jueves, 14 de febrero de 2019

Curandero desaparecido tras un Doble Asesinato en Menasalbas en 1915


El asesinato de dos ancianos, cuyos cuerpos encontró la Guardia Civil en medio de un gran charco de sangre con horribles heridas en la cabeza, cuello y otras partes del cuerpo, quedó sin resolver

ENRIQUE SÁNCHEZ LUBIÁN
@abc_esTOLEDO

El sábado 30 de enero de 1915 en elTeatro de Rojas de Toledo se puso en escena la opereta «El conde de Luxemburgo», obra del compositor Franz Lehár. A su término, agentes policiales prestaron especial atención a cuantos abandonaban el coliseo. Compañeros suyos recorrían los parajes más ocultos de la población hasta los últimos rincones y callejas. 

Buscaban a un curandero, llamado Domingo García, de quien se sospechaba pudiera ser autor del asesinato de dos ancianos en el pueblo de Menasalbas.

Aunque nada quedó por escudriñar durante toda la noche y madrugada, el individuo a quien se pretendía detener no fue encontrado.Semanas antes de ser asesinados, los ancianos vendieron todo su ganado (Foto, Archivo Diputación de Toledo) - ABC

Domingo García, practicante ambulante, era conocido en algunas posadas toledanas y mancebías del barrio de San Miguel. En el otoño de 1914, en la Imprenta Moderna, había mandado confeccionar unos prospectos en los que ofrecía sus servicios para la curación de enfermedades como mal de orina, dolor de estómago y flato estérico, dropesia de agua, escrofulosis, parálisis o úlceras.


Aseguraba alcanzar estas sanaciones en plazos de entre ocho días a un mes. Indicaba a los interesados que podían localizarle en Ventas con Peña Aguilera, Pulgar, Menasalbas, Navahermosa, San Pablo de los Montes y Navas de Estena. «¡Pensarlo bien si queréis conservar la salud!», concluía, categórico, su reclamo.

A principios del año siguiente, el curandero llegó hasta Menasalbas, estableciendo su clínica ambulante en la plaza principal. Con la esperanza de aliviar sus dolencias, gracias a los maravillosos medios prometidos, se presentó ante él Martina García Gutiérrez, natural de la villa, quien padecía un cáncer.

Domingo le recetó «varios raros electuarios propios de jorguinas en sus avatares», indicándole a la anciana que necesitaba un tratamiento especial, motivo por el que ella se ofreció a hospedarle en su propia casa, para ser atendida con mayor dedicación.

Y allí se marchó él a vivir, junto a la mujer y su esposo Jerónimo Sánchez Petronila. Desde entonces, el matrimonio y el sanador se hicieron inseparables. Aunque la enferma no progresaba, pero tampoco empeoraba, ellos pensaron que aquel hombre parecía enviado por el cielo para salvar la vida de Martina.

Durante la jornada del día 29 de enero, sus vecinos comenzaron a alarmarse al llevar varias horas sin ver al matrimonio y constatar que la casa permanecía cerrada. Temiéndose lo peor, dieron aviso al juez municipal y a la Guardia Civil, autorizándose a entrar en la vivienda. Así se hizo en presencia de casi todo el pueblo que se había congregado delante de la misma.

En su interior se encontraron los cuerpos de los ancianos, en medio de un gran charco de sangre, presentando horribles heridas en la cabeza, cuello y otras partes del cuerpo causadas por un calabozo, pequeño hacha utilizado para cortar la leña que estaba junto a ellos.

Como el curandero había desaparecido, recayeron sobre él todas las sospechas. El juzgado de instrucción de Navahermosa decretó su búsqueda, así como el inicio de investigaciones para intentar determinar qué ocurrió y quiénes podrían ser los autores del horrible crimen.

Según se comentaba por el pueblo, Martina y Jerónimo habían vendido hacía poco todo el ganado del que disponían, percibiendo por ello unas 14.000 pesetas. Durante la inspección judicial del hogar donde ocurrieron los asesinatos se encontraron, entre unas ropas revueltas, varios billetes de banco que debieron escapar a la rebusca realizada por el autor, o autores, del doble asesinato.

Haciendo un seguimiento de los pagos realizados por el matrimonio desde la venta de los animales y del dinero localizado, se calculó que la cantidad robada podría ascender a ocho o nueve mil pesetas.

Gracias a las declaraciones recogidas en la zona por los periodistas, pudo aventurarse la forma en que Domingo abandonó Menasalbas.Andando, por la margen del arroyo del Torcón llegaría hasta la carretera de Gálvez. Allí, al mediodía del viernes 29, tomó la diligencia que cubría el servicio entre Navahermosa y Toledo, a donde llegó a las dos y media de la tarde.

Y ya en la capital,... ¿dónde estuvo?, ¿qué hizo?, ¿permanecía allí escondido?, ¿cuál fue su siguiente destino?

Según publicaba un reportero del «Diario de Toledo», cuyas crónicas aparecían firmadas con el seudónimo «HONN», el curandero llevaba consigo una caja donde guardaba su «instrumental» médico y pidió al cochero que le cambiase varios billetes por duros, transacción que no llegó a realizarse al no llevar casi monedas el carretero.

Luego, en la zapatería de Araque, en la plaza del Solarejo, se compró unas botas negras que le costaron once pesetas. Estando en esta tienda, pidió que le trajesen unos calcetines del vecino bazar de Aramendi.

En la espera, mostró al señor Araque el microscopio que guardaba en la maleta y le contó que ejercía su profesión en Nahavermosa, diciendo estar especializado en la curación del cáncer de matriz. Los calcetines le costaron cuarenta céntimos, dando diez de propina al muchacho que hizo el recado.


Antes de abandonar el local, pidió, también cambiar cuarenta duros por monedas de cinco pesetas, pero solo pudo hacerlo con diez.

Según manifestó el dueño de la zapatería, García le dijo que esa misma tarde marcharía en tren para Madrid.Celebración de la «Encamisada» de Menasalbas, en los años treinta del pasado siglo (Foto, Rodríguez. AHPTO

En otros periódicos se añadía que además de las botas y los calcetines, el sospechoso había adquirido una camisa, una pistola y sus correspondientes balas.

Como las pesquisas realizadas por los agentes de la autoridad y de la Guardia Civil no deparaban ningún resultado, «HONN», transmutado en detective comenzó a investigar por su cuenta el rastro del curandero, quien era «alto, delgado y un poco bizco», vistiendo un traje blanquecino y con gafas.

Tras cerciorarse de que no había pernoctado la noche del viernes en ninguna de las fondas donde solía parar durante anteriores pasos por Toledo –Posada de la Sangre o Parador de San José-, se dirigió a «aquellos sitios frecuentados por la gente del hampa y señoritos golfos».

Así llegó hasta la taberna de «El Chorrillo», en el número siete de la calle de la Candelaria, en las cercanías del Alcázar, donde solían reunirse, además, «mujeres de vida airada» que residían por el barrio.

Posada de la Sangre, donde el curandero paraba en algunas de sus visitas a Toledo (Foto, Aldus)

Su descripción es, seguramente, la más elocuente publicada en la prensa toledana de uno de estos lupanares: «Al entrar, lo primero que encuentra el visitante en el portal, son unas cuantas banastas con verduras.

Las paredes están por completo ennegrecidas, al frente existe una puerta que conduce a una habitación lóbrega, donde vi un hombre desparramado que templaba una vieja y mugrienta guitarra, a su lado estaba “la Perico”, ramera cuyo rostro era un almacén de albayalde [polvos de color blanco] y que estaba preparada para cantarse por levante “vis a vis” con un prójimo».


A la derecha del portal, el periodista pasó a un comedor, donde estaban «la Manusa», «la Mística», «la Fosforera» y «la Metralla», acompañadas por tres varones apodados «el Cosaco», «el Judas» y Juanito «el Tonto». 

También estaba allí, la señora Anacleta, propietaria de la casa, con quien «HONN» intercambio impresiones sobre sí el curandero había pasado por allí en las últimas horas

Ella le contó que Domingo García era conocido suyo, por sus frecuentes visitas a la mancebía, aunque no podía asegurarle si había estado recientemente, pues ella no lo vio. Tampoco pudo asegurarlo su marido, el señor Juan, quien dijo que no conocía al curandero.

Una de las razones por las que el sospechoso frecuentaba «El Chorrillo» era porque una joven llamada Carmen, vecina de la calle, quien prestaba servicios en casa de «la Lucrecia», le traía de cabeza.

«HONN» relataba que en el lugar donde mantuvo la charla con la señora Anacleta colgaba un cuadro al oleo de San Luis Gonzaga, flaqueado por un retrato del torero Belmonte y una estampa de la República.

 ¡Lástima que el periodista no fuese acompañado de un fotógrafo, porque tan singular colección de imágenes se nos antoja insuperable!

Tarjetas postales adornaban sus paredes, junto a un trozo de papel barba, pendiente de un clavo, donde había anotadas las deudas de algunos parroquianos.

Junto a una mesa con frascas de vino y vasos, para «el copeo», en el suelo descansaba un cajón grandísimo con pestiños, pasta-floras y rosquillas bañadas.

Como conclusión de sus investigaciones, el reportero apuntaba que si se hubiese avisado a las fuerzas de seguridad de Toledo con mayor celeridad de la huida del curandero quizás se le habría podido localizar en la capital.

Añadiendo, razonado, que si finalmente estaba en Madrid y no se ocultaba, no «tardará en caer en poder de la policía, pues por su tipo y su físico es un hombre inconfundible».

A la capital, por cierto, hacía varias semanas que se había trasladado la joven que tanto cautivaba a Domingo.Titulares de prensa publicados en las páginas de “Diario Toledano” sobre este llamativo caso

La obvia apreciación de que el huido era una persona inconfundible quedó pronto cuestionada. El 21 de febrero, una pareja de la Guardia Civil que prestaba servicio en el tren entre Toledo y Madrid detuvo a D.F.M., persona muy conocida en Toledo, creyéndole el curandero buscado.

Tras ser interrogado en el propio vagón ferroviario, pese a que bastantes pasajeros le reconocieron y él acreditó su identidad con diferentes documentos que portaba, los agentes le esposaron y regresaron con él hasta la capital, conduciéndole al cuartel de la Benemérita, donde aclarada la confusión quedó en libertad.

Esta fue la última noticia que se tuvo sobre el caso, quedando el asesinato de los dos ancianos de Menasalbas sin resolver y no conociéndose si el curandero pudo marchar a América, como se especuló en alguno de los diarios toledanos, o si se reunió en Madrid con Carmen, comenzando juntos una nueva vida alejados de tan engañosas prácticas sanatorias, que fácilmente podrían delatarles, o la esclavitud del lupanar.


Y desazonados por el doble crimen, los menasalbeños celebraron en 1915 su «encamisada», sin poder aseverar si el curadero era o no el homicida de los ancianos Martina y Jerónimo.


ENRIQUE SÁNCHEZ LUBIÁN
@abc_esTOLEDO
29/06/2017 18:43h0

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-curandero-desaparecido-tras-doble-asesinato-menasalbas-1915-201706271935_noticia.html#ns_campaign=mod-sugeridos&ns_mchannel=relacionados&ns_source=curandero-desaparecido-tras-un-doble-asesinato-en-menasalbas-en-1915&ns_linkname=noticia.foto.local&ns_fee=pos-3

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...