domingo, 10 de febrero de 2019

El Misterioso Crimen del Tejar de la Márgara

La muerte de Florentino Páramo Domínguez se produjo el 5 de abril de 1920 a causa de las lesiones provocadas por el golpe de la piedra encontrada en el sembrado, próximo a la Estación de Ferrocarril de Toledo

Estación de ferrocarril de Toledo, inaugurada en 1919, junto a la que se encontraba el tejar de la Márgara (Foto, Colección Municipal de Postales. AMT)

Enrique SÁNCHEZ LUBIÁN
Actualizado:06/01/2019 19:13h

En la tarde del lunes 5 de abril de 1920, los asiduos a los cafés toledanos animaban sus tertulias comentando la reelección del procurador de los tribunales Justo Villarreal como alcalde, la celebración de la Semana Santa, las representaciones teatrales que durante el fin de semana se habían realizado en el Rojas o el Teatro Moderno, el concierto dominical de la banda de música de la Academia de Infantería en la plaza de Zocodover o las «bellezas siderales» que el día anterior se habían dejado ver en la romería del Ángel.


 Junto a estos asuntos banales, sobresalían las especulaciones sobre la autoría y circunstancias en las que habríase cometido el asesinado de un gañán en el tejar de la Márgara, próximo a la estación del ferrocarril, cuyo cadáver fue encontrado horas antes.

A las siete y media de la mañana, Celestino Barrasa, dueño del tejar comenzó a organizar el trabajo del día en las dependencias del mismo.

Al llegar a uno de los porches se encontró con el cadáver de un hombre con la cabeza magullada. El cuerpo sin vida estaba cubierto con un haz de espadaña.

 A su lado se encontraba un rimero de ladrillos, buena parte de los cuales estaban manchados de sangre.

Aparentaba ser un obrero del campo, de unos treinta años de edad, vistiendo cazadora de pana verde, pantalones del mismo tejido atados con soguillas, camisa a rayas azules y blancas, calzando abarcas de neumáticos.

A poca distancia había un tapabocas de rayas grises y una gorra color café. «Su aspecto –se indicaba en «El Castellano»- era mísero, más acentuado aún por la barba bastante crecida».Antes de ser asesinado, Florentino Páramo alternó con unos vecinos de Layos en algunas ventas y tabernas cercanas a la estación.

 En la imagen, parador ubicado en el Paseo de la Rosa a principios del siglo XX (Foto, Gabinete Fotográfico de la Academia de Infantería. Colección Municipal de Postales. AMT)

Descubierto el cadáver, Celestino se dirigió a la estación del ferrocarril, dando cuenta de su macabro hallazgo a los vigilantes de servicio, quienes telefonearon al juzgado de instrucción. No tardaron mucho en presentarse en el lugar de los hechos el juez Carlos Carrasco, agentes de la Guardia Civil y de la policía.

 Tras realizar una inspección del tejar y sus inmediaciones, con ayuda de un perro, en un sembrado de cebaba próximo, se encontró una piedra de unos diez kilos de peso con restos de sangre y algunos cabellos adheridos.

Entre quienes se acercaron hasta el tejar a contemplar el cadáver figuraba el ordinario de Sonseca, quien lo identificó como un gañán de su pueblo, llamado Florentino Páramo Domínguez y que era conocido con el sobrenombre de «Malichi». Añadió, también, que una hermana suya estaba ingresada en el Hospital de Dementes de la capital, que el fallecido vivía con otra, llamada María, y que era soltero.

Iniciadas las investigaciones, se supo que «Malichi» llevaba un tiempo dedicándose a trabajos ambulantes.

Un par de días atrás, en unión de otros sujetos, vecinos de Layos, había estado alternando en la «Venta de la Bargueña» y otras tabernas próximas a la estación.

El día anterior a su muerte se ocupó como descargador en el muelle ferroviario, con la pretensión de ganar algún dinero con que poder pagarse la cena.

Sobre las diez de la noche fue visto cruzando el Puente de Alcántara, llevando sobre los hombros una manta y unas alforjas de lienzo.Recorte de «El Eco Toledano» dando cuenta del crimen cometido en el tejar de la Márgara.

Tras practicarse la autopsia, los doctores Alcubilla y Moreno determinaron que la muerte se produjo a causa de las lesiones provocadas por el golpe de la piedra encontrada en el sembrado. Se consideraba como muy probable que en el momento de la agresión estuviese durmiendo.

 Así mismo se vio que en un bolsillo de punto, sujeto entre los pantalones y la ropa interior, portaba diez pesetas y treinta céntimos en dos monedas de plata y calderilla, teniendo desabrochados los cordeles con que se ataba los pantalones.

 En tanto se conocían estos datos, por declaraciones a la prensa de sus hermanos, los toledanos supieron que «Malichi» era «excelente sujeto», a quien las dificultades de la vida, unidas a la eventualidad de su oficio, obligaban a «vagar constantemente en busca de trabajo» por los pueblos más inmediatos a Toledo.

Hacía tres semanas que había estado por última vez en casa de María. Se daba la circunstancia, además, de que uno de sus hermanos, llamado Máximo, había trabajado en el tejar de la Márgara años atrás. También, por información policial, se supo que el asesinado carecía de antecedentes.


Los porches del tejar eran frecuentados por vagabundos y algunos transeúntes para pernoctar. En la noche de autos, además de Florentino, estuvieron allí un grupo de golfillos. Uno de los rapaces, Quiterio Llaudí, declaró a los investigadores que sobre las cuatro de la mañana oyó varios golpes secos, advirtiendo a uno de sus compañeros, quien le mandó callar no fuese a oírles el amo y los echase del lugar. Otro de los chicos dijo que momentos después escuchó remover los haces de espadaña almacenados cerca de ellos.

 Poco después, sobre las cuatro y media, el sereno del barrio, Pedro Martín, pasó por el tejar, sorprendiendo a los mozalbetes y expulsándoles de allí, ya que algunos de ellos estaban fumando junto la leña en que descansaban.

El empleado municipal, además, sintió una especie de ronquidos, que atribuyó a algún cerdo que por allí estuviese gruñendo, si bien en los periódicos se especuló con que podrían haber sido los últimos respiros del agredido.

A la mañana siguiente, cuando Barrasa y su criado, Eloy Gallo, comenzaron a barrer los porches, descubrieron los restos de sangre, que atribuyeron en primer lugar a algún animal que allí hubiesen matado, aunque luego al levantar los manojos de espadaña encontraron bajo ellos el cuerpo sin vida de «Malichi».Vista aérea de la estación de Toledo, a cuya espalda se observa el charcón de la Márgara (Foto, AMT)

Los golfillos –«El Llaudí», «El Calabacita», Francisco García y Juan Sánchez y otros dos más- eran conocidos «maleteros», dedicándose a trasladar desde el centro de la ciudad a la estación del ferrocarril, y viceversa, los equipajes de los militares de la Academia. Según manifestaron, era la primera vez que dormían en el tejar, ya que de buena mañana pretendían «viajar» en los topes de un convoy que trasladaba a los cadetes a unas maniobras.

Interrogados los dos individuos de Layos, Natalio Mejías y Lorenzo López, con quienes Florentino había estado en la «Venta de la Bargueña«, se descartó totalmente su implicación en el suceso, ya que la víspera del asesinato, tras dejar a «Malichi» regresaron a su localidad.

Las investigaciones del juez instructor determinaron que uno de los chicos que había pernoctado en el lugar se marchó a Madrid no sabiéndose nada de él desde entonces. La piedra con que presuntamente se cometió el crimen fue sometida a diferentes pruebas periciales en busca de huellas dactilares.

Los días pasaban y las investigaciones no daban solución al caso, considerándose el robo como móvil más probable del asesinato, toda vez que ni las alforjas ni la manta que portaba Florentino cuando fue visto por última vez en el puente de Alcántara aparecían y el hecho de que llevase desabrochadas las soguillas con que ataba sus pantalones podría indicar que había sido registrado después de muerto.

Ante el retraso en el esclarecimiento de los hechos, entre los vecinos del barrio de la Estación crecía el sentimiento de indignación por el misterioso y repugnante crimen. Esa misma conmoción estaba presente en las páginas de «El Eco Toledano» donde dos semanas después de perpetrado el asesinato se consideraba «lamentable» la falta de resultados, porque de ser así, «nadie podría evitar que sobre la historia de Toledo cayese un manchón de ignominia» y porque la Justicia «quedaría obligada a apuntarse en su hoja de servicios, un fracaso lastimoso».

Tal inquietud era respondida por las autoridades, indicando que pronto, «suponían», podría presentarse al asesino convicto del crimen, argumentación a la que desde el citado diario, dirigido por Antonio Garijo, se respondía con argumentos irónicos, pretendiendo dejar en evidencia a los investigadores:

«También se supone –decián- que el ruido que suponen oyeron algunos que dormían cerca de donde dormía el asesinado, pudo ser el de un aeroplano, que pudo aterrizar en aquel sitio, y el ocupante, que podía ser un poderoso enemigo malo del muerto, traer preparada la piedra que descargó tres veces sobre la cabeza del que dormía, machacándosela, y al elevarse otra vez el aeroplano, se le cayó la piedra al sembrado, ruido que también dicen que notaron, los que por allí descansaban, por esto no quedó ni rastro de patas, ni señales dactilares, ni señal alguna, solo que se llevaron las alforjas, como recuerdo de la hazaña, pero se supone que se presentarán, el día menos pensado».

La falta de novedades terminó diluyendo el interés periodístico y vecinal por la resolución del crimen, siendo relevado en los comentarios de los cafés toledanos por la trágica muerte de Joselito, corneado en la plaza de toros de Talavera de la Reina, y las turbulentas sesiones celebradas en el Ayuntamiento tras la reelección de Justo Villarreal como alcalde, que culminaron en la noche del 25 de mayo cuando el primer edil fue tiroteado en las inmediaciones de las Tendillas, cerca de su domicilio.

En enero de 2017 ya nos hicimos eco de ese atentado en estos «Esbozos», al igual que meses después relatamos la desaparición y muerte del golfillo Llaudí, asesinado en 1924 por un guarda de «La Sisla» y cuyo cadáver fue encontrado en las aguas del Tajo, junto a la presa del Molino de Romayla.

Amén de la misteriosa muerte de «Malichi», de la Márgara se habló mucho en el Toledo de los primeros años del siglo XX en Toledo, tanto por diferentes sucesos acaecidos allí, como por un pertinaz problema de salubridad localizado en un charcón existente en el paraje.

En septiembre de 1899, el cuerpo de un criado del tejar, apodado «Pirracas», fue encontrado sin vida flotando en las aguas del Tajo, cerca de la isla de Safont, tras llevar varios días desaparecido. La última vez que se le vio con vida llevaba una gran borrachera.

 En noviembre de 1916, Mariano Losada Moreno, quien habitaba accidentalmente en una casilla del tejar, fue herido de bala por los disparos realizados contra él por Emilio González González, quien fue detenido poco después camino de Algodor. Nueve años después, en julio de 1925, el obrero Amadeo Aparicio Arenas resultó gravemente herido tras quedar sepultado por un desprendimiento de tierras.

Frecuentes eran, también, las quejas de los vecinos y la prensa de la época sobre los problemas que para la salud pública constituía el embalsamiento de aguas residuales junto al tejar, donde, además, vertían los retretes de la estación de ferrocarril. Ante el constante estado de putrefacción que presentaban, se solicitaba al ayuntamiento su desaparición o el volcado de escombros en las mismas para cegarlas, evitando que pudieran ser foco de propagación de epidemias.

 El charcón de la Márgara fue desecado varias décadas después de los hechos relatados en esta crónica, siendo aún recordado por vecinos de la capital y del barrio de Santa Bárbara.


María, la hermana con la que Florentino convivía algunas temporadas en Sonseca, también protagonizó meses después espacio en la crónica toledana de sucesos, al agredir a su vecina, Anastasia Cabello, con la mano de un almirez, causándole una herida de importancia en la cara.

Al ser detenida declaró que le había atacado por insultar a una hija suya, a quien Anastasia acusó de haber robado seis barras de longaniza.


Enrique SÁNCHEZ LUBIÁN
Actualizado:06/01/2019 19:13h
https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/centenario-quijote/abci-misterioso-crimen-tejar-margara-201812302141_noticia.html

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