La Casa de los Collados, como su propio nombre indica, fue la mansión principal de esta ilustre familia de nuestra localidad, ennoblecida por el Rey Alfonso XI, a raíz de la participación de uno de sus miembros en la batalla del Salado (1340).
De entre todos sus descendientes, el que más nos interesa es Don Juan Collado, Caballero de la Orden de Santiago, Escribano de Cámara y Contador del Maestre D. Alonso de Cárdenas, Comendador de Ocaña y, cuando le sobrevino la muerte, Embajador en Roma del Rey Católico Fernando V. En su época de mayor esplendor, mandó fundar mayorazgo con la multitud de tierras, edificios y otros bienes que poseía en la villa, y construir capilla en la iglesia parroquial, además de una mansión acorde con el rango que ostentaba su linaje.
De entre todos sus descendientes, el que más nos interesa es Don Juan Collado, Caballero de la Orden de Santiago, Escribano de Cámara y Contador del Maestre D. Alonso de Cárdenas, Comendador de Ocaña y, cuando le sobrevino la muerte, Embajador en Roma del Rey Católico Fernando V. En su época de mayor esplendor, mandó fundar mayorazgo con la multitud de tierras, edificios y otros bienes que poseía en la villa, y construir capilla en la iglesia parroquial, además de una mansión acorde con el rango que ostentaba su linaje.
El edificio se comenzó a construir a finales del siglo XV con la solidez propia de un palacio, compaginando entre sus elementos ornamentales motivos propios del gótico isabelino, que ya se encontraba en franca decadencia ( antepechos del patio), junto a otros del renacimiento que hacían furor entre los arquitectos de la época ( estructura, arcos y pilares del patio ), sin olvidar el toque exótico del estilo mudéjar en sus techumbres y artesonado.
Se trataba, en definitiva, de la más ambiciosa y costosa construcción llevada a cabo en nuestra villa después de la iglesia parroquial.
La muerte, sin embargo, que no entiende de señoríos, como bien reflejara aquel genial poeta Jorge Manrique ( sobrino, por cierto, del entonces Comendador de Corral de Almaguer, D. Iñigo Manrique) le sobrevino sin esperarla en la plenitud de su carrera política, llevándose consigo ambiciones y linajes, y paralizando las obras de tan suntuosa casa, que quedó finalmente con sólo dos de sus laterales terminados ( los que miran al norte y al este), además de la planta inferior del bellísimo patio.
Con el fallecimiento de su titular y principal mentor, las obras fueron acabadas precipitadamente por los herederos, abandonando el original y costoso proyecto y terminando los otros dos lados del cuadrilátero que formaba el edificio a base de mampostería en lugar de sillares de piedra, tirantes de madera en vez de techumbres y artesonados, y añadiendo a la galería superior del patio unas delgadas columnas renacentistas poco estéticas y trabajadas, que contrastaban con el esplendor de la planta inferior, decorada con motivos góticos de cantería.
No obstante, y a pesar de la solución de emergencia tomada por la familia para terminar las obras, el encanto que mantenía la Casa de los Collados era tal que algunos siglos después, concretamente en 1878, aparece incluida en una de las colecciones bibliográficas más bellas del siglo XIX, titulada “Museo Español de Antigüedades”, publicada por estudiosos y académicos de Bellas Artes con el objeto de recoger los mejores exponentes del arte español de todos los tiempos.
No obstante, y a pesar de la solución de emergencia tomada por la familia para terminar las obras, el encanto que mantenía la Casa de los Collados era tal que algunos siglos después, concretamente en 1878, aparece incluida en una de las colecciones bibliográficas más bellas del siglo XIX, titulada “Museo Español de Antigüedades”, publicada por estudiosos y académicos de Bellas Artes con el objeto de recoger los mejores exponentes del arte español de todos los tiempos.
Pues bien, en uno de esos grandes tomos, concretamente en el número 32, compartiendo espacio con las ruinas de Itálica, la celada de Boabdil, las esculturas orantes de Pompeyo Leoni del Escorial, o el sepulcro del Tostado de la catedral de Ávila, por poner algunos ejemplos elocuentes, se encuentra la Casa de los Collados de Corral de Almaguer. El arquitecto D. Mariano López Sánchez, encargado de la descripción y autor de las dos bellas láminas que acompañan los escritos, comenta emocionado ante la contemplación del patio de la antedicha mansión:
“Los cinco recuadros que adornan los antepechos de cada lado, presentan ornamentos circulares unos, ojivales otros, entrelazándose y combinándose con tal gusto, delicadeza y esmero, que demuestran la destreza y habilidad del escultor que los concibiera, armonizara y ejecutara; siendo todos de diferente dibujo, de varios entrelazados y de labor tan fina y detallada, que encantan y cautivan el ánimo y todos de estilo gótico ojival”.
La supresión de los Mayorazgos en 1836 y por tanto la posibilidad de vender las tierras y bienes hasta entonces vinculados al primogénito, trajo consigo la decadencia de las grandes familias y la pérdida de sus bienes más emblemáticos, incluidas las casas representativas de sus linajes. Esta parece ser la causa de que a comienzos del siglo XX la familia Tragacete apareciera como nueva propietaria del inmueble, en el que llevó a cabo una importante reforma consistente en la supresión de las toscas y desproporcionadas columnas de la planta superior, para sustituirlas por una galería corrida de ventanales apuntados que, todo hay que decirlo, consiguieron realzar la belleza del patio y añadirle un toque más armonioso.
La fachada fue igualmente remozada y revocada, si bien en esta ocasión se cegó la puerta principal de acceso y se quitaron algunos elementos decorativos para ser sustituidos por balcones y ventanas con enrejados al gusto de comienzos del siglo XX.
En este estado permaneció hasta la década de los 70 en que fue definitivamente abandonada, comenzando con ello un proceso continuo de deterioro que ha estado a punto de culminar con su hundimiento a pesar de estar considerada como “Bien de Interés Cultural de Castilla La Mancha”.
La supresión de los Mayorazgos en 1836 y por tanto la posibilidad de vender las tierras y bienes hasta entonces vinculados al primogénito, trajo consigo la decadencia de las grandes familias y la pérdida de sus bienes más emblemáticos, incluidas las casas representativas de sus linajes. Esta parece ser la causa de que a comienzos del siglo XX la familia Tragacete apareciera como nueva propietaria del inmueble, en el que llevó a cabo una importante reforma consistente en la supresión de las toscas y desproporcionadas columnas de la planta superior, para sustituirlas por una galería corrida de ventanales apuntados que, todo hay que decirlo, consiguieron realzar la belleza del patio y añadirle un toque más armonioso.
La fachada fue igualmente remozada y revocada, si bien en esta ocasión se cegó la puerta principal de acceso y se quitaron algunos elementos decorativos para ser sustituidos por balcones y ventanas con enrejados al gusto de comienzos del siglo XX.
En este estado permaneció hasta la década de los 70 en que fue definitivamente abandonada, comenzando con ello un proceso continuo de deterioro que ha estado a punto de culminar con su hundimiento a pesar de estar considerada como “Bien de Interés Cultural de Castilla La Mancha”.
Confiamos en que la recuperación de la Casa de los Collados sirva de precedente cara a la protección de los muchos edificios históricos que aún perduran en nuestra villa ( sin ir más lejos la Casa de la Encomienda, la mansión más antigua de la localidad, originalmente sinagoga judía).
FOTOS ACTUALES REFORMA CASA DE LOS COLLADO
Fotos de “Un manchego de Corral: Angel Fernandez Andrade“
Fuente: http://somoscorraldealmaguer.com/
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