sábado, 2 de noviembre de 2013

Los Cigarrales de Toledo, raíces medievales


Los Cigarrales no surgieron espontáneamente sino de una organización humana premeditada. Hace 5.000 años ya era una zona transformada por el hombre pero curiosamente para lo que fue Toledo, no se han encontrado restos romanos aunque sí de la época tardorromana o visigoda.

Y no son unas construcciones especialmente estudiadas o documentadas a lo largo de la historia.

El término Cigarral data del siglo XVI, y no hay unanimidad sobre el significado de esta palabra y no es hasta el siglo XVII cuando encontramos referencias en algunas obras literarias.



El arqueólogo repasó los trabajos realizados en distintas fincas - La Quinta de Mirabel, el Cigarral de Menores y Dehesa de Pozuela – centrándose en las construcciones hidráulicas que jalonan el territorio.

Hay infinidad de canalizaciones de agua, restos de alquerías, norias y pozos. Y se ha descartado su origen romano para datarlo en plena etapa andalusí. Un modelo que se generaliza entre los siglos X y XII en la Península Ibérica, creando pequeños huertos en lugares insospechados y, en Toledo en concreto, a salvo de las crecidas del siempre traicionero río Tajo en las vegas.

Los Cigarrales y todo un enorme anillo en torno a la ciudad estaban repletos de bancales, terrenos irrigados que constituían una auténtica despensa para Toledo y que formaban parte de la vocación comercial del mundo islámico. Cada noria era capaz de regar una hectárea de terreno.

Toledo participaba en el siglo XI de la revolución agrícola andalusí. Era una ciudad grande entre las grandes porque era capaz de generar un terreno productivo exitoso hasta el punto de convertirse en zona experimental de plantas raras. Era la escuela agronómica más avanzada del mundo que, algo más tarde, se trasladará a Sevilla.

Pero ese no es el origen del Cigarral tal y como hoy se conoce. Es un mundo inmediatamente anterior a su surgimiento pero que sentará las bases históricas de su existencia.

¿Por qué surgen los Cigarrales?

Fue a partir de 1085, con la conquista cristiana de la ciudad cuando comienza a gestarse el surgimiento del Cigarral.

Si había espacios irrigados, con huertas por toda la ciudad que dieron origen a estas peculiares construcciones ¿Por qué los Cigarrales sólo han quedado en una pequeña isla del entorno de Toledo? Es lo que los investigadores quisieron despejar en este estudio.

La pista la da un aljibe encontrado en la Quinta de Mirabel durante las investigaciones. Una construcción, vinculada siempre a una charca y que no suele ser característico de las zonas irrigadas sino de explotaciones ganaderas.

La instalación del mundo feudal en Toledo cambia ese panorama de ciudad rodeada de huertas. Los señores medievales no creían en el comercio sino en la ganadería y con un sistema monetario mucho más débil que el islámico.



Cigarral El Calatravo

Por eso, Toledo pasa de ser huerta a convertirse en dehesa para el ganado ovino. Con una ciudad ubicada en el centro de una despoblada Península Ibérica, ideal para la transhumancia, la actual capital castellano-manchega se hace acreedora de un monopolio de la lana, incluso internacional, formando parte de una industria textil cuya producción acaba en los tapices del norte de Europa.

Todos estos cambios progresivos de las huertas transformadas en dehesas –la forma de hacer dinero de la época- amenazan con dejar desabastecida a la ciudad y, entonces, interviene el Ayuntamiento que obliga a mantener un espacio de terreno irrigado: Son los Cigarrales que hemos heredado de la época medieval.



A la postre, se convertirían en uno de los mayores éxitos culturales de la historia toledana, según Jesús Carrobles, gracias a que el cardenal Gaspar de Quiroga rompe la tradición y prefiere instalarse en un Cigarral y no en una casa de campo junto al Tajo, en pleno siglo XVI.

Carmen Bachiller/ @placeresymas

En nuestro recorrido por los Cigarrales, esas grandes fincas de recreo construidas en el entorno del Casco Histórico de Toledo, en un enclave privilegiado con maravillosas vistas a la ciudad desde lo alto, hablaremos de La Quinta de Mirabel.

Quinta Mirabel

Se trata de un cigarral cuya edificación es única en el contexto español y en el toledano, según explicaba Cloe Cavero, licenciada en historia del arte y ponente de la conferencia de esta semana en la Real Fundación de Toledo,junto a Jorge Morín.

Nos contó que La Quinta de Mirabel es el ejemplo más claro de lo que son los cigarrales y, al mismo tiempo, paradójicamente constituye una auténtica excepción: Un gran palacio que fue a instalarse, precisamente, allí donde ya existían pequeñas casas de ocio y disfrute de las élites culturales toledanas como las que se construyeron en el vecino Cigarral de Menores.

¿Por qué este Palacio-Cigarral en esta zona?

El agua fue, sin duda, la clave para que el cardenal Gaspar de Quiroga eligiese esta ubicación para su palacio de descanso, alejándose de la tradición de construirlo junto al río Tajo, como hicieron los señores feudales, en las vegas toledanas. 

Las canalizaciones hidráulicas existentes en los terrenos del cigarral le permitirán levantarlo tras su compra en 1584, a pesar de no ser la zona más adecuada para un palacio arzobispal.

La historia de la finca

Los investigadores han podido documentar fácilmente la historia del cigarral porque existen, desde el siglo XV, numerosas fuentes que acreditan los datos. La finca perteneció al clérigo Juan López de León quien, en 1573 se la vende a su sobrina Inés y a su esposo.



En 1584, Quiroga compra el cigarral para edificar su palacio arzobispal y a su muerte, en 1595 un tercio será heredado por el papa Clemente VIII, otro tercio recae en el rey Felipe II y el resto entre los herederos del cardenal.

En 1596 será adquirido por el rey Felipe II, que nunca llegaría a disfrutarlo, hasta que en 1615 pasa a ser propiedad del clérigo Damián García a quien le fue arrendado. Se planteó entonces la posibilidad de demoler el cigarral. Fue la tal la indignación del pueblo toledano que el rey se vio obligado a venderlo.

En 1616, por ese motivo, es comprado por el segundo marqués de Malpica, Francisco de Ribera y Barroso. Tiene entonces 14 hectáreas de terreno, llegando a las 50 hectáreas en el siglo XIX y sería aún mayor ya en el siglo XX con sus definitivas 100 hectáreas, sobre las que han trabajado los investigadores. Una labor facilitada por el hecho de que el cigarral fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y gracias a la colaboración de los actuales propietarios, el marqués de Portugalete y sus hijos. La Casa Ducal de Bailén adquirió el cigarral en 1862.

Un palacio al estilo italiano

Las investigaciones en este cigarral han puesto al descubierto aspectos históricos muy interesantes. Se ha encontrado un inventario de objetos de la finca fechado en 1595. También se han podido estudiar las escrituras de compraventa de la finca durante más de dos siglos. Curiosamente, y pese a ello, no se ha podido confirmar la autoría de la construcción del palacio, que se atribuye a Nicolás de Vergara.

Gaspar de Quiroga pasó de ser arzobispo a inquisidor general del reino (en lucha permanente frente a la Contrarreforma imperante en la época) y finalmente cardenal. Una gran acumulación de poder que terminaría al perder el favor real, casi al mismo tiempo que decide construir el cigarral. Quiroga lo había concebido como una villa de retiro para disfrutar de sus últimos años. Un deseo que se vio truncado al verse obligado a regresar a Madrid, donde finalmente moriría.

Se sabe que Quiroga construyó un palacio emulando la moda de construcciones italianas por su vida pasada entre Nápoles y Roma y decidió apostar por la decoración al fresco, atribuida al pintor de Camarena (Toledo), Blas de Pradoquien también trabajó en la catedral llegando a desplazar, con la protección del cardenal, a un importantísimo Doménikos Theotokópoulos ‘El Greco’ que, por aquel entonces, vivía y trabajaba en Toledo.

El cigarral de Quiroga, que después sería sucesivamente transformado, se concibió como un edificio monumental, con grandes jardines de los que no se ha podido saber casi nada, salvo la presencia de una fuente monumental así como pavos reales blancos, avestruces o fuentes con ninfas y navíos, según consta en el inventario encontrado.



Tenía, también, un edificio destinado a los baños de inspiración renacentista –extrañamente apartado del principal, según Cloe Cavero- decorados congrutescos que se pusieron de moda en 1500 tras el descubrimiento de laDomus Aúrea de Nerón.

Contaba también con un palomar, en las inmediaciones de la casa, construido sobre los restos del cigarral de Pedro de Salamanca.

Quiroga, inquisidor general contra el protestantismo

Quiroga se hizo construir una capilla particular en la que Cloe Cavero ha estudiado las pinturas de la cúpula que reflejan la escena bíblica de Pentecostés. Se cree que estas pinturas quieren representar a una iglesia católica globalizada y muy unida. Una iglesia fuerte, frente a la contracorriente religiosa protestante. No son pinturas usuales para una capilla como esta pero, claro, Quiroga no dejaba de ser el Inquisidor General…







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