (1903-1909) del grupo republicano junto a Julián Besteiro y el pintor José Vera entre otros más. Iniciativa suya fue el Campo Escolar (1906), un inédito arbolado en el Circo romano.
En julio de 1906 El Heraldo Toledano avisaba que ya habían salido de Francia, de la casa Bosillié, un vehículo para mercancías y otro de viajeros de dieciséis plazas (cuatro de primera clase y doce de segunda), capaces de hacer una media de 20 kilómetros a la hora.
Existirían dos líneas: a la estación de Bargas (45 minutos, frente a las dos horas y media en coche de mulas) y a Los Navalmorales. En esta última, el viaje a Navahermosa sería de dos horas y media ante las casi cinco en carruaje. Se auguraba crear otras líneas en los partidos judiciales de Quintanar, Lillo, Madridejos y Ocaña.
El 1 de noviembre de ese año, La Campana Gorda noticiaba la llegada del segundo ómnibus carrozado en los madrileños Talleres Lamarca, llevando a los dueños, el gerente, el ingeniero industrial Juan Boix, Enrique Traumann (representante de la casa EugeneBrillié), un «chauffeur español y dos mecánicos franceses».
Días después, similar comitiva hizo un viaje de prueba por la tortuosa y «mal cuidada» subida de la Bastida hasta Polán. Allí, en medio de «la admiración de las gentes», fueron agasajados por una familia amiga antes de tornar a Toledo, ya de noche, con la luz de un solo faro.
La apertura oficial de los servicios a Bargas se verificó con dos autos, el 8 de noviembre de 1906, desde Zocodover.
En ellos partían unos escogidos invitados –autoridades y miembros de varias instituciones- reunidos, previamente, en el despacho central de la Automovilista, en la plaza de la Ropería.
Desde el paraje de Pinedo, la lluvia les acompañaría hasta llegar, entre vítores y cohetes, a la plaza del «simpático pueblo».
Allí el Ayuntamiento en pleno les obsequió con un lunch. Un diputado provincial, Teodoro Pérez del Cerro, tomó la palabra para recordar que «los terratenientes» habían donado el importe de dos años de pastos para apoyar a la empresa y el agradecimiento a la compañía ferroviaria por haber arreglado el acceso a la estación.
Luego hablaron el alcalde, el párroco y el gobernador civil. A las seis, los viajeros regresaban a Toledo, alabando una crónica de prensa «la pericia de los chauffeurs Gaseda y Martínez».
El 28 de noviembre, a las dos y media de la tarde, partía el coche elegido para inaugurar oficialmente la línea de Los Navalmorales. En él iban los hermanos Álvarez, Hoyos y miembros de algunas instituciones. Poco después de una hora, el auto entraba en Polán.
Tras una parada de catorce minutos y veinticinco más de marcha, se alcanzó Gálvez con una lógica afluencia de curiosos. Tras otra pausa, a las seis de tarde se detenían en Navahermosa, con una mayor presencia de público. A las siete y media, como si fuese «un día de fiesta», eran recibidos en Los Navalmorales. Tras una larga velada y la pernocta, al día siguiente se acordó desistir de llegar a Los Navalucillos y regresar a Toledo.
La lluvia y la nieve anularon el servicio durante muchas jornadas. No olvidemos el estado de las «carreteras» asurcadas por las aguas y repletas de piedras y baches, siendo un reto la propia conducción. El 28 de mayo de 1907, pasado Gálvez y cerca del arroyo Torcón, un vehículo de la empresa volcó aplastando al cobrador que viajaba en la baca, aunque el trágico suceso tuvo otras versiones.
En 1916 el servicio a Los Navalmorales y otros trayectos provinciales ya lo hacía La Hispano-Toledana, empresa creada por dos hermanos de aquella población, Pilar y Gregorio Talavera. En 1921, sus sucesores la convirtieron en sociedad anónima, con domicilio social en Los Navalucillos. En los años cuarenta, La Hispanovendía sus líneas a La Sepulvedana SA.
En relación a la pionera Automovilista Toledana, parece que pudo disolverse hacia 1910, haciéndose cargo más tarde del servicio a Bargas Autos Alegre.
Años después, el nombre de Telesforo Álvarez asoma como agente de ciertas marcas de automóviles en Madrid, mientras que el de su hermano Pío aflora en Toledo gestionando carruajes de mercancías en el paseo de La Rosa. En los años veinte brotaron nuevas compañías de autobuses por toda la provincia facilitando enlaces entre localidades cercanas o bien para llevar viajeros a las aisladas estaciones del ferrocarril.
https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-automovilista-toledana-primeras-lineas-viajeros-202001201802_noticia.html
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